viernes, 8 de julio de 2011

Respuesta a Gabriel Andrade (Autor invitado: Víctor Luque)



He cedido este espacio para que Víctor Luque escriba una respuesta a algunos de mis previas entradas al blog, las cuales tratan sobre el tema de la diversidad lingüística. Esas entradas pueden concultarse acá y acá.
Lo que sigue, es el texto de Luque.

QUITA TÚ LENGUA QUE PONGO LA MÍA

Hay una corriente de pensamiento, que defiende el señor Andrade, que afirma que hay unas lenguas superiores a otras. Decir que unas lenguas son superiores, mejores que otras es una burrada desde el punto de vista lingüístico, filológico. No hay lenguas mejores que otras, de la misma manera que no hay animales mejores que otros. Es como decir que el leopardo es mejor animal que el ñu. Desde un punto de vista biológico es una tontería y, además, acientífica. Lo que Andrade considera que una lengua hace mejor que a otra no son nociones filológicas (que son las únicas científicas) sino que son nociones socio-históricas, no lingüísticas. El inglés es hoy dominante (lo que quiera decir dominante cuando 5/6 partes del mundo no lo hablan) porque los dos últimos grandes imperios han sido el inglés y el estadounidense. Decir que el inglés es mejor que el francés o el inuit es una tontería acientífica. Y, supongo, que el inglés ha llegado a ser dominante por arte de magia.

Así, si una lengua obtiene un aire de superioridad no es por nociones lingüísticas sino socio-históricas. Es decir, por el apoyo de los estados (militar, culturalmente) ha llegado a tener una posición de “superioridad”. Veamos el caso del inglés, que es muy ilustrativo.

En el siglo XI los normandos conquistaron las tierras inglesas. La conquista normanda de 1066 hizo que el francés se convirtiera en la lengua culta de Inglaterra. Durante 200 años, la nobleza (la mayoría normanda) estableció (siguió con) el francés como su lengua. El inglés sólo era hablado por las clases bajas. Como explica Rodríguez Cobos “La nobleza francesa no se negó a aprender inglés, sencillamente no lo necesitaban. El propio Guillermo aprendió a hablar inglés a la edad de 40. La actitud de la clase gobernante hacia el inglés se resume de la siguiente manera:

Hasta el siglo XI la actitud fue de indiferencia pues el inglés no les era de ninguna utilidad.

Durante el siglo XII esta actitud de indiferencia comenzó a cambiar.

En el siglo XIII se empieza a pensar que el idioma apropiado para un inglés es el inglés.

En el siglo XIV el inglés era de nuevo hablado por todo el mundo y se consideraba la lengua madre de los ingleses.

En el siglo XV el francés no era usado ya comúnmente, pero la nobleza lo aprendía para poder comunicarse con la nobleza francesa y por que las leyes estaban en francés[1].

Es decir: las lenguas adquieren prestigio por cuestiones sociales e históricas, por las clases dominantes que ejercen el poder. El inglés era una lengua “menor”, una lengua del “pueblo”, de la plebe, sin ningún valor (es famosa la anécdota de la época del rey diciendo: “hijos, por el amor de dios, nunca jamás habléis la lengua de esos porqueros”). Ahora el inglés es la dominante y el francés está de capa caída. Según el criterio de Andrade, ahora el inglés ni existiría.

Veamos el caso del francés: como hemos visto, el francés se convirtió en la lengua culta de Inglaterra con la conquista normanda (hasta su declive dos siglos después). El siglo XVIII es el de su esplendor: la Ilustración marca la tendencia cultural, las relaciones diplomáticas se realizan en esta lengua, es la lengua jurídica en toda Europa, etc. En definitiva, el francés se convierte en la lengua de cultura, de prestigio. En la actualidad (los últimos cincuenta años) el francés ya no es la lengua internacional, pero, ¿qué hace el gobierno francés? ¿la deja a su libre albedrío? ¿la deja morir? No. Año tras año invierte cientos de millones de euros en la promoción del francés: abre embajadas de todos los países, exige que el francés sea lengua oficial, de trabajo y de patentes en la Unión Europea, abre Alliance française por todo el mundo, etc. Es decir, sabedores que lo que da prestigio y predominio a una lengua es contingente, el Gobierno francés crea las condiciones para que el francés se mantenga y pueda, un día, volver a serlo. Como no pueden hacerlo por medio de guerras bélicas (como se hacía antes) ahora lo hacen a través de formas pacíficas, de protección y difusión del francés (con todos los medios a su alcance). Es decir, por “guerras” culturales.

El mismo modelo siguen el alemán (Goethe-Institut), el italiano (Società Dante-Alighieri), el portugués (Instituto Comoes), el británico (British Council), o el español (Instituto Cervantes).

Por cierto, es curioso que Andrade nombre el francés como lengua a apoyar como universal cuando esta no es ni dominante, ni relevante en la ciencia ni sus intelectuales tienen el peso y la importancia de antaño. Los subconscientes coloniales continúan.

EDUCACIÓN BILINGÜE: EL FANTASMA DEL OTRO

Hay un fantasma que recorre toda España (y, por lo que parece, Venezuela). El fantasma de la educación bilingüe. La visión de que la educación bilingüe es un lujo, algo accesorio que no vale la pena y que se debe eliminar. La educación es crucial en una sociedad. La sociedad está formada por personas que se unen en grupos por su lengua materna. Un objetivo principal en toda sociedad es su cohesión y paz social. Las sociedades democráticas se otorgan ellas mismas sus leyes y su sistema educativo por medio del voto (los partidos defienden en sus programas qué políticas seguir al respecto). Los catalanes (ya que Andrade parece tenerlos como referencia) se dieron democráticamente un sistema de inmersión lingüística, que asegura el bilingüismo de sus ciudadanos. Este es necesario por una sencilla razón: el ciudadano no bilingüe es un ciudadano en desventaja. Los idiomas oficiales en Cataluña son el catalán y el castellano, y son los exigidos para la realización de las funciones públicas. Un catalán castellanoparlante que no sepa catalán será un ciudadano con menos posibilidades de acceder a plazas de trabajo tanto en la administración pública como en la privada (los ciudadanos son como los clientes: una parte de ellos quieren y pueden exigir ser atendidos en el idioma que prefieran; nadie se presentaría a un trabajo que exigiera hablar francés sin saberlo y menos aún diría, quejándose, que eso es injusto y antidemocrático porque el francés no sirve para nada). Decir que un castellanoparlante no puede ni debe aprender catalán es una noción cuasiracista: se infiere que el castellanoparlante es incapaz, que hay algo intrínsecamente en él que le impide aprender otro idioma (y además romance como el castellano). Las lenguas son oficiales porque son de sus ciudadanos y de nadie más, los cuales las han refrendado como oficiales. Asignar nociones nacionalistas excluyentes (signifique esto lo que signifique) a esto es absurdo.

EL NACIONALISMO LINGÜÍSTICO

El catedrático de lingüística de la Universidad Autónoma de Madrid, Juan Carlos Moreno Cabrera, define el nacionalismo lingüístico como: considerar que la lengua propia es superior a las otras. El segundo rasgo definitorio es que, como mi lengua es superior, estoy haciendo un favor a los otros si se la impongo.”

La idea principal es esta: Son los demás los que deben hablar nuestra lengua, la dominante, no al revés. Y para ello se utilizan criterios economicistas, como hace el señor Andrade. Según esta idea, habría que dejar morir el noventa y nueve por ciento de los museos y de las obras de arte que contienen en ellos por no ser “prácticas”, ya que no tienen visitas. Pero dudo mucho de que Andrade abogue por quemar (dejar morir, deshacerse en este caso, es su expresión predilecta) “La Crucifixión” de Giotto.

Por otro lado, siempre se afirma, como hace Andrade que (si se habla inglés, por ejemplo) “… habrá aprendido una lengua hablada por más de mil millones de personas en cinco continentes, sumamente útil para la ciencia, la tecnología, el comercio internacional, etc.” La falacia del argumento no parece haberla captado Andrade: me pregunto quién podrá hablar con mil millones de personas (y, por supuesto, en las actuales circunstancias en la que esa lengua es dominante, la cual, como hemos visto antes, puede cambiar perfectamente). Yo soy heterosexual (por suerte o por desgracia) y, siguiendo el argumento de Andrade, yo puedo acostarme con tres mil millones de mujeres. ¿De verdad puedo acostarme con tres mil millones de mujeres? ¿Alguien le ve sentido a esto? La diferencia entre potencia y acto no es sólo cosa de Aristóteles.

Que cada uno se aplique el cuento.

Bibliografía: El nacionalismo lingüístico. Juan Carlos Moreno Cabrera.

Pdf:http://bretemas.blogaliza.org/files/2010/06/Texto_Juan_Carlos_Moreno_Cabrera.pdf

Conferencia: http://www.youtube.com/watch?v=37HoQMqgeQc&feature=related

EL MITO DEL INGLÉS

“Muchas veces se dice que en España hay un déficit de conocimiento de lenguas, lo cual es falso. España es uno de los países de mayor bilingüismo, no ya de Europa, sino del mundo. Pocos países en el mundo hay tanto conocimiento de lenguas como en España. Tenemos unos ocho millones de bilingües catalán/castellano, un millón de bilingües euskera/castellano, unos trescientos mil asturiano/castellano, dos millones gallego/castellano. Tenemos millones de personas que hablan dos lenguas mínimo, e incluso a veces más. Luego España sí que es un país donde sí se hablan idiomas.

Ahora bien, ¿qué más se habla en España? Las lenguas que son útiles aquí, las lenguas que se hablan aquí. ¿A quién beneficia hablar inglés? Es que el inglés no es útil en España, sencillamente. Puede ser útil si yo quiero entrar en una multinacional o quiero ser directivo de tal empresa. De acuerdo. Pero eso es una minoría de personas. Aquí el inglés no sirve absolutamente para nada. Así de sencillo. El gallego sí que sirve, mucho más que el inglés. ¿Por qué no se les enseña a todos los niños en el Estado español las lenguas que se hablan en España? Porque yo puedo tener familiares en Cataluña o Galicia. Es decir, que son lenguas incluso familiares, con las que el niño va a entrar en contacto. Esas son lenguas útiles. Desde que hay comunidades autónomas y desde que las lenguas autonómicas, llamadas “regionales”, son oficiales, son útiles para conseguir trabajo también. Es más útil en España saber euskera que saber inglés. Estoy convencido. Es que eso es una realidad. Y, sin embargo, estamos muchas familias españolas gastando muchísimo dinero y muchísimo tiempo en aprender a dominar el inglés, y a hablar inglés sin acento. Muchísimo dinero. Y, realmente, solo llega a dominar el inglés un uno por ciento aproximadamente, a tener un inglés aceptable. Un inglés que les pueda servir para encontrar trabajo. La mayor parte tendrá un inglés no aceptable, malo, que no les va a servir para casi nada. Pero, ¿es porque estamos retrasados para las lenguas? No. Es que el inglés no es útil. Cuando una lengua es útil se aprende. Es así de sencillo. Si la Comunidad de Madrid, porque nuestra inefable Esperanza Aguirre está empeñada con el bilingüismo porque resulta que ella habla inglés (bilingüismo con el inglés, se entiende), decretara que todos los trámites de la Comunidad de Madrid y toda la enseñanza en ésta y todos los juicios de la Comunidad se van a hacer en inglés, la gente acabaría aprendiendo inglés. Pero por imposición. Es decir, si yo voy a por un subsidio a la Comunidad de Madrid y me obligan a rellenar en inglés el formulario o sino no me dan el formulario, yo lo haré en inglés. Mejor o peor pero lo haré. Claro. Eso es lo que se llama la imposición de una lengua. Pero aquí no hay una imposición de este tipo, por vía oficial (porque Esperanza Aguirre no ha convertido el inglés en la lengua oficial de la Comunidad de Madrid), pero sí hay una imposición todavía peor que esa, que es la imposición del lavado de cerebro.

Muchísimos millones de personas piensan que tienen que hablar inglés, aunque no les sirva para nada. Ese es el gran problema. Con el tiempo que invertimos a entender, no digo ya ha hablar, sino a entender, esas mismas horas que hemos invertido en aprender a entender inglés aprenderíamos a entender perfectamente italiano, francés, portugués, catalán, todas estas lenguas que son lenguas que se hablan en países cercanos a nosotros, que tienen una cultura bastante afín a la nuestra… Todo ese tiempo que hemos perdido, entre comillas (aprender una lengua nunca supone perder el tiempo).

Hay la generalizada idea de que hay que aprender inglés a toda costa y que debemos invertir el tiempo que sea y el dinero que sea en conseguirlo. Os imagináis por un momento que la Xunta de Galicia obligara a todo el mundo a perfeccionar el gallego y tuvieran que invertir dinero y estancia (como hacen con el inglés). Es inimaginable. Y, sin embargo, con el inglés todos lo hacemos, todos, todos, todos. Todos contentos y nos gastamos el dinero: compramos métodos, fascículos, dvds, vemos la televisión, películas, etc. Y luego, al final, cuando llevamos diez años o así, nos damos cuenta de que seguimos sin entender el inglés. La verdad es que es frustrante. Sin embargo, yo os aseguro que si estáis viendo películas en catalán u oyendo hablar catalán durante dos meses, tendréis un dominio perfecto del catalán. Por lo menos entendido. No digo ya hablado porque eso requiere un poquito más de esfuerzo. Pero entendido perfecto. El catalán es una lengua muchísimo más agradecida que el inglés, y sin embargo ahí está abandonada, ahí la tenemos. Y, de hecho, cuando alguien nos habla en catalán (por lo menos a los castellanohablantes) nos molesta enormemente. Pero cuando alguien nos habla en inglés nos alegramos enormemente de haber entendido dos palabras: “Ha dicho yes”. Voy avanzando, voy avanzando. No me he enterado de nada pero ha dicho yes. No me digáis que no es absolutamente surrealista. Pero es que es lo que está pasando. Yo mismo he estudiado inglés, y he intentado perfeccionar el inglés, o sea, que yo no me excluyo de la ola. A mí hijo lo he llevado para que aprenda inglés. Yo estoy metido. Puedo criticar con conocimiento de causa.

De todas maneras, desde que he empezado a escribir estos libros ya me empecé a interesar por otras lenguas que no son el inglés. Es inevitable, pero es que hay que reconocerlo.” (Transcripción de un comentario de Juan Carlos Moreno Cabrera; aquí http://www.youtube.com/watch?v=R8GX_qKVfZY )

ANALOGÍAS Y CANDIDECES

Andrade critica mi analogía de la muerte del niño y la de una lengua porque “sencillamente, creo que la analogía no se sostiene. No se cometió ningún genocidio cuando el latín desapareció y se convirtió en las lenguas romances. Es, sencillamente, la dinámica de la difusión cultural. En vez de compararla con un niño, deberías comparar a la lengua con algún instrumento de comunicación (como el telégrafo) o algún lenguaje de informática (como Basic, o Turbo Pascal). ¿Debería restarse recursos a la enseñanza del uso del telégrafo para dirigirlos a la enseñanza del internet? Yo diría que sí.” La analogía con el telégrafo e internet sí que no se sostiene: las lenguas, desde un punto de vista lingüístico (es decir, científico), no son ni mejores ni peores. Comparar el inuit con el telégrafo y el inglés con internet es como comparar en biología a un león con un ipod y a una musaraña con un radiocassette. La utilidad la confiere el contexto sociohistórico, no la lengua en sí. Decir que una lengua es mejor que otra es como decir que una lengua es más gorda que otra, o más bonita. Una chorrada acientífica.

Por otro lado, resulta graciosa la candidez de Andrade respecto a las lenguas y su desaparición. Efectivamente, el latín se convirtió en las actuales lenguas romances, pero precisamente porque nadie trató de aniquilarlo. El latín siguió su curso y acabó derivando en el español, el catalán, el francés o el italiano. ¿En qué han derivado el apache, el cheyenne o el navajo? La respuesta: en nada. Y no lo han hecho porque los apaches, los cheyennnes o los navajos fueron aniquilados.

Andrade me criticó por no diferenciar en mi parodia (se ve que en las parodias uno tiene que ser tan riguroso y metódico como en los papers universitarios) entre etnia (physis) y lengua (nomos). Parece olvidar que las lenguas las transmiten las personas (de forma oral o escrita) no los dioses o los felinos. La única forma de acabar con una lengua es por medio de sus hablantes. Andrade sugiere la cándida sustitución lingüística por medio de la educación, a la que todo malvado catalanoparlante (pongamos por caso) se someterá con gusto. Esto se ha hecho desde España hasta Rusia, y el resultado ha sido que los hablantes de las lenguas “inferiores”, en vez de renunciar a la suya, han aprendido otra y han mantenido (en mayor o menor medida) la suya. Ni siquiera el modelo francés (del que Andrade parece admirador), que es uno de los más impositivos, ha conseguido que se deje de hablar occitano, catalán o euskera dentro de sus fronteras. Hoy, solo en Europa, se hablan más de 200. Como ha demostrado la historia colonial, la única manera de hacer desaparecer una lengua (es decir, sin que derive o evolucione en otras, como ente vivo que es) es por medio de la destrucción de sus hablantes.

Ahora Andrade pide que se haga por medio de la educación y no por la aniquilación de sus hablantes. Ya no está bien visto el genocidio físico, aunque el cultural parece que aún sí. Algo hemos avanzado.

COHERENCIAS E INCOHERENCIAS

La tesis principal de Andrade es la siguiente: la consecución de una lengua universal. Como su propio nombre indica, una lengua universal es una, no varias. Por lo tanto, se supone que Andrade defendería una única lengua universal. Pero no, lo que Andrade defiende es la desaparición de algunas lenguas a favor de otras. Defiende el bilingüismo o el trilingüismo siempre que sean las lenguas que él quiere (sin un método claro que las clasifique). Una postura coherente defendería una única lengua y desecharía las otras, ya que sólo una puede ser la lengua universal. Parece sentir predilección por el inglés como futura lengua universal (lengua no hablada por 5/6 partes de la humanidad). La consecución de una lengua universal, sea el inglés o cualquier otra, elimina la necesidad de la existencia de lenguas mayoritarias en competencia (ya que el inglés, el español o el chino ya no tendrían ningún afán expansivo, puesto que una ya lo ha conseguido), por lo que permitiría el bilingüismo mayoritario existente ahora: inglés (universal), lengua propia (local: signifique esto lo que signifique). Así, los malvados catalanoparlantes podrían hablar su lengua folcklórica sin dejar de estar conectados globalmente con la humanidad (supongo que ahora viven encerrados en cuevas usando piedras para crear fuego y el telégrafo para comunicarse con otras cuevas “locales” habitadas por otros pocos catalanoparlantes; es que, cómo son estos catalanes).

Si Andrade fuese coherente con su posición habría elegido una única lengua para devenir universal. Pero no. Elige varias, por criterios tan laxos como faltos de peso (a cada uno hay, como mínimo, tres contraejemplos), y por supuesto la suya, el español (nacionalismo lingüístico). Resulta curioso que mencione antes el alemán o el francés que el portugués, que tiene más hablantes y lo tiene al lado, o el bengalí (¿tendrá algo que ver con que sean pobres, o lo fueran hasta hace bien poco aquellos?). No tiene sentido alguno pedir un bilingüismo de dos lenguas “mayoritarias” si lo que se busca es una lengua única universal. Si Andrade no hubiera querido caer en incoherencias, habría elegido, habría apostado, por una lengua y no varias. Entonces, este blog y esta discusión deberían estar escritos en inglés, y así, lo “leerán” mil millones de personas.


[1] Rodríguez Cobos, E.M.: La Conquista Normanda, en Contribuciones a las Ciencias Sociales, septiembre 2009, www.eumed.net/rev/cccss/06/emrc2.htm.

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