martes, 21 de julio de 2015

¿Oprime la poliginia a las mujeres?



            La poliginia (el sistema que permite que un hombre se case con varias mujeres, pero no a la inversa), tiene todo el aspecto de ser opresiva contra la mujer. En ese sistema, la mujer suele ser tratada como propiedad del hombre. Y, además, hay un asunto elemental: ¿por qué el hombre sí puede gozar de múltiples compañeras sexuales, pero la mujer no puede disfrutar de ese mismo privilegio? Occidente se ufana de haber creado la democracia y el igualitarismo. Pues bien, la poliginia atenta contra ese igualitarismo, por partida doble: no ofrece el mismo privilegio a hombres y mujeres, y crea una enorme desigualdad entre hombres ricos y poderosos que acumulan varias esposas, y hombres débiles y desposeídos que se quedan sin esposas.

            Pero, puede haber algún matiz, y el psicólogo Robert Wright lo explica muy bien en su libro The Moral Animal. Quizás la poliginia sí convenga a las mujeres, y en ese caso, no sea tan opresora. La selección natural ha hecho que, biológicamente, la mujer no tenga tanto interés en la promiscuidad como el hombre. Esto es debido a una razón muy sencilla: tener varios compañeros sexuales no es muy ventajoso para la mujer en el traspaso de sus genes (el máximo propósito en la evolución), pues basta un solo encuentro para tener descendencia. El tener varios compañeros sexuales no va a materializarse en varios descendientes (en cambio, el hombre, al tener varias compañeras sexuales, sí aumenta sus probabilidades de tener varios descendientes).
La mujer, en cambio, acude más bien a la estrategia de ser más selectiva con sus compañeros, y así, opta por acceder sexualmente a hombres que ofrezcan recursos para optimizar la crianza de los hijos. Ciertamente, las condiciones de la vida moderna y los avances del feminismo han hecho que la mujer se valga más por sí sola, y eso es muy loable. Pero, es un hecho que las circunstancias de la evolución humana propiciaron que la mujer tenga una inclinación natural a ser dependiente de los aportes materiales de su esposo.
            Si impera la monogamia, se garantiza que un hombre quede sólo con una mujer. Esto va en detrimento de la igualdad entre mujeres. Pues, la mujer pobre se quedará con su marido pobre, y la mujer rica se quedará con su marido rico. Si bien la monogamia establece más igualdad entre hombres, impone desigualdad entre mujeres: cada mujer recibirá lo que le ofrezca su marido, y así, las esposas de los ricos serán ricos, y las esposas de los pobres serán pobres. El ascenso social de la mujer depende del de su marido: si su esposo no asciende, ella tampoco.
            En cambio, si impera la poliginia, la mujer pobre tiene la posibilidad de emparejarse con la mujer rica, y de subir socialmente. Pues, con la poliginia, el hombre rico tiene la posibilidad de tener varias mujeres, y así, ya no destinará sus recursos sólo a una esposa, sino a varias. Así, las riquezas del esposo se distribuirán entre varias mujeres, y ya no habrá una sola capataza. Si, entre las mujeres, una vía de ascenso es casarse con un hombre rico, la monogamia se convierte en un impedimento, pues los hombres ricos disponibles serán tomados por otras mujeres de forma exclusiva, y ya no estarán disponibles. En cambio, la poliginia sería una oportunidad para el ascenso de la mujer y mayores niveles de igualdad entre ellas, pues el hombre rico estaría todavía disponible, aun si otra mujer se casare con él. La monogamia no permite compartir la riqueza del hombre rico; la poliginia sí. En ese sentido, la poliginia disminuye la desigualdad entre mujeres, y puede garantizarles mayor seguridad social.
            Este análisis se basa en una sola variable. Quedan, por supuesto, muchas otras variables que es necesario considerar, a la hora de valorar las ventajas y desventajas de la poliginia. Yo, en principio, creo más moralmente valiosa la monogamia, por las razones que expuse al principio: establece más paridades entre hombres y mujeres, así como entre los propios hombres, y además, en una sociedad en la cual la mujer se independiza cada vez más, el cálculo que reposa sobre la dependencia material de la mujer respecto al hombre, no es ya tan relevante. Pero, si los mormones o musulmanes, en vez de apelar a Dios o a algún libro arcaico a la hora de de justificar la poliginia, usasen este cálculo analítico, harían sus argumentos más valederos, y quizás lograrían convencer a más gente a favor de la legitimidad de la poliginia.

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