miércoles, 5 de marzo de 2014

La guarimba y la gratificación pospuesta



            No tengo la estima que otros, en vena demagógica, tienen por la supuesta ‘sabiduría popular’. Pero, no cabe duda de que, a veces, gente del pueblo puede expresar grandes verdades científicas con alguna historia simplona. En eso, Esopo fue un maestro de la psicología.

            Una de las fábulas más geniales de Esopo es la de la gallinita de los huevos de oro. Un hombre tenía una gallina que ponía huevos de oro diariamente. Como era ambicioso, el hombre pensó que la gallina estaría llena de huevos de oro por dentro, y la mató para quedarse con todos los huevos. Al matarla y revisar su interior, no encontró ningún huevo de oro.
            Aquella intuición psicológica que tuvo Esopo hace más de dos mil quinientos años, ha sido confirmada con métodos experimentales por plenitud de psicólogos. Uno de los experimentos más famosos en este ámbito, fue realizado por el psicólogo Walter Mischel. En el experimento, a una población de niños se les ofrecían dos opciones: recibir inmediatamente un caramelo, o recibir dos caramelos 15 minutos después. La población que escogía recibir el caramelo inmediatamente, años después (ya como adultos) tenía menores niveles de inteligencia, éxito profesional, estabilidad familiar, y otras variables similares.
            El experimento en cuestión pretendía medir el impacto de aquello que ha venido a llamarse la ‘gratificación pospuesta’. Se trata de una habilidad psicológica básica, que consiste en evaluar bien una situación, y tener el suficiente autor-control para ejercer alguna penitencia, en aras a conseguir un objetivo más gratificante más adelante. Los experimentos de Mischel (no sorprendentemente, en realidad), demostraron que la capacidad para tener gratificación pospuesta es una clave en el éxito de casi cualquier empresa.
            Y así, tanto la fábula de Esopo como el experimento de Mischel no hacen más que reiterar algo sobre lo cual los epicúreos han enfatizado siempre: busquemos siempre el placer, pero hay placeres mayores por los cuales amerita esperar un poco, y aplazar nuestra gratificación inmediata.
            La lección de Esopo, Epicuro y Mischel ha sido desechada por la oposición venezolana en estos momentos. En un valiente acto, el opositor Leopoldo López instó a la gente a sus seguidores a salir a protestar por la crítica situación de Venezuela, y ante una imputación tremendamente injusta por parte del Estado venezolano, López se entregó como prisionero.
            Grandes sectores de la oposición atendieron el llamado y salieron a protestar. Pero, irracionalmente, solicitaron la renuncia del presidente Nicolás Maduro, y protestaron con arrebatos de violencia, formando guarimbas y barricadas, y generando caos. Digo que esta protesta es irracional, porque tiene un objetivo irreal. Maduro tiene la suficiente fuerza como para mantenerse en el poder y sobrevivir. Las barricadas no van a sacar a Maduro del poder. Hay más probabilidades de lograrlo con votos; en las elecciones de 2013, quedó demostrado que sin Chávez, los chavistas ya no tienen la misma fuerza electoral, y ante el desastre económico que actualmente atraviesa Venezuela, no ganarían ninguna de las futuras elecciones.
En ese sentido, es mucho más racional plantearse una estrategia de largo plazo, y esperar a las elecciones. Se gana mucho más yendo a los barrios y ganando votos con campañas de proselitismo, que formando barricadas. De hecho, mi pronóstico es que, tras esta breve crisis ocasionada por las barricadas, el gobierno saldrá fortalecido, y nuevamente, la oposición saldrá fragmentada.

La impaciencia por solicitar la renuncia de Maduro, y no plantearse objetivos más racionales a largo plazo, me hace pensar que, si se hubiese aplicado el experimento de Mischel a los dirigentes estudiantiles opositores durante su infancia, habrían seleccionado recibir el caramelo inmediatamente. La inmadurez política de estos muchachos, me temo, es en el fondo una inmadurez psicológica. Comprendo los motivos de su desesperación, pero francamente, su ausencia de capacidad para la gratificación pospuesta nos va a hundir más, y al final de todo esto, estaremos aún más desesperados.
La última locura que he escuchado de estos jóvenes (sobre todos los que protestan en el Táchira) es que le han dado a Maduro un ultimátum, y si no renuncian, “irán por él” en una marcha hasta Caracas. Al contemplar semejante exabrupto, no puedo dejar de pensar en la cruzada infantil de 1212: campesinos europeos pobres desesperados, reclutaron a adolescentes sin ninguna experiencia militar, en un intento desquiciado por reconquistar Jerusalén. La expedición fue un total fracaso, y treinta mil niños y adolescentes perdieron sus vidas o fueron vendidos en esclavitud.
En el marco de esta crisis política, conviene que los venezolanos aprendamos un poco las lecciones de la sabiduría popular, de la filosofía, de la psicología experimental, y de la historia.

2 comentarios:

  1. Y mientras que hacemos: nos conformamos con pasar hambre porque no hay comida, a que nos maten a nuestros hifjos por un par de gomas, a que se venda nuestro país a gobiernos extranjeros... Y no. y no, y no nos quitarán el derecho a protestar!!!

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    1. Ya he dicho en el blog qué debemos hacer mientras tanto: ir a los barrios a conseguir votos, y tratar de buscar una slaida electoral, que es la única que podrá ser exitosa.

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