Es un hecho triste que, en
Venezuela, México o Puerto Rico, mucha gente sepa quién fue Abraham Lincoln,
pero no sepa quién fue Francisco Solano López, el dictador paraguayo
protagonista de la guerra de la Triple Alianza (también llamada “guerra del
Paraguay”). Esta guerra, que inició en 1864 (cuando aún ocurría la guerra civil
norteamericana), ha sido la más sangrienta en toda la historia latinoamericana,
y destruyó al Paraguay, al punto de reducir su población total en dos tercios.
¿Por qué, entonces, conocemos mejor a Lincoln y la guerra civil norteamericana?
Supongo que autores como Eduardo Galeano tienen una explicación simple pero
correcta: debido al imperialismo cultural. Los gringos, con sus canciones,
películas y demás influencias culturales, han hecho que los latinoamericanos
olvidemos nuestra historia y nos interesemos más por lo que ocurría en Georgia
o Pennsylvania en la década de 1860, que lo que ocurría en Paraguay en esa
misma década.
Pero,
ése es el único aspecto en el que gente como Galeano tiene razón al analizar la
guerra de la Triple Alianza. Como en toda guerra, en ésta hubo muchos factores,
pero básicamente, podemos narrarla así: en Paraguay, el dictador Francisco
Solano López heredó la presidencia de su padre, Carlos López. Al llegar al
poder, Paraguay era una pequeña nación entre dos gigantes, Brasil y Argentina.
López quiso cambiar las cosas, y se preparó para acrecentar el poder de
Paraguay en la región. Cuando, en la guerra civil uruguaya, Brasil intervino a
favor de un bando, López se preocupó por la expansión de la influencia
brasileña en la región, y así declaró la guerra al imperio brasileño. Solicitó
ayuda a Argentina, y cuando este país no la concedió, también le declaró la
guerra. El bando apoyado por Brasil en la disputa uruguaya llegó al poder, y
así, se formó una triple alianza (Brasil, Uruguay y Argentina) en contra de
Paraguay.
En
aquel conflicto, el claro agresor iniciador de las hostilidades fue Paraguay.
López (que al final pareció perder su estabilidad mental), de forma megalómana,
creía que él podía cambiar el balance de poder en Sudamérica a rajatabla, y
aprovechó cualquier excusa para enfrentarse a los grandes poderes de la región.
Ciertamente Brasil (y en menor medida Argentina) era un gigante con ánimos
expansionistas, pero el principal culpable de aquella catástrofe fue,
inequívocamente, López.
Insólitamente,
muchos progres latinoamericanos, con Galeano a la cabeza, enaltecen a López.
Antes de él, otro dictador, Francia, había cerrado al Paraguay a todo comercio
internacional, y López continuó esa política aislacionista. Muchos
izquierdistas latinoamericanos, influidos por la llamada “teoría de la
dependencia”, creen que ése es el santo remedio a nuestras miserias, pues
consideran que el comercio internacional siempre nos perjudica. Así, bajo la interpretación
de Galeano, López fue un gran héroe que se enfrentó a las grandes potencias
depredadoras, y luchó por la soberanía de su pequeña y maltratada nación. El
cuento de David contra Goliat siempre es atractivo a románticos como Galeano.
Y,
como no podía ser de otra manera, Galeano no se conformaba con elogiar a un
dictador nacionalista latinoamericano, sino que además, responsabilizaba de
esta terrible guerra a poderes europeos. Esta forma de entender las cosas sigue
siendo muy común en la izquierda latinoamericana: la culpa nunca es nuestra,
siempre es de algún agente foráneo: la CIA, el Mossad, el FMI, la Unión
Europea, los judíos… En el caso de la guerra de la Triple Alianza, Galeano y
sus seguidores culpan a la Gran Bretaña. Bajo su interpretación, Paraguay resistía
el capital extranjero, y los británicos, siempre ansiosos de abrir nuevos
mercados, instigaron la guerra para exterminar aquel régimen nacionalista e inundar
al país con sus productos manufacturados.
Este
tipo de especulaciones, típicas de la teoría de la dependencia, a simple vista resultan
atractivas, pero analizadas con mayor rigor, no se sostienen. Si de verdad los
británicos instigaron la guerra para luego poder penetrar el mercado paraguayo,
obviamente la jugada les salió mal. Pues, con un país en ruina (con apenas un
tercio de su población original), los paraguayos no estaban en condición de
consumir productos británicos. Contrariamente a lo que los teóricos de la
dependencia sostienen, el comercio necesita la paz, y la paz se sostiene en las
relaciones comerciales.
Otra
teoría de la conspiración formulada por Galeano es que la guerra de la Triple
Alianza fue instigada por banqueros británicos para financiar a los ejércitos
en disputa. De nuevo, esto no tiene ninguna base histórica. Ciertamente Brasil
había comprado armamento a Gran Bretaña, pero de ningún modo era el único en
hacerlo; en aquella época, prácticamente todos los países latinoamericanos tenían
este tipo de relaciones comerciales con los británicos. A decir verdad, la
guerra de la Triple Alianza no suscitó mayor interés en Londres; los ojos del
imperio británico estaban puestos más en otros escenarios de expansión militar
y comercial. La mayor autoridad académica en el tema de la guerra del Paraguay,
el historiador Thomas Whigham (autor de una documentadísima historia en tres
volúmenes) casi no discute el rol de los bancos británicos, sencillamente,
porque no fue un factor relevante.
La
de Galeano no es la única teoría conspiranoica que postula que banqueros
británicos se aprovecharon de alguna guerra en otro país para hacer fortuna.
Según una leyenda muy difundida, los Rothschild se convirtieron en magnates
gracias a las guerras napoleónicas. Supuestamente, Nathan Rothschild fue un
espectador de la batalla de Waterloo (en Bélgica) en 1815, y al ver el
resultado de aquella contienda, fue a toda prisa a Londres, antes de que llegaran noticias de lo
ocurrido. En Londres, vendió sus bonos del mercado bursátil, previendo que
otros también lo harían, al asumir que él tenía alguna información sobre la
batalla. Así ocurrió. Inmediatamente, Rothschild compró los bonos a precio de
gallina flaca, y cuando ya llegó la información del resultado de Waterloo, el
valor de estos bonos de dispararon.
Esta
historia es falsa. Fue difundida por un panfleto en 1846, y pronto se convirtió
en punta de lanza de la propaganda antisemita (los Rothschild eran judíos), al
punto de que sirvió como base para una película nazi, Los Rothschild. Que yo sepa, Galeano nunca hizo comentarios
antisemitas. Pero, su insistencia en que la banca internacional ya estaba
tramando conspiraciones y alentando guerras desde mediados del siglo XIX, sí sirvió
para que en regímenes de populistas latinoamericanos como Chávez y los Kirchner
(a quienes Galeano tanto defendía), saliera a relucir el antisemitismo que,
desde el siglo XIX, ha formado el estereotipo del banquero judío sin
escrúpulos.
''sí sirvió para que en regímenes de populistas latinoamericanos como Chávez y los Kirchner (a quienes Galeano tanto defendía), saliera a relucir el antisemitismo que,''
ResponderEliminarCómo probaría que los kirchner y Chavez son antisemitas?
1. Si bien no está del todo claro, hay indicios de que Cristina Fernández ha obstaculizado las investigaciones respecto al bombardeo del centro judío en Buenos Aires, y la extraña muerte del fiscal Nisman. Todo eso tiene un trasfondo antisemita, pues se trata de un ataque de Hezbollah e Irán en contra de una comunidad judía. Pero, además, de eso, Cristina ha hecho comentarios explícitamente antisemitas: http://www.enlacejudio.com/2015/07/10/una-verguenza-el-tuit-antisemita-de-cristina-kirchner-presidenta-de-argentina/
Eliminar2. Chávez armó a grupos de choque que, según parece, eventualmente han hecho actos vandálicos contra sinagogas en Venezuela. En la campaña presidencial de 2012, hubo un fuerte ataque desde medios oficialistas en contra del candidato opositor Capriles, resaltando sus orígenes judíos como una forma de descalificarlo. Y, el éxodo de judíos de Venezuela en los últimos años ha sido vertiginoso, debido al temor de ataques.
Algunos de ustedes es escritor y recibio premios incluyendo a ese tal Gabriel Andrade , quien es ?
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