martes, 29 de octubre de 2013

¡Con mi Halloween no te metas!

El gobierno regional del Zulia ha prohibido en el 2013 la celebración de Halloween en las escuelas públicas. El argumento es el mismo de siempre: Halloween es una fiesta ajena a nuestra cultura, y su celebración representa un acto de sumisión frente al imperialismo cultural.
 
Y, por supuesto, el argumento se sigue aplicando de forma inconsistente: los nacionalistas culturales están dispuestos a prohibir el Halloween, pero no están dispuestos a renunciar al fútbol o al béisbol como actividades recreativas (y, no perdamos de vista que el Halloween es también una actividad recreativa), a pesar de que ambos deportes proceden de Inglaterra y EE.UU. respectivamente, dos naciones habitualmente reprochadas por su imperialismo cultural.
En las escuelas públicas se prohíbe el Halloween por ser ajeno, y se incentivan otras manifestaciones culturales bajo el alegato de que son auténticamente nuestras. Los padres no pueden enviar a sus hijos disfrazados de brujas, pero se les alienta a que sí los envíen con trajes típicos indígenas o criollos. Todo esto, supuestamente, para enaltecer nuestra ‘cultura’.
Pero, ¿qué es la ‘cultura’? Es, como bien la definió el antropólogo E.B. Tylor en el siglo XIX, “todo lo que el hombre hace”. Cuando un niño zuliano se disfraza de bruja, no está asumiendo los valores de otra cultura. En tanto la cultura es todo lo que el hombre hace, pues el hecho de que el niño participe de Halloween es suficiente para aceptar que esa fiesta forma parte de su cultura. En rigor, nadie participa de una práctica que procede de una cultura ajena. El mero hecho de participar en esa práctica, la convierte ya en parte de la cultura propia.
No se ha hecho un referéndum sobre esto, pero tengo la fuerte sospecha de que la abrumadora mayoría de los niños (y sus representantes) zulianos prefieren ir disfrazados de brujas y vampiros, que vestidos con atuendos típicos indígenas y criollos. Si los que disfrutan el Halloween no fueran la mayoría, no habría tanto revuelo con la decisión del gobierno, y éste no se habría visto obligado a prohibir la celebración de Halloween en los colegios; sencillamente, lo hubiese dejado pasar, pues al final, se habría tratado de una tendencia muy minoritaria. Así pues, Halloween no es ajeno a nuestra cultura, pues es obvio que la mayoría de los niños zulianos favorecen esta fiesta.
 Precisamente por esta razón, ha de advertirse que la mayoría de los escolares en el Zulia tiene una cultura (aquella que disfruta el Halloween), y el gobierno, de forma autoritaria, quiere imponerle otra a la población. La mayoría quiere ir disfrazada de bruja, pero sólo se cumple el deseo de la minoría que quiere ir vestida con trajes típicos indígenas y criollos. Eso no puede ser llamado ‘democracia’.
El error fundamental del gobierno está en creer que las culturas son esencias fijas e inmutables. Esto fue una idea propia de los nacionalistas románticos alemanes del siglo XIX: a su juicio, cada nación tiene un volksgeist, un espíritu del pueblo, y en función de eso, cada gobierno tiene el deber de proteger la cultura nacional frente a las intromisiones foráneas, para preservar la esencia de cada nación. Esta actitud abrió (y sigue abriendo) paso a actitudes xenofóbicas. Y, debe denunciarse a viva voz que la decisión del gobierno del Zulia es abiertamente xenofóbica: la única razón por la cual se rechaza la celebración del Halloween, es porque se trata de una costumbre de origen extranjero.
Frecuente se elogia al nacionalismo, pero en realidad, es una de las doctrinas más peligrosas que ha conocido la humanidad. La prohibición de Halloween en las escuelas desea preservar la “venezolanidad”; vale recordar que los esfuerzos por preservar la “germanidad” condujeron a los más atroces crímenes del siglo XX.
Emplear la coerción estatal para moldear la cultura hacia una u otra tendencia, en detrimento del libre flujo de las preferencias culturales de la gente, es una receta para la opresión. Si los padres zulianos están deseosos de que sus hijos disfruten Halloween en las escuelas, el gobierno no tiene ninguna autoridad moral para prohibírselo. El ser humano es libre de escoger la cultura que mejor le plazca (siempre y cuando no genere daños a terceros), y quien quiere interferir sobre ello, es un opresor. Impedir a una persona disfrutar algo, bajo el alegato de que “no forma parte de su cultura”, es terrible. Cada quien debe tener la potestad de decidir cuál es se cultura, sin que el Estado se la imponga desde afuera. Por ello, vale citar acá la célebre frase de Ernest Renan: “el hombre no pertenece a su lengua ni a su raza: no se pertenece más que a sí mismo, puesto que es un ser libre, un ser moral”

1 comentario:

  1. y no olvidemos el caso de camboya y el asesinato de gente por usar lentes...los jeneceres rojos

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