miércoles, 30 de marzo de 2016

Hegel y sus ideas sobre la historia: ¿va el rey desnudo?

Con Hegel, me siento un poco como el personaje de Hans Christian Andersen, que dice que el emperador va desnudo, y no que lleva ropas especiales, como sí dicen todos los demás. Pero, en todo caso, estoy dispuesto a conceder el privilegio de la duda, y admitir la posibilidad de que Hegel dijo cosas muy sabias (como muchas veces me recalcan maestros y amigos), y yo no soy lo suficientemente inteligente como para comprenderlo. Francamente, no obstante, veo más probable lo primero, a saber, que el emperador sí va desnudo, y que Hegel dijo muchas tonterías.
            Consideremos, por ejemplo, lo que Hegel dice sobre el curso de la historia. Hegel es uno de los máximos exponentes (pero no fue el primero) de la idea de que la historia humana es un proceso de continua mejora. Hoy, sobre todo entre quienes se lamentan de la modernización, hay mucho pesimismo respecto al progreso de la especie humana. En el pasado, dicen estos críticos, vivíamos mucho mejor.

            Hegel se habría opuesto a estos críticos, con justa razón. A juicio de Hegel, la humanidad ha mejorado su condición a lo largo de la historia. Suscribo esa idea completamente. La especie humana, a diferencia de las demás, tiene lenguaje. Y, eso le permite acumular conocimientos y transmitirlos a las siguientes generaciones, de forma tal que las siguientes generaciones apliquen esos conocimientos, y corrijan los errores del pasado. Un recorrido empírico por las condiciones en cualquier sociedad hace diez o veinte siglos, revela que hoy se vive muchísimo mejor, bajo cualquier estándar (esperanza de vida, seguridad, alimentación, conocimiento, ocio, salud, etc.).
            Muchas veces se reprocha a las sociedades modernas ser más violentas que las premodernas, pero incluso en esa variable, la modernidad ha traído consigo una significativa mejora: tal como Steven Pinker ha demostrado eficientemente en su libro The Better Angels of Our Nature, en el siglo XX se mató menos porcentaje de gente que en siglos anteriores.
            El problema, no obstante, es la forma en que Hegel expresa su idea sobre el mejoramiento de la humanidad a lo largo de la historia. Hegel no elabora sus juicios observando hechos concretos o estudiando variables particulares. Él prefiere mucho más pronunciamientos grandilocuentes que, en realidad, son meras especulaciones metafísicas sin la menor posibilidad de ser verificadas.
            Para Hegel, la historia es un proceso en el cual “el Espíritu se hace consciente a sí mismo”, a través de la “marcha de la razón”. Cuando a mí me hablan de espíritus, yo pienso en Gasparín. Pero, aparentemente, la idea de Hegel es que, hay un espíritu universal que se desarrolla a medida que pasa la historia de la humanidad. Este espíritu, aparentemente, controla los desarrollos históricos, de forma tal que éstos son inevitables. Y así, no son meras contingencias históricas las que condujeron a la Revolución Francesa o a cualquier otro acontecimiento importante, sino que, misteriosamente, todo forma parte de algo así como un plan providencial en el cual, ese espíritu se hace consciente de sí mismo.
            Aparentemente, pues, la historia es un ente personificado. Antiguamente, sobre todo en los mitos, era muy común atribuir personalidad a objetos inanimados, o a procesos impersonales. Los griegos más arcaicos, no entendían el proceso por el cual nos enamoramos (hoy sabemos que hay todo un proceso bioquímico que produce el amor), y así, decidieron personificar el amor en Eros. Pues bien, Hegel parece hacer lo mismo: personifica la historia en un ente espiritual. Entre historiadores, hay muchas discusiones sobre si los griegos realmente creían o no literalmente sus mitos; quizás la mayoría de los griegos entendía perfectamente que lo de Eros es una mera metáfora.
Ha habido hegelianos que han empleado expresiones parecidas a las de su maestro. Marx decía que, en 1848, un “fantasma recorría Europa”. Pero, era muy obvio que Marx empleaba un lenguaje metafórico, y no generó ninguna confusión con esas palabras. Francis Fukuyama postuló que en 1989, la “historia había llegado a su fin”. Fukuyama no fue tan ecuánime como Marx en advertir que él estaba empleando una metáfora (y en ese sentido, hizo que su tesis fuese malinterpretada por muchos), pero de nuevo, al final sí dejó claro que él no opinaba realmente que el mundo se acabaría.
            Yo, en cambio, no tengo nada claro si Hegel creía que sus pronunciamientos sobre el fulano espíritu y la historia eran metáforas, o si realmente creía que ese espíritu existía. En cualquiera de los casos, es lamentable. Si sus descripciones sobre el espíritu y la historia son meras metáforas, es culpable de no haber sido lo suficientemente claro en advertir que escribía en lenguaje metafórico. El buen filósofo es el que busca hacerse entender, y no está bien jugar a la ambigüedad. Eso puede hacerlo el poeta y el artista, pero no el filósofo.
Yo me inclino más por la idea de de que Hegel no postulaba estas cosas como meras metáforas. Si Hegel no pretendía que sus descripciones sobre la historia fueran metafóricas, pues peor aún. Pues, en ese caso, Hegel habría estado creyendo cosas sin ningún fundamento. Hay evidencia de que en la historia de la humanidad ha habido mejoras. Pero, no hay absolutamente nada que permita pensar que, tras ese proceso de mejoras, yace un ser espiritual que cada vez más se hace consciente. Hay evidencia de que Napoleón nació en Córcega y que se hizo emperador; pero no hay ninguna evidencia de que, en Jena, “el espíritu iba montado a caballo”. Vale la pena preguntar a Hegel, como habría hecho Popper: ¿cuál es el contraejemplo de esa hipótesis? ¿Qué habría tenido que ocurrir para que Hegel postulara que, en Jena, el espíritu no iba montado a caballo?

Extrañamente, en la filosofía de Hegel, ese supuesto espíritu ni siquiera sabe quién es él mismo. Pues, según Hegel, la historia es un proceso en el cual el espíritu adquiere auto-consciencia. De nuevo, hay algo medianamente razonable en esto, pero está envuelto en muchas tonterías. Sí, los debates y las confrontaciones suelen traer cosas buenas (aunque, no siempre, pues las confrontaciones militares generalmente empeoran la condición de la humanidad, algo que Hegel no parecía admitir, pues él elogió mucho a la guerra). Pero, esa observación no debe conducirnos a la idea de que, en la historia, hay un fantasma que ni siquiera sabe quién es él mismo (pero que misteriosamente se vuelve muy listo), y que esas confrontaciones misteriosamente harán que ese fantasma repentinamente sí se conozca a sí mismo.
Al final, creo que lo más intelectualmente sano es aplicar a la filosofía de Hegel la célebre navaja de Occam: las entidades no deben multiplicarse más allá de lo necesario. Si con la meteorología tenemos suficiente para explicar por qué llueve y hay truenos, no hay necesidad de postular que Zeus está detrás de todo eso. Al observar los patrones de la historia de la humanidad, podemos afirmar que hoy vivimos mejor que antes, y podemos ser bastante optimistas respecto al futuro (aunque, vale advertir, no plenamente optimistas, pues hay muchas variables que no controlamos; si un meteorito choca contra la Tierra y nos extinguimos, ¿seguiría diciendo Hegel que la historia es un proceso en el cual el espíritu se va haciendo a sí mismo?). Pero, así como no hay necesidad de decir que tras el rayo está Zeus, tampoco hay necesidad de postular que, tras el proceso de mejora de la humanidad, hay un ente espiritual que adquiere consciencia de sí mismo.   

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