Las figuras más resaltantes de la
ideología libertaria suelen tener poquísimo compromiso con la vida religiosa.
Murray Rothbard, Ayn Rand y Robert Nozik eran ateos o agnósticos. Penn Jillette
y Michael Shermer son figuras mediáticas reconocidas tanto por su ateísmo como
por su ideología libertaria. Allí donde la derecha conservadora y tradicional
enaltece a la religión como garante del orden social (y no suele abrazar a
plenitud el Estado laico), los libertarios suelen tener cierta desconfianza
frente a la religión organizada (debido a las inclinaciones coercitivas de las
instituciones religiosas).
En
EE.UU. y otros países, hay una firme animadversión (yo diría que, incluso,
persecución) contra los ateos. Y, en este sentido, es comprensible que,
aquellos que quieren promover la ideología libertaria entre las masas, traten
de quebrar el vínculo entre el ateísmo y las tesis libertarias. Así, suele
postularse que el ateísmo es una postura religiosa, y los libertarios
participan de una ideología política; se trata de dos esferas distintas que no
se contradicen.
A
simple vista, estos libertarios tienen razón. El ateísmo es la doctrina que
niega la existencia de Dios. El libertarianismo es la doctrina que postula que,
si una acción no genera daños a personas (y si genera daño a algunas personas, éstas
han dado su consenso), entonces no hay motivo para interferir sobre ellas. Siempre
y cuando la creencia en Dios no conduzca a ejercer coerción sobre nadie, es
perfectamente admisible.
Pero,
yo sí detecto una incompatibilidad lógica entre la creencia en Dios y el
libertarianismo. Los libertarios, en su oposición a las medidas estatales para
regular el mercado y redistribuir la riqueza, opinan que existe, en palabras de
Margaret Thatcher, un “derecho a la desigualdad”. No todos tenemos los mismos
talentos o los mismos méritos, y en función de eso, es justo que unos recibamos
más que otros. La justicia requiere igualdad de oportunidades, pero no igualdad
de condiciones. No es injusto que haya ricos y pobres, pues con sus habilidades
y esfuerzos, unos justamente merecen más que otros.
El
problema con esto está en que, es muy difícil conseguir la verdadera igualdad
de oportunidades. Los libertarios suelen identificar la igualdad de
oportunidades con la igualdad frente a la ley. Pero, en realidad, la igualdad
de oportunidades es un concepto mucho más profundo. No todo el mundo ha tenido
la misma suerte de nacer en familias adineradas con mejor acceso a la educación,
el color de piel que los haga más socialmente aceptable, etc.
Los
libertarios suelen ser reacios a aceptar el papel que la suerte desempeña en el
posicionamiento en la escala social. Algunos libertarios sí aceptan el papel de
la suerte, pero argumentan que, sencillamente no tenemos la capacidad de
corregir la naturaleza. Hay gente que ha nacido con un solo riñón, y para colmo
de males, defectuoso; pero con todo, no podemos pretender obligar a quien tenga
dos riñones a entregar uno. Así pues, como bien señala el libertario Thomas
Sowell, es ilusorio (y peligroso) pretender corregir las injusticias cósmicas.
Yo
estoy de acuerdo con Sowell. Es injusto que vengamos al mundo con talentos muy
desiguales, y que unos tengamos más suerte que otros, pero en realidad no hay
nada que podamos hacer para corregir esto. Cualquier intento de corregirlo
sería más catastrófico aún. Pero, no debemos dejar de lado el hecho de que, al
menos a nivel cósmico, sí hay una injusticia. El ser humano no es responsable
de esta injusticia cósmica. ¿Quién, entonces, podría ser el responsable de esta
injusticia?
Si
el cosmos tiene un arquitecto, entonces, ese arquitecto sería responsable de la
injusticia cósmica. Dios sería reprochable por haber creado un mundo en el cual
hay gente con un solo riñón defectuoso, y gente con dos riñones sanos. Pero, si
Dios es bueno y omnipotente, entonces no pudo haber creado un mundo con
injusticia cósmica. Es evidente que sí hay injusticias cósmicas, por lo tanto
(por la regla lógica modus tollens),
Dios no es bueno y omnipotente. Y, si Dios no es bueno y omnipotente, entonces
no sería Dios. Así pues, la existencia de la injusticia cósmica es incompatible
con la existencia de Dios.
El
libertario está dispuesto a aceptar que hay una injusticia cósmica. La
implicación de esto es que, el libertario no puede aceptar la existencia de
Dios. Los libertarios populistas con tufo religioso-conservador del Tea Party
(como Sarah Palin) seguramente no han pensado en esto. Pero, la razón debería
conducir hacia esa conclusión.
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