jueves, 6 de marzo de 2014

Hay pocos médicos negros: ¿esto es racismo?



            En EE.UU., el 12% de la población se consideran negros. Pero, hay una enorme desproporción en la representación de esta población en muchas esferas de la vida social. El porcentaje de negros en posiciones socialmente inferiores es altísimo, el porcentaje en posiciones de prestigio social es bajísimo. Por ejemplo, cerca del 80% de los prisioneros norteamericanos son negros; menos del 2% por ciento de los médicos son negros; etc. En América Latina, esto recapitula el viejo chiste humillante: blanco con bata es médico; negro con bata es chichero.

            En América Latina no se lleva tanto control de estadísticas raciales, pero al menos en Venezuela (presumo que en Brasil también), el gobierno de Hugo Chávez empezó a impulsar la idea de que era necesario llevar estadísticas raciales (por primera vez se preguntaba en el censo a cuál grupo racial o étnico se pertenece), y también se empezó a denunciar una desproporción en la representación de los negros.
            Esta desproporción ha sido interpretada como racismo. A pesar de que no hay ninguna ley que envíe a la cárcel a alguien por el mero hecho de ser negro (ni tampoco ninguna ley que prohíba a un negro ser médico), opera una discriminación racial. En EE.UU., se ha intentado remediar este racismo con programas de discriminación positiva (o acción afirmativa). Así, por ejemplo, en las escuelas de medicina, los negros tienen más facilidades que los blancos para entrar, a fin de intentar incrementar el número de médicos negros.
            Esto ha llegado a extremos risibles. Jesse Jackson, por ejemplo, en una ocasión propuso boicotear los premios Oscar, si no había mayor representación de negros entre los ganadores. Y, todo esto también pareciera tener la implicación de que, si los negros están desproporcionadamente representados en la población penal (la estadística que más preocupa), entonces debería darse libertad a muchos presos negros, a fin de balancear la composición racial de la población penal. Ya esto empieza a sonar peligroso. Si esos prisioneros han cometido crímenes, deben seguir privados de libertad. Soltarlos por el mero hecho de balancear las estadísticas raciales es una locura.
            Menos del 5% de la población mundial es brasileña. Pero, más del 26% de los campeones de la Copa del Mundo de la FIFA son brasileños. ¿Debe la FIFA detener a Brasil, a fin de darles más oportunidad a los otros países para que ganen el mundial, y así balancear la representación nacional en el éxito futbolístico?
            En el controvertido libro The Bell Curve, Murray y Herrnstein miraban con mayor profundidad las estadísticas raciales de EE.UU., y llegaban a la conclusión de que al tener en cuenta los niveles de inteligencia de cada grupo, no hay discriminación racial; incluso, grupos como los negros tienen privilegios que el resto de la población no tiene.
La profesión de medicina, por ejemplo, requiere un coeficiente intelectual alto. Pues bien, los negros tienen, en promedio, un coeficiente intelectual inferior al de los blancos. Al hacer la correlación estadística, se descubre que los negros tienen la justa representación en la profesión médica, al tener en cuenta su coeficiente intelectual promedio. En ese sentido, los negros no tienen suficiente representación en posiciones de prestigio, no porque el sistema sea racista y se los impida, sino sencillamente, porque no tienen el coeficiente intelectual necesario para ocupar esas posiciones en la misma proporción que ellos representan a la población en general.
Las tesis de The Bell Curve han sido criticadas duramente, y con justa razón. En primer lugar, no es seguro que las pruebas de coeficiente intelectual midan adecuadamente la inteligencia. Y, en segundo lugar, contrario a la sugerencia de Murray y Hernstein, es improbable que los niveles de inteligencia estén genéticamente determinados casi en su totalidad.
Pero, hay algo en este libro que sí me parece considerable. El hecho de que un grupo étnico o racial no tenga una representación proporcional en una posición de prestigio no implica que estemos frente a racismo. Dudo que podamos acusar a la FIFA de ser racista contra los chinos e indios (quienes ni siquiera han ido al mundial), y favorecer injustamente a los brasileños. Si Brasil tiene cinco copas en su haber, ha de ser porque, sencillamente, se las merecen. No hay injusticia en ello.
El hecho de que los negros en EE.UU. tengan poca representación en posiciones de prestigio, y alta representación en la población penal no es automáticamente evidencia de racismo. Asumimos que el sistema discrimina, pero debemos manejar esto con más cautela. Quizás, sencillamente, los negros no tienen la capacidad de tener más proporción en la profesión médica; quizás, sencillamente, los negros tienen más inclinación al crimen.
A diferencia de Murray y Herrnstein, yo no defiendo una explicación biológica de estas diferencias sociales. Pero, tampoco asumo automáticamente que, si los negros tienen posiciones menos privilegiadas, entonces la culpa es del sistema racista. Al menos en el caso norteamericano, yo me inclino más por la postura culturalista que defendió el crítico Dinesh D’Souza: entre los negros, se ha conformado una cultura destructiva de facilismo e irresponsabilidad, que les ha impedido prosperar. Y, este desdén por la disciplina y, sobre todo, por la actividad intelectual, ha propiciado que sus niveles de coeficiente intelectual sean más bajos.
Cabe admitir que la traumática historia de esclavitud y segregación contribuyó a una erosión de los valores culturales de los negros. Y, en ese sentido, si los negros no valoran tanto la educación (cuestión que deriva en un coeficiente intelectual más bajo en promedio), seguramente ha de ser porque les fue negada por muchas décadas. Así pues, al final, el racismo del sistema sí ha contribuido a su baja posición social.
Pero, esto es muy distinto de decir que, por el mero hecho de que el 80% de los prisioneros son negros, el sistema judicial es racista. Antes de apresurarnos a denunciar el supuesto racismo de un sistema, es necesario evaluar si hay o no una correspondencia con los méritos y las capacidades de cada grupo que no tiene la representación deseada. Tengamos esto en cuenta, ahora que empezamos a evaluar las estadísticas raciales en Venezuela.

8 comentarios:

  1. Directo y sin respuestas viscerales, excelente todo Gabriel menos en el punto que el coeficiente intelectual inferior y que no valoren la educación los negros se deba a décadas de discriminación o segregación porque los judíos hemos sufrido más, la historia nos ha tratado aun peor y a todas luces se ven nuestros logros.

    La bajo condición social de los negros es debida a su desdén por la disciplina, a que son irresponsables sin negar la existencia de excepciones por supuesto. Dándoles facilidades y brindando concesiones por lastima no solo se corrobora este hecho sino que le hacemos un grave mal.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola León, es un tema complejo. El desdén por la disciplina y su irresponsabilidad, debe tener un origen histórico. Y, varios historiadores han tratado de explicar esto vinculándolo con la esclavitud y la segregación.

      Eliminar
  2. A mi modo de ver hay discriminación cuando tratamos distinto al que es igual y cuando tratamos igual al que es distinto. No creo que tenga que haber necesariamente una proporcionalidad directa entre la representación étnica o sexual de una población (macrocosmos) y la representación ética o sexual en su microcosmos de médicos, ingenieros, delincuentes o políticos. Que una etnia o un sexo esté infra o sobrerrepresentado en un ámbito concreto con respecto a su peso relativo en la población de referencia es algo que debe llamar la atención y que habrá que explicar, y no necesariamente será por racismo o sexismo o cociente intelectual: todas ellas serán hipótesis que habrá que contrastar.

    Lo que es cierto es que características como la etnia, el sexo o la clase social condicionan y pueden ser una baza a favor o un lastre para la promoción social y económica o para el acceso a ciertos cargos o posiciones sociales. Para el acceso a orquestas suele usarse un biombo para que los miembros del tribunal no sepan si el candidato es hombre y mujer y solo puedan prestar atención a la música que toca. Desde que se usa este sistema del biombo la diferencia entre hombres y mujeres ha disminuido hacia la igualdad, lo que prueba que antes, cuando el tribunal sabía el sexo del aspirante, eso les estaba condicionando a favor de los hombres. Lo que habrá que investigar, entonces, es cuándo una infra o sobrerrepresentación de un colectivo responde a unos motivos injustos (sexo, etnia o clase social) que no tienen que ver con la actividad en cuestión y cuándo no. Que Brasil tenga más copas mundiales que otros países no implica discriminación de ningún tipo porque todos los países admiten que las reglas son justas, habría discriminación o injusticia si las reglas fueran que, por ejemplo, los goles marcados por los brasileños valen dos puntos y los de los chinos solo uno. Ahora bien, en las demás cuestiones (puestos de trabajo, etc.) ¿las reglas son también justas? Cuando un empresario lee los currículos de los aspirantes, ¿de verdad no se deja influir por el sexo o la etnia del aspirante y solamente se fija en los méritos profesionales? Las oportunidades iniciales para alguien nacido en un barrio rico ¿son las mismas que para alguien de un barrio pobre? ¿Los estímulos y las oportunidades reales para unos y otros son las mismas? Lo que sí sería incorrecto es medir a grupos distintos con requisitos que son más favorables para unos que para otros: es como si se midiera la inteligencia de niños de diferentes países usando para eso unos test hechos en italiano: el resultado sería que los italianos son más listos, pero ¿estaba bien confeccionado el test?

    Debemos considerar también el efecto de “profecía autocumplida”: si un niño pobre y negro de un guetto desde pequeño ve que la gente pobre y negra se dedica a la delincuencia y los empleos precarios, y que las profesiones mejor pagadas están ocupadas por los hijos de los ricos y blancos, tenderá a pensar que él, como pobre y negro, debe cumplir el rol social que le corresponde, y tendrá pocos incentivos para ir en contra. Por el contrario, si ese niño tiene a su disposición ejemplos de negros que también han triunfado socialmente, eso le puede servir como estímulo para intentarlo, ya que ese negro será la prueba de que intentarlo puede ser difícil pero no imposible. De ahí que, por razones utilitaristas, la acción positiva en algunos ámbitos pueda justificarse por el beneficio a medio-largo plazo de que los miembros de esas minorías escapen a esa “profecía autocumplida”. Y también puede servir para romper prejuicios de la mayoría. Por ejemplo, en ciertos oficios sigue vigente el prejuicio machista de que son propios de hombres. Tal vez la acción positiva pueda lograr que al obligarse a respetar una cuota mínima de mujeres haya mujeres que se animen a intentar lo que de otro modo ni siquiera intentarían por el prejuicio contra ellas, y a la vez que quienes tengan ese prejuicio puedan superarlo al comprobar por sí mismos que las mujeres realizan el trabajo igual que los hombres.

    Andrés Carmona.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Andrés, gracias por tu valioso comentario.
      1. Comparto la opinión de que "discriminación" es también tratar igual al que es distinto, y que no es necesariamente racista la desproporción de la representación étnica en algunos ámbitos.
      2. Como en el caso de los jurados de orquesta, también se han hecho experimentos de empleadores que, sin mirar la foto del aspirante, evalúan más objetivamente, y la proporción étnica en el empleo se empareja un poco más. Pero, aún en casos como ésos, se mantiene la brecha.
      Ciertamente hay muchas reglas injustas en la asignación de trabajos. Pero, al menos en el sistema judicial, el asunto es distinto. Muchos líderes negros norteamericanos se quejan, no porque las leyes sean injustos contra ellos (yo opino que NO lo son), sino sencillamente porque el 80% de los prisioneros son negros.
      3. Tienes plena razón cuando señalas que, desde muy temprano, hay desigualdad de oportunidades. Pero, la gran dificultad es: ¿cómo resolver esto? Yo tuve el privilegio de ir a bunos colegios y buenas universidades; tuve una ventaja no merecida sobre la otra persona a la cual vencí en la oposición como funcionario. Quizás la justicia hubiese exigida que el jurado fuese más condescendiente con mi rival que conmigo. Pero, el problema es que siempre podemos ir un paso más atrás y evaluar las desigualdades de oportunidades desde el mismo momento en que nacimos. Robert Nozick decía que ya el mero hecho de nacer con dos riñones sanos nos coloca en ventaja no merecida frente a aquellos que nacen con un solo riñón defectuoso. ¿Qué debemos hacer frente a esta injusticia? ¿Quitar un riñón y dárselo a quien no lo tiene? ¿Favorecer a quien tiene solo un riñón defectuoso en una oposición? Es complicado.
      4. Llevas razón en que siempre hay peligro de aplicar pruebas que favorecen más a algunos grupos. ÉSta ha sido una crítica muy común contra las pruebas de coeficiente intelectual: su sesgo cultural. En las últimas décadas, se ha tratado de resolver esto con pruebas más universales, como las famosas secuencias progresivas de Raven.
      5. El asunto de la profecía autocumplida es complejo. Ciertamente la discriminación positiva puede ayudar a romper el círculo vicioso que tú mencionas. Pero a mi modo de ver, la acción positiva crea más problemas de los que resuelve. Un primer problema es que la discriminación positiva, al atentar contra los méritos y las capacidades reales de cada quien, hace descender el nivel de excelencia en una sociedad. Yo no quisiera volar en un avión, cuyo piloto no llegó por haber sido el mejor (o por haber aprobado el examen riguroso), sino porque fue privilegiado por ser mujer.
      Otro problema es que la discriminación positiva desecha oportunidades. Si se le garantiza una plaza en la facultad de medicina a un muchacho gitano que viene de una chabola, seguramente este muchacho gitano no podrá aprovechar ese privilegio y desarrollar su talento, porque no cuenta con la capacidad para hacerlo a ese nivel (yo, por ejemplo, desarrollaría mucho más mi talento futbolístico jugando con los muchachos del barrio, que jugando en el Real Madrid).
      Y, un tercer problema que yo veo (hay otros), es que estas políticas, en vez de estimular a la excelencia, pueden más bien hacer lo contrario, pues podría conformarse un mecanismo psicológico que propicia que el beneficiado, al saber que su condición étnica o de género le garantiza un privilegio, será beneficiado.
      Es un tema complejo, y no tengo respuestas claras. Pero, es sano alimentar este debate antes de apresurarse a tomar decisiones políticas, y te agradezco mucho el estar abierto a la discusión.

      Eliminar
  3. El análisis hecho en este artículo es simplista, no me gusta y lamento que otras personas lo aplaudan. Al mismo tiempo me gusta la crítica y la reflexión sobre los mecanismos de aprendizaje de la discriminación. Os recomiendo este documental:
    http://www.youtube.com/watch?v=yaimGghfcpM

    Ni la criminalidad, ni el acceso a puestos de responsabilidad se deberían medir según "la raza" igual que no se deberían medir según "el sexo o género", sino según las oportunidades. Es en ese paso previo en el que se debe analizar si hay o no racismo o cualquier otra forma de discriminación (económica, cultural, social, etc).

    Cuando una mujer va a una entrevista de trabajo y le preguntan si tiene novio. Cuando una mujer va a una entrevista de trabajo con velo y no se lo dan por esa razón. Cuando los habitantes de un pueblo remoto no tienen acceso a un enseñante. Cuando los CV se seleccionan según el nombre de quien lo envía, e incluso según la dirección que pone en el sobre. Cuando ocurre todo eso ¿Se garantiza la excelencia?

    Te puedo asegurar Gabriel que estás volando con pilotos masculinos sin que alcancen el nivel de excelencia de muchas mujeres. Te aseguro sin ningún miedo a equivocarme que ciertos puestos dentro de la medicina los sustentan hombres sólo por el hecho de serlo y en una sociedad racializada como son los EEUU, no me extrañaría que pasara lo mismo con los blancos y los negros.

    Pensar en la propia situación no ayuda. Cada cual tiene unos privilegios y no tiene otros, lo asume, trata de vivir. Esto, que es es obvio, no justifica que modelos injustos se perpetúen indefinidamente por una supuesta meritocracia. Quien se aprovecha del sistema que le favorece sin tan siquiera denunciarlo, contribuye a la injusticia.

    En todas las sociedades donde ha habido ciudadanos/as de primera y de segunda, si no se toman medidas de uno u otro tipo, la discriminación se perpetúa y no se ofrecen las mismas oportunidades a todos los miembros, por lo que hablar de capacidades sin tener las mismas oportunidades de partida es ir muy lejos.

    Mi sociedad no es Venezuela, Venezuela no es Estados Unidos, las realidades son otras y están llenas de complejidad, simplificarlas a Brasil-futbol o India Criquet es caricaturizar un problema y al que de esta forma no se da ninguna solución. Al mismo tiempo ridiculizar los intentos de respuesta por no estar de acuerdo, tampoco creo que sea forma sin ofrecer una alternativa.

    Francamente y gracias a las grandes amistades que tengo con negros, no creo que tengan ninguna tendencia natural a la delincuencia. Tampoco creo que los judios sean avaros y feos, a pesar de que sea su fama. Ni tampoco que los panchitos (como llaman despectivamente por aquí a los latinoamericanos) sean vagos y borrachos por naturaleza. Si creo que hay muchas razones que explican los contextos sociales de la marginalidad (muy parecida la de los negros en EEUU a la de los magrebíes en Francia por ejemplo) y por tanto a situaciones de desventaja. Por el contrario, si creo que los prejuicios son sólo prejuicios.....y que hay que identificarlos para que no sustituyan a la realidad.

    La discriminación positiva da la oportunidad a la sociedad de tener a las mejores personas en los mejores puestos sin que medie un privilegio. Si la gente por sus circunstancias no tiene la oportunidad de desarrollar sus capacidades, la sociedad pierde el potencial humano. La mala praxis de las políticas de discriminación positiva, como de ninguna otra política, debe ser justificativo para estar en contra del planteamiento en sí, sobre todo si no se plantea alternativa.

    Un saludo.


    ResponderEliminar
  4. Hola Eva,
    1. Estoy de acuerdo en que la criminalidad y los puestos de alta responsabilidad deben medirse según las oportunidades
    2. En todos esos casos de discriminación que mencionas, ciertamente no se garantiza la excelencia. No obstante, el punto de Murray y Herrnstein es que, al ver las estadísticas en EE.UU., se aprecia una sociedad meritrocrática, pues hay una correspondencia entre niveles de CI y la jerarquía social en la asignación de labores.
    3. Estoy de acuerdo en que aún quedan muchas desigualdades de oportunidades. El asunto, no obstante, es ¿cómo resolver esto? Una persona que nació con un solo riñón ya está en desventaja de oportunidades. ¿Debe dársela alguna forma de ventaja compensatoria? No sé que responder, pero ciertamente es un asunto bastante difícil y complejo.
    4. A mí no me parece ni simplista ni caricaturesco el ejemplo del fútbol y Brasil. Es una reducción al absurdo, y las reducciones al absurdo tienen la ventaja de ilustrarnos respecto a las implicaciones de las posturas que tomamos.
    5. Yo tampoco creo que los negros tengan una inclinación natural al crimen, y en ningún momento he dicho tal cosa en el blog. No obstante, es un hecho que, en países como EE.UU. (no sé Europa), la población penitenciaria es abrumadoramente negra.
    6. Yo no estoy seguro de que la discriminación positiva ofrezca la oportunidad de tener a las mejoras personas en los mejores puestos. Acá opino en mayor detalle: http://opinionesdegabriel.blogspot.com/2012/10/sobre-la-accion-afirmativa-y-los-cupo.html

    ResponderEliminar
  5. 2- ¿Cómo se mide el CI? ¿Qué hace que se tenga un mayor CI? Alimentación, educación, etc.
    5- Si, en todos los lugares hay una sobrerepresentación penitenciaria de los colectivos social e institucionalmente marginados. El problema es como se refleja esto en la reflexión, como si estar en prisión tuviese más que ver con ser negro que con ser marginado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. 2. El CI se intenta medir con pruebas que, si bien en un inicio tenían muchos sesgos, hoy tratan de ser más universales. Ciertamente la alimentación y la educación inciden sobre el CI, pero a juicios de algunos, también los genes.
      5. No disputo lo que dices.

      Eliminar