En
un gesto de apoyo a los grupos de diversidad sexual, el vicepresidente del
gobierno venezolano, Aristóbulo Istúriz, recientemente ha dicho que él se
sintió discriminado en la IV República por ser negro (acá). En Venezuela (como en
cualquier otro país del mundo), no cabe negarlo, hubo y sigue habiendo racismo.
Pero, aún así debemos preguntarnos si las denuncias por racismo son proporcionales
a lo que en realidad ocurre, o si se tratan más bien de chantajes para sacar
provecho político.
En
la IV República, Aristóbulo Istúriz se desempeñó como alcalde de Caracas, el
mismo cargo que, previamente, había ejercido Claudio Fermín, un político con un
color de piel casi idéntico al de Istúriz. Fermín, en cambio, jamás ha
declarado haberse sentido discriminado por su color de piel en la IV República.
Esta comparación plantea la posibilidad de que, en muchos casos, quizás la
sensación de sentirse discriminado racialmente se deba menos a la realidad de
la opresión, y más al victimismo y los complejos psicológicos que están en la
mente de cada quien.
Las
declaraciones de Istúriz no tendrían mayor relevancia, si no fuera por el hecho
de que su jefe, Nicolás Maduro, tiene bajísima popularidad. Y, en vista de eso,
es previsible que para las elecciones de 2019, el chavismo tenga que acudir a
un nuevo candidato. Istúriz, siempre más popular que Maduro, bien podría ser el
designado.
Si
Istúriz se perfila como candidato, bien podría acudir al chantaje racial. En
Venezuela, ha habido gobernantes con distintas tonalidades de piel. Pero,
Istúriz podría ser el primero en, abiertamente, promocionar su campaña como el “primer
presidente negro” de Venezuela. Tradicionalmente, la política venezolana no ha
girado en torno a temas identitarios. En algún momento, se quiso plantear a
Chávez como el primer presidente zambo, pero a decir verdad, ni Chávez ni sus opositores
explotaron abiertamente el tema racial.
No
obstante, es posible que el triunfo de Obama en 2008 en EE.UU. pudiera haber
cambiado las cosas. Obama explícitamente se presentó como un candidato
post-racial que, supuestamente, uniría a todos los grupos étnicos de EE.UU.
Pero, en el fondo, su candidatura fue mercadeada bajo la consigna de “primer
presidente negro de EE.UU.”. Eso sirvió como un manto protector a Obama, frente
a las eventuales crítica a su gestión. Los críticos de Obama (especialmente los
progresistas y liberales), siempre tuvieron el temor de que serían acusados de
racistas, si criticaban demasiado al primer presidente negro de EE.UU. Así
pues, si bien Obama nunca chantajeó explícitamente a nadie, su color de piel se
convirtió en una ventaja, pues le ofreció un velo protector en la promoción de
muchas políticas que, de haber sido promovidas por un presidente blanco,
habrían sido criticadas con mayor intensidad.
En
Venezuela no hay mucha tradición de chantaje racial, en buena medida porque en
estas latitudes, estamos muchos más mezclados que en el norte, después de la
esclavitud no hubo un sistema legal de discriminación (como sí lo hubo en
EE.UU. con las leyes de Jim Crow), y en líneas generales, las relaciones
raciales han sido muchos más armónicas. Pero, en vista de que el chantaje
racial sí dio dividendos a Obama en EE.UU., Istúriz podría emplearlo a su
favor.
Es
por lo demás irónico que Istúriz continuamente se refiera a sí mismo como “bolivariano”.
Pues, Simón Bolívar enfáticamente se enfrentó al chantaje racial en nuestro
país, y advirtió que eso podría llevar a Venezuela a la ruina. Manuel Piar, un
general pardo, resentía el liderazgo de Bolívar. En un intento por desplazar a
Bolívar, Piar empezó a sembrar odio entre las tropas (también pardas),
insistiendo en que él era discriminado racialmente por el Libertador. Bolívar,
que se había comprometido con poner fin a la esclavitud y declarar la igualdad
jurídica de todos los venezolanos sin distinción de color de piel, puso fin
inmediato al chantaje de Piar: ordenó sumariamente su fusilamiento.
No
nos engañemos: la respuesta de Bolívar fue desmedida y merece todo nuestro
reproche moral, pues pudo haber formas más clementes de neutralizar a Piar.
Pero, sí es elogiable el hecho de que Bolívar anticipó el chantaje racial de
Piar, y supo apreciar el peligro que eso sería para nuestro país, especialmente
al tener en cuenta el exterminio de blancos en Haití en 1804. Bolívar se
comprometió con la igualdad de los pardos, pero no permitió el chantaje. Si Istúriz decide tomar la senda del
chantaje racial, esperemos que aparezca alguien que, como el Libertador, neutralice
al demagogo y se comprometa a luchar contra la discriminación sin caer en
chantajes.
La peste que nos gobierna ha usado lo que en USA llaman reverse racism, racismo a la inversa. Con su manía de victimizarse, nada mejor que culpar a los inmigrantes y sus descendientes, blancos en su mayoría, de los males del venezolano pardo. Yo como descendiente de venezolano blanco y europea, soy blanco. Nunca olvidaré que caminaba por mi ciudad natal cuando un par de pardos trató de buscarme pleito sin ninguna razón mas que por ser blanco. Dedujeron que no apoyaba a su amado líder hugo chavez (lo cual es cierto). Nunca en ninguna elección voté por él, y no fue por racismo, sino porque lo consideraba un canalla. Tras el encuento no hubo pelea, sino que los ignoré y seguí de largo entre la multitud. Fue tan inesperado que demoré varios minutos en darme cuenta de lo que había pasado.
ResponderEliminarMi ciudad natal, cuando estaba yo en primaria, estaba llena de inmigrantes portugueses, italianos, españoles, incluso griegos y alemanes. Recuerdo que algunos niños en el colegio todavía no dominaban el español. Esa ciudad multicultural se transformó en un gigantesco rancho de mezquinos resentidos.
Interesante.. qué ciudad es?
EliminarSeria interesante para entender el contexto, que dijese cual es esa ciudad.
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