En
lengua inglesa, existe la expresión “play
the race card”, que literalmente se traduce como “jugar el comodín racial”,
pero que realmente denota un chantaje racial. Un empleado negro incompetente,
por ejemplo, puede usar el comodín racial, alegando que fue despedido de su
trabajo, no por incompetente, sino por negro.
Este tipo de chantaje racial es muy
común dentro EE.UU., pero también nutre mucho el anti-americanismo en otros
países. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, es un experto en esta táctica
de manipulación. Cuando era canciller, por ejemplo, tuvo problemas en el
aeropuerto en Nueva York porque llegó tarde al embarco, y no le permitieron
montarse en el avión (hay reportes de que estaba ebrio y viajaba con una amante
que no tenía reservación en el vuelo). En aquella ocasión, Maduro dijo que
aquello había ocurrido porque su piel era oscura (en realidad, no es muy
oscura), y había sido víctima del racismo norteamericano.
Más recientemente, ya como
presidente, Maduro respondió a unas denuncias que el presidente español Mariano
Rajoy hizo respecto a la crisis social en Venezuela. Maduro acusó a Rajoy de
ser racista, a pesar de que el presidente español no hizo el menor comentario
que sugiriera racismo. De nuevo, Maduro asume que cualquier crítica o ataque que
un blanco haga frente a un moreno, es racismo.
Pues bien, en 2005, los seguidores
de Hugo Chávez acusaron a George W. Bush de racista, por no haber intervenido
oportunamente para evacuar a los habitantes de Nueva Orleans durante el huracán
Katrina, la mayoría de los cuales eran negros. Esto es una media verdad. El
retraso en la evacuación fue tanto o más responsabilidad del alcalde de Nueva
Orleans, Ray Nagin (un negro), a quien se le avisó con anticipación la tragedia
que se aproximaba, pero no tuvo la diligencia para organizar la evacuación.
La responsabilidad fue compartida.
Pero, en todo caso, ¿dónde está el racismo? Podemos reprochar a Bush de haber
sido incompetente, pero, ¿cómo sabemos que su motivación fue racista? ¿Por qué
no pudo haberse tratado de mera incompetencia? En EE.UU., se ha llegado a tal
nivel de chantaje racial, que a cualquier acción reprochable que un blanco
cometa contra un negro, inmediatamente se le atribuye una motivación racial.
Recientemente, por ejemplo, en
EE.UU. ha habido incidentes en los cuales policías y vigilantes blancos han
matado a negros. Muchos de estos incidentes son reprochables. Pero, ¿cómo
podemos afirmar que en cada uno de estos incidentes, el victimario actuó con
intenciones racistas? De hecho, en ese país, es mayor el número de negros que mata blancos, que el número de
blancos que mata negros. Pero, no por ello diríamos que cada uno de esos
crímenes cometidos por negros se debe a motivaciones raciales.
Demostrar el racismo es muy difícil.
A no ser que haya una comunicación explícita por parte del victimario, según la
cual, se agrede a la víctima debido a su condición racial, deberíamos tener más
prudencia en atribuir motivaciones de odio racial. Podemos reprochar a los policías
y vigilantes blancos que han matado a víctimas inocentes, podemos criticar a
Bush por su incompetencia en Katrina; pero, alegar que hacen esas cosas porque
odian a los negros, es ir demasiado lejos.
Así como Maduro y otros chavistas
eran muy dados a emplear el chantaje racial, ahora podríamos hacer lo mismo con
él, en su manejo de las recientes inundaciones en el estado Apure. La
negligencia de las autoridades en el manejo de esta crisis ha sido tremenda.
Del mismo modo en que Bush tardó en llegar a Nueva Orleans, Maduro ni siquiera
aún ha hecho acto de presencia en esa zona golpeada. Varias organizaciones
humanitarias han enviado ayuda, y las fuerzas armas, en vez de entregar la
comida a las víctimas, la venden. Frente
a estos abusos, el gobierno de Maduro prefiere ver a otra parte, e incluso, ser
cómplice.
Acá podríamos emplear un chantaje
racial, o de otra índole. Podríamos alegar que Maduro es citadino, y desprecia
a los campesinos apureños. O, Maduro es descendiente de judíos sefarditas, y
siente odio por la población mestiza e indígena de Apure. Francamente, ninguna
de estas hipótesis tiene cabida. Maduro es sencillamente incompetente, y nada
más. Si no estamos dispuestos a entrar en especulaciones sobre odios raciales
de Maduro, ¿por qué no podemos hacer lo mismo con Bush? ¿Por qué no podemos
asumir que Bush, un alcohólico que nunca se recuperó del todo, fue
sencillamente incompetente en Nueva Orleans?
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