sábado, 21 de enero de 2017

Ezequiel Zamora en su bicentenario

2017 es el bicentenario de Ezequiel Zamora, y como era de esperarse, el gobierno venezolano ha empezado a promover las celebraciones. Dado el gusto de los chavistas por enaltecer personajes detestables (¡Chávez incluso llegó a elogiar al psicópata José Tomás Boves!), cabe sospechar que Zamora es uno más en la lista de infames. El parapeto del “árbol de las tres raíces” que inventaron los chavistas está conformado por Bolívar, Simón Rodríguez y Zamora. Los dos primeros son personajes que, aun con sus fallas, dejaron un legado positivo en Venezuela, y en función de eso, tienen el respeto de los propios anti-chavistas. Pero, el tercero, Zamora, es inequívocamente repudiado por los opositores al gobierno.

            A decir verdad, Zamora no es el monstruo que pinta el anti-chavismo. Pero, por supuesto, tampoco es el noble héroe que sale retratado en el bodrio cinematográfico de Román Chalbaud, Zamora, tierra y hombres libres. Hijo de un canario de clase baja (pero no la más baja en la sociedad venezolana), Zamora fue un comerciante de ganado en los llanos, y trató de incursionar en la vida política. Se presentó como candidato a elecciones regionales, pero mediante artimañas, le fue arrebatada su victoria electoral. Desde entonces, se hizo rebelde.
            La Venezuela de la época inmediatamente posterior a la independencia era un caos. Los chavistas quieren vendernos el cuento de que en la guerra de independencia hubo purísimas motivaciones ideológicas, pero a decir verdad, la mayoría de los patriotas se enlistaron en los ejércitos sólo bajo la promesa de botín (por ese mismo motivo, previamente las hordas combatientes habían seguido a Boves). En vista de que esa guerra de independencia fue muy dura y tardó mucho en decidirse, el pago del botín tardó en llegar. Y así, se empezó a pagar con títulos de tierras que aún no se controlaban. Los soldados, desesperados por conseguir alguna riqueza, vendieron esos títulos a precio de gallina flaca a especuladores financieros, y cuando finalmente se controlaron esas tierras, una pequeña élite latifundista era dueña del país.
            Además de eso, en 1834, el gobierno de Páez había promovido una ley que permitía a los acreedores rematar las propiedades de los deudores según los precios del mercado. Ese mercado, por supuesto, se mantenía artificialmente bajo debido a la especulación de los carteles, y así, eso cimentó aún más el latifundismo.
            Sería un despropósito, pues, negar que en la Venezuela de la época de Zamora, urgía una reforma agraria. Pero, eso no es suficiente excusa para enaltecer a un hombre que, en esencia, fue poco más que un bandolero de camino. La propia guerra de independencia se hizo con caudillos. Si bien Bolívar trató en alguna medida profesionalizar sus ejércitos, y planteó un proyecto moderno de nación, lo cierto es que, al final, él también participó del caudillismo que, a la larga, derrumbó a la Gran Colombia. Y, así, por el próximo siglo, Venezuela sería una gran hacienda repartida entre hombres fuertes que, pasándose las ideologías por el culo (aunque ocasionalmente haciendo proclamas llenas de clichés), aglutinarían a su alrededor a hordas de bandoleros que les rendían lealtad personal.
            Los Monagas fueron unos de estos hombres fuertes, y Zamora fue uno de sus vasallos. Los Monagas hicieron algunas reformas liberales (por ejemplo, abolir la esclavitud), pero básicamente siguieron siendo caudillos que empleaban las típicas tácticas del gangsterismo político (la más infame de todas, el asalto al Congreso en 1848). Zamora actuaba como el comandante de grupos de choque al servicio de los Monagas, y hacía el trabajo sucio para los caudillos.
            Al estilo de los pranes en la Venezuela contemporánea, la rudeza se va demostrando, y con el tiempo, el peón se convierte en caudillo. Así, Zamora fue escalando en el caudillaje, y para 1858, en medio de la mediocridad del presidente Julián Castro (a su vez un tipo que pretendía ser caudillo, pero que le faltaba el temple sanguinario y la determinación para tener esa posición), Zamora (que había sido exiliado junto a otros caudillos), preparó una invasión a Venezuela desde Curazao, con la esperanza de llevar a sus bandoleros hasta Caracas y tomar el poder.
            Zamora fue muy hábil en explotar el resentimiento social de sus seguidores. Venezuela tenía ya una larga tradición en este juego perverso, sin importar los detalles de las ideas políticas. Fuera a favor del rey (como Boves), o a favor de la república (como Páez), al caudillo le bastaba sembrar la envidia y el resentimiento en el campesino, para que se le uniera como bandolero.  Al final, las hordas seguidoras de Zamora no tardaron en expresar la proclama de que, al llegar a Caracas, matarían a todos los blancos (o “godos”, como se les llamaba) y, peor aún, a todos los que supieran leer y escribir. ¡Gracias a Dios a Chávez no se le ocurrió usar a Zamora como epónimo de sus misiones de alfabetismo!
            Eric Hobsbawm, el historiador británico que escribió un libro famoso sobre los bandidos y bandoleros de camino, decía que estos personajes surgían en escenarios de opresión social y que, en cierto sentido, eran revolucionarios. A Hobsbawm se le ha acusado de ingenuamente romantizar a esos asesinos, pero bien haríamos en admitir que, en efecto, personajes como Pancho Villa y Robin Hood no habrían surgido en sociedades justas y equilibradas. Lo mismo aplica a Zamora: sí, era un bandolero sin escrúpulos, pero la propia élite latifundista caraqueña creó a aquel monstruo.

Y, en honor a la justicia, cabe también reconocer que Zamora era poco más que un mero bandolero. Si bien no había tenido una educación formal, recibió alguna formación a través de su cuñado, el alsaciano Juan Caspers. Zamora usaba algunos lemas ideológicos aquí y allá, como el panfletario “Tierra y hombres libres”, pero en el fondo, era el típico caudillo decimonónico que, como Boves y tantos otros, exaltaba los odios sociales y raciales para, a la larga, acomodarse él mismo. Quienes lucharon junto a él en la Guerra Federal (fundamentalmente Falcón y Guzmán Blanco), efectivamente terminaron por acomodarse ellos mismos tras acceder al poder. No sabemos si Zamora hubiese hecho lo mismo, pues murió en campaña militar en 1860 mucho antes del final de la guerra, pero si yo tuviera que especular, diría que, como todos los otros caudillos del siglo XIX, él también se hubiese acomodado (Zamora, además de adquirir una buena condición social debido a su matrimonio con la hermana del general Falcón, fue esclavista, y cuando llegó la abolición de la esclavitud en Venezuela, no dudó en cobrar la compensación por liberar a sus esclavos). Sospecho también que, de haber triunfado en su acometido, Zamora, como la “legión infernal” de Boves, hubiese pasado por el filo a miles de inocentes, por el mero hecho de ser “godos”.  
El chavismo tiene un particular talento para la incoherencia ideológica. Y así, trata de meter en un mismo saco ideológico a gente muy dispar (y que, además, frecuentemente se odiaban a muerte entre sí). Con su parapeto del “árbol de las tres raíces”, Chávez quiso sintetizar a Zamora con Bolívar. Yo francamente dudo de que el Libertador, de estar vivo, hubiera aprobado a un personaje como Zamora. De antemano, vale destacar que Bolívar fue un centralista, y Zamora más bien organizó a sus ejércitos en torno a la causa federal.
Pero, el verdadero motivo por el cual Bolívar habría repudiado a Zamora habría sido otro. El Libertador luchó contra el despotismo de la sociedad colonial, y tuvo conciencia de que el latifundismo se convertiría en un problema. Pero, tras la expulsión de los españoles, la mayor preocupación de Bolívar siempre fue el auge de caudillos y bandoleros incontrolables que alimentaran los odios raciales y los resentimientos sociales en su propio beneficio, y terminaran por destruir a la nación. Bolívar quería evitar a toda costa la masacre de blancos que sí hubo en Haití en 1804. En parte, fue por eso que decidió neutralizar a Piar fusilándolo en 1817, pues el general Piar, como las hordas de Zamora, agitaba el avispero con el objetivo de instigar una guerra racial y matar a todos los “godos”, fueran realistas o republicanos.
Chávez coqueteó mucho con el resentimiento social y lo convirtió en la base de su liderazgo, pero en su defensa, debo decir que casi siempre se cuidó de no incurrir en la cizaña racial genocida de Boves, Piar o Zamora. Con todo, de las tres raíces del árbol que los chavistas inventaron, Zamora es el que más los inspira. Desde el principio, Chávez entendió que su base no estaría solamente en las Fuerzas Armadas, sino también en los grupos de choque (“colectivos”) que harían el trabajo sucio de intimidar y neutralizar a los disidentes. Estos grupos operan con el mismo estilo gangsteril de Zamora; se cubren con un barniz de clichés ideológicos, pero en el fondo, no son más que bandas armadas que responden a liderazgos personalizados: Lina Ron, Robert Serra, etc. El resultado, demás está decir, ha sido catastrófico para Venezuela.
Al evaluar a una figura como Ezequiel Zamora, reafirmo mi admiración por Edmund Burke. Como muchos otros conservadores de su época, Burke repudió a la revolución francesa. Pero, a diferencia de los contrarrevolucionarios absolutistas que defendían fanáticamente el trono y el altar, Burke siempre admitió que el Ancien regime requería reformas. Por esa razón, por ejemplo, Burke simpatizaba con los revolucionarios de 1776 en Norteamérica. No obstante, hay revoluciones, y hay revoluciones. Las revoluciones que quieren cambiar todo a sangre y fuego de la noche a la mañana, terminan por ser desastrosas. Al final, en esas revoluciones, las hordas terminan guillotinando a la gente. Proféticamente, Burke supo advertir que ése sería el triste destino de la revolución francesa.

Pues bien, un burkeano como yo admitiría que, tanto en la Venezuela de mediados del siglo XIX, como en la de finales del siglo XX, se necesitaban reformas. Zamora y Chávez no surgieron de la nada: había condiciones opresivas que propiciaron su auge. Pero, Burke reprocharía duramente a esos dos caudillos por su impaciencia. Zamora al final no logró absolutamente nada. Al temer su radicalismo, la oligarquía caraqueña se le enfrentó a toda costa. Y, aun si llegaron al poder tras el tratado de Coche que puso fin a la guerra, los federales dejaron intacto el latifundismo. Si Zamora hubiese sido menos ambicioso y más comedido, estoy seguro de que hubiese logrado más.
Chávez, por su parte, precisamente porque fue más comedido, sí logró algunas cosas importantes (aunque, en buena medida, fueron más debidas a la suerte petrolera que a su visión política). Con todo, a la larga, dejó un país en ruinas. Lamentablemente, mientras se siga exaltando a bandoleros como Ezequiel Zamora; mientras no se sepa reconocer que no todo puede cambiar de la noche a la mañana, y que el poder popular debe tener límites; seguiremos en este atolladero.

14 comentarios:

  1. Muy buen articulo, un poco fuera de lo comun por lo coloquial en una parte, pero aun asi muy interesante.

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    1. Gracias. Hoy salí temprano a caminar en un parque de Maracaibo. Había mucha gente, por ser día festivo. Pregunté a varios qué opinaban de Zamora. La mayoría me dijo que no sabían quién era.

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  2. Profesor, gracias por ese interesante y si, lamentablemente la ignorancia acerca de la historia es grande.

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    1. Así es, supongo que, con nuestro nuevo día de fiesta, aprendamos quién fue y qué hizo en realidad Zamora.

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  3. guau! increible como se supera la escoria neoliberal apatrida y lamebotas de estados unidos como tu pseudo profesorsucho. zapata tambien fue un delincuente? y sandino tambien? y durruti en el estado español tambien? no! no lo fueron, los levantamientos populares en cualquier parte del mundo y en cualquier epoca historica, son motivados por el resentimiento social y economico, acaso las revueltas de esclavos en estados unidos y el levantamiento de jhon brown con sus hijos antes de la guerra civil yanqui, no fueron motivados por el resentimiento social? claro que si! de igual manera las independencias latinoamericanas tambien fueron motivadas por ello, segun tus rebuznos de idiota, los campesinos, indigenas, y criollos tenian que desistir de la independencia para "evitar el resentimiento social"? das asco!

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    1. hay que ser un revolucionario autentico para obtener al menos reformas, el que aspira a poco no llega a nada. pero claro, para toda escoria derechista y momia reaccionaria, defensora de pseudo valores caducos como tu, todo revolucionario es bandido. das asco! gentuza como tu es la que en españa le dice a sus alumnos que no se preocupen por la corrupcion del psoe y el pp y sigan viendo tele. asco das!

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    2. Quedé asombrado ante la capacidad de lanzar tantos insultos con tan poca argumentación

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  4. Historia, mas interpretacion q realidad!! Sinceramente, tan conservadora y reaccionaria la posición de quien escribe el articulo, q raya en el asco y el sesgo miope de ver y creer q el mundo debe ser a su manera. Gracias a su posición existirán mil Chavez y sus consecuencias...

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    1. Elias pino, Manuel caballero y otros dicen prácticamente lo mismo que yo escribo acá. Supongo que ellos también son asquerososo reaccionarios. Lo triste es que tu te limitas a llamarnos asquerosos, pero no expones ni un solo Argumento refutando la información que presento

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  5. Saludos, profesor. Sobre este tema es bueno revisar las conferencias de Germán Carrera Damas publicadas en el libro Una Nación Llamada Venezuela, en el que Carrera desmonta el mito de Zamora como supuesto reformador social y repartidor de tierras, como lo mostró Brito Figueroa. En los pocos decretos que realizó el mismo Zamora, dejó muy claro su intención de respetar la propiedad de la tierra, tal como lo dictaban las ideas liberales de la época, además de que él mismo fue un terrateniente.

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  6. Dr.Andrade no debe nisiquira responder a las personas que su resentimiento y frusrraciones creen tener razon sin argumentar sus analicis es lo mismo que hace poco hiciieron un grupo de chavistas que se plantaron frente a la asamblea nacional alegando que ellos no reconocian a dicha asamblea los propios locos no gaste polvora en zamuro

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  7. ¡Muy buen artículo, Gabriel! Me pongo a pensarlo y da hasta pavor que el gobierno de Maduro le haya puesto el nombre de Zamora a su represión mediante grupos de choque. Es demasiado cinismo.

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  8. Pues sí. No podemos acusar de ignorante a Maduro. Él encontró a la figura perfecta para inspirar a los colectivos. Al menos el tipo sí conoce un poco de historia.

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