martes, 16 de agosto de 2016

Simone Manuel y la identidad racial

            En mi libro Las razas humanas ¡vaya timo!, dediqué un capítulo a los deportes. Ahí, traté de refutar la tesis según la cual, algunas razas humanas tienen mayor aptitud para los deportes que otras. Quien más ha defendido esta tesis, Jon Entine, postula que los negros son buenos en atletismo, y malos en natación, por motivos biológicos. Para el atletismo, cuentan con fibras de contracción rápida, y eso les da una ventaja. En la natación, en cambio, los negros no prosperan, porque tienen una densidad ósea mayor que personas de otras razas, y eso no les permite flotar adecuadamente.
            Tonterías. Ciertamente no debemos rechazar una teoría por el mero de ser políticamente incorrecta (y no cabe duda de que la tesis de Entine lo es), pero en este caso, la evidencia científica no acompaña a Entine. ¿Cómo explicar, entonces, que en efecto, los negros no han dominado en natación? Muy sencillo: factores sociales. Para nadar, se necesitan piscinas, y cuesta dinero mantenerlas. Las clases sociales más excluidas no tienen acceso a las piscinas. En África hay poca infraestructura para piscinas, y en América, los negros tienen poco acceso a ellas. Por ende, los negros tienen poca oportunidad de practicar este deporte. Tienen mucha más oportunidad de entrenar en deportes que no necesitan instalaciones tan caras, y en esos deportes, triunfan.

            El reciente triunfo de la nadadora negra norteamericana Simone Manuel en las Olimpíadas de Río de Janeiro, es significativo por ello: su triunfo sirve para refutar el estereotipo de que los negros tienen huesos que no les permiten nadar bien. Ahora bien, como suele ocurrir, el liderazgo negro en EEUU (así como sus aliados blancos que sienten culpa por los abusos del pasado) quiere cargar las tintas. Con bombos y platillos, anuncia una y otra vez el éxito de la “primera medallista negra en natación”. Y, como también suele ocurrir, a ellos les importa un comino si un sudanés o un senegalés tienen o no acceso a la piscina (y, con toda seguridad, esa gente es mucho más oprimida que los negros norteamericanos). Lo importante es su mundito.
            Un asunto interesante es que Simone Manuel ha dejado muy claro que a ella no le interesa llevar la etiqueta de ser la primera medallista negra norteamericana en natación. Ella quiere representar a todos los nadadores, y ya está. A mí me parece una actitud muy sana. La pasada generación de negros en EE.UU. coqueteó mucho con el separatismo y el desmedido cultivo de su identidad étnica. Eso le sirvió el propósito político de aprovechar los programas de acción afirmativa. Los negros norteamericanos sufrieron la segregación racial durante la era de las leyes de Jim Crow (que, valga decir, se aplicaban a las piscinas). Cuando el movimiento de los derechos civiles logró derogar esas leyes, los negros buscaron la integración, y había la esperanza de que EE.UU. se convirtiese en una sociedad post-racial (precisamente la misma con la cual soñó Martin Luther King). Pero, al poco tiempo, se apoderó del liderazgo negro una corriente que no tenía el menor interés en trascender las diferencias raciales, y más bien buscó cultivarlas aún más.
            Con el triunfo de Obama, nuevamente volvió la esperanza de encaminarse hacia una sociedad post-racial. La llamada “generación milenial” o “generación Y” (los nacidos entre 1980 y 1999) es de las que menor interés ha tenido en continuar exacerbando las identidades raciales. Simone Manuel pertenece a esta generación. Y, así, es comprensible que a ella no le agrada que los mayores la encierren en casillas étnicas. Para ella, la raza no es una obsesión. Ella aspira a vivir en un mundo en el cual, las identidades raciales paulatinamente vayan desapareciendo.

            Ciertamente, en EE.UU. queda mucho racismo, como los casos de brutalidad policial confirman. Pero, mi sentido común me dicta que, para que este racismo desaparezca, es mucho más sensato que la obsesión con las identidades raciales sea moderada. Si continuamente se etiqueta a un atleta con ser el primer negro en lograr esto o aquello en la historia, la opinión pública no va a pensar en esa persona como un atleta, sino como un negro. Y, así, la distinción del mundo entre negros y blancos, seguirá intacta. Por ello, creo que Simone Manuel tiene una gran lección que enseñar a los viejos líderes negros norteamericanos que viven obsesionados con su identidad racial.

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