¿Pertencen los nerds y jocks a mundos distintos?

            Pasé cuatro años de mi adolescencia en EE.UU., y fue inevitable que me impregnara de los valores de la cultura pop juvenil que tanto predominan en esa sociedad. Uno de esos valores es la fascinación por los deportes, enmarcada en la sociedad de consumo. Participé en los equipos de fútbol, beisbol y natación en el liceo. Y, si bien fue una experiencia muy positiva, el deporte siempre dejó un sabor amargo en mí, pues mi rendimiento fue siempre por debajo del promedio. El deporte puede enseñar muchas virtudes cívicas a los adolescentes, pero también puede generar enormes frustraciones.

            Afortunadamente, mis frustraciones deportivas no fueron muy traumáticas, y logré superarlas con la excelencia académica, sobre todo en mi regreso a Venezuela. En EE.UU., las autoridades escolares siempre insistían en que la excelencia deportiva debía venir acompañada de la académica, y yo siempre tuve el deseo de conseguir ambas. Pero, eventualmente, tanto en EE.UU. como en Venezuela, me encontré con una gran bifurcación: quienes tienen excelencia académica no tienen excelencia deportiva, y viceversa.

            La cultura pop ha explotado mucho este estereotipo. El nerd es un personaje distinto del jock. El nerd es feliz con un libro; el jock es feliz con una pelota. En mi crítica a la sociedad de consumo, pronto me formé la idea de que esa bifurcación es precisamente un estereotipo, y bastante perjudicial. Pues, envía la señal de que quien estudia no puede hacer deporte, y viceversa. Yo simpatizaba mucho más con la idea de Platón y los antiguos griegos, quienes tenían una idea mucho más ponderada de la educación: a través de actividades como la gimnasia, el pupilo puede integrar satisfactoriamente la actividad intelectual con la física.

            Pero, conviene tener en cuenta si hay algún dato científico que pueda servir como respaldo del estereotipo sobre los nerds y los jocks. Los alegatos de J.P. Rushton al respecto son considerables. Rushton formó parte de la lista de polémicos investigadores que sostienen que existe una notable diferencia en los niveles de inteligencia de población blanca y población negra, medible en los resultados de las pruebas de coeficiente intelectual (CI). A juicio de Rushton, la rama de la humanidad que se quedó en África hubo de enfrentarse a condiciones climáticas que favorecían más una sexualidad promiscua (y así generar más descendencia), y menos un alto nivel de inteligencia (y así cuidar menos a las crías).

            A partir de esta teoría, Rushton sacó conclusiones que pretenden teorizar respecto a la relación inversa entre excelencia académica y excelencia deportiva. Así como Rushton ha documentado una notable brecha en resultados académicos entre negros y blancos, también ha documentado esta brecha en el rendimiento deportivo entre blancos y negros. Pero, mientras que los blancos demuestran superioridad intelectual, los negros demuestran superioridad deportiva en muchas pruebas atléticas. Muchos otros autores han documentado la superioridad negra en el deporte, e incluso, han buscado un origen biológico de este fenómeno. Pero, Rushton fue uno de los pocos en explícitamente teorizar que, por motivos biológicos, el éxito académico debe tener una correspondencia invertida con el éxito deportivo.

            La teoría de Rushton puede resumirse así: el éxito deportivo en muchos deportes (una excepción notable es la natación) requiere caderas angostas, pues éstas facilitan la velocidad al correr (y los deportes más notables requieren velocidad). Las caderas angostas, no obstante, dificultan el parto de bebés con cráneos más grandes, pues el canal de nacimiento es menos amplio. Así, las poblaciones con cráneos más grandes deben tener también caderas más anchas. Rushton opina que existe una correspondencia entre el tamaño del cráneo y la inteligencia, y de esa manera, quienes tienen caderas más anchas tienen más éxito intelectual y menos éxito deportivo, y quienes tienen caderas más angostas tienen menos éxito intelectual y más éxito deportivo.

            Esta teoría, por supuesto, es criticable desde muchos frentes. Tanto en la excelencia académica como en la excelencia deportiva, hay una considerable influencia de factores ambientales culturales que no puede desdeñarse a la ligera. Del mismo modo, si bien es cierto que las caderas angostas sí facilitan la velocidad, es muy disputado que el cráneo más grande tenga una correspondencia con mayores niveles de inteligencia. Y, por supuesto, seguramente lo más criticable de la teoría de Rushton es la distribución racial que él le atribuye: no es posible asegurar que los negros tienen cráneos más pequeños y caderas más angostas, y los blancos cráneos más grandes y caderas más anchas.

            Pero, al menos, yo no perdería de vista esta teoría, pues por complejos motivos que no parecieran ser culturales en su totalidad (por el contrario, tendrían alguna fundación biológica), el nerd y el jock pertenecen a dos mundos distintos, y la pretensión de los griegos de unir la excelencia deportiva con la excelencia intelectual pareciera ser utópica.