Esta
semana murió Gladys Vera. La recordaremos como una gran intérprete de gaitas
zulianas, en especial, de Amor marginal. Esta
gaita, compuesta por Víctor Hugo Márquez, narra la historia de una adolescente
de un barrio pobre que se enamora de un hombre diez años mayor. La muchacha
tiene la ilusión de que ese hombre va a sacarla de la pobreza, pero en realidad
la lleva a vivir a un barrio aún peor. Ahí, el hombre la abandona y regresa
sólo ocasionalmente, pero cada vez que lo hace, la embaraza. Al final, la madre
soltera de siete niños, queda hundida en la pobreza.
Esta
gaita me ha sacado lágrimas en alguna ocasión. Describe vívidamente aquello que
el antropólogo Oscar Lewis llamó la “cultura de la pobreza”. A mediados del
siglo XX, Lewis causó un gran escándalo cuando, tras un estudio etnográfico de
una familia muy pobre en México, propuso que la pobreza no es meramente la ausencia
de recursos económicos. Es también una condición mental, una cultura. El pobre
tiene una cosmovisión muy particular, y esta manera de entender el mundo frecuentemente
se encuentra en todos los barrios pobres del mundo, sin importar las
diferencias nacionales.
Son
varios los rasgos que Lewis delineó en esta cultura de la pobreza. Quizás el
más sobresaliente es la mentalidad inmediatista. Al pobre no le interesa el
futuro, ni tampoco conocer qué hay más allá del pequeño mundo en el cual se
desenvuelve. Vive el momento y ya. No se preocupa por la prevención de
enfermedades a largo plazo (y frecuentemente prefiere ir al curandero que al
médico). Tampoco se preocupa por la educación. Permea en su mente un sentido
fatalista: el destino ha estipulado que seamos pobres, y no hay nada que
podamos hacer. Tiene muy baja participación social en partidos políticos,
asambleas de vecinos, etc.
Lewis nunca hizo
muy explícita la conclusión lógica de su premisa, pero de su obra es fácil
abstraer la idea de que la pobreza no se resuelve con dinero. Quien sea miembro
de la cultura de la pobreza podrá ganar la lotería, pero si no se deslastra de
la mentalidad típica del barrio, probablemente su fortuna se consumirá en muy
poco tiempo, y volverá a la pobreza.
Eso no quiere
decir, como injustamente se le reprochó a Lewis, que los Estados no deben tener
programas de asistencia social. Para salir de su condición, el pobre obviamente
necesita una ayuda material. Pero, para lograr su acometido eficientemente, los
Estados deben saber activar los estímulos correctos para que estos programas
vayan destinados, no propiamente a suplir carencias materiales inmediatas, sino
a reestructurar las mentalidades que condujeron a la pobreza.
Mucha gente ha
acusado a Lewis de culpar a las víctimas. Se nos dice que nadie es pobre por
voluntad propia. Como en todo, hay matices. Sí, el capitalismo genera ganadores
y perdedores, muchas veces injustamente. Pero, no es suficiente con sostener
que el rico es rico porque le robó al pobre. En muchos casos, como en los que
se retrata en Amor marginal, el pobre
pudo ser víctima, pero sus decisiones empeoraron la situación. El pobre puede
ser víctima del capitalismo, pero es también víctima de su propia cultura. Esta
cultura puede ser también resultado del capitalismo, y en ese sentido, el pobre
es víctima por cuenta doble. Pero, si de verdad queremos ayudar a los pobres,
es urgente reconocer que, mientras ellos participen de la cultura de la
pobreza, su condición no mejorará.
Y, veo con
preocupación que los demagogos políticos, pero a veces también algunos
académicos serios, traten de convencernos de que los pobres no necesitan una
transformación cultural. Esto es especialmente relevante cuando se trata de la
vida sexual, conyugal y familiar en la cultura de la pobreza, tal como se
describe en Amor marginal.
Entre los pobres de
América Latina, la vida conyugal es muy inestable, y la organización familiar
es típicamente matrifocal: puesto que no hay una relación duradera entre los
esposos, la crianza de los niños está a cargo de la madre y de la familia
materna. Hay mucho machismo, homofobia y autoritarismo, y con demasiada
frecuencia se aplica castigos corporales a los niños. Pero, en vez de ver esto
con alarma, hay entre los demagogos y algunos académicos, un intento por
excusar esta conducta, alegando que no son costumbres patológicas, sino sencillamente
adaptaciones a su condición de víctimas en el sistema económico.
El psicólogo
venezolano Alejandro Moreno, por ejemplo, dice que la ausencia de una familia
nuclear robusta en Venezuela no es patológica, pues la familia matricentrada de
una mujer con relaciones conyugales muy pasajeras, es una alternativa
perfectamente viable (extraña un poco que Moreno sea un sacerdote católico,
pues cabría esperar que, desde el púlpito, se defendiera la familia nuclear
tradicional, como siempre lo ha hecho el catolicismo). En EE.UU., la
antropólogo Carol Stack escribió un libro famoso, en el cual sostenía que la
vida familiar de los negros en ese país, tampoco es disfuncional, a pesar de
que, como en los barrios pobres de Venezuela y otros países latinoamericanos,
la tasa de madres solteras es elevadísima.
Me temo que,
mientras se siga alegando que la historia de Amor marginal es una mera adaptación funcional a la opresión
económica (en vez de ver en ella una causa de la propia pobreza), y que por
ende, no hay nada que modificar respecto a cómo organiza su vida familiar la
gente de estratos más bajos, los pobres seguirán siendo pobres.
CON LAS TASAS DE NATALIDAD ENTRE ADOLESCENTES DE LOS RECIENTES AÑOS ESA PIEZA TIENE LA AUDIENCIA ASEGURADA...
ResponderEliminarSí, he escuchado que la situación se ha vuelto grave
Eliminarconsidero QUE HAY DOS PARTE EN EL ANÁLISIS DE LA PERSONA Y DEL ESTADO
ResponderEliminarHola, no sé muy bien a qué te refieres. ¿Cuál persona, y cuál Estado?
Eliminarconsidero QUE HAY DOS PARTE EN EL ANÁLISIS DE LA PERSONA Y DEL ESTADO
ResponderEliminarRealmente en america latina existe una pobreza mental aliemntada pro el estatus cou
ResponderEliminarestoe s existe uan comlidicad de lso politicos, ellos foemntna el caos la ignornacia un estado asi les conviene
hay raices de scuelas de ver e interpretar el mundo
es ais
pero tnabien hay complicida de la familai de barrio de la comunidad dela sociedad del entrono dodne se desenvuelva la persona
hay una titanic adiscusion de sa dos esferas si la pobreza es mental o isntitucional
me inclino mas a la pobreza isntiucional impuesta, razones hay muchas quien no va querer vivir mejor quien no va qeurer estar mejor
noes dormirse en los laures en un facilismo
es de uan buena orientacion fmailiar
digamos culpable la fmailia un 35% el rsto el estado