Con
Hegel, me siento un poco como el personaje de Hans Christian Andersen, que dice
que el emperador va desnudo, y no que lleva ropas especiales, como sí dicen
todos los demás. Pero, en todo caso, estoy dispuesto a conceder el privilegio
de la duda, y admitir la posibilidad de que Hegel dijo cosas muy sabias (como
muchas veces me recalcan maestros y amigos), y yo no soy lo suficientemente
inteligente como para comprenderlo. Francamente, no obstante, veo más probable
lo primero, a saber, que el emperador sí va desnudo, y que Hegel dijo muchas
tonterías.
Consideremos, por ejemplo, lo que
Hegel dice sobre el curso de la historia. Hegel es uno de los máximos
exponentes (pero no fue el primero) de la idea de que la historia humana es un
proceso de continua mejora. Hoy, sobre todo entre quienes se lamentan de la
modernización, hay mucho pesimismo respecto al progreso de la especie humana.
En el pasado, dicen estos críticos, vivíamos mucho mejor.
Hegel se habría opuesto a estos
críticos, con justa razón. A juicio de Hegel, la humanidad ha mejorado su
condición a lo largo de la historia. Suscribo esa idea completamente. La
especie humana, a diferencia de las demás, tiene lenguaje. Y, eso le permite
acumular conocimientos y transmitirlos a las siguientes generaciones, de forma
tal que las siguientes generaciones apliquen esos conocimientos, y corrijan los
errores del pasado. Un recorrido empírico por las condiciones en cualquier
sociedad hace diez o veinte siglos, revela que hoy se vive muchísimo mejor,
bajo cualquier estándar (esperanza de vida, seguridad, alimentación,
conocimiento, ocio, salud, etc.).
Muchas veces se reprocha a las
sociedades modernas ser más violentas que las premodernas, pero incluso en esa
variable, la modernidad ha traído consigo una significativa mejora: tal como
Steven Pinker ha demostrado eficientemente en su libro The Better Angels of Our Nature, en el siglo XX se
mató menos porcentaje de gente que en siglos anteriores.
El problema, no obstante, es la
forma en que Hegel expresa su idea sobre el mejoramiento de la humanidad a lo
largo de la historia. Hegel no elabora sus juicios observando hechos concretos
o estudiando variables particulares. Él prefiere mucho más pronunciamientos
grandilocuentes que, en realidad, son meras especulaciones metafísicas sin la
menor posibilidad de ser verificadas.
Para Hegel, la historia es un
proceso en el cual “el Espíritu se hace consciente a sí mismo”, a través de la
“marcha de la razón”. Cuando a mí me hablan de espíritus, yo pienso en Gasparín.
Pero, aparentemente, la idea de Hegel es que, hay un espíritu universal que se
desarrolla a medida que pasa la historia de la humanidad. Este espíritu,
aparentemente, controla los desarrollos históricos, de forma tal que éstos son
inevitables. Y así, no son meras contingencias históricas las que condujeron a
la Revolución Francesa o a cualquier otro acontecimiento importante, sino que,
misteriosamente, todo forma parte de algo así como un plan providencial en el
cual, ese espíritu se hace consciente de sí mismo.
Aparentemente, pues, la historia es
un ente personificado. Antiguamente, sobre todo en los mitos, era muy común
atribuir personalidad a objetos inanimados, o a procesos impersonales. Los
griegos más arcaicos, no entendían el proceso por el cual nos enamoramos (hoy
sabemos que hay todo un proceso bioquímico que produce el amor), y así,
decidieron personificar el amor en Eros. Pues bien, Hegel parece hacer lo
mismo: personifica la historia en un ente espiritual. Entre historiadores, hay
muchas discusiones sobre si los griegos realmente creían o no literalmente sus
mitos; quizás la mayoría de los griegos entendía perfectamente que lo de Eros
es una mera metáfora.
Ha habido hegelianos que han empleado
expresiones parecidas a las de su maestro. Marx decía que, en 1848, un “fantasma
recorría Europa”. Pero, era muy obvio que Marx empleaba un lenguaje metafórico,
y no generó ninguna confusión con esas palabras. Francis Fukuyama postuló que
en 1989, la “historia había llegado a su fin”. Fukuyama no fue tan ecuánime
como Marx en advertir que él estaba empleando una metáfora (y en ese sentido,
hizo que su tesis fuese malinterpretada por muchos), pero de nuevo, al final sí
dejó claro que él no opinaba realmente que el mundo se acabaría.
Yo, en cambio, no tengo nada claro
si Hegel creía que sus pronunciamientos sobre el fulano espíritu y la historia
eran metáforas, o si realmente creía que ese espíritu existía. En cualquiera de
los casos, es lamentable. Si sus descripciones sobre el espíritu y la historia
son meras metáforas, es culpable de no haber sido lo suficientemente claro en
advertir que escribía en lenguaje metafórico. El buen filósofo es el que busca
hacerse entender, y no está bien jugar a la ambigüedad. Eso puede hacerlo el
poeta y el artista, pero no el filósofo.
Yo me inclino más por la idea de de que Hegel
no postulaba estas cosas como meras
metáforas. Si Hegel no pretendía que
sus descripciones sobre la historia fueran metafóricas, pues peor aún. Pues, en
ese caso, Hegel habría estado creyendo cosas sin ningún fundamento. Hay
evidencia de que en la historia de la humanidad ha habido mejoras. Pero, no hay
absolutamente nada que permita pensar que, tras ese proceso de mejoras, yace un
ser espiritual que cada vez más se hace consciente. Hay evidencia de que
Napoleón nació en Córcega y que se hizo emperador; pero no hay ninguna
evidencia de que, en Jena, “el espíritu iba montado a caballo”. Vale la pena
preguntar a Hegel, como habría hecho Popper: ¿cuál es el contraejemplo de esa
hipótesis? ¿Qué habría tenido que ocurrir para que Hegel postulara que, en
Jena, el espíritu no iba montado a
caballo?
Extrañamente, en la filosofía de Hegel,
ese supuesto espíritu ni siquiera sabe quién es él mismo. Pues, según Hegel, la
historia es un proceso en el cual el espíritu adquiere auto-consciencia. De
nuevo, hay algo medianamente razonable en esto, pero está envuelto en muchas
tonterías. Sí, los debates y las confrontaciones suelen traer cosas buenas
(aunque, no siempre, pues las confrontaciones militares generalmente empeoran
la condición de la humanidad, algo que Hegel no parecía admitir, pues él elogió
mucho a la guerra). Pero, esa observación no debe conducirnos a la idea de que,
en la historia, hay un fantasma que ni siquiera sabe quién es él mismo (pero
que misteriosamente se vuelve muy listo), y que esas confrontaciones
misteriosamente harán que ese fantasma repentinamente sí se conozca a sí mismo.
Al final, creo que lo más
intelectualmente sano es aplicar a la filosofía de Hegel la célebre navaja de
Occam: las entidades no deben multiplicarse más allá de lo necesario. Si con la
meteorología tenemos suficiente para explicar por qué llueve y hay truenos, no
hay necesidad de postular que Zeus está detrás de todo eso. Al observar los
patrones de la historia de la humanidad, podemos afirmar que hoy vivimos mejor
que antes, y podemos ser bastante optimistas respecto al futuro (aunque, vale
advertir, no plenamente optimistas,
pues hay muchas variables que no controlamos; si un meteorito choca contra la
Tierra y nos extinguimos, ¿seguiría diciendo Hegel que la historia es un
proceso en el cual el espíritu se va haciendo a sí mismo?). Pero, así como no
hay necesidad de decir que tras el rayo está Zeus, tampoco hay necesidad de
postular que, tras el proceso de mejora de la humanidad, hay un ente espiritual
que adquiere consciencia de sí mismo.
my simple el tu comentario de hegel,
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