martes, 17 de marzo de 2015

El triunfo de Iglesias no mejorará mucho las relaciones entre España y Venezuela



            Venezuela y España atraviesan por un momento tenso en sus relaciones. Pero, esto podría cambiar si Pablo Iglesias llega a la presidencia del gobierno español. Se le ha acusado de haber recibido financiamiento de los fondos públicos venezolanos, durante el gobierno de Chávez. No hay pruebas contundentes de esto. Pero, Iglesias tiene una obvia afinidad ideológica con el régimen socialista venezolano, y es previsible que su triunfo mejorará la relación entre ambos países.

            No obstante, yo pronostico que esa mejora no será muy significativa. Pues, la tensión entre Venezuela y España no es meramente una coyuntura política. Es mucho más una desconfianza típica de las relaciones poscoloniales. Me pronunciaré brevemente sobre lo que ocurre en Venezuela, pues conozco mejor este lado del charco; dejaré que sea un español quien analice mejor cómo ven los españoles a los venezolanos.
            Si bien Chávez la potenció, en Venezuela siempre ha habido una hispanofobia, y ésta es prominente en varios países hispanoamericanos. Quizás no se aprecie a primera vista, pero tras arañar un poco la superficie, se encontrará más en el fondo. Los hispanoamericanos, como bien lo ha recordado Andrés Oppenheimer, siguen obsesionados con el siglo XIX, y el odio contra España que se desarrolló durante las guerras de independencia, aún no cesa.
            Los independentistas hispanoamericanos, a diferencia de los norteamericanos, vieron en aquellas guerras, además de un combate ideológico entre monarquía y república, un conflicto étnico. Tal cosa no ocurrió, por ejemplo, entre los independentistas norteamericanos. Los padres fundadores de EE.UU. promovieron la independencia porque no les agradaba el sistema monárquico, y sobre todo, sus impuestos. Pero, al menos al inicio, culturalmente se sentían tan británicos como sus contrincantes. De hecho, siempre expresaron estar inspirados en John Locke, un inglés.
            En cambio, los independentistas hispanoamericanos desde un inicio quisieron desvincularse culturalmente de España. En Hispanoamérica ocurría algo distinto a lo que sucedía en EE.UU.: desde muy temprano, se impuso una diferencia entre criollos y peninsulares, y sólo los segundos podían ocupar cargos altos en la administración pública. Con el tiempo, como señala el historiador Benedict Anderson, esto hizo que los criollos se sintieran una nación aparte.
Si bien eran descendientes de peninsulares, los criollos sentían un tremendo recelo contra España, y no sólo por cuestiones políticas. No les desagradaba simplemente que hubiera un rey o que el sistema no les permitiera ocupar cargos públicos. Los criollos empezaron a crear la mitología nacionalista, según la cual, ellos habían sido invadidos por España (aunque en realidad eran descendientes de los invasores, no de los invadidos), y ahora era el momento de la venganza.
            Cuando llegaron las guerras de independencia, fueron mucho más crudas en Hispanoamérica que en EE.UU., precisamente por ese elemento nacionalista. Los norteamericanos nunca se plantearon su gesta como una venganza contra la colonización británica. Si Gran Bretaña cambiaba su política de depredación fiscal, seguramente los estadounidenses no habrían buscado la independencia, como por ejemplo, nunca la buscaron los canadienses.
Con los criollos fue distinto. A los criollos se les ofreció la posibilidad de participar en las cortes de Cádiz, las cuales prometían modificar el sistema opresivo del régimen colonial a cargo de la monarquía absolutista. Pero, a los criollos no les interesaba eso. Ellos querían una desvinculación total respecto a España, en buena medida alimentada por el odio y el recelo, derivado de las medias verdades y los mitos del nacionalismo. Su hostilidad, insisto, no era propiamente contra Fernando VII, sino contra todo lo que España representaba, incluyendo al propio pueblo español. Las revoluciones hispanoamericanas tuvieron una dosis importante de xenofobia, como inevitablemente sucede con todos los nacionalismos. El propio Bolívar lo decía en su Carta de Jamaica: “llegó el tiempo, en fin, de pagar a los españoles suplicios con suplicios y de ahogar esa raza de exterminadores en su sangre o en el mar”.
            Este sentimiento persiste hasta el día de hoy. Los venezolanos sienten que España les debe algo. Y, aun si se devuelven galeones y galeones de oro, la imagen que un considerable sector de venezolanos tiene de España y los españoles seguirá siendo la que con tanta habilidad explotaron los holandeses y los ingleses en la leyenda negra. La tensión actual no es tanto entre el gobierno de Caracas y el gobierno de Madrid; es mucho más entre el pueblo venezolano y el pueblo español, la cual hunde sus raíces en más de dos siglos de distorsiones nacionalistas. El nacionalismo es mucho más poderoso que las afinidades políticas. Por ello, me temo, el izquierdista Iglesias reconciliará a España con la Venezuela del izquierdista Maduro. Pero, sólo será una reconciliación muy superficial. La obsesión con el pasado y la mitología nacionalista hacen mucho más difícil una reconciliación entre el pueblo español y el pueblo venezolano.

6 comentarios:

  1. Hola, simplemente quiero hacer un comentario. Los procesos de independencia de América Latina fueron diferentes de los de América del Norte, sí, pero el imperialismo español (y su mística castellano-clerical) fueron muy diferentes del británico. España no es Inglaterra. Hablas de los criollos latinoamericanos, pero es que entre los independentistas de EEUU no había criollos, sólo británicos. Inglaterra inicia los procesos de modernidad durante el siglo XVI, Castilla perpetuó el medievo hasta el siglo XIX. En fin, en vez de centrarme en cuestiones históricas y antropológicas y de reseñar las relaciones América Latina-España y América del Norte-Gran Bretaña, te planteo directamente una cuestión de suma actualidad: mira las relaciones de Inglaterra con Escocia y Gales y las relaciones de España (Castilla) con Euskal Herria y los Países Catalanes (o sea, norte y levante de la península ibérica: motores industriales, turísticos y culturales del reino español, así como dos espacios de excepción en cuanto al independentismo de izquierdas). Los soberanistas escoceses están dispuestos a aceptar a la reina de Inglaterra aun en caso de independencia, mientras que vascos y catalanes no quieren saber absolutamente nada de los borbones. Y, en cuanto al nacionalismo: Gran Bretaña está formada oficialmente por 4 naciones, mientras que desde Madrid se afirma que España es una única nación indivisible, so pena de intervención militar. ¿Quién fomenta -y ha fomentado- el nacionalismo? Saludos

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    1. Hola, gracias por escribir. Tu comentario es muy agudo, y lo suscribo a plenitud. En efecto, en las 13 colonias norteamericanas, no hubo criollos, porque a diferencia de la corona española, la inglesa nunca buscó establecer una diferencia entre los nacidos en Europa y los nacidos en América.
      Como decía en el blog, yo sólo puedo escribir sobre el nacionalismo venezolano. Espero que tú, o algún otro español, escriba sobre el nacionalismo español. Estoy seguro de que tienes razón cuando dices que España fomenta el nacionalismo. Pero, desde esta orilla, puedo afirmar que en Venezuela se fomenta mucho también, y eso es un obstáculo a la reconciliación entre ambos pueblos.

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  3. Chávez criticaba con tono burlón a Manuel Rosales por querer repartir en dinero igualitariamente la factura petrolera anual entro los venezolanos. Pero no se percataba que le asistía el mismo alocado principio, cuando suscribía la pajuatada de Galeano y otros indigenistas de retornar el oro y otras piedras preciosas expoliadas sustraidas de tierra firme en época de la colonia.

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    1. En principio yo no veo mal que, si X robó a Y, X devuelva lo robado, y pague una multa adicional. El problema es saber quién es X y quién es Y, pues no creo que la España de hoy sea la heredera de la España del siglo XVI, ni la Venezuela de hoy sea heredera de los indígenas invadidos. En todo caso, si vamos a jugar al populismo, los españoles también suelen decir que ese oro ya ellos no lo tienen, sino que está en Moscú, porque Stalin se lo llevó en la guerra civil (la leyenda del oro de Moscú es famosa).

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