jueves, 23 de julio de 2015

¿Es aceptable la adopción por padres homosexuales?



            Ya nos comimos el aperitivo. Varios países (Venezuela no está entre ellos aún) aceptan el matrimonio homosexual. Si, como debemos, nos guiamos por el principio del perjuicio de John Stuart Mill (no debe prohibirse una acción que no cause daño a nadie; y si hay acuerdo voluntario entre las partes, tampoco debe prohibirse), entonces fácilmente podemos aceptar el matrimonio entre homosexuales. No perjudican a nadie casándose.
            Pero, viene ahora el plato fuerte. ¿Debería legalizarse la adopción por parte de gays? Acá, el asunto es más complejo. Pues, en esto, sí hay posibles perjudicados: los niños adoptados. Este asunto no puede plantearse como una mera cuestión de que los gays también tienen derecho a ser padres. Si se llega a demostrar que los niños adoptados por gays sufren, entonces hay más espacio para oponerse a la adopción por parte de padres gays.


            Aparentemente, los homosexuales son tan capaces como los heterosexuales de criar niños. Los niños, se nos dice, no necesitan tener a mamá y papá en casa. Lo que necesitan, en realidad, es cariño y atención. Esto es cierto. Pero, la cuestión es si los gays son capaces o no de ofrecer atención y cariño a los niños.
            Hasta ahora, parece que sí. Varios estudios indican que entre niños criados por homosexuales, y niños criados por heterosexuales, no hay mayor diferencia en la salud mental y el bienestar. Pero, hay algunas voces disidentes. Hace algunos años, el sociólogo Mark Regnerus hizo un famoso estudio, en el cual documentaba que comparados con los hijos de heterosexuales, los hijos criados por homosexuales tienen más fracaso económico, menor nivel educativo, más conflictividad con sus padres, más incidencia en el crimen, menos autoestima, más probabilidad de ser sexualmente abusados por los padres, más hábitos destructivos (alcohol, marihuana y cigarro), entre otras cosas.
            Como suele ocurrir con estudios sobre homosexuales, quizás en todas estas variables influya el estigma social contra la homosexualidad. Quizás, a medida que la homosexualidad sea más aceptable, los padres gays podrán desempeñar mejor su función y los hijos no sufrirán tanto ostracismo. Y, en ese sentido, la responsabilidad de estos datos lamentables la tendría, no la homosexualidad, sino la homofobia.
            Pero, yo propondría estar también atentos a la biología. He sostenido en varias ocasiones que simpatizo con el “conservadurismo darwinista” de gente como Larry Arnhart y E.O. Wilson, quienes postulan que las políticas sociales no deben ser demasiado ambiciosas, y más bien, deben tener en cuenta cuán conciliables son con nuestra naturaleza humana inscrita en nuestra biología. En ese sentido, cabe preguntarse si nuestra naturaleza humana permite que los gays se desempeñen óptimamente como padres.
            En principio, sí. Se ha formulado la hipótesis de que el gen gay (si acaso existe tal cosa) puede codificar también una conducta de altruismo hacia sobrinos, o crías con los cuales compartan alguna proporción de genes. En ese caso, los gays tendrían buena disposición para criar hijos, pero lo harían mejor si esos hijos fueran sus parientes. Esto es debido al fenómeno de la “selección de parentesco”, ya plenamente comprobado en la zoología: el altruismo tiene ventaja adaptativa cuando se dirige a individuos con quienes se comparten genes.
            Pero, precisamente, si el hijo que adoptan los gays no es pariente suyo, entonces me temo que la probabilidad de negligencia en la labor de padres aumenta. Se sabe, con muchísima seguridad, que en todo el planeta, hay muchísimo más riesgo en que un niño sea maltratado y abusado por un padrastro o padre adoptivo, que por un padre biológico. Los psicólogos Martin Daly y Margo Wilson llaman a esto el “efecto Cenicienta”, y tiene mucho sentido evolucionista: si en la selección natural, el único objetivo es divulgar nuestros genes, entonces tenemos un condicionamiento a obstaculizar la supervivencia de quienes no llevan nuestros genes, y comportarnos como la malvada madrastra que maltrata a la Cenicienta.
            Si llegase a ser cierto que los gays son peores padres que los heterosexuales, quizás no sea debido al hecho de que son gays, sino al hecho de que al menos uno no es el padre biológico. ¿Implica eso que no debemos permitir la adopción por padres gays? No lo creo. Los padrastros y los padres adoptivos tienen más incidencia en el abuso infantil que los padres biológicos, pero no por ello prohibimos la adopción o las segundas nupcias. Aun si el efecto Cenicienta existiera, la probabilidad de que los padres adoptivos abusen de sus hijos, sigue siendo muy baja.
            Nuestra condición biológica no nos determina completamente. Pero, como advertía E.O. Wilson, si bien el collar que nos ata a los genes es muy largo, no podremos escapar de él. La adopción por parte de los gays es bienvenida, pues nadie conscientemente calcula la cercanía genética para amar a los hijos. Pero, estos cálculos sí van en el inconsciente y pueden condicionar el amor paternal: en ese sentido, deberían tenerse en cuenta a la hora de ponderar los riesgos en la crianza de un niño por padres gays. Por otra parte, esto, por supuesto, también aplica a los hijos de padres adoptivos heterosexuales.

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