sábado, 18 de mayo de 2013

Nicolás Maduro, ¿paladín de la derecha endógena?




            Frente al colosal fracaso de la oposición venezolana durante los catorce años que gobernó Hugo Chávez, un sector de la opinión pública depositó sus esperanzas en que Chávez fuese derrocado por alguno de sus más cercanos colaboradores. A partir de esto, Chávez, siempre paranoico, desarrolló una obsesión con la “derecha endógena”. El concepto es muy sencillo: hay gente disfrazada de izquierdista, pero que en realidad piensa y actúa como derechista, y pretende sabotear a la revolución desde dentro.
 
            Esta paranoia suscitó situaciones sumamente lamentables. En el seno de las instituciones públicas, hubo purgas masivas, bajo el temor de que hubiese “derechistas endógenos”. Y, en la mentalidad maniquea de la mayor parte de los chavistas, “derechista” vino a ser sencillamente sinónimo de “inmoral”. Si se descubría que algún funcionario o político incurría en peculado, era acusado de ser un “derechista endógeno”. Así, los chavistas han sido muy dados a cometer la ‘falacia del verdadero escocés’ (esa falacia consiste en postular que todos los escoceses llevan falda, y si se presenta un caso de un escocés que no lleva falda, entonces se concluye que no es un verdadero escocés): para ellos, el ser izquierdista implica una absoluta pureza moral, y quien no cumpla ese riguroso criterio, entonces no es un verdadero izquierdista.
            El personaje de más alto perfil que más resonó como paladín de la “derecha endógena” fue Diosdado Cabello. Es, efectivamente, un hombre profundamente inmoral, con una mentalidad militarista, y una de las personas más acaudaladas de Venezuela (presumiblemente su riqueza procede de negocios sucios en la administración de los fondos públicos). Diosdado no termina de generar confianza en las bases populares chavistas, y por ello, sigue siendo inevitable que esté bajo sospecha de ser un “derechista endógeno”.
            Pero, por supuesto, todas estas elucubraciones tienen sentido, sólo si se asume que la condición de “derechista endógeno” es inmoral. Yo, en cambio, veo gran virtud en ser un derechista endógeno. La derecha es muy heterogénea (va desde los movimientos fascistas hasta los libertarios actuales), pero en el contexto venezolano, podemos identificarla con los postulados del liberalismo: un Estado más contraído que permite espacio para las libertades individuales y las iniciativas privadas; y que valore la meritocracia y la igualdad de oportunidades, evitando imponer forzosamente la igualdad de condiciones mediante el despojo de la propiedad legítima. Bajo esta definición, me parece que el verdadero derechista endógeno no es Diosdado Cabello, sino el propio Nicolás Maduro.
 
            Recientemente, Maduro ha convocado al diálogo a los empresarios privados, y ha advertido que no estará dispuesto a seguir regalando viviendas; por el contrario, cada ciudadano tendrá que ganarla con su esfuerzo. Chávez jamás procedió de esta manera, y por buenas razones: como típico izquierdista, Chávez asumió que la empresa privada es depredadora del proletariado; y que no es necesario convocar a un diálogo con los empresarios, sino más bien expropiar sus industrias, como parte de la lucha de clases. Asimismo, Chávez sembró en los venezolanos la idea de que el Estado es el garante del bienestar, y que por ende, el ciudadano puede esperar la acción paternalista del Estado en la satisfacción de todas sus necesidades.
            Las acciones de Maduro apenas son embrionarias, y habrá que esperar si (en honor a su apellido), realmente maduran. Pero, sí son sorprendentes, pues son típicas de la derecha, no de la izquierda. Pero, por supuesto, en esta coyuntura, para ser eficaz, Maduro debe disfrazarse de izquierdista. Pues, después de catorce años de adoctrinamiento, el pueblo venezolano no está preparado para aceptar a un mandatario abiertamente derechista. Maduro debe seguir vistiéndose de rojo y seguir cantando los bodrios de Alí Primera, pero mientras se deleita con esos shows mediáticos frente a las masas, a puerta cerrada conversa francamente con los empresarios la posibilidad de estimular la iniciativa privada.
            Maduro no sería el primer derechista endógeno de la historia. Ya ha habido varios, unos con más éxito que otros. Mijaíl Gorbachov siguió encabezando los patéticos desfiles militares soviéticos, pero detrás de toda esta parafernalia, sentó las bases para las reformas que eventualmente condujeron a la implosión de la URSS. La perestroika es probablemente la más emblemática representación de la “derecha endógena” en el siglo XX. Gorbachov no tuvo los mejores resultados. El brutal sistema comunista de la URSS se desplomó, pero no es del todo seguro que lo que vino después en Rusia fuese mejor. Quizás el error de Gorbachov estuvo en no haber propiciado sus reformas de manera suficientemente gradual.
            Más exitoso fue el otro gran derechista endógeno del siglo XX, Deng Xiaoping. En un inicio, Deng fue más abierto en su deseo de reformas, y pagó caro su error. Se ganó la desconfianza de Mao, y la revolución cultural china fue exitosa en separarlo del escenario político. Pero, tras la muerte de Mao, Deng regresó a la escena política, y esta vez, aprendió su lección. Fue más cauteloso, y asumió con más vehemencia la parafernalia comunista, y supo disimular mejor su deseo de abrir a China a la economía de mercado. Pero, tras bastidores, fue sentando las bases para el abandono del comunismo y la inserción de China en el capitalismo global. Los chinos deben a Deng el perfilarse hoy como una gran potencia, después de haber permanecido varias décadas como el gigante dormido. El legado de Deng sigue vigente hoy. Ningún chino se atreve a asomarse como abiertamente derechista, pero es un secreto a voces que la “derecha endógena” es quien realmente gobierna China.
 
            Por ahora, no hay posibilidad de que un líder de derecha llegue al poder en Venezuela. El comportamiento de Capriles y la oposición ha sido consistentemente errático. Pero, sí hay la posibilidad de que Maduro aproveche su semblanza comunista, y adelante las reformas que Chávez no quiso hacer. Maduro tiene una oportunidad dorada de convertirse en el paladín de la derecha endógena. Esperemos que no nos defraude a nosotros, la derecha exógena.

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