En
mis años de estudiante, C.G. Jung me generó muchísimo interés. Frente a los
relativistas y posmodernos que enfatizan las diferencias culturales entre los
pueblos, yo me veía más atraído por aquellos autores que señalaran las
tendencias universales de la especie humana. Y, descubrí en Jung a uno de
ellos.
Jung
me fascinaba especialmente por sus estudios del poder universal de los símbolos
en mitos y religiones. ¿Por qué aparece tanto la serpiente en los mitos? ¿Por
qué se narra una y otra vez la historia de un héroe que viaja para cumplir una
misión y rescatar a una princesa de las garras de un monstruo? ¿Por qué la
madrastra siempre es malvada en los cuentos? ¿Por qué se narra tanto la
historia de un diluvio?
El
concepto de ‘arquetipo’ me resultaba muy atractivo. Independientemente de
nuestro color de piel, nuestra lengua, o nuestra historia como pueblo,
parecemos compartir con los otros miembros de la especie humana ciertas
disposiciones mentales que podemos englobar como ‘arquetipos’.
Pero,
a la hora de explicar cuál es el mecanismo que rige la aparición de estos
arquetipos, Jung no tardó en decepcionarme. Frente a un rasgo universal de la
especie humana, me parece, sólo caben dos explicaciones: la difusión cultural y
la predeterminación genética. Un grupo humano puede adquirir un rasgo, y al
entrar en contacto con otros grupos humanos, éstos pueden asimilar el rasgo en
cuestión, al punto de que se universaliza. El antropólogo Franz Boas fue
célebre por señalar cómo ocurre esto.
También
puede haber pueblos que jamás han estado en contacto entre sí, pero que, con
todo, comparten ciertos rasgos culturales. Si esos rasgos no se han
universalizado por difusión, entonces la única explicación viable es la
predeterminación genética. Seguramente tenemos codificado en nuestros genes el
privilegio de algunas imágenes, que reflejan las ventajas adaptativas de
nuestros ancestros homínidos en la sabana africana. La psicología evolucionista
ve en Jung un importante aliado. Los psicólogos evolucionistas han explorado
las bases biológicas de muchas conductas humanas, pero hasta ahora, no han
dedicado mucha atención al predominio de ciertas imágenes universales en mitos
y símbolos, los cuales Jung sí documentó con mayor extensión.
El
problema, no obstante, es que Jung explicó los arquetipos a partir de teorías disparatadas.
Jung postuló la existencia de un “inconsciente colectivo”. A simple vista, este
concepto es aceptable: todos los seres humanos tenemos una inclinación a
favorecer un conjunto de imágenes, muchas veces sin saber por qué lo hacemos.
Pero, Jung no postuló que esta tendencia universal viene de la difusión
cultural o de la genética. Antes bien, según Jung, el inconsciente colectivo
procede de una suerte de unión telepática en la cual todas las mentes humanas
están conectadas. Así pues, Jung está más cercano a la parapsicología, que a la
psicología evolucionista o a la antropología cultural difusionista.
En
opinión de Jung, las mentes humanas desarrollan una ‘sincronicidad’. Cuando una
persona se forma una imagen en su mente, otra también lo hace en algún lugar
remoto, a pesar de que estas personas no tengan ningún medio físico de comunicación.
Incluso, esto no sólo ocurre entre seres humanos, también puede darse con los
animales. En una famosa descripción, Jung narra que, en una ocasión, un
paciente le contaba un sueño sobre un escarabajo, y en ese momento, apareció un
escarabajo en la habitación. Esto, pensaba Jung, evocaba también el poder
simbólico de este animal en el Antiguo Egipto. Nada fue coincidencia: el
paciente, los antiguos egipcios y el animal, estaban sincronizados, y todos
participaban de un mismo inconsciente colectivo.
Esto
será risible, pero lamentablemente, mucha gente dentro y fuera de la academia,
se toma muy en serio los alegatos de Jung. Y, peor aún, Jung se está
convirtiendo en el caballito de batalla de muchos místicos del New Age, quienes
intentan presentar sus extravagancias, con un barniz de seriedad académica.
Después de todo, Jung no sólo fue excéntrico en sus ideas sobre los arquetipos:
también desarrolló ciertas inclinaciones por el ocultismo nazi, la ideología
aria, y su curiosa creencia de que él era la reencarnación de un dios con
cabeza de león. Como con muchos otros autores, las ideas de Jung debe tomarse
con pinzas.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias por la información. Siempre me había preguntado hasta dónde llegaba el esoterismo de Jung y ahora me queda claro que hasta el final. Cuando leí en "El hombre y sus símbolos" la anécdota de un cuadro que se caía al mismo tiempo que sucedía otra cosa relacionada, tuve que releerme el párrafo varias veces en un vano intento de encontrar una lógica, y hasta acudí a los diccionarios. Y el inconsciente colectivo quería yo interpretarlo como una especie de predisposición universal a crear imágenes, pero ya veo que no. Arrojado a la papelera de la literatura magufa.
ResponderEliminarHola Jose, a los que nos gustan los mitos, como a ti y a mi, siempre Jung resultará atractivo. Pero, joder, cuando uno profundiza un poco, se da cuenta de los disparates. Yo también quería interpretar el inconsciente colectivo como tú lo haces, pero leyendo un poco más a fondo, me di cuenta de que la idea de Jung está mucho más cerca de la parapsicología que de cualquier otra cosa. En todo caso, yo privilegiaría más un concepto como las "estructuras", de Levi-Strauss, para explicar los temas comunes entre tantos mitos.
EliminarLa interpretación estructuralista es tan insuficiente para interpretar la mitología como las restantes (alegorismo, evemerismo, racionalismo, etc.). No sé si lo has leído. Si no es así, te pondré ejemplos extraídos de Rose y de Kirk.
ResponderEliminarYo no soy simpatizantes de Jung, pero su teoría sobre el incosciente colectivo no es criticable por mi parte. Si existe Dios y existe el alma, si existe el mundo espiritual, puede existir el incosciente colectivo.
ResponderEliminarEntonces también cabe la posibilidad de que exista Pinocho en el multiverso.
EliminarClaro, el problema es que ni Dios (ningún dios), ni el alma, ni el mundo espiritual ni otros entes vacuos del pensamiento mágico anteopocéntrico existen.
EliminarRazón y fe ya llevan muchos siglos separadas. Mejor que siga así. Que no nos vendan ciencia cuando en realidad nos están queriendo vender religión. Por lo demás, impecable tu comentario.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
EliminarWow! cuánta mente lógica y tan bien estructurada hay por acá. Sus inefables designios abolicionistas de esas impertinentes ideas sobre la existencia de una inteligencia superior, son más que necesarias por pretender importunar la absoluta e irrefutable sapiencia humana. Aunque, por alguna razón, la duda sobre la infinitud queda anulada para eminencias como el Sr. Einstein, al contemplar la inconmesurable estupidez humana.
EliminarGracias por compartir!
ResponderEliminarYo, a pesar de ser simpatizante de Jung, reitero mucho el final de esta crítica (satisfecha por cierto) *hay que tomarlo con pinzas* Puesto que, hay que recalcar que el New Age es un cáncer superficial debido a las teorías surreales tanto como de Jung u otra personalidad, mas bien, siento que nadie es culpable por hecha una moneda dentro de lo abstracto, en este caso, fueron un costal de ellos. Pero en cuanto a fenómenos de sincronicidad jamás van a tener sustento científico por su naturaleza ambigua, solo la empírica, así pues en el inconsciente (sin rayar en el psicoanálisis a razón de que ya sabemos como terminó) siento que hay que prestarle atención sin rayar en determinismos y ver el valor real dentro de las obras de Jung, a la obviedad, de que Jung no era un loco cualquiera diciendo tonterías porque sí, también tuvo su público ignorante, como el crítico y a pesar de eso, nos ha dado obras bastantes por estudiar. Muchas gracias por tomar el tiempo en la crítica, se aprecia muchísimo y les deseo una cuarentena saludable sin volvernos to's locos. Buena noche.
ResponderEliminarCreo que malinterpreta, según entiendo Jung jamás en su obra asocia el inconsciente colectivo a la telepatía, es más, señala expresamente en 'El hombre y sus símbolos' que los arquetipos en la mente ser humano son heredados desde antes de las sociedades tribuales y se mantienen intactos hasta hoy en día y responden a una necesidad natural de supervivencia. La cultura no afecta en el mensaje profundo de los arquetipos, sólo los reviste atributos accesorios, pero no los modifica. Saludos.
ResponderEliminarLeí "Interpretación de La Naturaleza y la psique" de Carl Jung en donde estudia el tema de la sincronicidad y no es justa ni correcta la descripción de este fenómeno que el Sr. Andrade realiza aquí.
ResponderEliminarPor tal razón me hace sospechar que las opiniones del Sr. Andrade no están basadas en un conocimiento riguroso de la obra de Jung.
Sr: Andrade le recomiendo releer la obra de Jung para dar una opinión critica, con fundamentos saludos
ResponderEliminarHola queria saber si me recomendarian algun libro para entender la psique o la mente?muchas gracias
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarbueno!, no veo porque no la telepatía sea un obstaculo evolucionar en el conocimiento es no rechazar vías que no parezcan cientificas, la telepatía es objeto de estudio en la ciencia, Jacobo Crinbard y muchas universidades y gobiernos trabajan sobre este tema de la telepatía, pudiera ser bien que en la antigüedad fuese un bien común perdido en el tiempo, un don natural.
ResponderEliminar