domingo, 30 de septiembre de 2012

Mi encuentro con Juan José Sebreli





Recientemente estuve de paseo en la encantadora Buenos Aires. Quise reservar en mi itinerario un encuentro con el escritor argentino Juan José Sebreli. Gracias a la mediación de Iván Ponce Martínez, concretamos el encuentro. Nos reunimos en el café ‘Ópera’, en la intersección de las avenidas Corriente y Callao. La conversación entre Sebreli, Martínez y yo fue sumamente placentera, y se prolongó por dos horas.
            En realidad, antes de este encuentro, conocía muy poco sobre la vida y obra de Sebreli. Maracaibo (mi ciudad) es un pigmeo comparado con el gigante cosmopolita que es Buenos Aires, de forma tal que el acceso a los libros siempre me resulta difícil. Así pues, si bien Sebreli ha escrito más de una docena de libros, sólo he tenido acceso a dos. Pero, la lectura de El asedio a la modernidad dejó una honda impresión en mí. Explicaré por qué.
            En los últimos años, el filósofo Enrique Dussel ha visitado Maracaibo en varias ocasiones. Yo he asistido a algunas de sus conferencias, y he salido sumamente insatisfecho con ellas. Dussel es hoy el gran gurú que se erige como el sucesor de  José Carlos Mariátegui y sus tesis sobre el socialismo indigenista, complementado con jerga postmodernista muchas veces ininteligible. Bajo la visión de Dussel, nosotros los americanos debemos rescatar el legado cultural indígena y rechazar el legado cultural europeo, a fin de liberarnos del eurocentrismo.
            Este giro de la izquierda latinoamericana me ha parecido extraño. Pues, la izquierda clásica, aquella inspirada en Marx, jamás fue eurofóbica, y no tenía reparos en postular que las sociedades indígenas estaban en un estadio más atrasado en la escala del progreso social. Con todo, entre mis colegas, la visión eurofóbica de Dussel se impone, y no parece haber alternativa.
            Yo me negaba a aceptar que no hubiera algún autor latinoamericano contemporáneo que estuviese dispuesto a reivindicar los logros civilizacionales de Occidente. Ha habido, por supuesto, autores como Vargas Llosa padre e hijo, o Carlos Alberto Montaner, que eficientemente han señalado la pobreza cultural de las sociedades precolombinas e indígenas contemporáneas (comparadas con las europeas). Pero, estos autores son también liberales a ultranza, y ha resultado demasiado fácil suponer que, quien afirme la superioridad cultural de Occidente, escribe desde la derecha, y como parte del paquete ideológico, se opone al socialismo, favorece el imperialismo económico, político y militar, etc.
            Yo quería encontrar un intelectual que defendiera la supremacía cultural de Occidente desde la izquierda. Fue así como hallé a Juan José Sebreli y El asedio a la modernidad, publicado en 1991. Sebreli, me parece, es heredero de la estirpe de autores argentinos como Domingo Sarmiento y Juan Bautista Alberdi, quienes han sabido reconocer las enormes ventajas de asimilar las grandes instituciones civilizadas de Occidente. Alberdi y Sarmiento, lamentablemente, en ocasiones mancharon sus tratados con algunas nociones raciales, suponiendo que la superioridad cultural occidental tiene una base biológica. Además, en los márgenes de sus escritos, ambos autores llegaron a proponer medidas violentas parta erradicar a los indígenas. Pero, en Sebreli no hay estos gazapos. Sebreli se limita a comparar el rendimiento de las instituciones europeas con las indígenas, y concluye que las primeras abruman en méritos a las segundas. Y, precisamente puesto que no hay diferencias biológicas sustanciales entre los occidentales y los indígenas, Sebreli propone el camino de la asimilación: el problema indígena en América Latina se resolverá en la medida en que los nativos se asimilen a la civilización occidental.
            El siglo XX ha vivido la enfermedad del relativismo cultural, aquella doctrina que enseña que las culturas son inconmensurables entre sí. El libro de Sebreli es una crítica filosófica a esta doctrina. Desde la antigüedad, sabemos que el relativismo es una postura incoherente, pues como bien señalaba Platón, si todo es relativo, entonces la proposición “todo es relativo” es en sí misma relativa. Extrañamente, la antropología cultural ha hecho caso omiso a esta advertencia, y ha elaborado un festín de celebración de costumbres atroces y bárbaras de pueblos no occidentales.
            En su libro, Sebreli somete a examen una amplia gama de movimientos que, inspirados en el relativismo, pretenden enaltecer todo aquello que no sea occidental. El primitivismo, el campesinismo, la negritud, el indigenismo, entre otros, son detalladamente evaluados por Sebreli con rigurosidad de argumentos. Al final, el juicio de Sebreli es categórico: la occidentalización es preferible a esos movimientos.
            Por supuesto, quienes afirmaron la superioridad cultural occidental en el siglo XIX, frecuentemente invocaron una ‘misión civilizadora’ que pretendió justificar los atropellos del imperialismo. Pero, Sebreli no pretende justificar lo injustificable. Sin dejar de advertir los abusos que suscitó el imperialismo, sencillamente recuerda que no todo lo del imperialismo fue malo, y que la expansión cultural de Occidente ha propiciado ventajas.
            Dadas sus posturas a favor de la expansión cultural de Occidente, ha resultado común calificar a Sebreli de ‘derechista’. Pero, es urgente advertir que, la misma izquierda clásica, si bien estuvo en contra del imperialismo político o económico, no rechazaba la expansión cultural occidental. Marx reconocía que sólo en Occidente surgiría el germen de la revolución proletaria, pues las otras regiones del mundo estaban inmersas en sistemas de producción pre-capitalistas. Si bien Marx era crítico del capitalismo, reconocía que era preferible a los sistemas de explotación feudales o esclavistas que tanto predominaban en África y Asia. Así pues, es perfectamente viable para la izquierda oponerse al dominio político y económico de las potencias europeas, pero a la vez enaltecer la expansión cultural de las grandes instituciones de Occidente. Sebreli, me parece, forma parte de esta estirpe de autores de izquierda que, sencillamente, no han cedido al chantaje postcolonialista y multiculturalista.
            Quizás mi única insatisfacción con Sebreli está en la selección que él hace de autores que, a mi juicio, son más charlatanes que verdaderos filósofos. Sebreli se ha caracterizado por defender arduamente la racionalidad y la ilustración, pero en ocasiones cita con aprobación a autores que pecan de oscurantismo. En esto, comparto la crítica que el genial Mario Bunge ha elaborado. Hegel, Sartre o incluso el mismo Habermas son autores que confunden frecuentemente, y tienen amplia referencia en los libros de Sebreli. Pero, por supuesto, esto no eclipsa los logros del maestro Sebreli, y me sentí sumamente complacido de haber conocido a este autodenominado ‘liberal de izquierda’ porteño.

2 comentarios:

  1. Gabriel:
    Te recomiendo que leas el libro de Sebreli "el olvido de la Razón" en el que el autor presenta con una ejemplar objetividad y sentido común a todos estos filósofos que parapetándose en el revisionismo antiracional de los estructuralistas, hace desfilar a estos medio charlatanes, como tu les llamas, pero señalando muy bien su bagaje ideolóogico y señalando sus incoherencias.El "asedio a la modernidad" que comentas haber leído es también un libro formidable sobre la génesis de las ideas pero el que recomiendo agranda el foco para identificar estos escritores cuestionados.El gran merito de Jose Luis Sebreli, además de su formidable erudición en este seguimiento de las ideas es haber permanecido fiel a la racionalidad del proyecto modernista, que no ha fracasado, sino que ha perdido el rumbo y debe completarse.
    Cordial saludo
    alberto paz posse

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    1. Gracias amigo, sí, y además de todos esos elogios que ofreces a Sebreli, es un hombre encantador, y sin pelos en la lengua. Un gran saludo.

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