viernes, 6 de diciembre de 2013

¿Habría sobrevivido el nazismo si Hitler hubiera ganado la guerra?



            En una reciente conversación con mi amigo José Antonio Castilla Gómez, ha surgido una interesante pregunta: ¿qué habría ocurrido si Hitler hubiera ganado la guerra? Por alguna misteriosa razón, los historiadores que yo conozco, son reacios a hacerse preguntas contrafácticas (¿qué hubiera pasado si…?). Sospecho que estos historiadores consideran que los escenarios contrafácticos son demasiado especulativos, y por eso no les dedican atención. Yo, por el contrario, opino que el detenerse a considerar qué habría pasado si tal o cual evento hubiera sido distinto, es muy fructífero, pues a partir de ello podemos elaborar predicciones con mayor precisión.

            Mucha otra gente se ha hecho la pregunta de mi amigo José. De hecho, hay una película muy entretenida, Fatherland, consagrada a este asunto. Se retrata en ese filme a la sociedad alemana veinte años después del triunfo de Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Lamentablemente, si bien la premisa de la película es interesante, pronto incurre en terribles ingenuidades: en una visita a Hitler, el presidente norteamericano en el último minuto decide cancelar el encuentro, pues un heroico militar nazi le entrega fotos como evidencia del Holocausto (como si los Aliados no hubieran sabido de antemano la crudeza del Holocausto, como si unas meras fotos fueran suficientes para convencer a alguien de la magnitud del crimen).
            José me decía que, aun si Hitler hubiera ganado la guerra, los nazis no habrían sobrevivido. Pues, un régimen con tal nivel de inmoralidad sencillamente habría sido inoperante, y más temprano que tarde, habría de caer por su propio peso. La postura de José, me parece, se ajusta al sentido común. En algún momento, el mismo pueblo alemán se habría tenido que rebelar contra ese sistema tan atroz, pues sencillamente, no podría haber aguantado aquello.
            Pero, por otra parte, siempre he tenido la idea de que, precisamente, uno de los aspectos más escalofriantes del nazismo fue su seria posibilidad de haber triunfado. Es sabiduría popular el postular que no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo. Pero, me parece que el genio perverso de Joseph Goebbels precisamente estaba en su cálculo de que, si se decían mentiras gigantescas con suficiente persistencia, el pueblo eventualmente sí las aceptaría.
            Hitler fue demasiado ambicioso, y eso lo condujo a su propia ruina. Pero, quizás, si no hubiera abierto el frente contra los soviéticos, habría tenido altas probabilidades de ganar la guerra. Considero incluso más probable que, si Hitler hubiese confinado su atroz régimen dentro de las fronteras alemanas, se habría mantenido en el poder por décadas. Después de la I Guerra Mundial, los Aliados claramente no deseaban ir a una nueva confrontación, y así, habrían permitido a Hitler cometer cualquier tipo de atrocidad, siempre y cuando fuera dentro de las fronteras alemanas.
            Contrario a la opinión de José, yo sí temo que los regímenes atroces pueden durar muchos años. El brutal régimen de Corea del Norte no tiene fin cercano. La esclavitud duró más de veinte siglos. EE.UU. comete selectas atrocidades dentro y fuera de sus fronteras, pero eso está muy lejos de llevar a su propio colapso.
            Todo esto conduce a una inquietante pregunta filosófica: ¿cuál es el origen de la moral? La respuesta convencional, y a la cual yo suelo adscribirme, es ésta: la moral viene de nuestra evolución como especie primate social. La conducta moral entre seres humanos hubo de tener ventaja adaptativa. Un grupo sin moral sencillamente no puede sobrevivir.
            Pero, yo veo algunos problemas en esta hipótesis. La evolución opera con características que son ventajosas, pero no perfectas. Y así, ciertamente la conducta moral es ventajosa para la supervivencia, pero aquello que nosotros consideramos perfección moral no es necesariamente ventajoso para sobrevivir. En función de eso, me inclino a pensar  que podemos buscar conductas que consideramos como parte del deber moral, pero que con todo, no ofrecen ventaja adaptativa. Hacer el bien, me parece, no siempre resulta conveniente.
            Varios psicólogos han documentado cuán común es la creencia en un mundo justo. Los seres humanos tenemos la inclinación a creer que, quien hace mal, recibe mal; y quien hace bien, recibe bien. Bajo este esquema, hay gran ventaja en la conducta moral. Esto es muy típico en personas religiosas (la doctrina del karma opera de esa forma, como también la postura de los amigos de Job). Pero, me temo que no es exclusivo de gente religiosa: quienes suscriben la teoría de la evolución muchas veces también participan de la idea de que quien hace bien recibe bien (altruismo recíproco), y en ese sentido, la conducta moral ofrece ventaja adaptativa.
            Yo tengo mis dudas. Ciertamente, veo ventaja adaptativa en la moral. Pero, cada vez más me cuesta aceptar que la moral pueda reducirse a la selección natural. Me temo que, en ocasiones, el crimen sí paga.
Maquiavelo sabía esto muy bien. Volvamos al caso de un régimen atroz. Concedamos que la Alemania nazi no pudo haber sobrevivido con semejante nivel de inmoralidad. Pero, ¿qué hay de inmoralidades de menor rango, como las torturas en la cárcel de Guantánamo? Para el gobierno de EE.UU., el programa de torturas en Guantánamo sí ha resultado ventajoso: ha prevenido ataques terroristas, ha permitido al gobierno elevar su popularidad entre sus propios ciudadanos, etc. Con todo, lo que ocurre en Guantánamo es inmoral, y nuestro juicio se formula en independencia del criterio de cuán ventajoso resulte la conducta en cuestión.
Si algunos juicios morales no pueden formarse a partir de la selección natural, ¿de dónde viene, entonces, la moral? Llegado este punto, es fácil inclinarse por la respuesta más fácil: Dios. Debo confesar que, de todos los intentos por probar la existencia de Dios, el que más me resulta persuasivo es el argumento moral. Por supuesto, este argumento tiene sus fallas (enunciadas ya por Platón en el célebre dilema de Eutifrón: ¿lo bueno es bueno porque Dios así lo ordena, o Dios ordena lo bueno porque es lo bueno?). Si la distinción entre lo bueno y lo malo viene de Dios, entonces, en el caso de que Dios ordenase violar y robar, ¿eso sería bueno? El hecho de que no estemos dispuestos a aceptar que en ese caso, robar y matar sería bueno, es suficiente evidencia de que la diferencia entre lo bueno y lo malo existe en autonomía de Dios.
            No obstante, me temo que el mismo dilema de Eutifrón se aplica a las explicaciones de la moral con base en la teoría de la evolución. En el caso de que robar, matar y violar hubiese dado ventaja adaptativa, ¿esas acciones habrían sido buenas? Yo diría que no, y lo mismo que respecto a Dios, esto debería ser suficiente indicio de que la diferencia entre lo bueno y lo malo existe en autonomía de la selección natural.
            Pero, si no viene ni de Dios ni de la selección natural, entonces, ¿de dónde viene la moral? No lo sé, y me sigo haciendo la pregunta. Tentativamente, podría sostener que la moral es algo así como una forma platónica (del mismo estatus ontológico que un triángulo o un número). En ese caso, el materialismo como postura ontológica sería puesto en duda (pues existiría la moral como algo que trasciende la materia).

3 comentarios:

  1. sI GANABAN, EN PALABRAS DEL TIO ADOLFO

    https://www.taringa.net/posts/apuntes-y-monografias/19845003/Si-hubiera-ganado-la-Segunda-Guerra-Mundial-Por-A-Hitler.html

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  2. sI GANABAN, EN PALABRAS DEL TIO ADOLFO

    https://www.taringa.net/posts/apuntes-y-monografias/19845003/Si-hubiera-ganado-la-Segunda-Guerra-Mundial-Por-A-Hitler.html

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  3. Muy interesante el dilema que propones, el problema es que siempre caemos en debatir los mismo asuntos, es como que realmente no podremos explicar nada sin revelar la verdadera naturaleza de Dios y su propósito con los seres humanos.

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