En
los últimos años, Venezuela y Zimbabue han sido comparados continuamente. A la
vista, salta el hecho de que Chávez, en su afán por ser amiguito de cuanto
dictador brutal tercermundista apareciera, invitó en más de una ocasión a
Robert Mugabe a Venezuela. Aunque Chávez ni por asomo fue el déspota que sí es
Mugabe, hubo algunas semejanzas en su estilo populista y revanchista.
Tanto
Venezuela como Zimbabue eran países con muchas posibilidades económicas, y sus
respectivos líderes populistas lo llevaron todo a la mierda. Venezuela tiene el
dudoso honor de ser el país con la inflación más alta en el mundo, pero por
muchos años, la distinción la tuvo Zimbabue. Mugabe emitió los infames billetes
de millones de dólares; aún los venezolanos no hemos llegado a ese nivel, pero
Maduro, con su control inconstitucional del Banco Central, emite papel moneda a
lo bestia, y quizás en pocos años, lleguemos a tener billetes de millones de
bolívares.
Pero,
deseo destacar un paralelismo que, hasta donde sé, no ha sido señalado por nadie.
En un aspecto, la independencia de Zimbabue fue similar a la de Venezuela.
Zimbabue era originalmente la colonia británica de Rhodesia del Sur. A medida
que la Gran Bretaña se iba deslastrando de sus posesiones africanas, y emergían
nuevos países con gobernantes negros, los blancos de Rhodesia del Sur
declararon unilateralmente su independencia, y formaron un nuevo país,
Rhodesia. Ninguna otra nación lo reconoció.
El
líder de ese movimiento independentista, Ian Smith, trataba de justificar
aquella movida alegando los mismos argumentos del régimen del apartheid en
Sudáfrica: las razas no pueden coexistir, si a los negros se les ofrece
igualdad de derechos la minoría blanca se verá exterminada, etc. Y, en vista de
que la madre patria Gran Bretaña había abandonado a sus hijos blancos en
Rhodesia, a los blancos no les quedaba otro camino que declarar la
independencia, para protegerse de la amenaza negra. Así, desde 1969 a 1980,
Rhodesia impuso su propio sistema de apartheid, hasta que la guerrilla bajo el
mando de Mugabe puso fin a aquel régimen.
Poco
se sabe que la independencia de Venezuela empezó de forma muy similar. En su
empeño por satanizar todo lo español, muchos historiadores venezolanos
(especialmente los auspiciados por el chavismo) presentan al régimen colonial
como una fuente inagotable de opresión, a la vez que presentan a la gesta de
independencia como un noble movimiento guiado exclusivamente por ideales de
libertad.
Pero,
las cosas son más complejas. Los reyes Borbones habían empezado reformas
liberales en América. Ciertamente, la sociedad colonial estaba organizada en
torno a un rígido sistema de estamentos raciales que impedía la movilidad
social a los pardos (negros, mulatos
y zambos). Pero, en la última década del siglo XVIII, la corona empezó a
flexibilizar ese sistema, y permitió que los pardos libres (es decir, no
esclavos) pudieran comprar certificados que les permitían ser considerados de
castas superiores, y así, acceder a nuevos privilegios. Era una óptima manera
de colocar más dinero en las arcas públicas.
Desde
el primer momento, hubo oposición a esta nueva política. Pero, la oposición no
vino propiamente de la casta más privilegiada (los blancos peninsulares, es
decir, los nacidos en España), sino de los blancos criollos. A su juicio, lo
que la Corona y los blancos peninsulares estaban promoviendo era un ascenso
social de los pardos que, opinaban los criollos, era muy peligroso. Cuando en 1804
los blancos de Haití fueron exterminados en su totalidad, la preocupación criolla
fue aún mayor, y la protesta vino a ser aún más aireada.
En
1810, los criollos tuvieron muchas motivaciones para iniciar la declaración de
independencia de Venezuela. Pero, uno de ellos fue indudablemente el temor al
ascenso de los pardos. Los criollos temían que la madre patria España no los
protegía suficientemente bien frente a los pardos. Y así, lo mismo que Ian
Smith en Rhodesia, optaron por la independencia. Pero, al menos en aquel
momento, las ideas liberales de Miranda pesaban mucho menos que el interés de
la dominación racial. Como en Rhodesia, se trataba de una independencia
promovida por blancos, para seguir oprimiendo a negros, en buena medida porque
pensaban que la Corona se había vuelto demasiado liberal en asuntos raciales.
Fue
precisamente por esto que, en los años siguientes, los pardos lucharon en el bando realista junto a Boves, algo
que pocas veces se menciona. La Corona ofrecía más privilegios a los indios y
pardos que las élites criollas promotoras de la independencia. El tío de
Bolívar, Carlos Palacios, fue uno de los que en los años 1790 encabezó las
protestas en contra de las políticas de flexibilización del sistema de castas.
Su sobrino Simón, vivía tranquilamente en su finca con esclavos, y
presumiblemente, compartía el mismo desdén ante la idea de que los pardos
pudieran ascender socialmente.
Todo
hay que decirlo, Bolívar, tras su estadía en Haití, cambió de opinión. Prometió
la libertad a los esclavos y la igualdad de derechos a todos, y con esto, logró
que los pardos se unieran a sus filas. Ésa fue la clave para expulsar a los
españoles, y Bolívar en buena medida cumplió sus promesas. Pero, no perdamos de
vista que, al menos en las primeras fases, la independencia de Venezuela tuvo
las mismas motivaciones que las de Rhodesia: racismo puro y duro.