Entre
las hipótesis naturalistas para explicar la creencia en la resurrección de
Jesús, quizás la más sensacionalista (y por ende, la que más burla recibe por
parte de los apologistas) es la idea de que Jesús sobrevivió a la crucifixión,
salió vivo de la tumba, y convenció a sus discípulos de que había resucitado.
Efectivamente,
esta hipótesis enfrenta varios problemas. En primer lugar, los romanos eran
expertos en administrar la pena capital, y no habrían corrido el riesgo de
dejar con vida a un prisionero sospechoso de alentar la sedición. Además, para
salir, Jesús tuvo que haber movido la roca que tapaba su tumba, en un estado
físico deplorable; además, tuvo que haber enfrentado a los guardias que, según
el relato de Mateo, custodiaban la
tumba. Todo esto es muy implausible. Y, para colmo, Jesús habría engañado a sus
discípulos transmitiéndoles la idea de que había muerto y resucitado, y éstos
habrían sido muy estúpidos para creer que un cuerpo debilitado habría vencido a
la muerte.
En
realidad, estas objeciones no son tan formidables. Josefo, una generación
después de Jesús, narra que durante la guerra entre judíos y romanos, vio a
tres de sus amigos crucificados. Josefo pidió al general romano Tito que los
bajaran, y de estos tres, uno sobrevivió. Era improbable, pero no físicamente
imposible, sobrevivir a la crucifixión. Respecto a la eficiencia de los romanos
al ejecutar, es viable pensar que, dado el alto número de ejecuciones en aquel
contexto, quizás algún soldado romano pudo haber sido negligente en su labor.
Según el relato de Mateo, el propio Pilatos se sorprendió frente a la noticia
de que ya Jesús había muerto. La SS se conformó como una máquina de ejecutar
gente en los campos de exterminio, pero con todo, hubo gente que logró escapar.
Tampoco
es tan inverosímil que Jesús lograra salir de la tumba. Es perfectamente
plausible que, quien haya cerrado la roca, se asomara para verificar que todo
estaba en orden, y al encontrarse con Jesús aún vivo, saliera corriendo
espantado. Los soldados romanos eran profesionales sanguinarios, pero también
estaban inmersos en un mundo de superstición e inseguridad, y la idea de ver a
un cuerpo aparentemente muerto moviéndose, fácilmente pudo espantarlos. En el
relato de Marcos, las mujeres, al
encontrar el sepulcro vacío, salen corriendo asustadas. Lo mismo pudo
ocurrirles a los soldados.
Respecto
al estado débil de Jesús, tampoco las críticas son tan formidables. Marcos, el evangelio más temprano, nos
habla de la tumba vacía, pero no propiamente de las apariciones (los pasajes
que narran apariciones en ese evangelio, son interpolaciones posteriores
ausentes en los manuscritos más antiguos). En esa narrativa, las mujeres no se encuentran con Jesús resucitado,
sino con un joven vestido de blanco. Las apariciones habrían ocurrido después: Mateo narra que ocurrieron en Galilea
(presumiblemente días después, pues los discípulos habrían tenido que viajar
desde Jerusalén), Lucas narra que Jesús
se apareció luego ese mismo día a dos seguidores en el camino a Emaús. Juan sí nos narra que Jesús se apareció
en la misma tumba a María Magdalena. Si confiamos más en los evangelios más
tempranos (Marcos y Mateo), apreciamos que las apariciones
no fueron inmediatas (las versiones de Lucas
y Juan habrían sido
embellecimientos posteriores, claramente contradictorios con las versiones más
tempranas). Y, si esto fue así, entonces es viable pensar que Jesús salió de la
tumba, esperó unos días mientras se recuperaba, y luego se apareció a los
discípulos, bajo un aspecto mucho más lúcido.
Sí
considero un poco más firme la crítica según la cual, si Jesús sobrevivió a la
crucifixión, entonces perpetró un fraude, y los discípulos fueron sumamente
estúpidos al creerle. Bajo esta crítica, la hipótesis de que Jesús bajó vivo de
la cruz, y luego anunció su resurrección, habría sido una colosal teoría de la
conspiración, algo que no se corresponde con la aparente sinceridad del propio
Jesús.
Pero,
podemos invocar la teoría que ya expuso en el siglo XIX el novelista y
ensayista Samuel Butler. En la cruz, como cualquier criminal sujeto a ese
suplicio, Jesús esperaba su propia muerte. Pero, al ser bajado vivo y colocado
en la tumba, y al darse cuenta de que estaba vivo, quizás él mismo pudo haber
creído que había muerto y resucitado horas después. Así, salió a proclamar a
sus discípulos su experiencia increíble.
Ciertamente,
bajo el testimonio de Jesús, no habría muerto y resucitado al tercer día. Pero,
quizás las mujeres sí fueron a su sepulcro al tercer día, y se habría empezado
a correr el rumor de que Jesús había resucitado al tercer día. Quizás el propio
Jesús trató de poner fin a estos rumores y contar la historia de que sólo había
estado muerto por algunas horas, pero no logró suprimir ese rumor. Y también,
frente a un evento tan extraordinario, años después los seguidores trataron de
encontrar sentido a esta experiencia tan formidable, y encontraron en las
escrituras judías referencias a un intervalo de tiempo más prolongado, a saber,
la resurrección al tercer día.
Quedarían,
por supuesto, otros problemas con la hipótesis. ¿De dónde surgió la historia de
la ascensión de Jesús? ¿Qué hizo Jesús después de su crucifixión? ¿Dónde, cómo
y cuándo murió? Pero, si hemos de ser justos, debemos empezar a considerar que
no se trata de una hipótesis tan sensacionalista como habitualmente se asume, y
que su grado de probabilidad es mayor que el que tradicionalmente se le
concede.
A mi modo de ver es una hipótesis muy débil y, además, fuente de toda la mitología neotemplaria del santo grial (sangreal) difundida por "El Código Da Vinci" y otros.
ResponderEliminarEs probable que los propios discípulos robaran el cuerpo de Jesús después de enterrado. Tres de los cuatro evangelios canónicos no hablan de ninguna guardia romana en el sepulcro, por lo que es fácil pensar que no la había. Y, curiosamente, el único que lo hace es el de Mateo que, además, en comparación con los demás, es el más exagerado: si un evangelio dice que Jesús curó a un endemoniado, Mateo dice que fueron dos, y así más ejemplos. Por ejemplo, Mateo 27: 52-53 dice: "y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos", lo cual es evidentemente imposible, y no aparece en los demás evangelios (algo que, de ser cierto, sería digno de mención en ellos y en todos los documentos de la época). Pues bien, solo Mateo habla de la guardia en el sepulcro, y dice:
"Al día siguiente, que es después de la preparación, se reunieron los principales sacerdotes y los fariseos ante Pilato, diciendo: "Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos de noche, y lo hurten, y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y será el postrer error peor que el primero". Y Pilato les dijo: "Ahí tenéis una guardia; id, aseguradlo como sabéis". Entonces ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y poniendo la guardia. Pasado el día de reposo, (...) hubo un gran terremoto; porque un ángel del Señor, descendiendo del cielo y llegando, removió la piedra, y se sentó sobre ella. (...) Y de miedo de él los guardas temblaron y se quedaron como muertos. (...) he aquí unos de la guardia fueron a la ciudad, y dieron aviso a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían acontecido. Y reunidos con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, diciendo: "Decid vosotros: Sus discípulos vinieron de noche, y lo hurtaron, estando nosotros dormidos. Y si esto lo oyere el gobernador, nosotros le persuadiremos, y os pondremos a salvo". Y ellos, tomando el dinero, hicieron como se les había instruido. Este dicho se ha divulgado entre los judíos hasta el día de hoy." (Mateo 27: 62 - 28: 15).
De todo esto puede concluirse, sin ser retorcidos, que no había guardia en el sepulcro y que los discípulos robaron el cuerpo, y que en la época corría el rumor de que así había sido. Por eso el autor de Mateo, en coherencia con su estilo exagerado y fantasioso, inventa que había una guardia romana que fue testigo de la resurrección pero que se dejaron comprar su silencio. Sería la forma de intentar compensar lo que debía ser la explicación lógica en su época (y ahora): que robaron su cuerpo para hacer creer en su resurrección.
Andrés.
1. Ciertamente esta hipótesis ha dado pie a la mitología neotemplaria, pero no por ello es débil.
Eliminar2. Yo también opino que la referencia a los guardias es probablemente legendaria, y acá explico por qué: http://opinionesdegabriel.blogspot.com/2013/07/custodiaron-unos-guardias-el-sepulcro.html Pero, el hecho de que no hubiera soldados no implica que los discípulos hayan buscado robar el cuerpo.
3. La hipótesis de que los discípulos robaron el cuerpo enfrenta dos problemas fuertes: a) Si se trató de una conspiración, habría que explicar por qué los discípulos estuvieron dispuestos a sufrir el martirio, pues difícilmente alguien staría dispuesto a morir por una causa en la cual no cree. Yo podría aceptar que, quizás, hubo un robo aislado (quizás profanadores de tumba o pillos), o que alguien lo movió por equvocación, pero veo difícil que se tratara de una conspiración. b) La hipótesis del cuerpo robado sólo explica el sepulcro vacío, pero no explica las apariciones de Jesús resucitado, cuya atestación por Pablo es anterior al primer relato sobre la tumba vacía, en Marcos.
Hola, Gabriel.
Eliminar1. Sobre simular la propia muerte y resurrección.
Fingir la propia muerte para simular después la resurrección no era algo nuevo ni en los tiempos de Jesús. Diógenes Laercio dice que Pitágoras ya lo había hecho:
“Otra cosa dice también de Pitágoras Hermipo, y es: “Que pasado a Italia, se hizo una habitación subterránea y mandó a su madre [a]notase por escrito cuanto sucedía, señalando tambiél el tiempo; luego se entró en el subterráneo, dándole su madre escritas cuantas cosas acontecían fuera. Que pasado tiempo, salió Pitágoras flaco y macilento, y congregando gentes, dijo que volvía del infierno; y les iba contando las cosas acontecidas. Que los oyentes, conmovidos de lo que había dicho, prorrumpieron en lágrimas y lamentos, y creyeron en Pitágoras algo de divino” (Diógenes Laercio, Vidas, opiniones y sentencias de filósofos ilustres, VIII, 26) (1).
Entre los gurús de la India era y es un truco habitual. En el mundo del ilusionismo también es un truco de magia hecho relativamente a menudo por grandes magos: Houdini hace tiempo y David Blaine más actualmente. En España, un tal Santillana se hizo tristemente famoso por intentarlo sin éxito (2) y posteriormente por otros asuntos más oscuros (3).
Podríamos pensar que Jesús también simulase su propia muerte, pero entonces, como tú dices ¿qué pasó después?, ¿qué hizo?, ¿a qué se dedicó?, ¿cómo y cuándo murió realmente? Por cierto, recordemos que La última tentación de Cristo también juega con esta idea. Podemos especular con la idea de que al final se arrepintió de todo y deseó una vida tranquila, fingiendo su muerte para desaparecer y vivir una vida tranquila alejado de todo. Pero es demasiado especulativo.
2. ¿Existió Jesús?
De todas formas, aquí estamos asumiendo que existió un Jesús histórico sobre el que se ha creado otro Jesús mitológico. Sin embargo, aunque esa hipótesis es la más aceptada entre los historiadores (por ejemplo, Puente Ojea y su distinción entre el “Jesús histórico” y el “Cristo de la fe”) no hay que olvidar que hay quienes defienden que Jesús no existió y que es todo una invención (4). Podríamos incluir una hipótesis intermedia: muchos Jesuses. Puede que no existiera UN Jesús histórico, sino varios autoproclamados mesías, profetas, curanderos y rebeldes judíos distintos cuyas historias se hubieran refundido con el tiempo en un único personaje llamado Jesús (similar a la construcción de personajes bíblicos como los patriarcas Abraham, Isaac o Jacob que se supone que no fueron personas reales sino resultado de la convergencia de distintas leyendas y tradiciones sobre antepasados). Eso explicaría las contradicciones que aparecen en los textos sobre su nacimiento, vida, hechos, enseñanzas, carácter y muerte, y casaría con el hecho de que los evangelios se escribieran tardíamente y en sitios lejanos geográficamente a donde supuestamente vivió Jesús, de forma que ningún contemporáneo de ese supuesto Jesús podría haber desmentido esos relatos en vida.
Si Jesús no existió en ningún sentido, o si es un personaje resultado convergente de otras historias, ningún Jesús fue enterrado ni su cuerpo robado. Eso explicaría que no sepamos dónde está su tumba. Si realmente hubo un Jesús enterrado y se extendieron los rumores tanto de su resurrección como del robo por sus discípulos, es lógico pensar que el lugar exacto de los hechos fuera conocido e incluso visitado (tanto por creyentes como por escépticos). Lo que no parece lógico es que un lugar así de importante (si existió) quedara en el olvido para siempre.
(1) http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12140528718935940987213/ima0505.htm
(2) http://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/provinciacaceres/indignacion-en-trujillo-por-la-burla-del-mentalista-santillana_265723.html
(3) http://www.hoy.es/20081022/regional/carlos-santillana-mentalista-fracasado-20081022.html
(4) http://www.elmundo.es/blogs/elmundo/desde_el_mas_alla/2011/04/24/existio-jesus.html
(continuación)
Eliminar3. Robo del cadáver:
Andrade: “La hipótesis de que los discípulos robaron el cuerpo enfrenta dos problemas fuertes: a) Si se trató de una conspiración, habría que explicar por qué los discípulos estuvieron dispuestos a sufrir el martirio, pues difícilmente alguien estaría dispuesto a morir por una causa en la cual no cree. Yo podría aceptar que, quizás, hubo un robo aislado (quizás profanadores de tumba o pillos), o que alguien lo movió por equvocación, pero veo difícil que se tratara de una conspiración. b) La hipótesis del cuerpo robado sólo explica el sepulcro vacío, pero no explica las apariciones de Jesús resucitado, cuya atestación por Pablo es anterior al primer relato sobre la tumba vacía, en Marcos”.
Suponiendo un Jesús histórico:
a) Tampoco creo que fuera una conspiración global (no creo en conspiranoias). Pero hay dos elementos a tener en cuenta: Jesús no es enterrado en una tumba familiar sino en otra propiedad de un discípulo secreto suyo:
“José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, pero secretamente por miedo de los judíos, rogó a Pilato que le permitiese llevarse el cuerpo de Jesús; y Pilato se lo concedió. Entonces vino, y se llevó el cuerpo de Jesús. También Nicodemo, el que antes había visitado a Jesús de noche, vino trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. Tomaron, pues, el cuerpo de Jesús, y lo envolvieron en lienzos con especias aromáticas, según es costumbre sepultar entre los judíos. Y en el lugar donde había sido crucificado, había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual aún no había sido puesto ninguno. Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús” (Juan 19: 38-42).
El otro elemento es el rumor que según el autor de Mateo corría sobre el robo del cuerpo de Jesús (Mateo 28: 11-15) y que si el autor lo menciona es porque seguramente existía en la época (como explicación alternativa a la resurrección) y quiere neutralizarlo (inventando para eso lo de la guardia romana, etc.). Uniendo estos dos datos podemos imaginar una “pequeña conspiración”: entre José de Arimatea y Nicodemo se encargaron de hacer desaparecer el cuerpo de Jesús. Ante esa desaparición, los demás discípulos, desconocedores de lo que han hecho José y Nicodemo, creen y divulgan todo lo relativo a la resurrección. ¿Qué fue luego de José y Nicodemo? No se sabe. Puede que murieran sin desvelar su secreto o incluso que lo hicieran pero que aún así no pudieran evitar ya el mito al que habían dado lugar y que se extendería como una bola de nieve (similar al origen del espiritismo con las hermanas Fox: pese a su desmentido, el espiritismo siguió extendiéndose (5). Igual con el origen fraudulento de las señales OVNI en las cosechas (6)). Eso explicaría que los demás discípulos sí creyeran realmente en la resurrección e incluso estuvieran dispuestos al martirio.
b) En cuanto a las apariciones posteriores del resucitado, los relatos que las contienen son tan contradictorios que es fácil suponer que son invenciones posteriores. Leyendo los cuatro evangelios, no coinciden en a quién se apareció primero Jesús al resucitar. Y es fácil suponer que los discípulos engañaran (y/o se autoengañaran) para gozar del prestigio de haber sido testigos de esas apariciones. Cuando digo autoengañaran me refiero al mismo tipo de autoengaño que pueden tener los que afirman haber presenciado avistamientos OVNI, extraterrestres o fantasmas: pueden ser farsantes, pero también pueden ser honrados aunque autoengañados que creen de veras haber visto lo que no han visto.
(5) http://es.wikipedia.org/wiki/Las_hermanas_Fox
(6) http://es.wikipedia.org/wiki/C%C3%ADrculos_en_los_cultivos#Procedencia_humana
(continuación)
EliminarCabe otra hipótesis. Hay que recordar que la primitiva iglesia bien pronto se dividió en dos: la parte judaizante, dirigida por Santiago y Pedro, y la parte paulina dirigida por Pablo de Tarso. La primera, fiel a las enseñanzas origienales de Jesús, esperaba en Jerusalén la segunda venida inminente de Jesús para cumplir su promesa de liberar a los judíos del yugo romano e instaurar un reino teocrático judío, y cuya esperanza de que así fuera les hacía vivir en comunidad a la espera de eso. La otra parte, paulina, reinterpretó ese mensaje original por otro universalista y misionero que será la raíz de todos los cristianismos posteriores (católico, ortodoxo, protestante…). Ambas partes se enfrentan en el primer concilio de Jesuralén (Hechos 15). A la postre, la parte judaizante desaparece tras la destrucción del templo en la primera guerra judeo-romana y solo queda la paulina. Son estos autores paulinos (el propio Pablo y los evangelistas que son discípulos suyos) los que van a redactar los evangelios canónicos, los Hechos de los Apóstoles y la mayor parte de cartas apostólicas, imprimiéndoles su sesgo aunque tuvieran que adaptar ciertos relatos que ya circularían en la época y serían demasiado populares para ignorarlos completamente. Y pueden haber sido estos autores son que inventaran las apariciones de Jesús a partir de esos relatos ya existentes, con sus añadidos y modificaciones, con la ventaja que los supuestos testigos ya no podrían negar lo que estaban inventando o tergiversando de ellos.
Pablo de Tarso y los suyos son conscientes de que su interpretación no se ajusta a las enseñanzas originales de Jesús y los judaizantes, pero no quieren romper con ellos sino aparentar continuidad por el prestigio que tienen, de ahí que se apoyen en ellos pero adaptando lo que haga falta. Así, por ejemplo, respecto de las apariciones dice Pablo: “y que apareció a Cefas [Pedro], y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los cuales muchos viven aún, y otros ya duermen. Después apareció a Jacobo [Santiago]; después a todos los apóstoles; y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mí” (1 Corintios 15: 5-8). Y es precisamente Pablo quien más insistencia hace en la resurrección de Jesús:
“Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados” (1 Corintios 15: 12-17).
Sin embargo, esa insistencia en la resurrección no aparece en las pocas cartas neotestamentarias judaizantes como la de Santiago o la 1ª de Pedro (la 2ª no es de Pedro realmente). En estas cartas hay consejos acerca del tipo de vida que hay que llevar esperando la segunda venida inminente de Jesús, pero no se habla de la resurrección. Santiago no la menciona, y Pedro dice exactamente:
“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu; en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados, los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua. El bautismo que corresponde a esto ahora nos salva (no quitando las inmundicias de la carne, sino como la aspiración de una buena conciencia hacia Dios) por la resurrección de Jesucristo, quien habiendo subido al cielo está a la diestra de Dios; y a él están sujetos ángeles, autoridades y potestades” (1ª Pedro 3: 18-22).
Dame un email para responder punto por punto, y colocar mi texto debajo del tuyo, porque acá en blogger, una discusión así de larga es muy incómoda.
EliminarMe da pena ver cuánto trabajo y tiempo se toman para intentar demostrar a los mismos de siempre que Jesús no resucitó. Lo que dicen es pura imitación de lo que algunos piensan y ustedes continúan imitando al pie de la letra. ¿Por qué voy a creer a quien no conozco?, ¿a los que hacen conjeturas mundanas? ¿Es que no se han enterado de que Jesús no era un hombre cualquiera y que también era Dios?. Cada uno es libre de creer o no... Y allá cada uno y una. ¡FELIZ DOMINGO DE PASCUA DE RESURRECCIÓN
Eliminar(final)
ResponderEliminarAquí lo relevante es lo de “a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu”. Pablo insiste en la resurrección corporal de Jesús, pero los judaizantes no. La explicación puede ser que los judaizantes creían que Jesús había muerto pero no que había resucitado al tercer día, sino que su espíritu había resucitado para volver dentro de poco en esa segunda venida (entonces sí que resucitado el cuerpo) a instaurar el reino de Dios en la tierra (la teocracia judía). Pero Pablo lo que predica es que Jesús resucitó al tercer día corporalmente, se apareció a muchos, y ascendió a los cielos para volver en un Juicio Final en un futuro incierto. Restos de estas diferencias darían lugar a algunos debates cristológicos posteriores en los primeros siglos acerca de si Jesús resucitó en cuerpo y alma o solo en espíritu, o incluso si Jesús tenía un cuerpo real o solamente cuerpo aparente.
Si es así, no hubo robo del cuerpo de Jesús porque los primeros discípulos (judaizantes) no creían que fuera a resucitar al tercer día (eso lo inventaría posteriormente Pablo). Cuando Jesús muere, lo entierran y se encierran en Jerusalén a esperar esa segunda venida. Pasado el tiempo (y desaparecida la comunidad judaizante de Jerusalén tras la destrucción del templo), Pablo empieza a predicar la resurrección real de Jesús al tercer día (que daría lugar como respuesta a la hipótesis escéptica del robo ya en su época), y después sus discípulos escribirán los evangelios y los Hechos utilizando relatos (seguramente orales) ya existentes y populares debidamente sesgados (por ejemplo, haciéndole hablar a Jesús de su propia resurrección, o inventando la historia de la guardia romana).
De todas formas, son todo hipótesis y falta el material empírico para poder apostar fuerte por una u otra.
Andrés.
Este es un tema totalmente especulativo.
ResponderEliminarDesde un principio no hay sustentos históricos para poder hacer afirmaciones al respecto. Las preguntas sobre este tema están de mas, a menos que sirvan de mero ejercicio intelectual.
También se podría hacer un articulo discutiendo como mato Heracles a la serpiente.
Discrepo. Hay algunos indicios históricos (los que he reseñado en el blog) que sí permiten hacer alguna conjetura sobre este tema.
EliminarSolo citas a los evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) como fuente de los "sucesos". A Josefo lo citas para hacer una analogía.
Eliminar¿Donde están las fuentes históricas?
Interesante tema... Se mencionan en los relatos de los evangelios a José de Aramitea y Niconemo como díscipulos de Jesús. Estos dos personajes eran dos poderosos miembros del sanedrín y poderosos comerciantes... Sin abundar mucho todos sabemos lo que puede comprar el dinero...
ResponderEliminarHay muchas dudas de que tanto José de Arimatea como Nicodemo sean personajes reales.
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