jueves, 1 de agosto de 2013

La conspiración cristiana contra Santiago



Suelo ser altamente escéptico de las teorías de conspiración. Pero, quisiera considerar una que concierne al cristianismo. Hay, por supuesto, teorías conspirativas chifladas cobre el cristianismo: ya los romanos alegaban que los primeros cristianos comían niños (una acusación que luego caería sobre los judíos), en fechas más recientes, se ha alegado que la Iglesia ha ocultado que Jesús se casó con María Magdalena y viajó a Francia. 
 
La teoría de la conspiración que yo deseo considerar es más creíble, y por supuesto, mucho menos sensacionalista. Se trata del progresivo ocultamiento de Santiago, el hermano de Jesús. La muerte de Jesús pudo haber constituido, como ocurrió con muchas otras figuras mesiánicas de la época, el fin de su movimiento. Pero, por una serie de circunstancias y ajustes elaborados por sus propios discípulos, el movimiento sobrevivió. Para sobrevivir, por supuesto, se necesitaba de un líder.
La evidencia interna del Nuevo testamento indica que el sucesor del liderazgo de la secta de seguidores de Jesús fue asumido por Santiago, el hermano de Jesús. La piedad católica gusta imaginar que el verdadero sucesor fue Pedro, pero hay motivos para dudar de esto. Pedro, es verdad, debió ocupar un lugar de prominencia en la sucesión, pero sólo secundario a Santiago. Mateo 16: 18 ciertamente presenta a un Jesús que anuncia a Pedro que edificará su iglesia sobre su roca. Pero, ese texto sólo está en el evangelio de Mateo, y está lejos de quedar claro que constituya una designación de sucesión.
El evangelio de Mateo, además, procede de la octava década del siglo I, de forma tal que no es altamente fiable respecto a una designación que supuestamente había ocurrido cincuenta años antes. Pablo, en cambio, escribe apenas dos décadas después de la muerte de Jesús. Y, en los escritos de Pablo, hay firme evidencia de que el verdadero líder de la temprana iglesia es Santiago. En Gálatas 2: 12, Pablo da testimonio de que Santiago se encargaba de enviar comisiones desde Jerusalén, y Pedro era subordinado. Gálatas 1: 18-20; 2: 9-10 y I Corintios 15: 3-7 también dan testimonio de que Santiago ocupa un lugar de primacía en el liderazgo (aunque, en estos pasajes, Pedro también es mencionado). Hechos narra que, en el concilio de Jerusalén, el discurso final estuvo a cargo de Santiago, una clara evidencia de que se trataba del líder de la comunidad (Hechos 15: 13-21), nuevamente por encima de Pedro.
El historiador judío Flavio Josefo, quien escribió en la novena década del siglo I, da testimonio de que Santiago fue ejecutado por el sumo sacerdote Ananías, por motivos puramente políticos. Nuevamente, esto es evidencia de que Santiago era el máximo líder de la temprana comunidad de seguidores de Jesús. Y, autores cristianos tempranos, como Eusebio y Clemente de Alejandría, confirman también este dato.
¿Por qué, entonces, hoy Santiago es una figura relativamente marginal en la piedad cristiana? ¿Cómo pasó de ser el sucesor de Jesús, a ser una figura oscura sin mayor relevancia? La respuesta es básicamente ésta: el recuerdo de Santiago fue desapareciendo a medida que el cristianismo dejó de ser una secta judía, y se convirtió en una religión aparte.
Varias fuentes atestan que Santiago era un judío piadoso, con un firme compromiso por el cumplimiento de la ley mosaica. En ese sentido, Santiago fue firme en exigir que, quien desease formar parte del movimiento de Jesús, tenía que ser judío o convertirse al judaísmo y seguir sus leyes. En el concilio de Jerusalén, enfrentó a Pablo por este asunto. Pablo, por supuesto, defendía la idea de que la misión de Jesús había consistido en completar la ley mosaica, y en ese sentido, no era necesario seguir las prescripciones rituales de la vieja religión. De esa manera, los gentiles (es decir, los no judíos) podían ser miembros del movimiento de Jesús, sin necesidad de someterse a la circuncisión.
 
El libro de Hechos narra que Santiago accedió a la propuesta de Pablo, y que resolvieron sus diferencias. Pero, a partir de las propias cartas de Pablo, hay motivos para pensar que esto no ocurrió así, y que la tensión entre Santiago y Pablo se mantuvo hasta el final y continuó después de sus muertes entre sus respectivos seguidores. Es más probable que, en el seno del movimiento de seguidores de Jesús, se mantuvo una fuerte división entre dos corrientes: la paulina, la cual proclamaba la apertura del mensaje de Jesús a los gentiles y el abandono de la ley mosaica; y la ebionita, seguidores de Santiago que mantenían un firme compromiso de pobreza y cumplimiento de los rituales judíos.
Probablemente la derrota de los judíos en la guerra contra los romanos en el año 70 fue decisiva para hacer prevalecer la postura paulina. Los judíos sufrirían intensa persecución a manos de sus vencedores romanos, y el cristianismo hizo los ajustes para poder sobrevivir. Así, se fue desvinculando de sus raíces judías. Y, para completar este proceso, tuvo que despojar de importancia al legado de Santiago.
Al final, cuando se estableció el canon del Nuevo testamento, prevalecían las ideas de Pablo, y el grueso de los textos del Nuevo testamento procede, o bien del propio Pablo, o bien de escritores influidos por sus ideas de apertura a los gentiles. Sólo se incluyó un documento que reflejaba más bien la perspectiva de Santiago, a saber, la Epístola de Santiago (es poco probable que fuera escrita por el mismo Santiago, pero sí es probable que fuera escrita por uno de sus seguidores, y que reflejara ideas originales del propio Santiago).
Queda, con todo, la cuestión: si la intención del cristianismo que prevaleció (el influido por Pablo) era relegar a Santiago a la oscuridad, ¿por qué se incluyó la Epístola de Santiago en el canon? Sobre esto hay muchas conjeturas, pero en ocasiones, yo considero esta hipótesis: el canon del Nuevo testamento surgió como respuesta a un canon previo estipulado por Marción, en el siglo II. Marción defendía una versión extrema de las ideas de Pablo: no sólo Jesús había hecho innecesario continuar el cumplimiento de la ley mosaica, sino que, su mensaje es radicalmente antitético al judaísmo, en vista de lo cual, era necesario prescindir de cualquier vínculo con las escrituras judías. Las ideas de Marción vinieron a considerarse heréticas, y si bien el cristianismo prevaleciente favoreció la teología de Pablo, trató de mantener un vínculo con el legado judío. Eso explicaría por qué se incluyó la Epístola de Santiago: habría sido una forma de balancear y contener el extremo propiciado por el canon de Marción.
En los siglos sucesivos, hubo otro intento por ocultar aún más la prominencia de Santiago. Es previsible que, entre los judíos del siglo I, el liderazgo de un movimiento religioso pasase a un pariente cercano del fundador. Aun si los judíos ya no eran las tribus nómadas de siglos anteriores, el parentesco seguía siendo un principio importante en la organización social. En ese sentido, es perfectamente plausible que Santiago, en su condición de hermano de Jesús, recibiese el liderazgo de la comunidad.
Pero, a medida que se fue consolidando la doctrina de la encarnación y se fue elaborando el estatuto divino de la persona de Jesús, se fueron suprimiendo los aspectos terrenales de su vida. Así, empezó a resultar incómoda la idea de que Jesús tuviera hermanos. Aunado a eso, la creciente obsesión cristiana en contra de la sexualidad, propició que apareciera el dogma de la virginidad perpetua de María (los protestantes eventualmente rechazarían esta doctrina). Y, así, ante la llana mención en los evangelios de que Jesús tuvo hermanos, y el continuo calificativo de “hermano del Señor” para referirse a Santiago, los posteriores autores cristianos ingeniaron toda suerte de malabares interpretativos para explicar por qué Santiago no era en realidad el hermano de Jesús.
Se inventó la idea de que, quizás, Santiago era hijo de José en un matrimonio previo a su unión con María, y en ese sentido, Santiago habría sido hijo de José, pero no hermano de Jesús. La versión que quedó finalmente establecida, popularizada por san Jerónimo en el siglo V, es que, en el contexto semítico, la palabra “hermano” puede hacer referencia a “primo”, y así, Santiago en realidad era primo de Jesús.
Así, de ser reconocido como hermano de Jesús, y precisamente a partir de esa condición, ser postulado como sucesor del liderazgo del movimiento fundado por Jesús, Santiago quedó relegado como un oscuro primo de Jesús que tuvo alguna posición de liderazgo compartido en la temprana comunidad cristiana de Jerusalén, pero nada más. Su marginación sí fue una suerte de conspiración. Por supuesto, no hubo un plan malévolo preconcebido. Pero, algunas contingencias históricas hicieron que las ideas de Pablo prevaleciesen, y eso eventualmente propició que el recuerdo de la figura de Santiago menguase dramáticamente.
A efectos de piedad cristiana contemporánea, entonces, la figura de Santiago es marginal. Pero, a efectos historiográficos, la figura de Santiago es fundamental. Pues, probablemente las ideas religiosas de Santiago sean mucho más cercanas al mensaje original de Jesús. El hecho de que Santiago fuese seleccionado como sucesor de Jesús, ha de ser evidencia de que, en los orígenes de la secta cristiana, se reconocía a Santiago como aquel que tuviese más cercanía con el maestro. Pablo (y sus ideas) fue claramente visto como un intruso, seguramente porque su mensaje era muy distinto de la prédica de Jesús, la cual, lo mismo que Santiago, pretendía mantener su movimiento en el seno del judaísmo y el cumplimiento de la ley mosaica.

12 comentarios:

  1. Altamente interesante. Adoro estas visiones historicistas de las religiones: de repente, todo comienza a cuadrar, multitud de extrañas piezas e ideas peregrinas terminan encajando.

    La verdad es que nunca había reparado en esa prominencia de Santiago en detrimento de Pedro. Y la interpretación "semítica" del parentesco con Jesús carece de sentido, porque la lengua es el griego y la palabra usada ἀδελφός (adelphós) y no ἀνεψιός (anepsiós) "primo".

    Es una pena que no se hagan películas sobre estos aspectos menos sensacionales de la vida de Jesús. Todo se reduce a pícaras, románticas y bobaliconas historias que satisfacen los más bajos instintos de un público infantilizado. Recuerdo lo mucho que me aburrí con "El Códido Da Vinci" y "La última tentación de Cristo". ¿Se hará alguna vez una película que presente a un Jesús puramente histórico? Creo que no: es tierra de nadie.

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    1. Sí, la interpretación de Jerónimo sobre los "primos" es infame, precisamente por su desesperado intento de hacer encajar forzadamente hechos.
      Yo no colocaría en un mismo saco "El código Da Vinci" con "La última tentación de Cristo". La primera es, en efecto, brutalmente sensacionalista, producto para el consumo masivo puro y duro. En cambio, yo diría que la segunda tiene una fuerte tonalidad de reflexión filosófica (más afín a la novela de Saramago sobre Jesús), y a diferencia de "El código Da Vinci", no pretende ser corrección histórica de datos supuestamente suprimidos, sino más bien una visión alegórica alterna sobre la condición humana y su relación con Dios.
      De todas formas, yo aún no estoy satisfecho con ninguna representación cinematográfica de la vida de Jesús. La de Mel Gibson me gustó por emplear el arameo y porque le dio cierto aspecto de realismo histórico en el vestuario y la escenografía, pero al final, termina siendo muy propagandística, e incorpora elementos sobrenaturales con efectos especiales dignos de risa. La que más me ha gustado es la miniserie de Franco Zeffirelli: si bien es fiel a los evangelios, y no prescinde de lo sobrenatural, es bastante parca y poco mística. Mi esperanza es que algún día, alguien haga una película secular sobre Jesús, y presente la versión de los historiadores (el problema es que los historiadores seculares no terminan de ponerse de acuerdo sobre qué hizo y dijo Jesús).

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  2. Sé que no son equiparables "El código" y "La última tentación". Además te hablaba de las películas, ya que no he leído los libros. Y la película de Scorsese me aburrió, por su ritmo narrativo y su contenido en general, aparte de que no excluyó aspectos sobrenaturales, con lo cual, en mi opinión, acepta la visión del Cristo de la fe, por mucho que pretenda alejarse de la ortodoxia (si es que lo pretendía, no sé).

    "La Pasión de Cristo" me gustó bastante hasta donde pude ver (me salí mareado del cine durante la escena de la flagelación y no he vuelto a retomarla), y es cierto lo que dices. No me interesa, por lo que tiene de propagandística. Por otro lado -y éste es un error garrafal-, estropea penosamente el efecto de rigor histórico que pretendía lograr por medio del uso del arameo y del latín, por esta razón: los romanos no hablaban en arameo con los judíos; ya sabemos lo que cuesta aprender una lengua, y ellos no se iban a tomar la molestia, máxime cuando los judíos ya conocían el griego desde la llegada de Alejandro Magno (por eso el Nuevo Testamento lo escribieron en griego). Tampoco se comunicaban en latín, lengua del todo desconocida en la parte oriental del imperio. Se comunicaban en griego, y sólo en griego. Incluso algunos (R.GARRISON, "The Graeco-Roman context of early Christian literature") concluyen que Jesús hablaba a veces en griego, si hay que dar crédito al pasaje en que llama hipócritas a los fariseos (la palabra ὑποκριτής : hypokrités tenía el sentido de "actor", aunque creo que este argumento no es de peso, ya que Jesús pudo usar la palabra aramea que designaba al actor, si es que existía).

    En cuanto a la puesta en escena de la vida de Jesús, conozco bien la de Zefirelli, y me gusta, pero me decepciona porque es una visión católica, o cristiana. La única que he visto verdaderamente aséptica, realista y desenfadada, es una producción, creo recordar que italiana, en la que se veía a un Jesús nada místico, jugando a la pelota con sus discípulos (prácticamente representados como amigos) y al final arrestado, pero sin escena de crucifixión (termina justo en el momento en que le atraviesan la muñeca con un clavo). Para mí así debió de ser el Jesús histórico: un simple hombre sin grandes pretensiones, que no tenía ni idea de la que se iba a montar después de su muerte. No sé si tienes conociemiento de esta producción. Si es así, te agradecería mucho algún dato, porque yo no la he encontrado, por más que he buscado.

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    1. Hola José,
      1. mucha gente sospecha que el uso del latín en esa película se debe al fanatismo católico de Mel Gibson, en su intento por promover el sectarismo católico-romano a toda costa.
      2. Sí, hay muchos argumentos a favor y en contra del posible uso del griego de Jesús. Yo me inclino a pensar que no hablaba griego, aunque según recuerdo, Galilea era una zona más helenizada que Judea.
      3. Yo no estaría tan seguro de que Jesús no tenía grandes pretensiones. Hay elementos para pensar que él sí se creía el Mesías, o al menos, que ocuparía un lugar importante en la inminente llegada del Reino de Dios. Pero, por supuesto, el asunto es muy complicado, porque a lo largo del evangelio de Marcos, Jesús continuamente le dice a la gente que mantenga en secreto su identidad como Mesías, lo cual hace pensar que la idea de que Jesús era el Mesías surgió después de su muerte. Uno de los asuntos más debatidos entre los expertos es si Jesús esperó o no su propia muerte; sobre esto no hay consenso.

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    2. 1. Yo más bien creo que se debe a un mal asesoramiento histórico, o tal vez incluso a una decisión puramente estética de Gibson. En todo caso, el dato que te digo sobre el uso del griego como lingua franca es bastante desconocido. El griego es y ha sido siempre el gran desconocido. Lo veo en mi propio mundo, el de la Filología Clásica, y se ve en ejemplos de humanistas como Petrarca que lamentaban no poder leer a Platón en su lengua.

      Por cierto, otros dos ejemplos de literatura judía escrita en griego: las dos obras de Flavio Josefo, judío prisionero de los romanos, que vivió en Roma, adoptó un praenomen latino... y no escribió ni en arameo ni en latín, sino en griego.

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  3. Un par de datos más: Jesús aparece en esa película con el pelo corto, acertadamente, porque los judíos, según he leído, no llevaban el pelo largo (esta última caracterización procede de una moda imperial tardía). Por otro lado, el título era algo así como "El día en que murió Jesús", si mi memoria no es demasiado reconstructiva...

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    1. Posiblemente había judíos con pelo largo, los nazaritas, aquellos que se habían consagrado a Dios, y como promesa, no se cortaban el pelo. Hay gente que alega que "Jesús de Nazaret" en realidad hace referencia, no a su pueblo de origen, sino a su posible condición de nazarita, en cuyo caso, habría llevado el pelo largo. Después de todo, la arqueología no ha encontrado evidencia de la existencia de un pueblo llamado "Nazaret" en el siglo I. Pero, como en casi todo lo concerniente a este tema, hay mucho espacio para la especulación.

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    2. Desconocía ese dato. La verdad es que el rechazo semítico a las representaciones figurativas son un auténtico incordio para las reconstrucciones históricas.

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  4. Encontrada: "The Day Christ Died" (1980), una producción estadounidense para televisión que, según IMDb, presenta las últimas veinticuatro horas de la vida de Jesús "desde un punto de vista político e histórico más que espiritual". A ver si es como la recordaba.

    http://youtu.be/jg_Spkfk5uI

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    1. La voy a revisar, ¡gracias! ¿Tú tienes un blog? Si es así, dame la dirección, para leer tus escritos.

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  5. Bueno, tengo tres:

    - uno "generalista" que no te recomiendo porque es muy disperso ( http://pelopos.blogspot.com.es/ ),

    - y otros dos monográficos, sobre el tema del Amor-Eros ( http://enbuscadeeros.blogspot.com.es/ )

    - y sobre el origen y la evolución de la escritura ( http://characteres.blogspot.com.es/ ).

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  6. Ah, olvidé decirte que he visto la película y me ha parecido algo aburrida, sobre todo porque en general rehúye o no se plantea entrar en las cuestiones clave de las que hemos hablado por aquí.

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