lunes, 11 de julio de 2011

¿Ser libre es tener una mente compleja?



Antaño, las preguntas que me quitaban el sueño eran si Dios existe, si hay vida después de la muerte, cuál es el sentido de la vida, o por qué debo hacer el bien. Pero, desde algún tiempo, la pregunta que más me inquieta es: ¿somos libres? Tomo un diurético diariamente, y cuando en la madrigado me levanto a orinar, pienso en este asunto.

Veo una determinación causal a mi alrededor. El despertador sonará en la mañana porque así yo lo programé. Asimismo, el diurético es la causa de mis ansias de orinar en la madrugada. Pero, no sólo mis necesidades fisiológicas están causalmente determinadas. Todos mis pensamientos están causalmente determinados. De hecho, todos los eventos en el mundo están causalmente determinados.

No es algo que pueda demostrar propiamente, pero creo que la observaciñon de la regularidad del funcionamiento del mundo como una gran máquina me permite suponer que, si regresáramos en el tiempo al Big Bang e hiciésemos correr nuevamenmte la cadena de eventos desde el inicio, yo estaría escribiendo exactamente estas mismas líneas. Desde los orígenes del universo, yo estaba determinado a escribir esto, y tú estabas determinado a leerlo.

Ahora bien, ¿suprime eso mi libertad? Parece que sí: no pudo haber sido de otra manera. La gran cadena de causas ha hecho que en este momento escriba estas líneas, y no otra actividad. Puedo imaginar la posibilidad de que yo habría podido hacer otra actividad, por supuesto, pero mi ejercicio de imaginación sería fallido. Pues, si de verdad yo conociese exhaustivamente las leyes de la física, sabría que resulta inevitable que en este momento yo esté escribiendo estas líneas. Es como imaginarse que, al soltar un onjeto de mi mano, queda flotando en el aire. Puedo imaginar que eso podría ocurrir, pero mi conocimiento de la ley de la gravedad me permite saber que eso en realidad no podría ocurrir. De forma tal que, pareciera, no soy libre de no escribir estas líneas. De hecho, no soy libre de nada.

Pero, ¿qué es la libertad? Me parece que, si hacemos un ajuste semántico y definimos ‘libertad’ de otro modo, quizás entonces sí poidamos admitir que somos libres. En ese caso, estaríamos determinados, pero seríamos libres a la vez. Habría, por así decirlo, un compatibilismo entre la libertad y la determinación. No soy libre de escribir estas líneas, en el sentido de que no existe la posibilidad de que yo pude haber hecho otra cosa. Pero, quizás sí soy libre en el sentido de que mi deseo de escribir estas líneas procede de mí mismo (aun si este deseo ya está determinado), y ningún agente foráneo ejerce coacción sobre mi deseo.

Todos los fenómenos del universo están determinados. Pero, al observar los fenómenos del universo, vemos que algunos proceden de agantes libres, mientras que otros no proceden de agentes libres. Pensemos, por ejemplo, en la curiosa avispa Sphex, señalada por el filósofo Daniel Dennett. Esta avispa caza grillos para alimentar a sus crías. Cuando trae su presa, la abandona por un momento, la avispa revisa cuidadosamente el nido de sus crías, se asegura de que no haya peligro, y luego sale a recoger la presa para traerla al nido. Se trata, parece de una exhibición e inteligencia animal.

Pero, sorprendentemente, si algún biólogo mueve el grillo, la avispa nuevamente traerá a la presa, y repitirá el proceso de inspección. Si, de nuevo, el biólogo mueve nuevamemte al grillo, la avispa repetirá otra vez el proceso. Según reportan los biólogos, en varios experimentos, este se ha repetido unas cuarenta veces. La avispa, parece, corre con un programa que le gira instrucciones para cazar grillos y revisar el nido de sus crías. Al parecer, lo ejecuta bien, pero cuando alguna variable se altera, la avispa no cuenta con la capacidad de modificar su conducta para ajustarse a la nueva circunstancia.

La avispa tiene una conducta repetitiva, limitada por un programa de acción poco sofisticado. Los seres humanos somos muy distintos. Tenemos la capacidad de discernir respecto a cambios en las variables que enfrentamos. Y, en este sentido, tenemos una capacidad de elección que la avispa no tiene. La avispa no tiene la capacidad de elegir no repetir el proceso, pues no tiene la capacidad de contemplar otras opciones. Nosotros, en cambio, sí tenemos la capacidad de elegir no repetir un proceso como ése, precisamente porque tenemos la suficiente complejidad como para advertir el cambio en las circunstancias, y plantearnos la posibilidad de elegir otras opciones.

En ese caso, no somos libres en el sentido de que pudimos haber hecho algo distinto a lo dictado por la determinación causal. Pero, sí somos libres en el sentido de que nuestra mente es lo suficientemente compleja como para escoger una opción entre varias, aun si esa selección está causalmente determinada.

Si esto es así, nuestro libre albedrío radica en la complejidad de nuestra mente. El libre albedrío no es una misteriosa cualidad que radica en el alma y que ha sido concedida por los dioses. Es, más bien, la capacidad mental que tenemos para exhibir una conducta que, si bien está determinada, es lo suficientemente sofisticada como para tener la capacidad de escapar a una programación rígida. Lo mismo que la avispa, somos criaturas determinadas por un programa. Pero, el programa que nos determina es tan complejo, que resulta suficiente como para llamarnos ‘libres’, aún si no tenemos la opción de haber hecho algo distinto a lo que hacemos. Es por ello que la avispa no puede considerarse libre, pero nosotros sí podemos considerarnos libres.

Así pues, si el libre albedrío está en la complejidad de la mente, quizás en un futuro podamos crear máquinas que resulten libres, y tendremos que considerar sus implicaciones: será necesario plantearse la concesión de deberes y derechos a las máquinas, en virtud de su libre albedrío.

Hasta ahora, ninguna máquina es lo suficientemente compleja como para escapar la conducta repetitiva de la avispa. Ni siquiera las más poderosas computadoras que juegan ajedrez, y que están programadas para evaluar las distinas opciones de juego, pueden ser consideradas libres. Isaac Asimov entretenía a sus audiencias con historias sobre robots que dan la impresión de ser muy elocuentes, pero que en algún momento repiten conductas como las de la avispa, y en ese sentido, no son propiamente libres. Pero, quizás en un futuro, todo eso cambie.

2 comentarios:

  1. En eta dirección podras encontrar algunas opiniones recientes de un Evolucionista sobre el asunto. Tienes que buscar los post en su blog.
    http://whyevolutionistrue.wordpress.com/

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  2. Gracias por la referencia, con gusto las leeré.

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