El mes pasado tuve
la oportunidad de visitar templos de diversas tradiciones religiosas en EE.UU.
He estudiado de cerca las religiones abrahámicas durante varios años, pero mi
conocimiento sobre las religiones originarias de la India ha sido muy escaso.
Durante mi visita a estos templos, aproveché para introducirme en el estudio
del hinduismo. Bajo la recomendación de algunos amigos hindúes que me
acompañaron en estas visitas, empecé con la lectura del Bhagavad Guita.
Desde antes, yo
sabía que el Bhagavad Guita, junto al
sermón de la montaña en el evangelio de Mateo,
había servido de inspiración para la admirable labor cívica de Gandhi. Con ese
dato como preludio, yo estaba condicionado a compartir la admiración que muchas
otras personas tienen por este texto religioso. Pero, pronto aprendí que, el
asesino de Gandhi, ¡también estuvo inspirado en el Bhagavad Guita para cometer su nefasto crimen! Así pues, creció en
mí la suspicacia de que, como casi todos los grandes textos religiosos, el Bhagavad Guita sirve para inspirar mucho
bien y mucho mal. Y, precisamente en función de esta versatilidad moral, es
plausible argumentar que, también como los otros grandes textos religiosos, el Bhagavad Guita no se caracteriza por ser
un texto claro y preciso, y su ambigüedad puede resultar peligrosa.
El Bhagavad Guita (literalmente, ‘la
canción de Dios’) es una sección del Majábharata, una épica hindú de enorme
dimensiones (siete veces más larga que la Ilíada)
que fue compuesta probablemente hacia el siglo III antes de nuestra era. Narra
la historia de una lucha entre dos familias que a su vez están emparentadas:
los cinco hermanos Pandavas, enfrentados a sus primos, los cinco hermanos Kuravas.
Según se narra, los Pandavas perdieron su reino en una apuesta de un juego de
dados contra los Kuravas. Fueron exiliados al bosque, pero según los términos
del trato, al cabo de trece años, regresarían para gobernar nuevamente. Cuando
se cumplió el plazo, los Pandavas regresaron, pero los Kuravas no estuvieron
dispuestos a entregar el reino. Esto ocasionó la guerra entre ambas familias.
El Bhagavad Guita se ubica en este
contexto. Aryuna, uno de los Pandavas, es un talentoso arquero que se prepara
para la batalla. Justo antes de la batalla, el conductor de su carro de guerra,
Krisna, lo pasea frente a las filas enemigas, las cuales los superan en número.
Aryuna es aguerrido y valiente, pero al darse cuenta de que en las filas
enemigas están sus primos, amigos y maestros, decide deponer las armas. Krisna,
no obstante, trata de convencerlo de que retome las armas, y empieza así un
diálogo filosófico entre ambos.
Krisna empieza con
un argumento que, a mi juicio, resulta bastante razonable. Krisna le recomienda
a Aryuna que se deje guiar por su dharma.
Los estudiosos occidentales del hinduismo saben muy bien que las traducciones
de los términos sánscritos propios del hinduismo a veces son complicadas, pero
a grandes rasgos, podemos aceptar que ‘dharma’
es algo parecido a la noción occidental de ‘deber’ u ‘obligación’. Así, Krisna
le advierte a Aryuna que éste tiene el deber moral de luchar (sin importar si
en las filas enemigas están sus parientes y amigos), y que su integridad así se
lo exige.
Este argumento me
resulta atractivo por dos razones fundamentales. En primer lugar, es una
elocuente exhortación a sobreponer el nepotismo. Mi región, Latinoamérica, ha
estado históricamente plagada de clientelismos, compadrazgos y nepotismo. Como
en buena parte del Tercer Mundo, en Latinoamérica, la sangre es más espesa que
el agua. Y, en muchos casos, los latinoamericanos están dispuestos a evadir las
obligaciones morales, con tal de favorecer a los parientes. Mucho antes de que
los teóricos de la modernización advirtiesen que el debilitamiento de las redes
de parentesco y del nepotismo, son medidas necesarias para una sociedad
próspera, justa y funcional, Krisna ya dejaba entrever que, aun en el caso de
que la sangre fuese más espesa que el agua, el deber moral es más espeso que la
sangre. Es difícil enfrentarse a los parientes, y la reacción de Aryuna es
comprensible, pero la persona moralmente íntegra sabe que, por encima de los
parientes, está la obligación ética.
También me atrae
del argumento de Krisna, el hecho de que está dispuesto a admitir la moralidad
de la acción militar. Gandhi era pacifista, pero definitivamente, su pacifismo
no pudo estar inspirado en el Bhagavad
Guita, pues este texto es a todas luces un llamado a tomar las armas. No me
convence la interpretación de que el llamado a tomar las armas es meramente
metafórico. Antes bien, Krisna intenta ofrecer una justificación moral para la
guerra. Contrario a Gandhi, yo opino que, en ocasiones, la acción militar sí
está moralmente justificada, y creo que la tradición católica de la ‘guerra
justa’ ofrece buenos parámetros como guía (en otro lugar he escrito sobre esta
doctrina; acá).
El problema, no
obstante, es que los motivos que Krisna defiende para que Aryuna vaya a la batalla
son sumamente cuestionables. En primer lugar, Krisna recuerda a Aryuna que,
puesto que éste es un guerrero, debe cumplir su deber. Con esto, Krisna termina
por aniquilar cualquier objeción de conciencia. Para Krisna, el guerrero debe
luchar, independientemente de lo que su conciencia le dicte. Y, así, aun si la
guerra es injusta, debe luchar, pues es su dharma.
Krisna no evalúa si se agotaron las instancias diplomáticas, si el daño de las
bajas será proporcional a los objetivos, etc. Para él, aun si la guerra es
injusta, Krisna debe luchar.
Esto, por supuesto,
es muy contrario a la ética. Ciertamente el militar tiene la obligación moral
de luchar, pero no cualquier guerra. Para poder luchar en una guerra, el
militar debe evaluar la justificación moral de esa empresa, y si tras un
examen, su conciencia le dicta que esa guerra es injusta, entonces debe
resistir y deponer las armas. El dharma,
me parece, es sólo luchar en una guerra justa, no en cualquier guerra.
Hay, además, un
tufo opresor en el argumento de Krisna. Como se sabe, tradicionalmente el
hinduismo ha ofrecido aval a un espantoso sistema de castas. Y, Krisna avala
este sistema de castas insistiendo en que Aryuna debe cumplir su función
social, en tanto pertenece a la casta de los guerreros. Así, Krisna ratifica la
noción de que cada quien, desde su nacimiento, ha sido colocado en una posición
social, y debe mantenerse en ella.
Krisna prosigue con
su argumentación, y le enseña a Aryuna que, en realidad, no tiene nada por lo
cual lamentarse, pues sus flechas realmente no perjudicarán al enemigo. Aryuna
no podrá matar a nadie. Pues, la existencia está en el alma, no en el cuerpo. Y,
así, aun si Aryuna destruye el cuerpo de sus parientes, éstos sobrevivirán,
pues reencarnarán en otro cuerpo. Así, Krsina expone la doctrina de samsara (ciclo de reencarnaciones):
morir es meramente como un cambio de ropa; el alma se despoja de un cuerpo,
pero renace en otro.
Este argumento es
monstruoso. Parte de la hipótesis no comprobada (y filosóficamente muy problemática)
de la reencarnación. Pero, peor aún, a partir de ella, abre el camino para
despojar de sensibilidad ante la muerte de los demás. Es sumamente peligrosa. Fácilmente
cualquier psicópata puede leer el Bhagavad
Guita, y convencerse a sí mismo de que, en realidad, está ayudando a sus
víctimas, pues sencillamente las está despojando de un cuerpo, y las está
ayudando a entrar en otro.
Krisna enseña que
el propósito en la vida es escapar al ciclo de reencarnaciones, y alcanzar moksha, el estado de unión completa con
Dios. Quien alcance el moksha, dejará
de reencarnar, se habrá liberado de la prisión de este mundo, y se diluirá en Brahman, la sustancia divina. Para
alcanzar moksha, enseña Krisna, hay
tres yoga, o caminos para la liberación
del cuerpo y la unión con Dios.
Krisna considera el
camino del conocimiento y la meditación. A pesar de que pueden efectivamente
conducir a moksha, Krisna tiene
preferencia por el camino del karma, la
acción. No sirve de nada retirarse a la contemplación, si la mente aún está
aferrada a las cosas del mundo. Es mucho más estimable actuar, pero sin
disfrutar los resultados de la acción. El yoga
del karma exige tomar medidas,
actuar, pero despojado de intenciones egoístas. Debe actuarse en beneficio de
los demás, pero nunca pensando en el beneficio propio. De nada sirve ayudar a
los demás, si hay de por medio un interés egoísta. La liberación viene en el
desprendimiento, no propiamente de las acciones en el mundo, sino de los deseos
que conducen a esas acciones. En otras palabras, Krisna sugiere que debemos
hacer buenas obras, pero suprimir nuestros deseos. Y, así, se debe obrar, pero
no gozar del fruto de nuestras acciones.
En su célebre
estudio sobre la religión, la sociedad y la economía de la India, Max Weber
advertía que el capitalismo tardó en surgir en ese país, en buena medida porque
sus ideas religiosas lo impidieron. El sistema de castas impuso una severa
limitación al ímpetu innovador necesario para el capitalismo, y aunado a eso,
la exhortación a la renuncia del mundo material obviamente es incompatible con
un sistema de producción en masa. Las tesis de Weber han sido cuestionadas,
pero ciertamente es fácil formarse la imagen de la India como un país poblado
por místicos y ascetas, en plena contemplación, rodeados de moscas y desechos,
sin la menor intención de transformar el mundo.
Pero, la enseñanza
de Krisna en el Bhagavad Guita no es ésa.
Él no exhorta a retirarse a una vida contemplativa, y dejar el mundo tal cual
como está. Antes bien, hace un llamado a la acción, y precisamente este llamado
a la acción sirvió de inspiración a Gandhi para emprender su monumental labor.
Este principio me parece sumamente estimable. Curiosamente, la enseñanza de
Krisna puede incluso ser una variante de la ética del trabajo que Weber
documentó entre los protestantes: existe la obligación de levantarse y
trabajar, tomar acciones en el mundo.
El problema, no
obstante, es el corolario de la enseñanza de Krisna. Éste enseña a Aryuna que
debe tomar acción, pero no debe disfrutar
los resultados de su acción. Con esto, Krisna evoca un cierto masoquismo,
presente en muchas de las grandes religiones del mundo. ¿Por qué ha de ser
objetable el placer? ¿Bajo qué criterio es moralmente reprochable el gozar de
los resultados de nuestras buenas acciones? En alguna ocasión le preguntaron al
filósofo Thomas Hobbes por qué, si era ateo, daba limosna a un pordiosero (presumiblemente,
quien hacía esta pregunta creía que no puede haber moral sin religión); Hobbes
respondió: “porque me siento bien haciéndolo”.
No veo nada
objetable en la respuesta de Hobbes. Exigir a los demás que hagan el bien sin
esperar absolutamente nada a cambio, es una medida sumamente torpe. Lograremos
mucho más si persuadimos a los demás de que, al hacer el bien, ellos mismos disfrutarán de sus acciones.
Es un hecho firmemente arraigado en la naturaleza humana, que la principal
motivación para hacer el bien a los demás es el beneficio propio. Y, esto es así
por un motivo muy sencillo: en tanto somos primates sociales, para satisfacer
nuestros propios deseos, requerimos de la ayuda de los demás, y esto se logra
con la cooperación. Con su antipatía por el hedonismo, Krisna nos despoja de
nuestra principal motivación para ser morales.
Más aún, resulta
terrible recibir apoyo de personas que nos ayudan sin disfrutar los resultados
de sus acciones benéficas. La filósofa Ayn Rand ilustraba esto con un ejemplo
muy vívido: ningún esposo sano querrá que su esposa lo satisfaga sexualmente,
sin que ella misma disfrute lo que está haciendo. El esposo disfrutará mucho más
cuando sepa que su esposa disfruta lo que hace. En el momento en que una mujer
me diga que tiene sexo conmigo, sencillamente porque es su deber, pero no
porque realmente lo está disfrutando, entraré en una terrible depresión.
En su
conversación con Krisna, Aryuna tiene reacciones de sentido común. Es natural
sentir freno ante la idea de matar a los propios parientes. Es natural sentir
satisfacción por la realización de buenas acciones. Krisna responde a estas
objeciones, como he mencionado, con buenos y malos argumentos. Pero, parece ser
que la respuesta definitiva de Krisna (y el motivo por el cual Aryuna termina de
convencerse), procede de una epifanía. Krisna le va sugiriendo a Aryuna que,
además del camino de la acción, asuma la meditación y la piedad religiosa, y al
final, asume una forma grandiosa ante Aryuna, la cual es descrita como “el
brillo de más de mil soles”. Con esto, Aryuna despeja sus dudas, y se convence
del origen divino de Krisna. Toma su consejo, y ya definitivamente entra en la
batalla.
La
apoteosis de Krisna, por supuesto, no es ningún argumento racional convincente
para una persona en el mundo contemporáneo. El soldado moderno que tiene el
dilema de enfrentarse o no a sus parientes, no recibirá una epifanía que le
permita despojar sus dudas. Pareciera que, al final, Aryuna queda convencido sólo
tras ver a Krisna en su forma radiante. Pero, precisamente, esto ayuda muy poco
a resolver los dilemas morales contemporáneos. No podemos esperar que se nos
aparezca un dios resplandeciente, para saber cuál es la decisión moral correcta
en una situación difícil. Las decisiones deben tomarse razonándolas. Y,
precisamente el hecho de que Aryuna sólo se convence tras la epifanía de
Krisna, es señal de que, después de todo, los argumentos de Krisna no son muy
firmes, y por ende, no son dignos de ser tomados muy en serio.
El Bhagavad Guita me resulta un poema de
inmenso valor literario, y es lamentable que en Occidente no lo conozcamos
casi. Como en buena parte de la literatura hindú, no es meramente
entretenimiento; tiene también un meritorio contenido filosófico. Pero, me
parece prudente rechazar sus enseñanzas. Para saber si debemos o no luchar
contra nuestros parientes, o cómo debemos vivir, es mucho más conveniente leer
a Aristóteles, Kant o John Stuart Mill, quienes enfatizarán respectivamente la
virtud, el deber o la utilidad; en vez de dejarse guiar por el consejo masoquista
de un dios que, además, parte de la premisa irracional de la reencarnación.
Gabriel, yo no diría que el legado ni el actuar de Gandhi caen dentro de 'lo bueno', ni cerquita: http://bit.ly/onfpdN
ResponderEliminarDavid, desde que hemos intercambiado emails, he admirado tu capacidad iconoclasta, y te felicito por ello. Pero, en el caso de Gandhi, yo la moderaría. Es verdad que mucha gente admira a Gandhi, sin realmente conocer los detalles elementales de su vida y obra. Y, sí, tienes toda la razón cuando dices que Gandhi fue un racista en Sudáfrica, y yo no creo que vale excusarse diciendo que fueron sencillamente las circunstancias de su época. Pero, al balancear su racismo en Sudáfrica, su participación en la guerra de lso bóer, su absurdo ascetismo, etc., contra el logro de independizar a India de forma bastante pacífica (muchísimo más pacífica que la independencia de Venezuela o Colombia), creo que Gandhi sale bien parado. Todos cometemos errores, y Gandhi no estuvo exento de ellos. Pero, en balance, yo sí le tengo admiración, a pesar de que debo admitir que tus críticas son bastante contundentes. Pero, insisto, el solo hecho de haber logrado la independencia de la India de esa forma, es suficiente para reconocer su labor.
EliminarHola Gabriel gracias por tu escrito, interesante!.
ResponderEliminarDel bhagavad gita hay tantas y a veces dispares traducciones, cual usaste?
El personaje Krishna fue mediador de paz entre los Kurus y Pandavas, ya habían agotado toda salida diplomática posible, según cuenta el Mahabharata.
dicen que Openhaimer inventor de la bomba atómica, citaba frecuentemente el verso que dice "nadie mata ni es matado".
creo que tu no te has enterado de nada de lo que dice el Bhagabadguita. No se que traducción has leído pero desde luego no tiene nada que ver con la mía
ResponderEliminarEstás erróneo prácticamente en todo.
En todo el libro se habla en metáforas..la guerra, es la lucha interior del ser humano ,no es una guerra real,..y aún si así fuera la vía diplomática estaba agotada,o tu sólo leíste medio libro.Tambien se te olvidó comentar que pasaría si Arjuna no luchase, la vergüenza para su familia,el deshonor,etc.y estarían robando a Arjuna y los suyos lo que por derecho ya era suyo.Creo que deberías volver a leer el Bhagabadguita y te busques un buen intérprete de sánscrito y un maestro que te guíe en la interpretación, por que realmente no has entendido nada .