El antropólogo y lingüista norteamericano Daniel Everett
es un héroe para muchos ateos. No lo es para mí; explicaré por qué. Tal como
narra su vida en su libro No duermas, hay
serpientes, Everett era un misionero fundamentalista cristiano, que se
adentró en las selvas de Brasil para predicar y convertir a los piraha, una
pequeña tribu de cazadores y recolectores que habían tenido muy poco contacto
con la civilización.
A
Everett le pasó algo parecido a lo que se narra en Jericó, la película venezolana que cuenta la historia de un
misionero español del siglo XVI que es raptado por una tribu indígena, y al
final, asume sus creencias religiosas. El misionero, en vez de convertir, es
convertido. Everett, como los misioneros fundamentalistas, estaba convencido de
que al predicar el evangelio a los paganos, éstos se rendirían desplomados ante
la fe, pues, ¿cómo puede alguien rechazar un mensaje tan evidente y tan
poderoso? Everett no logró convertir a nadie. Descubrió que a los piraha les
resultaban absurdas las creencias religiosas cristianas. Los piraha cuestionaban
a Everett en sus creencias cristianas, y éste no sabía cómo responder. Al
final, Everett desistió, y más bien asimiló las creencias de los pirahas.
En
realidad, Everett asumió las incredulidades de los piraha.
Según la descripción etnográfica de Everett, los piraha son ateos. No tienen ningún
concepto de Dios, ni de alma, ni de creación, ni del más allá, ni de milagros
ni de sentido de la vida. Todas sus creencias, nos dice Everett, están basadas
en evidencia; Carla Sagan aparentemente habría estado muy contento en esta tribu. Everett los llama “empiristas al máximo”. Y, además, son muy
felices: la ausencia de creencias religiosas no genera en ellos ninguna
depresión o ansiedad.
Muchos
ateos tienen orgasmos con todo esto que nos cuenta Everett. Al fin, dicen estos
ateos, ha salido a la luz un ejemplo de un misionero testarudo que se da cuenta
de lo absurdo de su labor, y asume un poco de sentido común. Al fin, se ha
documentado una tribu que no necesita creencias religiosas, y que está muy
feliz sin ellas. Everett es un héroe por poner en ridículo la arrogancia
misionera religiosa, y hacer ver al mundo que el ateísmo es una opción bastante
óptima. Los piraha son héroes, porque no sucumben ante las tonterías que enseñan los religiosos, y mantienen su escepticismo con vigor.
Por mi
parte, como he dicho, no considero a Everett como un héroe. Más bien, creo que
sus posturas son contraproducentes para el avance de nosotros los ateos y agnósticos.
Everett es en realidad primero primitivista, y luego ateo. Los
románticos de antaño nos presentaban el mito del buen salvaje que no tiene
religión organizada, pero que adora a un dios. Everett describe a unos ateos,
pero lo sigue haciendo en la misma vena romántica, y los presenta como buenos
salvajes que tienen mucho que enseñar al hombre civilizado. Ese supuesto
ateísmo que promueve Everett es en realidad un caballo de Troya para el
primitivismo.
Podemos
admirar a los piraha por no tragarse las creencias absurdas de un misionero
fundamentalista cristiano. Pero, hay muchas otras cosas en los piraha, propias
de una cultura primitiva, que no deberíamos
celebrar, pero con todo, Everett las presenta con gran simpatía. Por ejemplo,
no es sólo que los piraha no creen en Dios, en los mitos de creación o en la
vida después de la muerte; es que ni siquiera tienen interés en preguntarse qué
es el universo, cuál es el origen de las cosas, o cuál será el futuro de la
humanidad. Everett describe a los piraha como “empiristas al máximo”, pero ese
empirismo extremo los lleva a rechazar todo aquello que no esté inmediatamente
frente a sus ojos. Para ellos, el mundo se reduce al pequeño bosque en el cual
viven, y ya. Incluso, tal como lo documenta Everett (aunque esto ha estado
abierto a intensas disputas académicas), el lenguaje piraha no tiene forma de
hablar sobre el pasado o sobre el futuro, ni siquiera tienen conceptos de
números o colores.
¿De
verdad merecen elogios los piraha? Yo postulo que no. En muchos aspectos, los
piraha piensan como niños (varias de las descripciones de Everett son muy
afines a aquello que Piaget llamó el estado “pre-operacional” del desarrollo
cognitivo). Tener una mente infantil no es ningún motivo de elogio. Si hemos de
elogiar a ateos, elogiemos a aquellos que, en palabras de Kant, han hecho salir
a la humanidad de su infancia. Los piraha son ateos, no porque se hayan hecho
preguntas y racionalmente hayan buscado responderlas, sino porque,
sencillamente, son un pueblo sin la menor curiosidad intelectual, de forma
parecida a los niños en sus etapas más tempranas de desarrollo. Los ateos y
agnósticos que valoramos la ciencia deberíamos reprochar la ausencia de
curiosidad intelectual, y no celebrarla (como lamentablemente Everett hace de
forma recurrente).
Los piraha son
ateos básicamente del mismo modo que una persona con retraso mental es atea:
sencillamente no tiene la suficiente capacidad intelectual para hacerse las
preguntas religiosas típicas. Los misioneros cristianos son muy reprochables en
muchas cosas y defienden toda clase de tonterías, pero al menos tienen un
mérito: estimulan que los nativos se hagan preguntas importantes. Es una
tontería decir que Dios creó al universo, o que vendrá el apocalipsis, pero no es una tontería preguntarse cuál es
el origen de las cosas, o cómo será el mundo dentro de mil años. Así como los
ateos y agnósticos no elogiamos a los misioneros que ofrecen respuestas infantiles
a preguntas serias, tampoco deberíamos elogiar a primitivos que están en una
fase de desarrollo cognitivo tan atrasada, que ni siquiera se hacen estas
preguntas, pues tienen ningún interés en saber qué hay más allá del mundito en
el cual viven (Piaget habría llamado a esto el “egocentrismo” típico de la
etapa pre-operacional).
Tu retórica huele a resentimiento. Desde una alta instancia tuya te has convencido a ti mismo de que ya jamás podrás volver a ser como ellos, pues crees que has perdido tu inocencia, que la has pervertido con tu curiosidad. Pero yo te digo, amigo: el corazón que se rompe no es tu verdadero corazón, pues tu verdadero corazón no se rompe.
ResponderEliminarDe que estas hablando?
EliminarTu opinión la respeto. Pero la verdad si tiene un sabor a resentiiento e incluso envidia. Qué de malo tien ser feliz en 4 paredes, por qué hay que salir a explorar el mundo?..no todo es para todos....como la religion
EliminarInteresante
ResponderEliminarLes recomiendo leer el libro. Mucho más interesante que este pobre escritor.
EliminarMe gusto mucho su artículo, muy interesante y lo voy a compartir con mi esposa.
ResponderEliminarLes recomiendo leer el libro. Mucho más interesante que este pobre escritor.
EliminarLes recomiendo leer el libro. Mucho más interesante que este pobre escritor.
EliminarHola doctor, cuando entre acá buscaba alguna crítica sobre la metodología de los estudios llevados a cabo por este señor, me gustaría conocer su opinión al respecto
ResponderEliminarLes recomiendo leer el libro. Mucho más interesante que este pobre escritor.
EliminarLa metodología está en el libro.
No diré que hay un aire de resentimiento porque no te conozco pero, te refieres a su forma de vivir de esta tribu, menospreciándola, cuando dices que viven en su pequeño bosque, ¿te refieres así a la Selva Amazónica? de esa forma en que la describes si expones una visión muy pequeña de tu parte. Se puede considerar un sesgo esa forma de abarcar el caso de Daniel Everett y no lo digo por la forma romántica en la que el antropólogo y lingüista lo hizo sino porque, a pesar de ser altamente pragmáticos su forma de vida y de ver el mundo esto, no le quita ningún merito. Con una selva madre que los abastece y es tan grande como varios países europeos juntos cualquiera viviría conforme con este paisaje y su vida que parece inalterable por la estabilidad del ecosistema en el que viven y han hecho parte durante mucho tiempo. Según entonces ellos no creen en ´´ningún Dios´´ pero si creen en las dinámicas bio-geo-químicas de esta gran selva.
ResponderEliminarLa gente que haba de "resentimiento" ¿Acaso nunca leyeron a un ateo? Ellos hablan así xd Encima siempre nos tratan de "incluir" a nosotros los agnósticos en sus asuntos, como si pensásemos como ellos xd Lo chistoso es que los comentarios le critican a este artículo lo único que hizo bien (criticar la romanización del "buen salvaje")
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