Dialéctica de la Ilustración, de Horkheimer y Adorno, es un libro controvertido. Ahí, los autores acusan a la Ilustración (el movimiento intelectual del siglo XVIII que exaltaba a la razón en todas las esferas de la vida) de ser la semilla del totalitarismo del siglo XX. Una de sus tesis es que los campos de exterminio nazi fueron una monstruosidad muy bien organizada, precisamente la fatal consecuencia de una obsesión por querer clasificar y ordenar el mundo según los parámetros de la racionalidad. El libro de Adorno y Horkheimer ha dado pie a que, hoy, una corriente de postmodernistas inspirados en ellos, rechacen el legado de la Ilustración, y abran espacio a tendencias místicas, irracionalistas y románticas, en detrimento del imperio de la razón ilustrada.
Yo rechazo todo esto. Prefiero ser un entusiasta defensor de la Ilustración, y por eso, ovaciono la iniciativa de la editorial Laetoli y su colección “Los ilustrados”. El totalitarismo no fue debido a la Ilustración y al exceso de racionalidad, sino a la falta de ella. Una aplicación de la moral de Kant, el igualitarismo de Jefferson, o la tolerancia de Voltaire, hubiese sido suficiente como para advertir que los campos de exterminio eran una empresa escandalosamente irracional. Fue la traición a la Ilustración precisamente la responsable de tantas muertes.
Con todo, aun si podemos exonerar a la Ilustración del totalitarismo, hay críticos que acusan a este movimiento intelectual de ser la génesis del racismo. Según alegan los críticos, en la Antigüedad y la Edad Media, no había gran preocupación por las diferencias biológicas entre los hombres. Había, por supuesto, xenofobias de todo tipo, pero éstas nunca (o muy rara vez) se ampararon en atributos biológicos. Los ilustrados, en cambio, disfrazaron con un discurso científico su segmentación biológica de la especie humana, siempre exaltando la superioridad de la raza blanca. Así, quizás los ilustrados no tienen responsabilidad en los campos de exterminio, pero sí tienen responsabilidad en el mito de la raza aria.
Debo admitir que estos críticos tienen razón. Hay pasajes vergonzosos en Hume, Montesquieu y el mismo Kant, en los cuales se desprecian las características biológicas de otros pueblos, y se deja entrever que esos rasgos biológicos propicia su atraso cultural. Es paradójico que los mismos filósofos que inauguraron el discurso igualitarista, asumieran a la vez que existen razas superiores a otras.
Pero, deseo hacer una defensa parcial de los ilustrados, y al menos comprender (pero nunca justificar) de dónde procedía su racismo. En su enaltecimiento de la razón y el conocimiento sistematizado, los ilustrados desarrollaron sendos sistemas clasificatorios. Leibniz pretendía partir de una gran taxonomía para pensar correctamente los conceptos, y expresarlos inequívocamente mediante el lenguaje. Linneo, el más grande taxonomista de la Ilustración, prestó un servicio de incalculable valor al forjar el sistema binomial de todas las especies.
Lamentablemente, resultó inevitable que este afán clasificatorio se extendiera a la especie humana, y se organizaran en razas o subespecies inexistentes. La ordenación del mundo en distintos niveles hizo también que la especie humana fuera sometida a jerarquías raciales.
Con todo, la racialización de la especie humana que promovieron los ilustrados fue muy distinta de las ideas racistas que dieron pie a las monstruosidades que se suscitaron en países como la Alemania nazi, los EE.UU. durante los años de la segregación, o el apartheid sudafricano. Casi todos los ilustrados creían, en efecto, que existen las razas humanas en una relación de jerarquía, y que las razas europeas están en el escaño superior.
Pero, los ilustrados opinaban que estas diferencias raciales eran debidas a la acción del clima. El máximo exponente de esta noción fue el conde de Buffon. En ese sentido, en opinión de Buffon, los atributos raciales no eran inmutables o fijos. Una persona de piel blanca que viviera en África, opinaban los ilustrados, podría cambiar su color de piel con el tiempo. A la inversa, una persona de piel negra que viviera en Europa, se convertiría en blanca. Los seres humanos, por así decirlo, tendrían una flexibilidad suficiente como para asimilarse a la población del territorio donde residían. Esto fue una importante antesala a la teoría de la herencia de los caracteres adquiridos de Lamarck: el ambiente modifica la constitución biológica de los organismos.
Las teorías ambientalistas de Buffon son obviamente falsas; de hecho, sorprende cómo no hizo un mínimo de observación como para darse cuenta de que un esclavo con piel negra no cambia de color de piel tras muchos años de residencia en Europa. Pero, detrás de este error, hay una noble creencia que los exculpa parcialmente: Buffon y los ilustrados creían que el negro podría convertirse en blanco. Para los ilustrados, los rasgos raciales no eran esenciales, fijos e inmutables: podrían transformarse cambiando de clima.
Los racistas pseudocientíficos del siglo XIX (así como sus sucesores nazis), en cambio, opinaban que los rasgos raciales son inmutables. En esto, por supuesto, tenían razón: la piel negra nunca podrá volverse blanca, como bien recordaba Esopo en una antigua fábula, y el profeta Jeremías en un oscuro pasaje de la Biblia. Pero, los racistas apelaban a este hecho para argumentar que, no sólo la piel negra nunca podrá convertirse en piel blanca, sino que los negros nunca podrán asimilar los rasgos conductuales de los blancos. Los racistas pseudocientíficos correctamente opinaban que muchos rasgos biológicos son inmutables, pero erróneamente opinaban que los rasgos conductuales tienen una correspondencia con los rasgos biológicos. Y, en ese sentido, tratar de asimilar a los negros (o a los judíos y gitanos, en el caso nazi), mediante la educación y la socialización, era inútil. El remedio, en el caso del régimen nazi, era el exterminio.
La ingenuidad de los ilustrados, en cambio, resultó ser menos perjudicial. Ciertamente los ilustrados opinaban que la raza blanca era superior a la negra. Pero, los ilustrados ingenuamente creían que el negro sí podría convertirse en blanco. Para los ilustrados, sólo una persona de piel blanca podría ser civilizada; esto, por supuesto, es racismo. Pero, los ilustrados opinaban que un niño de piel negra nacido en Senegal, sí podría eventualmente ser civilizado. Sólo tendría que viajar a Europa, y ahí, su piel se volvería clara. Y, una vez con piel clara, podría ser una persona civilizada.
Reprocho a los ilustrados el creer que los rasgos biológicos corresponden con los rasgos conductuales. Pero, me hago eco de la siguiente idea: cualquier persona puede ser asimilada a cualquier sociedad. Y, en este sentido, no veo mayores problemas en que Europa reciba a jóvenes inmigrantes del Tercer Mundo: el sistema educativo europeo debe tener la suficiente capacidad como para asimilarlos. Pero, tampoco veo problema en que los habitantes del Tercer Mundo asuman la cultura europea. Postular (como hacen muchos indigenistas) que un indígena americano falta a su esencia y sufre mucho cuando, en vez de leer el Popol Vuh, lee la Ilíada, es asumir, como lo hacían los racistas pseudocientíficos, que los rasgos culturales deben corresponder con los rasgos biológicos.
Hola gabriel, muy interesante tu reflexión, siempre hilando muy fino. De alguna manera, también a mi me agrada el gran propósito de la ilustración: la exaltación de la razón. Sin embargo, es curioso y de alguna manera paradójico que en el período ilustrado (época cumbre de la racionalidad y de implacable crítica a toda manifestación religiosa) haya sido el epicentro del comienzo de una re- cristianización de Europa. ¿Quién hubiese pensado que fuese posible al final del siglo XVIII que un concilio vaticano encontrase la aprobación general de la iglesia para la famosa infalibilidad del Papa? De ahí que el siglo XVIII fuese en muchas perspectivas, de una manera muy distinta a la que había fundado los ideales de la ilustración que tanto enarbolamos. Tal como lo insinúas (supra) en lugar de la igualdad de todos, se conformó, en realidad, la sociedad de clases, es decir, una diferenciación de la "sociedad" frente al proletariado. A diferencia de la universalidad de la fe en la razón, los países de Europa se desarrollaron -más o menos, velozmente- como democracias nacionales, etc, etc. De manera que, habría que replantearse una valoración más ajustada sobre el real impacto de las ideas ilustradas sobre el entorno cultural europeo de la época. Saludos!
ResponderEliminarHola Gendrik, gracias por tu comentario. Creo que hay que revisar el dato sobre el Concilio Vaticano I y la infalibilidad papal, porque, según recuerdo, esto ocurrió a finales del siglo XIX, y no del siglo XVIII.
ResponderEliminarY, precisamente, me parece que muchos de esos males que tú mencionas (vuelta al fanatismo religioso, nacionalismo, re-jerarquización de la sociedad) no son obra de la Ilustración del siglo XVIII, sino más bien del romanticismo del siglo XIX, el cual en buena medida se planteó como una reacción en contra de la Ilustración.
Los ilustrados hablaban de progreso y modernidad; los románticos hablaban de tradición y costumbres. Los ilustrados valoraban la universalidad, los románticos valoraban la particularidad. Los ilustrados exaltaban la razón; los románticos exaltaban la emoción. Los ilustrados eran cosmopolitas, los románticos eran nacionalistas. Los ilustrados se alejaban de la religión; los románticos querían afincarse en la religión.
Siempre he opinado que el postmodernismo (y buena parte de la filosofía latinoamericana, en su rechazo al logos) es una nueva forma de romanticismo que se opone a la Ilustración.
Es curioso porque a partir de la ilustración el intento de abolir la esclavitud y velar por la igualdad de los individuos quiso plasmarse en las cartas magnas, por eso los primeros intentos en EUA, el paso inmenso en la Francia revolucionaria, la independencia de Haití y los venideros cambios en ese sentido sobre las personas de color, incluso una guerra civil en Yanquilandia tuvo un impulso por la persecución del tráfico de esclavos.
ResponderEliminarA ver qué dicen los posmos sobre esto.
Hola Pequeño Hereje, éste es un asunto muy complejo. Estoy de acuerdo contigo en que, los gérmenes de la abolición de la esclavitud estuvieron en la Ilustración (aunque, debe reconocerse que también en el cristianismo, en autores como Wilberforce). Con todo, la Ilustración fue pálida en su oposición a la esclavitud. Pero, su silencio ante la esclavitud fue muy curioso: los ilustrados opinaban a toda costa que los hombres eran iguales. ¿Cómo conciliar eso con la esclavitud? Intentaron de justificar la esclavitud alegando que los esclavos no eran propiamente humanos, sino sub-humanos; fue así como apareció el racismo científico.
Eliminar"[no] veo problema en que los habitantes del Tercer Mundo asuman la cultura europea" ¿QUÉ? ¿Qué me esta diciendo? ¿Usted honestamente cree que la eliminación de ciertas culturas no es algo malo? ¿Es Europeo o algo así?
ResponderEliminarDigo, es cierto que leer la Ilíada en vez del Popol Vuh, no va a dañar la psique de un individuo; pero enseñarle a las personas que su cultura es inferior o menos importante que una cultura ajena, y generalmente invasora, es dañino, opresivo, e imperialista. La identidad cultural es una parte esencial del ser humano, si uno toma un bebé del Amazonas y lo cría en Europa con valores europeos, no va a pasar nada; pero si un adolescente o un adulto joven, alguien que ya tiene una identidad cultural desarrollada, la erradicación de su cultura y de sus valores va a dañar su autoestima y su identidad.
Además ¿Porqué que Europa debe asimilar personas? ¿Porque Europa no se asimila a los inmigrantes? ¿Qué hace que la cultura europea sea más importante que la americana, africana o asiática? Digo, porque fueron los Europeos los que invadieron y destruyeron a las demás regiones del Mundo.
Y por cierto, el hecho de q los Illustrados creyeran que las personas podían cambiar su color de piel y volverse "civilizados" no justifica la invención del Racismo moderno
Hola Maki,
Eliminar1. Sí creo que honestamente la eliminación de algunas culturas no es algo malo. "Cultura" es, como la definió el antropólogo E.B. Tylor, "todo lo que el hombre hace". El hombre hace cosas buenas y cosas malas, por ende, veo favorablemente que se eliminen algunas cosas malas que hace el hombre. Me parece muy bien la cultura de los nazis. También me parece muy bien eliminar la cultura de la pobreza. No veo, entonces, por qué debamos lamentar que se eliminen culturas que son dañinas.
2. Admito que enseñar a la gente que su cultura es inferior puede generar complejos, pero, lamentablemente, hay que enseñar la verdad, independientemente de sus consecuencias. Y, es verdad que la civilización occidental es mejor que las culturas subsaharianas o indígenas americanas. No es opresivo enseñarle a alguien que su cultura es inferior, con predicar la verdad no se oprime a nadie. Ciertamente la identidad cultural es parte esencial del ser humano, pero no debemos ceder a ese chantaje. La identidad cultural de los neonazis no debe impedirme enseñarles a ellos que su cultura es destructiva, y que deben abandonarla. Por otra parte, no veo necesario que el abandono de una cultura conduzca a la destrucción del autoestima. Una persona puede perfectamente admitir que procede de una cultura de menor valor, e intentar asimilarse a una cultura de más valor. Yo fui criado en la cultura hispanoamericana, pero admito que, en muchos aspectos, la cultura anglo-sajona es superior. ¿Sufre mi autoestima por ello? Quizás, pero con todo, admito que es conveniente abandonar muchos aspectos de mi cultura hispanoamericana, y asimilar los valores de la cultura anglosajona. Y, tampoco veo mal debilitar la identidad de una persona, si esa identidad reposa sobre una cultura inferior. Decirle a un neonazi que sus ideas son equivocadas, ciertamente dañará su identidad cultural como neonazi, pero eso es algo bueno, no malo.
3. Europa debe asimilar a las personas, porque Europa tiene una cultura superior. Europa no debe asimilarse a los inmigrantes, porque muchos de éstos traen instituciones y costumbres que deben ser abandonadas (como la shariah, creencias mágico-religiosas, ética del trabajo más debilitada, asesinatos de honor, etc.). La cultura europea es más importante que la americana, africana o asiática en muchísimos aspectos. No tengo espacio para enumerarlos todos, pero te remito a los libros de Max Weber, David Landes, Niall Ferguson o incluso Pilar Rahola, para que te formes una idea de cuáles son los logros europeos que no ha habido en las otras culturas.
4. Ciertamente los europeos invadieron a otros pueblos. Pero, por supuesto, también lo hicieron los africanos, asiáticos y americanos. La diferencia, no obstante, está en que los europeos llevaron consigo los mismos ideales de libertad que luego inspiraron a los propios movimientos de liberación nacional, cuestión que no hicieron los imperios africanos, americanos y asiáticos.
5. En ningún momento yo he dicho que la invención del racismo moderno está justificada, no sé de dónde sacas eso.