miércoles, 11 de septiembre de 2013

El enigma de la cola del pavo real



            El origen de la cola del pavo real siempre ha despertado la curiosidad intelectual de mucha gente. Cuenta la mitología griega que Hera, siempre molesta por las aventuras sexuales de su esposo Zeus, encontró a su marido con la ninfa Io. Para disimular, Zeus convirtió a ésta en un novillo blanco, pero Hera, a sabiendas de lo que ocurría, le exigió a Zeus que le diera el novillo. Hera encomendó la custodia del novillo a Argo, un gigante con mil ojos. Zeus envió a Hermes a rescatar al novillo, y Hermes mató a Argo. En conmemoración de Argo, Hera adornó con sus ojos la cola del pavo real.
 
            En el siglo XIX, Charles Darwin ofreció una explicación del origen de la cola del pavo real que, si bien es una obvia mejora respecto al entendimiento mitológico, tiene carencias. Desde muy temprano, Darwin comprendió que no todos los rasgos exhibidos por los organismos son adaptaciones para facilitar la supervivencia. Más de un siglo después de Darwin, el biólogo Stephen Jay Gould advertía que algunas características pueden ser resultados colaterales de otras adaptaciones (por ejemplo, el color rojo de la sangre). Darwin no acudió propiamente a esta teoría para explicar el origen de rasgos que no son propiamente adaptaciones para la supervivencia, sino que invocó un tipo especial de selección, a saber, la selección sexual.
            Bajo esta teoría, algunos rasgos parecen perjudiciales para la supervivencia, pero son sumamente ventajosos en el éxito reproductivo. La cola del pavo real era el ejemplo frecuentemente invocado por Darwin, y hoy es ya paradigmático. La cola colorida del pavo real es un obstáculo para la supervivencia: facilita la visión a los depredadores, impide una locomoción más eficaz, y consume recursos energéticos para su soporte. ¿Cómo, entonces, podemos explicar su persistencia? Darwin trató de resolver el enigma así: si bien la cola del pavo real es perjudicial para la supervivencia, es sumamente ventajosa para que el pavo real se reproduzca en mayor proporción: su colorida cola atrae a más hembras, y eso le permite tener una prole mayor.
            La teoría resulta plausible. Pero, ¿por qué las hembras han de preferir a un macho con una cola tan colorida? Darwin sostenía que las hembras tendrían un sentido estético intrínseco, y esto las conduce a sentir más atracción por los machos con cola colorida. Pero, esto está muy lejos de ser una respuesta satisfactoria. ¿De dónde viene ese sentido estético? A la hora de explicar un rasgo por vía de la selección sexual, no sólo es necesario explicar la ventaja reproductiva que el organismo tenga con el rasgo en cuestión, también hay que explicar de qué modo es ventajoso para la contraparte el tener una preferencia por ese rasgo.
            Así pues, una vez resuelta la primera parte del enigma de la cola del pavo real, debe tratarse de resolver la segunda cuestión: ¿qué ventaja adaptativa puede tener la hembra pavo real, en sentir atracción sexual por machos con cola colorida?
            Se han invocado dos teorías. La primera, la llamada “hipótesis del hijo sexi”, procede del biólogo Ronald Fisher. Fisher postulaba que la atracción por las colas coloridas es una ventaja para la reproducción, pues al llegar el momento en que todas las hembras de la población comparten ese gusto, el aparearse con un macho de cola colorida permitirá que la descendencia también heredará ese rasgo del padre, y así aumentará las posibilidades de éxito reproductivo para la segunda generación (en tanto porta el rasgo que lo hace atractivo). En términos metafóricos, la hembra se aparea con el macho con cola colorida, bajo la esperanza de que pueda tener hijos con cola colorida que también resulten atractivos, y así, éste podrá aumentar sus posibilidades de reproducción.
            Es una hipótesis muy ingeniosa, pero enfrenta un problema clave: ¿cómo explicar cuál fue la ventaja adaptativa de la primera hembra que sintió atracción por la cola colorida? Bajo esta hipótesis, la atracción por la cola colorida es ventajosa sólo si las otras hembras también comparten esa atracción. Para aceptar la explicación de Fisher, hay que aceptar gratuitamente la existencia de aquellos rasgos que precisamente se busca explicar.
            Quizás la hipótesis de Fisher sirva para explicar cómo ciertos rasgos, una vez preservados por la selección sexual, quedan reforzados en la población. Pero, es insuficiente para explicar su origen. Para ello, se ha invocado una segunda hipótesis: el llamado “principio de minusvalía”, acuñado por el biólogo Amotz Zahavi. Bajo esta teoría, la hembra tiene ventaja adaptativa en su gusto por las colas coloridas, pues al seleccionar a machos con este rasgo, se está apareando con individuos que seguramente tienen buenos genes para la supervivencia, pues estos genes precisamente le han permitido sobrevivir al macho con cola colorida, aun en detrimento del obstáculo que su cola representa.
            En términos metafóricos: la cola colorida es una forma que el macho tiene de publicitarse sexualmente, pues promociona su buena salud y constitución, al punto de que hace un derroche con su cola, para demostrar que, aun con la minusvalía de su cola, tiene suficientes recursos complementarios para sobrevivir. Zahavi llamó a esto el “principio de minusvalía”, precisamente porque opera así: para demostrar su fortaleza, el individuo exhibe alguna debilidad. Pero, la paradoja se resuelve, al comprender que la exhibición de la debilidad es una forma de potenciar la exhibición de la fortaleza, pues esa debilidad exhibida es señal de que, el individuo en cuestión debe contar con un arsenal de otros recursos que le permite superar esa debilidad.
            Si esta teoría resuelve el enigma del pavo real (y, me inclino a pensar que sí lo resuelve), entonces sus aplicaciones en la psicología humana son muy variadas. ¿Por qué una cicatriz en un hombre puede resultar sexi a las mujeres? Si la cicatriz procede de algún accidente estúpido, no es muy sexi. Pero, si procede de una hazaña impresionante (como, supongamos, la de un torero), entonces tiene más atractivo sexual, pues esa cicatriz es señal de que el individuo en cuestión tiene destrezas que le permitió sobreponer el peligro inicial que le dejó esa cicatriz. 
 
Pero, quizás donde más aplicación tenga la hipótesis del principio de minusvalía sea en aquello que los sociólogos llaman el “consumo conspicuo”. Este concepto, originalmente acuñado por Thorstein Veblen, se refiere a la tendencia que existe en la sociedad moderna a desperdiciar enormes recursos en la distinción social, mediante el consumo de mercancías que imponen distancia y categoría. Estos estudios se enriquecerían con una perspectiva biológica: el consumo conspicuo es una variante del principio de minusvalía: con su despilfarro, el individuo está promoviendo la idea de que tiene plenitud de recursos, pues aun frente a ese despilfarro, logra sobrevivir cómodamente.

4 comentarios:

  1. He estado revisando un libro de Jay Gould y me asombró gratamente encontrarme con una hipótesis explicativa del porqué algunas personas fuman, beben o se drogan en donde, bajo el principio del biólogo Zahavi, concluye que es precisamente para "pavonearse" a pesar del daño, irreversible en la mayoría de los casos, que ocasionan estas sustancias. A partir de ésto, comprendo mejor el éxito de las tabacaleras o la admiración de algunas mujeres por el estereotipo del tipo rudo tipo James Dean

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    1. Hola Gendrik, no sabía que Gould aceptaba esta hipótesis (Gould siempre desconfió mucho de la psicología evolucionista). Yo también comprendo mejor el éxito de las tabacaleras a partir de esto. No es ya tan difícil entender por qué el cigarro de Camel o Marlboro tiene sex appeal. Aunque, por otra parte, el principio de Zahavi también serviría para explicar conductas autodestructivas de la religión (como azotarse, o los ayunos), a pesar de que yo no veo nada sexi en eso (¡un Vía Crucis le debe quitar las ganas a cualquier mujer!).

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  2. Dan miedo estas explicaciones. La de bobadas que hace la selección natural, o mejor dicho, sexual.

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    1. Así es, Jose (sin acento en la "e", jeje). La selección sexual nos ha llevado a hacer cosas estúpidas. Si somos obra de un Dios inteligente, no caeríamos es semejantes imbecilidades.

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