miércoles, 8 de julio de 2015

La responsabilidad del pueblo griego



            No nos engañemos: el futuro del pueblo griego es muy negro. Y, Europa tiene el corazón de piedra, pues si la troika cediera, Grecia podría asegurar un futuro más promisorio. Pero, la situación de Grecia no es como la de países víctimas de la codicia occidental del pasado. Los griegos no son como los bengalíes que sufrieron la hambruna de 1873, cuando los británicos, fanatizados con sus ideas liberales y darwinistas sociales, no quisieron entregar comida a precios caritativos.

            Si bien en la crisis griega hay muchos responsables, el propio pueblo griego tiene una alta cuota de culpa en este desastre. Los griegos no estaban hambrientos (como sí lo estaban los bengalíes) hace diez años. Antes bien, gastaron a lo bestia. Para curar un poco su complejo de inferioridad frente al resto de Europa, organizaron las olimpiadas de Atenas (¿cómo nosotros, los fundadores de Occidente mientras que el resto de Europa eran bárbaros, ahora estamos en la cola?). Se jubilaban a los cincuenta años, tenían transporte gratis, y un largo etcétera. Esopo, que quizás no era griego (pudo haber sido africano), pero que es un baluarte de la antigua civilización griega, narró la historia de la cigarra que se burlaba de la hormiga por trabajar arduamente, en vez de cantar y cantar. Los griegos del siglo XXI hicieron caso omiso al gran fabulista.
            La banca griega sufrió una crisis, y los gobernantes acudieron a su rescate. Para ello, recibieron préstamos. Nada de esto estaba en sus promesas electorales, y por supuesto, es reprochable. Por haber salvado a unos banqueros sinvergüenzas, ahora se pretende que el pueblo griego pague los platos rotos, cuando jamás se le informó sobre los desastres que hacían los políticos. Pero, en una democracia, ¿quién más puede ser responsable, si no el propio pueblo?
            El pueblo griego se vanagloriaba de las olimpíadas, pero no exigía cuentas a su gobierno en aquel festín (al menos el pueblo brasileño sí ha estado más dispuesto a hacer eso, tanto en el mundial de 2014, como seguramente en las venideras olimpiadas de 2016). Pero, en todo caso, si un pueblo elige democráticamente a un gobernante, y éste toma decisiones erradas que perjudican a otros pueblos, ¿cómo debe compensarse eso? El propio pueblo tiene la responsabilidad. La democracia es un arma de doble filo. Da derechos, pero también da deberes. Si la soberanía reside en el pueblo, esto aplica tanto lo bueno como para lo malo.
            Este tipo de cosas se esclarecen más con analogías. Vivo en un condominio, y elegimos a un presidente de la junta. Este presidente hace por cuenta propia un contrato para arreglar las instalaciones del edificio, sin siquiera informarnos a los vecinos. El trabajo se completa. Pero, el presidente se ha ido del edificio sin haber pagado. Ahora los trabajadores vienen a cobrar. ¿Debemos pagar? Cualquier moralista diría que sí. Este desastre fue ocasionado por un vecino corrupto. Pero, él nos representaba, porque nosotros los vecinos lo elegimos. Es lamentable, pero tenemos responsabilidad.

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