La reciente escalada de tensiones entre las dos Coreas ha
traído nuevamente a la palestra las implicaciones morales del armamentismo
nuclear. Hay fundamentalmente tres posturas éticas en torno a la guerra. La
primera, el pacifismo, postula que nunca es moral participar en una guerra. La
segunda, la doctrina de la guerra justa, postula que si se dan algunas
circunstancias, entonces sí es moral entrar en una contienda armada. Y, la
tercera, el realismo, postula que la moral sencillamente no aplica a la guerra.
Yo me
inclino por la segunda opción, a saber, la doctrina de la guerra justa. Esta doctrina
postula que una acción armada tiene justificación sólo si está guiada por una
causa justa, fundamentalmente la defensa propia. Pero, si un aliado es agredido
injustamente, hay justificación moral para acudir en su defensa. Así, si Corea
del Norte agrede a Corea del Sur o Japón, EE.UU. tendría justificación para
intervenir a favor de sus aliados.
Ahora
bien, la doctrina de la guerra justa también estipula que, en las acciones
militares, debe prevalecer un criterio de discriminación entre combatientes y
civiles. Acciones como el bombardeo a Dresden, Hiroshima o Nagasaki no son
aceptados por la doctrina de la guerra justa, pues fueron acciones deliberadas
contra poblaciones civiles. La doctrina de la guerra justa permite bajas
civiles, siempre y cuando sean daño
colateral y proporcionado de objetivos militares, y nunca objetivos
directos.
Este
requisito se complica con el armamento nuclear. Las armas nucleares tienen un
inmenso poder destructivo. En función de eso, muchos teóricos de la guerra
justa postulan que nunca está justificado emplearlas. Otros, no obstante,
postulan que sí se pueden usar armas nucleares, siempre y cuando no estén
dirigidas a poblaciones civiles. El filósofo Paul Ramsey, por ejemplo, opinaba
que sería permitido usar armas nucleares para atacar instalaciones militares
del enemigo, pero de nuevo, no estaría permitido usarlas contra poblaciones
civiles. Esta postura resulta un poco ingenua, pues es previsible que ningún
ataque nuclear respetaría el criterio de proporcionalidad; las bajas
colaterales serían demasiado numerosas, aun si el objeto del ataque no es
propiamente una población civil.
Ahora
bien, ¿cómo responder frente a un ataque nuclear contra poblaciones civiles?
Si, supongamos, Corea del Norte lanza un misil nuclear contra Tokio o Seúl,
¿cuál debería ser la reacción de EE.UU.? En rigor, EE.UU. no tendría justificación para retribuir con un ataque nuclear
contra Pyongyang, pues vale insistir, la doctrina de la guerra justa prohíbe
ataques indiscriminados contra poblaciones civiles. Pero, esta respuesta parece
demasiado ingenua. Pues, si no hay retribución nuclear contra civiles, Corea
del Norte seguramente atacará aún otra ciudad surcoreana o japonesa. Si EE.UU.
se limita a atacar objetivos estrictamente militares, Corea del Norte sacará
provecho de eso, y volverá a atacar con armamento nuclear a los civiles
surcoreanos y japoneses.
Con
esto, regresamos a un viejo debate en filosofía, aquel entre deontologistas y
consecuencialistas. Los deontologistas postulan que hay acciones
intrínsecamente inmorales, como por ejemplo, atacar deliberadamente a civiles. Los
consecuencialistas, en cambio, postulan que es menester calcular las
consecuencias de las acciones, a fin de juzgarlas moralmente. Si EE.UU. retribuye
con un ataque nuclear a poblaciones civiles norcoreanas, Corea del Norte no
osará volver a atacar (quedará disuadida frente a tanta destrucción). En
cambio, si EE.UU. se propone cumplir intrínsecamente las reglas de la guerra
justa, permitirá que Corea del Norte vuelva a atacar civiles varias veces con
armamento nuclear (en tanto EE.UU. no retribuiría, no habría disuasión para
frenar a los norcoreanos), y el daño será mucho mayor.
Este
debate sigue sin resolverse. Michael Walzer, uno de los más elocuentes
exponentes de la doctrina de la guerra justa, considera que en situaciones de “emergencia
suprema”, las reglas morales de la guerra pueden suspenderse, siempre y cuando
tengan el objetivo de ahorrar sufrimientos futuros. Walzer advierte, no
obstante, que esta suspensión de las reglas de la guerra sólo puede invocarse
en situaciones críticas, frente a una amenaza brutal. Walzer tenía en mente la
amenaza nazi, y por ello, justificó el bombardeo de civiles alemanes durante
las fases iniciales de la Segunda Guerra Mundial, como medida desesperada de
Inglaterra para contener a los nazis. Bajo esta línea argumentativa, para
evitar más ataques nucleares norcoreanos, sería necesario suspender la
prohibición de atacar civiles, y se procedería a atacar ciudades norcoreanas
con armamento nuclear. Con todo, hay teóricos que postulan que la justicia debe
prevalecer aun si caen los cielos, y nunca se debe lanzar un ataque nuclear,
sin importar si se ha sido víctima de ataques nucleares.
Supongamos,
por ahora, que los deontologistas tienen razón, y que nunca está permitido
emplear armas nucleares. Pero, ¿estaría al menos permitida la amenaza? EE.UU. ha
amenazado a Corea del Norte: si usa armas nucleares contra Corea del Sur o
Japón, habrá retribución con armamento nuclear. En opinión de muchos
historiadores, las mutuas amenazas entre EE.UU. y la URSS durante la Guerra
Fría, permitieron efectivamente el balance y el mantenimiento de una tensa
calma entre ambas potencias. Si una parte dejaba de amenazar, la otra tendría
el camino libre para atacar. Así pues, quizás un deontologista podría postular que
el uso de las armas nucleares es inmoral, pero amenazar con usarlas no lo es.
Paul
Ramsey estaba en desacuerdo. A su juicio, amenazar con cometer un acto inmoral aun
sin consumarlo, sigue siendo inmoral. Aun si un ladrón no llega a robar un
banco, la planificación de su delito sigue siendo moralmente objetable. Pero,
de nuevo, la postura de Ramsey tiene aires de ingenuidad. Todo pareciera
indicar que, si no se amenaza a un enemigo con potencial nuclear, éste se verá
mucho más libre para atacar con armas nucleares. Si EE.UU. dejaba de amenazar a
la URSS con armas nucleares, habría probabilidades de que la URSS atacara, o
viceversa.
El
peligro, no obstante, está en que la mera amenaza no es suficiente. Llegado el
momento crítico, el enemigo buscará poner a prueba la amenaza. EE.UU. ha
amenazado a Corea del Norte con retribuir, en caso de que los norcoreanos
ataquen con misiles nucleares a Corea del Sur o Japón. Pero, si consumado el
ataque norcoreano, EE.UU. no cumple su amenaza, Corea del Norte comprenderá que
EE.UU. no es más que un gran bluf, un
tigre de papel que tomó todos los pasos para lanzar un ataque nuclear, pero que
no tiene la osadía de completarlo. Con este descubrimiento, Corea del Norte
seguiría atacando con misiles nucleares, pues comprendería que las amenazas nucleares
de los norteamericanos son vacías.
El mundo
necesita urgentemente de un desarme nuclear multilateral (coincido en que es
hipócrita oponerse al armamento nuclear iraní o norcoreano, pero no oponerse al
israelí o norteamericano, a pesar de que a diferencia de los segundos, los
primeros han dado señales explícitas de desear utilizar armas nucleares sin ser
agredidos previamente), y no hay forma fácil de lograrlo. Pero, me temo que, por
el momento, sigue siendo necesario amenazar con retribuir, y en caso de que
haya un ataque nuclear norcoreano, consumar la amenaza de retribución.
Quien tiene un ejercito no es para hacer desfiles, sino para aplastarle las nueces al que se deje. Eso de la defensa nacional es para disimular la intención.
ResponderEliminarQuien tiene un ejercito no se detiene frente a la sección de ética para buscar referencias, y si tiene alguna es que en la guerra vale todo.
Toda guerra es justa; al menos para alguna de las partes.
... y si alguien ha sido fiel a sus promesas ha sido USA.
Por lo visto, tú eres un realista. Yo no soy realista; yo me adscribo a la doctrina de la guerra justa; pienso que sí hay reglas en la guerra, y que se deben cumplir, y que por ende, no toda guerra es justa. Puedo estar de acuerdo contigo en que, muchas veces, efectivamente, "quien tiene un ejercito no se detiene frente a la sección de ética para buscar referencias, y si tiene alguna es que en la guerra vale todo". Pero es bastante obvio que no todos los militares piensan así. Hay militares con sentido ético. En West Point se enseñan cursos de moral, y la promulgación de la Convención de Ginebra, y el derecho internacional que pretende regular la conducta durante la guerra, precisamente parte de la premisa de que sí es posible ir a la guerra y mantener un sentido moral que señala que hay acciones que sencillamente no están permitidas.
EliminarTienes razón, algunas veces me odio por ser tan realista. Entonces, para desmentirme, una anécdota:
EliminarDurante la primera guerra del golfo el comandante del ejercito aliado era el general estadounidense Norman Schwarzkopf. Esa guerra tuvo la particularidad de ser transmitida "en vivo" desde el frente de batalla (en la segunda guerra el acceso de los medios fue restringido). Colin Powell, comandante del Estado Mayor estadounidense recibió una llamada de Schwarzkopf para notificarle que la fase del ataque aéreo y bombardeos se había completado con total éxito (tenía como objetivo poner fuera de operatividad el aparato bélico de Irak). Solicitaba permiso para continuar. Powell le pidió su opinión sobre lo qué pasaría a continuación a lo que Schwarzkopf le respondió: van ver la masacre más grande jamás televisada. Powell, en contra de los deseo del presidente Bush, ordenó detener las acciones para tratar de buscar la rendición de Irak por vías diplomáticas, lo cuál se logró pocos días después.
Me encantò el planteo, y se me ocurriò esto: ¿què pasarìa si todos los Estado-Naciòn del mundo poseyeran armamento nuclear? Si, en efecto, la Guerra frìa entre E.E.U.U y la U.R.S.S se sustentò en el hecho de que ambas tenìan con què amenazar al otro; ¿no se seguirìa de esto que, si todos los Estado-Naciòn tuviesen con què amenazar, esto servirìa para amedrentar el belicismo?
ResponderEliminarHay quien dice que, efectivamente, si todos los países tuviesen armamento nuclear, habría una tensa paz, y que por ello, el desarme nuclear no es una buena idea. Otros dicen que esta doctrina es muy peligrosa, porque un mínimo error que dispare accidentalmente un arma, generaría una reacción en cadena, y habría un holocausto nuclear. Es un tema debatido.
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