Quedo sorprendido con
la gente que, al contemplar las enormes colas para abastecimiento, la
desbordada inseguridad, la tremenda inseguridad, y el caos generalizado que
vive Venezuela, sigue apoyando al gobierno. De hecho, tristemente, advierto que
en las venideras elecciones parlamentarias, los chavistas podrían volver a
conseguir la mayoría.
¿Cómo alguien, frente a este
desastre, puede seguir apoyando este régimen? Yo creo que la respuesta es
bastante sencilla: el autoengaño. Es el mismo autoengaño de los comunistas
ricos que tan prominentes son en Venezuela: racionalmente, hay una tremenda
contradicción entre decir que ser rico es malo (como muchas veces dijo el propio
Chávez), y al mismo tiempo, hacer grandes fiestas, enviar a los hijos a
estudiar a universidades europeas y norteamericanas, y acumular propiedades de
todo tipo. Pero, el comunista rico no quiere abandonar sus propiedades, y
entonces, inventa todo tipo de excusas para tratar de justificar por qué aún no
es el momento de colectivizar su propiedad privada.
El chavista de a pie, el pendejo que
hace colas todos los días, vive en este auto-engaño. Chávez lo cautivó con su
gran carisma, pero quince años después ha llegado el momento de darse cuenta de
que el carisma no es suficiente para gobernar óptimamente un país. Con todo,
fue tanta la carga emocional que ese pendejo depositó en Chávez, que estima que
ya no hay vuelta atrás. El chavista vive aquello que los psicólogos llaman “disonancia
cognoscitiva”: tiene tan arraigada una creencia, que inventará mecanismos de
defensa para lidiar frente a la enorme evidencia en su contra, pues admitir su
error le genera incomodidad. El chavista podrá ver al país derrumbarse, pero
siempre dirá que es culpa de la guerra económica, de Mendoza, de los gringos,
del chupacabras…
¿Y qué hay de los chavistas
enchufados? ¿También ellos se autoengañan? O, ¿son sencillamente cínicos
inmorales que engañan a los demás, para seguir ganando provecho, aun sabiendo
que viven en una mentira putrefacta? Yo diría que ocurren ambas cosas. El
autoengaño no es solamente un mecanismo de defensa para hacer frente a la
disonancia cognoscitiva. Puede ser también una estrategia para mentir mejor. Así lo ha explicado el eminente biólogo Robert
Trivers, en un libro muy popular, La
insensatez de los necios.
Trivers documenta cómo en el mundo
animal, ocurren múltiples ejemplos de engaños. En la evolución, la mentira
puede tener bastante ventaja adaptativa, pues puede servir como arma en la
lucha por la existencia. Pero, al mismo tiempo, en esta lucha, la detección de
mentiras es también un arma muy importante. De esa manera, la selección natural
ha propiciado formas más complejas y eficientes para convencer a los demás de
las mentiras. Una de esas formas complejas es el autoengaño. Si un mentiroso da
muestras de creer sus propias mentiras, tendrá más credibilidad. Y, una forma
muy eficiente de dar muestra de creer sus propias mentiras, es ¡precisamente creerse
esas mentiras realmente!
Por ello, yo no creo que Ali Baba Maduro y sus cuarenta ladrones, sean
cínicos (quizás Diosdado sí sea un mentiroso descarado). Apostaría a que ellos
sí han creído sus propias mentiras. Pero, ¡es precisamente eso lo que mantiene
cautivados a los pendejos que hacen colas y siguen votando por ellos! Se les ve
sinceridad en sus ojos. Ese autoengaño les ha dado grandes resultados.
Trivers advierte que este autoengaño es fundamentalmente
inconsciente. Algunos filósofos y psicólogos discuten si es posible
autoengañarse deliberadamente. Yo no lo creo posible. De hecho, yo lo intenté,
pero fracasé. Cuando trabajaba en la Universidad Bolivariana de Venezuela, me
resultó obvio que, quien expresase siquiera la menor opinión política contraria
al chavismo, sería expulsado de esa universidad. Yo temía que, en algún
momento, se me “chispotearía” (como decía Chespirito) algún comentario crítico
frente al régimen, y que sería expulsado. Para evitar esto, intenté convencerme
a mí mismo de las mentiras que pronunciaba Chávez. Demás está decir, que no lo
logré. Al final, salí de esa pocilga universitaria.
No obstante, los chavistas enchufados sí
han logrado autoengañarse de forma inconsciente, a través de mecanismos psicológicos
complejos. Ese autoengaño les ha dado credibilidad, y es una de sus armas
políticas más potentes.
Aunque yo pensaría que la gente en Venezuela votaría por el chavismo no porque quieran o porque simpatizantes del chavismo sino por hambre, desesperación y principalmente miedo ya que el régimen lo controla todo y la gente ya debilitada votaría por cualquiera que les de algo de migajas
ResponderEliminarPuede ser, pero hay también mucho auto-engaño. La gente ve las colas y el colapso de la sociedad, pero sigue autoengañándose con el romance y el carisma que sembró Chávez...
Eliminarpero digo que es mas por miedo y desesperacion que por cualquier otra cosa,, porque si no sabia maduro en un discurso pronunció "candelita que se prenda, candelita que se apaga"
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