La
resurrección de Jesús consta básicamente de dos alegatos: la tumba vacía y las
apariciones. La abrumadora mayoría de estudiosos, creyentes o no, acepta la
veracidad de las apariciones de Jesús (si esas apariciones proceden de
alucinaciones o de Jesús resucitado realmente, es otro asunto). Pero, menos
historiadores aceptan la historicidad del sepulcro vacío.
Tradicionalmente, se han invocado
una serie de argumentos para dudar del sepulcro vacío. El apóstol Pablo no hace
referencia a ello en sus epístolas. Esto es muy extraño, pues en el contexto de
varias discusiones, Pablo habría podido invocar el sepulcro vacío como prueba
de la resurrección de Jesús. Lo más probable, parece, es que Pablo no conociera
esta tradición, y esto hace viable la hipótesis de que fue el autor de Marcos, el primer evangelio escrito
entre veinte y treinta años después de las cartas d Pablo), quien inventó esta
narrativa.
Además, si hubiese habido un
sepulcro vacío, presumiblemente habría servido como sitio de peregrinaje para
el naciente cristianismo. Pero, no tenemos noticia de esto.
Y, el hecho de que, según la narrativa de los evangelios, unas mujeres
son las primeras en encontrarse con el sepulcro vacío, también le resta
plausibilidad histórica. Los apologistas suelen invocar este hecho como punto a
favor de su argumento: el hecho de que en la sociedad judía del siglo I, el
testimonio de la mujer fuese despreciado, ha de ser prueba de que esta historia
es real. Pues, si hubiese sido inventada, se habría postulado que unos hombres
encontraron el sepulcro, y así se hubiese sellado su credibilidad. Pero,
contrario a los apologistas, puede argumentarse más bien que el autor de Marcos estaba interesado en incorporar el
testimonio de las mujeres, precisamente para justificar por qué, hasta el
momento en que se escribía ese evangelio, nadie conocía la historia del
sepulcro vacío. En el final original de ese evangelio (los últimos once
versículos son interpolaciones), se narra que las mujeres no dijeron nada a
nadie por temor a lo que habían visto. Esto le habría servido muy bien al autor
de Marcos por qué las mujeres no
habían divulgado su historia sobre el sepulcro vacío: estaban muy asustadas, y
además, en tanto mujeres, no se animaban a dar testimonio, pues nadie les
habría creído.
Estos argumentos en contra de la tumba vacía son de vieja data. Pero,
recientemente, el historiador Richard Carrier ha arrojado una hipótesis que
despojaría aún más de plausibilidad histórica al relato sobre la tumba vacía.
Carrier opina que la creencia original de los cristianos respecto a la
resurrección suponía que la gente resucita con un cuerpo distinto del cuerpo con que se vivió. El cuerpo original se
descompondría, pero la persona resucitaría con un nuevo cuerpo.
Carrier basa su hipótesis en la explicación que el propio Pablo ofrece en
el capítulo 15 de I Corintios. Ahí,
Pablo utiliza la imagen de la siembra para representar la resurrección, y dice
que “se siembra un cuerpo animal, y resucita un cuerpo espiritual”.
Tradicionalmente se ha entendido si el cuerpo atravesara una transformación,
pero Carrier postula que, en este contexto, Pablo quiere decir que un cuerpo sustituye a otro. Pues, la diferencia
tan tajante que Pablo marca entre el cuerpo animal y el cuerpo espiritual, hace
pensar que el cuerpo resucitado se trata de un cuerpo numéricamente distinto
del cuerpo inicial.
Los fariseos ciertamente no pensaban de esta forma. Y, Pablo venía de una
escuela de fariseos. Pero, Pablo eventualmente abandonó su antigua adscripción,
y asumió un nuevo cuerpo doctrinal, de forma tal que es plausible pensar que
Pablo se alejó del entendimiento fariseo de la resurrección. Y, por supuesto,
los fariseos no eran la única secta judía de aquellos tiempos. Los saduceos (la
secta dominante) no creían en la resurrección, pero los esenios sí creían en un
cuerpo resucitado compuesto, no por la sustancia del cuerpo original, sino por
una nueva sustancia etérea. En este sentido, el entendimiento de los esenios
era más cercano a la concepción griega de la inmortalidad del alma. Quizás
Pablo pudo haber recibido influencia esenia.
Si, en efecto, éste es el entendimiento que Pablo tuvo de la resurrección,
entonces sería bastante seguro que los primeros cristianos no conocían la
tradición del sepulcro vacío. Pues, los discípulos ciertamente habrían creído
haber tenido apariciones de Jesús, pero en vista de que Jesús habría tenido
otro cuerpo después de resucitado, los primeros cristianos no habrían tenido
problemas en aceptar que el cuerpo de Jesús yacía en una tumba.
La charlatanería vacua y absurda de los teólogos cristianos no tiene nombre: "cuerpo espiritual" (σῶμα πνευματικόν): ¿se puede imaginar mayor oxímoron?
ResponderEliminarRecuerdo que en mi adolescencia, cuando aún estaba inmerso en una crisis religiosa y existencial, y discutía con unos Testigos de Jehová acerca de la resurrección, leí este pasaje y me desencantó tanto, que vi claramente la salida: el ateísmo.
Por cierto, si el cuerpo es otro, ¿quién resucita? Se ve que no se leyeron el argumento del barco de Teseo que mencionas en tu libro.
Recuerdo que, una vez en Getafe, me encontré con unos Testigos de Jehová. Estuvieron una hora describiéndome cómo será el fin del mundo...
EliminarMás que un oxímoron, sería una simple contradicción. Ya que en el primero la oposición es aparente, porque el sentido es profundo, metafórico. En la contradicción, ambos conceptos son irreconciliables.
EliminarHola Jaime, no entiendo bien tu apreciación. ¿A qué te refieres?
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