lunes, 28 de marzo de 2016

Sobre "Andrei Rubliov"

Vladimir Putin quiere hacer de Rusia nuevamente un imperio, y para ello, apela al burdo nacionalismo de siempre: Rusia fue grandiosa en el pasado, y ahora los rusos devolverán a su gran país las glorias de antaño. Los soviéticos también fueron imperialistas, pero al menos, no jugaron tanto con la manipulación nacionalista. Si bien Stalin introdujo temas patrioteros de la historia nacional rusa, en general, los soviéticos estaban conscientes de que el pasado ruso fue muy vergonzoso, pues precisamente por ello, ¡los bolcheviques hicieron su revolución!
Esta actitud crítica respecto al propio pasado ruso está muy presente en Andrei Rubliov, la película que, junto a El acorazado Potemkin, suelen considerarse las mejores películas del cine soviético. El film, dirigido por Andre Tarkovski en 1966, narra la vida de Andrei Rubliov, un oscuro pintor de iconos religiosos que vivió en la Rusia del siglo XV.

Si bien la película puede volverse pesada en algunos momentos, tiene innegables méritos. Uno de esos méritos es el realismo con que se representa la vida feudal en la Edad Media rusa. Y, como cabría esperar, no hay nada bucólico en ella. Andrei Rubliov tiene que atravesar experiencias amargas, una tras otra. Debe convivir con soldados que torturan a bufones que se burlan de los poderosos; a campesinos que hacen ritos paganos y que son brutalmente perseguidos por ello; a tártaros que arrasan con todo lo que encuentran a su paso; a príncipes que cuando pasan a caballo, sus vasallos se arrodillan.
Seguramente la parte más emotiva de toda la película es el segmento final. Un joven huérfano que ha perdido a sus padres en las invasiones tártaras, convence a unos artesanos del príncipe local de que se lo lleven consigo para construir una campana, pues sólo él conoce los secretos artesanales que su padre le reveló antes de morir. Participar en la construcción de la campana es muy peligroso, pues si no queda bien, el príncipe lo ejecutará. Al final, contra todo pronóstico, el muchacho logra construir una hermosa campana, aun si confiesa a Rubliov que en verdad, su padre nunca le reveló ningún secreto.
Después de haber presenciado tantas miserias, Rubliov se había deprimido y había dejado de pintar. Pero, al contemplar la audacia del muchacho, recupera el ánimo, y decide retomar su carrera artística. A lo largo de la película, también se plasma la idea de que, lo único que en realidad hace levantar a Rubliov, es su fe cristiana. El optimismo de Rubliov no es ingenuo como el de Cándido, la célebre novela de Voltaire. Rubliov sufre amargamente, y a lo largo de la película, hay en su rostro una notable expresión de melancolía. Pero, en medio de la majestuosidad ortodoxa rusa, Rubliov consigue fuerzas para seguir adelante.
Previsiblemente, una película que presentara a la religión como una fuente de esperanza no agradaría mucho a los soviéticos. Y, supongo que por este motivo (entre otros), Andrei Rubliov fue parcialmente censurada por el propio régimen soviético, y encontró muchas trabas para su difusión.

Pero, en líneas generales, el mensaje de la película es acorde al progresismo soviético: el pasado ruso feudal fue terrible, la opresión era atroz, y la vida moderna es más deseable. Lamentablemente, hoy un creciente sector de la izquierda ha abandonado este compromiso con el progreso y la modernidad. Más bien, en un arrebato primitivista afín a Rousseau y los románticos contrailustrados, esta izquierda reprocha la sociedad industrial, y siente nostalgia por la Edad Media, cuando la máquina no había reemplazado al hombre. Andrei Rubliov es un recordatorio de cuán terrible era en realidad esta supuesta vida idílica.

2 comentarios:

  1. Hace años un político no nacionalista hablando sobre los nacionalistas dijo que con ellos el futuro era previsible pero el pasado no dejaba de sorprender. No sé si la frase es suya pero resume perfectamente la actitud nacionalista con el pasado.

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    1. Así es. En América latina las naciones son jóvenes, pero aun así inventamos muchas cosas sobre el pasado

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