sábado, 13 de diciembre de 2014

¿Van los perros al cielo? A propósito del papa Francisco



            Recientemente el papa Francisco, tratando de consolar a un niño, le dijo que su perro iría al cielo. Previsiblemente, su comentario fue el hazmerreír de muchos. Tanto fue así, que inmediatamente, sus aduladores tuvieron que saltar a decir que el papa sólo hablaba en términos laxos, y que la idea de la resurrección y el cielo para los perros no es doctrina católica. Nada de esto pasará de ser una mera anécdota, pero invita a algunas reflexiones y preguntas sobre las dificultades de la doctrina católica sobre la resurrección y el cielo.

            Tradicionalmente, el catolicismo niega la salvación a los animales, por el hecho de que no tienen alma. Pero, ¿qué es exactamente el alma? ¿Implica la ausencia de alma que, así como los perros no van al cielo, tampoco tienen capacidad de sufrir, y por ende, no hay dificultad moral en maltratarlos? De hecho, me parece que el católico que opina que los perros no van al cielo, no debería objetar el maltrato animal, pues darle una patada a un perro (un ser sin alma) sería una acción del mismo calibre que darle una patada a una silla (un objeto inanimado); aunque, en realidad, esta cuestión es más compleja, pues los escolásticos admitieron que la crueldad contra animales perjudica el carácter moral del propio agresor, pues éste fácilmente puede volverse agresor contra otros seres humanos.
            Si los perros no tienen alma, ¿cuándo en la historia natural apareció la primera alma? ¿Con Homo erectus? O, ¿con Homo sapiens? Si la evolución de la especie humana fue gradual, ¿también es gradual la aparición del alma? ¿Tuvieron nuestros ancestros la mitad de un alma?
            Cuando venga la resurrección con el Juicio Final, y Bolívar merezca el cielo por haber liberado a América del yugo español, ¿estará Bolívar contento en el paraíso sin su inseparable amigo canino Nevado? Si en el cielo no habrá infelicidad, ¿cómo puede mantenerse el Libertador feliz sin su gran compañero? Si Dios le concede a Bolívar una réplica celestial de Nevado, ¿estaría satisfecho Bolívar al saber que él tendrá como compañero, no al perro que lo acompañó en batallas, sino sencillamente a una réplica? Para hacer verdaderamente feliz a la gente que va al cielo, sus mascotas originales también tendrían que ir al cielo.
            Pero, aun en el caso de que las mascotas vayan al cielo, ¿cómo Dios podrá reconstituirlas, de forma tal que sean la misma mascota original? De hecho, ¿cómo podría estar seguro el Bolívar celestial de que él es la misma persona que batalló en la batalla de Carabobo? En virtud de que no hay una continuidad espacial y temporal entre el Bolívar original y el Bolívar celestial, ¿no sería el Bolívar del paraíso más bien una réplica, pero no la misma persona que el Libertador? Dios podría calmar la angustia del Bolívar celestial al informarle que su cuerpo está hecho de los mismos átomos que el Bolívar que murió en Santa Marta. Pero, los gusanos comieron parte de su cuerpo ya enterrado, una gallina se comió a esos gusanos, y Manuelita Sáenz se pudo comer a esa gallina. En ese caso, Manuelita Sáenz y Bolívar compartirían átomos. ¿Cómo podría Dios resucitar íntegramente a Bolívar y Manuelita a la vez, si ambos comparten átomos?
            En efecto, las declaraciones del papa Francisco fueron un hazmerreír, y rápidamente se advirtió que no son doctrina católica. Pero, francamente, la doctrina católica es también un hazmerreír, y los propios católicos deberían reflexionar críticamente sobre sus dificultades.

3 comentarios:

  1. De nuevo comulgo (valga la metáfora) contigo. El problema de la continuidad sigue estando sin resolver. Cada día estoy más convencido de que la clase sacerdotal jamás se ha creído sus prédicas, y no estoy seguro de que el pueblo llano en cambio sí.

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    1. Sí, lo de la continuidad es un asunto difícil. Aunque, tradicionalmente, los católicos tratan de resolverlo apelando al alma: si se preserva el alma, no es estrictamente necesario tener el mismo cuerpo para tener la misma persona, aunque tradicionalmente, quienes defienden la doctrina de la resurrección dicen que el cuerpo será el mismo.

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  2. Lo sé, lo leí en tu libro sobre la inmortalidad, y creo recordar que también en el de la Teología.

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