martes, 11 de julio de 2017

Carta a Belén sobre la homosexualidad



Querida Belén:

            Me gustó mucho la producción teatral que hicieron en tu colegio. Había leído Salomé, pero nunca la había visto puesta en escena. Seguramente sabes que el autor de esa obra, Oscar Wilde, tuvo una vida muy agitada. Pero, lamentablemente, Wilde tuvo también un final trágico. Al pobre Wilde lo acusaron de seducir a otro hombre. Por aquellos días (a finales del siglo XIX), la homosexualidad era un delito en Gran Bretaña, y mandaron a Wilde a la cárcel, a hacer trabajos forzosos por dos años. Ahí se contagió con una enfermedad, y poco tiempo después de salir de la cárcel, murió.
            Afortunadamente, los británicos cambiaron esas leyes tan bárbaras. Pero, quedan algunos países en los que ser gay es un delito. En algunas naciones brutalmente atrasadas, se les puede incluso apedrear. No siempre fue así. Los griegos no tenían mayor problema con la homosexualidad. De hecho, se esperaba que un hombre mayor, se fijase en un jovencito y, como muestra de amor (más o menos como una relación de maestro y discípulo), tuvieran una relación sexual, aunque rara vez llegaba a la penetración. Más bien, el hombre mayor frotaba sus genitales con los muslos del jovencito.

            Para serte franco, a mí esto me perturba un poco, no por el hecho homosexual en sí, sino por la diferencia de edad. Muchos de estos jovencitos eran menores de dieciocho años, y estaban en una posición vulnerable que no les permitía rechazar los avances de los mayores. Hoy, eso sería reprochado como pedofilia. A veces me encuentro con gente que idealiza a los griegos en este aspecto, pero yo tendría más cautela. Me parece muy bien tolerar la homosexualidad, pero no me parece bien tolerar la pedofilia. Lamentablemente, mucha gente asume que los homosexuales inevitablemente serán pedófilos. Eso es una gran mentira. Pero, no deja de ser cierto que, en la antigua Grecia, la homosexualidad más común sí ocurría como una forma de pedofilia, y eso no es algo que debamos estar celebrando.
            La homosexualidad ha dejado de ser un crimen en muchos países, pero sigue siendo un pecado en muchas religiones. Y, hasta hace algunos años, los psicólogos y psiquiatras consideraban que el ser homosexual era una forma de enfermedad mental. No se puede negar que, en un sentido muy llano, la homosexualidad no es normal: apenas cerca del 5% de las personas son homosexuales. Pero, a decir verdad, no es tan fácil precisar quién es homosexual. Quizás tú en algún momento hayas fantaseado tener sexo con Lady Gaga, pero nunca más se te pasó por la cabeza el pensamiento de tener sexo con una mujer. ¿Eso te hace homosexual?
            Es cuestión de grados. De hecho, un científico, Alfred Kinsey, entendió esta cuestión, y diseñó una escala, del 1 a 6, para medir cuán homosexual es alguien: 1 es enteramente heterosexual, 6 es enteramente homosexual. Así que, cuando alguien te pregunte si eres lesbiana, bien podrías responder con un número, del 1 al 6.
            En fin, aun con ese matiz, podemos seguir sosteniendo que el ser homosexual no es normal en términos estadísticos. Pero, lo mismo aplica a los zurdos, a los superdotados, y a un montón de gente que tiene alguna característica distinta a los demás. Eso no los hace patológicos; los zurdos son distintos, pero no enfermos. Pero, por mucho tiempo se pensó que los homosexuales no son solamente distintos, sino también patológicos, pues se suponía que su estilo de vida es perjudicial para su salud mental.
            Pero, una psicóloga, Evelyn Hooker, se propuso refutar esa idea. Hooker hizo una serie de exámenes a individuos, heterosexuales y homosexuales, recogiendo varios rasgos mentales. Luego, presentó esos resultados a sus colegas (especialmente a los que insistían en que la homosexualidad es una enfermedad mental), y éstos no pudieron distinguir adecuadamente quién era homosexual, y quién era heterosexual. Esos resultados convencieron a los psicólogos, entonces, que el ser homosexual no es ninguna enfermedad, y que aparte del criterio estadístico, es perfectamente normal.
            Yo no estoy totalmente convencido de ello. Pues, después de esos exámenes de Hooker, se ha demostrado que, al compararse con los heterosexuales, los homosexuales sí tienen mayor riesgo de tener ansiedad, depresión, suicidio, promiscuidad (en el caso de los hombres), y violencia doméstica. El problema, no obstante, es que no sabemos bien si esa desproporción se debe a la homosexualidad propiamente, o más a la homofobia que los homosexuales sufren. Quizás el hecho de que la sociedad no termina de aceptar a los homosexuales hace que los gays y las lesbianas se depriman y se suiciden más.
Hay que reconocer que hoy la homosexualidad está mucho más aceptada que antes, pero con todo, las cifras de depresión, suicidio y violencia doméstica entre los homosexuales no han bajado tanto como se esperaría. Pero, esto podría indicarnos que más bien, la homosexualidad no está tan aceptada como nosotros creemos, y eso hace que los homosexuales sigan sufriendo estrés.
En todo caso, a mí no me parece que esas disparidades entre homosexuales y heterosexuales sean suficientes para decir que la homosexualidad es una enfermedad mental. Esos datos pueden servirnos para estar alertas si tenemos amigos o familiares homosexuales, pues podrían estar más expuestos a sufrir depresiones y angustias. Pero, en líneas generales, un homosexual puede llevar una vida perfectamente normal.
Además, aun si la homosexualidad fuese una enfermedad, no se puede curar. Hay algunas personas que, testarudamente, se empeñan en creer que tal cosa sí es posible. Por lo general, esos testarudos vienen de grupos religiosos fanatizados que consideran que la homosexualidad es una decisión propia de cada quien, que es un pecado, y que por extensión, se puede evitar. Esta gente propone cosas terribles. Muchas veces, ante padres que temen que sus hijos adolescentes sean homosexuales, los exhortan a enviar a los muchachos a campamentos, donde son sometidos a terapia de conversión. Esta terapia consiste en técnicas de aversión (¿recuerdas el condicionamiento clásico?): al jovencito lo exponen a imágenes de excitación homosexual, y le aplican cargas eléctricas o drogas que generan náusea, para que nunca más sienta placer al contemplar estímulos homosexuales.
Estas cosas, Belén, no funcionan. De vez en cuando, aparece algún tipo que dice que él se convirtió en heterosexual gracias a esas terapias, pero te puedo asegurar que, a la larga, ese tipo volverá a ser homosexual. Recuerda la vieja canción de un salsero neoyorquino: no se puede corregir a la naturaleza; palo que nace doblado, jamás su tronco endereza.
Si la gente fuese homosexual, sólo debido a la forma en que fue criada, entonces quizás sí sería más fácil cambiar a alguien de orientación sexual con terapias de conversión. Pero, cada vez aparecen más indicios de que el gay nace, no se hace.
¿Recuerdas los estudios de gemelos? Pues bien, hay mayor probabilidad de que dos gemelos monocigóticos (es decir, idénticos) sean homosexuales, que dos gemelos dicigóticos. Y se conocen muchos casos de gemelos idénticos separados al nacer y criados en hogares muy distintos, pero que con todo, ambos terminan siendo homosexuales. Todo esto sugiere que el ser homosexual tiene una base genética. Pero, no nos anticipemos. Todavía no se ha encontrado ningún gen gay. Encontrar genes es muy difícil, y tanto aún más para conductas específicas. Hasta ahora, sólo podemos conjeturar.
Pero, asumiendo que tal gen (o genes) gay sí existe, esto suscita una pregunta muy intrigante: ¿cómo puede un gen así sobrevivir? Piensa en ello, Belén: si eres lesbiana, no tienes mucho sexo con hombres; si no tienes sexo con hombres, no tienes hijos propios; si no tienes hijos propios, no les pasas tus genes. ¿Cómo, entonces, pudo haber perdurado el gen gay en la especie humana, si no hay forma de pasárselo a las siguientes generaciones?
Podría ser que, el gen para ser gay, codifique también que esa persona se porte muy bien con niños que no son sus hijos, pero sí son sus parientes. Ya conoces aquel refrán, a quien Dios no le dio hijos, el diablo le dio sobrinos. Curiosamente, yo siempre he visto que las viejas refraneras de pueblo, aplican este dicho a los gays. Y, la verdad es que los gays suelen ser muy buenos tíos. Pues bien, si los homosexuales ayudan tanto a sus sobrinos, entonces he ahí una forma en que el gen gay pase a las siguientes generaciones: al ayudar a los sobrinos, a éstos les va mejor en la vida, y así, se aumenta la probabilidad de que ellos mismos tengan más hijos. Hasta ahora, los psicólogos no han estudiado esta hipótesis muy a fondo, pero en Samoa, sí hubo un estudio famoso explorando cómo los gays, al ayudar a sus sobrinos, terminan asegurándose de que sus genes se esparzan más.
En todo caso, no es necesario tener un gen gay, para nacer siendo gay. Puede ser que, durante el embarazo, el feto reciba hormonas distintas a las que reciben los heterosexuales. Es posible que esto afecte los cerebros que se están formando, y a la larga, eso haga que esa persona sea homosexual en su edad adulta.
Un médico, Simon Levay, hizo unas famosas autopsias comparando los cerebros de homosexuales y heterosexuales. Levay descubrió que el hipotálamo de los hombres gays es más pequeño que el hipotálamo de los hombres heterosexuales. Levay también descubrió que, en otras regiones del cerebro, los hombres homosexuales se parecen más a las mujeres heterosexuales que a los hombres heterosexuales. Debo advertirte, no obstante, que estos estudios han sido criticados. Levay estudió a hombres homosexuales que habían muerto de SIDA, y es posible que esas alteraciones en el cerebro se hayan debido al avance de la enfermedad, y no al hecho de que hubieran nacido con ellas.
Pero, con todo, hay otros indicios de que las hormonas que el feto recibe durante la gestación, sí inciden en la orientación sexual. Las hembras que recibieron una dote excesiva de testosterona, tienen más probabilidades de ser lesbianas; mientras que los hombres que recibieron una dote insuficiente de testosterona, tienen más probabilidades de ser gay. Así como hay algunas personas que creen que la homosexualidad puede revertirse con terapias de conversión, hay otras personas que creen que se puede dejar de ser gay si a la persona se le administran hormonas (Evo Morales, el presidente de Bolivia, llegó a decir lo contrario: según él, los hombres se vuelven homosexuales porque come mucho pollo con hormonas femeninas). De vez en cuando, aparecen alarmas de diarios sensacionalistas diciendo que este o aquel producto vuelve a la gente gay, debido a algún químico presente. Estupideces.
En la primera mitad del siglo XX, hubo un médico famoso, Eugen Steinach, que implantó tejidos testiculares de hombres heterosexuales en homosexuales, con la esperanza de que cambiaran su orientación sexual. No funcionó. Las hormonas pueden afectar la orientación sexual mientras el cerebro se desarrolla; pero ya en la edad adulta, las hormonas no van a cambiar eso. De nuevo, recuerda la canción: palo doblado no endereza.
La gente que forma parte del movimiento LGTB (lesbianas, gays, transgéneros y bisexuales), ésos que llevan la bandera del arco iris, suelen decir que, para un hombre, el ser gay no tiene nada que ver con sentirse mujer, o viceversa (es decir, para una mujer, el ser lesbiana no tiene nada que ver con sentirse hombre). En parte, tienen razón. Una cosa es la orientación sexual (con quién quieres tener sexo), y otra es la identidad género (¿cómo te sientes, hombre o mujer?). Hay hombres muy viriles que, con todo, son homosexuales. En la antigua Grecia, hubo batallones de soldados muy fieros, que eran gays; el más famoso era el batallón sagrado de Tebas. De afeminados, esos tipos no tenían nada.
Pero, los estudios de Levay y otros, sí plantean que, hasta cierto punto, el ser homosexual sí equivale a tener un parecido con el otro género. Si durante su gestación, una persona tiene alteraciones en la cantidad de testosterona que recibe, eso modificará su orientación sexual y hará que, en algunos rasgos, se parezca más a las personas del otro género. Es más probable que los hombres homosexuales, en su infancia, jugaron más con muñecas; las lesbianas, por su parte, probablemente jugaron más con coches.
Esto incluso se manifiesta en algunos rasgos físicos. Por ejemplo, por muchos años se han estudiado las proporciones entre los dedos índices y anillares de las personas. Y, se ha descubierto que las mujeres heterosexuales y los hombres homosexuales, tienen el dedo índice proporcionalmente más largo que en los hombres heterosexuales y las mujeres homosexuales. Según parece, esto se debe a la cantidad de testosterona que se recibe en el feto: a mayor testosterona, más corto es el dedo índice en proporción con el anillar.

Para los varones, el tener hermanos varones mayores también aumenta las probabilidades de ser gay. Y, de nuevo, según parece, esto tiene que ver con las hormonas. Cuando una mujer queda embarazada con un hijo varón, el feto desarrolla algunas hormonas que el sistema inmunológico de la madre interpreta como ajeno, y se dispone a atacar. En ese primer embarazo, la madre desarrolla sus defensas. Si vuelve a quedar embarazada con un varón, la madre ya tiene un sistema inmunológico más fortalecido para atacar esas hormonas del feto. Y, así, con cada hijo varón, su sistema inmunológico ataca con más fuerza. Así, cuantos más hermanos varones haya tenido una persona, más agresivo será el ataque de la madre a las hormonas del feto. Y, sin suficientes hormonas de ese tipo, esa persona probablemente será homosexual.
Cuando se pensaba que la homosexualidad era una enfermedad, muchos psicólogos creían que el ser homosexual era un asunto exclusivamente de crianza. A pesar de que todos estos hechos biológicos de los cuales te estoy hablando, son bastante fuertes, yo creo que aún podemos aceptar que hay algunos factores no biológicos que podrían incidir en la homosexualidad, aunque te insisto, la biología es lo más importante. Ten presente, Belén, que nadie sabe bien por qué hay gente homosexual, de forma tal que, por ahora, sólo podemos conjeturar.
Algunos psicólogos han dicho que una madre muy posesiva, e incluso, seductora, puede volver a un niño homosexual. Si, además, el padre de ese niño es muy severo y distante, eso incrementa la posibilidad de que se vuelva gay. Según esta teoría, la ausencia de masculinidad y el exceso de apego femenino, termina por incidir en la orientación sexual de los hombres.
Puede haber algo de verdad en eso. Sí se ha descubierto que, en efecto, en las infancias de los hombres homosexuales comparadas con la de los heterosexuales, ha habido más acercamiento con las madres y más distancia con los padres. Pero, no podemos estar seguros de que eso sea la causa. Podría ser más bien al revés. Es posible que, sea por genes o por hormonas, ese niño ya nazca homosexual, y con ciertas tendencias femeninas. El padre lo rechaza por su conducta, y la madre, al ver al niño desprotegido, suple el vacío apegándose más a él.
Podríamos también considerar la siguiente hipótesis: dependiendo de cómo la sociedad trate a un individuo, éste podría volverse homosexual. Por ejemplo, una mujer con un cuerpo más musculoso y una voz más grave, podría dar la impresión a los demás de ser masculinizada. Y así, podría recibir más trato como hombre. Eso podría volver su orientación sexual hacia las mujeres. Este tipo de profecías autocumplidas ocurren con bastante frecuencia en el caso del racismo (si a un negro se le trata como un criminal desde su infancia, eso aumenta las probabilidades de que, en efecto, termine siendo criminal); quizás también apliquen en el caso de la homosexualidad.
Lo que sí es claramente un mito, Belén, es que la gente se vuelve homosexual como consecuencia de algún abuso sexual. Es común oír leyendas de algún chaval que se volvió gay porque una pandilla lo violó. Tonterías. Asimismo, te insisto en que el ser homosexual no incide en ser pedófilo. Los dinosaurios de la Iglesia Católica nos quieren vender la idea de que el ser gay es igual a ser pedófilo (básicamente como una forma desesperada de escapar la crisis de pedofilia que se ha vivido desde hace años en el catolicismo), pero más bien, esos señores deberían contemplar la idea de que, quizás, el celibato sea mucho más responsable que la homosexualidad cuando se trata de la pedofilia en la Iglesia.
Y ¿qué hay de la adopción?, me preguntarás. ¿Pueden los homosexuales ser buenos padres? En principio, podría decirte que, en vista de toda la atención que le he prestado a la biología al escribirte esta carta, la atención de una madre y un padre a un niño, no tiene reemplazo. Así estamos programados biológicamente. Un sociólogo, Mark Regnerus, hizo un famoso estudio de niños adoptados por padres homosexuales, y descubrió que, ya como adultos, esas personas tienen más fracaso económico, menor nivel educativo, más abuso de drogas, y más conflictividad con sus padres.
No obstante, hay muchos otros estudios en los que los niños adoptados por homosexuales, son perfectamente normales. Y, si acaso los estudios de Regnerus son firmes (y, vale decir, esos estudios han sido muy criticados), sería aún difícil precisar si los problemas de esas personas son debidos a una mala crianza por parte de los padres, o más bien al estigma social y el estrés que han sufrido como consecuencia de ser hijos de homosexuales. Por eso yo te diría, Belén, que en líneas generales, los estudios muestran que los gays y lesbianas sí son capaces de ser buenos padres, y que la adopción no debería ser un problema. Un niño no necesita tener un padre y una madre; lo que necesita es cariño y atención, y eso se lo pueden ofrecer tanto padres heterosexuales como homosexuales.
Como ves, Belén, el ser homosexual es bastante normal. Por fortuna, la sociedad está empezando a reconocer esto, y la tolerancia es cada vez mayor (¡yo me divierto muchísimo en las marchas LGTB con sus banderas de arco iris!) pero aún falta camino por recorrer. Oscar Wilde estaría contento de ver que las cosas ya no son como lo eran en su época. Pero, recuerda que, en algunos lugares, se siguen apedreando a los homosexuales, muchas religiones consideran a la homosexualidad un pecado, y aún algunos psiquiatras piensan que es una enfermedad mental. Sé que tienes muchos amigos homosexuales, y espero que sigas cultivando esas amistades. Se despide, tu amigo Gabriel.

4 comentarios:

  1. Me dejo claro muchas cosas sobre la homosexualidad, siempre pensé, porque eso se decía, que la homosexualidad era en parte consecuencia de la ausencia del Padre en la niñez, pero parece que eso no tiene ninguna influencia.
    Muy buen artículo

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    1. Quizás sí tenga alguna influencia. Yo no lo descartaría por completo. Pero, esa influencia parece menor, al compararse con los factores biológicos.

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  2. 1. Sin embargo y a propósito de otra entrada reciente, en muchas culturas no se tenía el concepto binario de genero masculino-femenino, se hablaba de un "tercer (o más) genero". En el caso de los hijras en India, te recuerdo que en la India antigua estos tenían gran respeto e incluso privilegios. También los faafafine en Samoa (creo que tu estuviste por esos lados, o los muxes en México. https://es.wikipedia.org/wiki/Tercer_sexo
    Además en la mayoría (digo la mayoría porque los incas o los muiscas, por ejemplo, eran de cierta forma homofobicos, aunque los ultimos eran mas liberales en tema sexual)
    https://redaccion.lamula.pe/2016/07/14/antes-de-la-epoca-colonial-los-nativos-americanos-reconocian-5-generos/nayoaragon

    2. Lo de que la homosexualidad es "antinatural" está mandado a recoger, pues se han documentado comportamientos homosexuales en animales en estado silvestre (como leones o monos)

    3. No se si hayas leido o escuchado de la adelfopoisesis (ejemplificado con los santos Sergio y Baco), ¿signifca eso que en algún momento el cristianismo fue tolerante con la homosexualidad?

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    1. 1. Los terceros géneros no han sido muy comunes en otras culturas, y yo creo que su alcance se exagera con fines políticos por el lobby LGTB
      2. No lo disputo
      3. Nunca había oído de la adelfopoisesis, pero le eché un vistazo, y por lo que veo, se trataba más de una alianza fraternal que homosexual, aunque no descarto que, en algún momento, alguna pareja gay hubiese utilizado esa institución como pantalla para cubrir su homosexualidad.

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