lunes, 22 de febrero de 2016

La hipocresía del hijab

            He visto últimamente varias muchachas en Maracaibo vistiendo hijab, el velo islámico. En Francia y otros países de fuerte tradición laicista, las autoridades buscan prohibir el hijab; o al menos, la burka (a diferencia del velo tradicional, cubre toda la cara) y el niqab (cubre todo menos los ojos). Yo tengo enromes simpatías por el laicismo republicano de inspiración francesa, pero no comparto esta iniciativa. Salvo por motivos de seguridad (como en fotos de carnets o acceso a bancos), o por motivos de recato religioso en escuelas públicas, me parece que el cultivo de la libertad implica que las mujeres puedan llevar el velo si ésa es su elección. Por supuesto, yo quisiera que esas mismas mujeres que forman tanto alboroto luchando por su derecho a llevar el velo, lucharan también por las mujeres en países musulmanes que luchan por su derecho a no llevar el velo.

            Si bien admito el derecho de las mujeres a llevar el velo, no por ello dejo de criticar semejante costumbre. Es llanamente machista: la mujer debe ir recatada, pero esa exigencia no aplica al hombre. Quienes defienden el uso del hijab, dicen que es una protección a la mujer. No viene mal que las mujeres adquieran conciencia de los riesgos que hay en vestirse muy provocativamente en situaciones que pueden conducir a la violación, pero, ¿realmente el poner un trapo sobre la cabeza va a frenar a un violador?
            En muchos escenarios, el velo efectivamente cumple su función. Pero, en muchos otros, el hijab más bien tiene el efecto contrario de lo que originalmente pudo haber buscado Mahoma cuando recitó el verso del Corán que exigía una vestimenta modesta (33:58-59). Pues, en torno al hijab, hay toda una industria del fashion, cuyo propósito es, precisamente, hacer a la portadora más atractiva. De hecho, yo mismo que quedado cautivado con la belleza de las muchachas que llevan el velo en Maracaibo.
            Ya en el siglo XIX, la pintura y literatura orientalista producida en Europa, sexualizó el velo islámico. Se interpretaba como una pantalla (eso es precisamente lo que significa la palabra árabe hijab) para ocultar la belleza; pero como suele suceder, esta pantalla suscitaba aún más la curiosidad de los hombres. En la imaginación orientalista, el sexo en los países musulmanes estaría imbuido de misterio y fascinación respecto a lo que había detrás de la cortina. El personaje de Mi bella genio utilizaba el velo para cautivar a su amo, e inevitablemente, la pornografía de tiempos más recientes ha empleado el velo de una forma muy vulgar.
            Ciertamente, en un inicio, éstas eran fantasías europeas sobre Oriente. Pero, las propias clases acomodadas de los países musulmanes se han encargado de hacer que esto ya no sea meramente fantasías orientalistas. Muchas mujeres musulmanas cumplen el precepto del Corán y con eso pretenden satisfacer a Dios, pero inmediatamente intentan burlar a Dios.

Es algo muy parecido a lo que hacen algunos judíos para no irrespetar el sábado (sobre todo los miembros de la “Sociedad para la ciencia y la Halacha”). Por ejemplo, un inventor ha diseñado un teléfono, el cual se puede marcar indirectamente, y así no se viola la prohibición de marcar el teléfono durante el sábado. Bill Maher documenta éste y otros absurdos en su genial película Religulous. Pues bien, así como algunos judíos tratan de hacer actividades sin violar el descanso sabatino, algunas mujeres musulmanas (aupadas por la creciente industria del fashion que hay detrás de ellas) tratan de mantenerse muy atractivas, aún llevando el velo. El resultado, como muchas veces ocurre en la religión, es una hipocresía de la peor calaña.
Al final, en las zonas más occidentalizadas del mundo musulmán (así como en las zonas de Occidente con números considerables de musulmanes), el hijab se ha convertido en algo similar a la camiseta del Che Guevara: es una prenda que se la ha tragado el sistema, y se emplea ahora para promover aquello que, originalmente, se proponía combatir.

6 comentarios:

  1. Saludos, Gabriel. Veo que recientemente has dedicado toda una serie de artículos al Islam; igualmente, varias emisiones radiales. Al parecer, ya tienes tantos artículos que podrías publicar un libro sobre este tema. En general, me gusta tu estilo, muy accesible e informativo, aparte de analítico, aunque no comparto tu postura demasiado crítica y racionalista. No creo que las tesis religiosas (del Islam, o de cualquier religión) puedan resolverse o disolverse con base en puros análisis filosóficos. Esto, claro, es decir que el razonamiento filosófico poco ayuda a solucionar los problemas prácticos (morales y políticos, sobre todo) que plantean las religiones. En términos generales, comparto la opinión de que en todas las religiones hay cosas que son inasibles a la razón. Y si tal es el caso, la crítica racionalista está destinada al fracaso, si quiere aprehender el todo o lo esencial de la religión a través de la razón (al mejor estilo de Hegel). En el caso particular de los conflictos que trae consigo el Islam a Occidente, me parece que lo más viable serán los acuerdos políticos, sean que se consigan por vía diplomática y/o por resultados bélicos. Al menos, esto es lo que sucedió en Europa en sus guerras religiosas a principios de la modernidad. Los conflictos religiosos no fueron resueltos por la teología, la filosofía, o la incipiente tecnociencia moderna, sino la política (Ausburgo, Concordia). Y aun así, sólo se resolvieron muy parcialmente. Hoy no veo gran diferencia. Me inclino por esta tesis histórica. De nuevo, saludos. Y felicitaciones por tus artículos, siempre lúcidos e instructivos, que siempre invitan a pensar y aprender.

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    1. Hola Ruling. Naturalmente, no estoy de acuerdo contigo en pretender que a la religión no se la mida con la vara de la racionalidad. Pero, sí estpy de acuerdo contigo en que Occidente debe buscar alguna vía diplomática para tener relaciones amistosas con el Islam. No obstante, esa diplomacia es ejercida por los políticos; nosotros los intelectuales (como tú y yo) debemos decir las cosas como son, sin importarnos quién se ofende.

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  2. Sólo para matizar un par de puntos: "la vara de la racionalidad" para medir la religión puede ser útil y a veces necesaria, pero sólo hasta cierto punto. No creo que lo que es esencial a las religiones pueda ser comprendido y explicado suficiente o totalmente por ciencia alguna. En cuanto a los intelectuales (grupo del cual me excluyo, aunque aprecio tu consideración), concuerdo en que tienen el deber de decir las cosas como están convencidos de que son, con base en las mejores razones que puedan blandir. De que "las digan como son" es otro asunto. Y en cuanto a no importar a quién o cómo se ofende, pienso que diferimos. Para mí es muy importante el tacto en materia de religión, sobre todo, en ciertos contextos, por las consecuencias sociales y políticas que puede acarrear. Mira que incluso un vehemente e inteligentísimo ateo como Michel Onfray se abstuvo de publicar un libro contra el Islam que iba a publicar poco tiempo después de la masacre de París.

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    1. Hola Ruling, ciertamente hay muchas cosas inexplicables en la religión, precisamente por lo absurdas que son. Pero, precisamente, deberíamos reprochar sus irracionalidades.

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  3. Gabriel, en una parte de tu interesante texto dices "la mujer debe ir recatada, pero esa exigencia no aplica al hombre". En el Islam, la exigencia aplica a ambos. Diferentemente, desde luego (El 'awra del varón es menor), pero ambos deben ir decentemente. No se le permite al hombre ir vestido no recatadamente. Sobre todo los salaf siguen un código de vestimenta que está acompañado de varias conductas de acuerdo a la sunna y al hadith. Por ejemplo, no se permite usar seda pura, en ninguna vestidura, ni siquiera un solideo o un cinto; ni tampoco oro (las mujeres sí pueden usar oro). También es importante la cuestión capilar en el rostro: algunos tratan de llevar la barba como el profeta. Otros no aprueban el bigote, pero sí la barba (al estilo de Lincoln y como muchos estadounidenses acostumbraban en el siglo XIX: no bigote, pero sí largas barbas), otros usan barbas largas y muy largas, otros recortadas, en general, los más apegados a seguir la comunidad y la sunna del profeta, prefieren usar barba y no afeitarse. Otras escuelas son más exigentes o menos, según la región, pero en general se exige recato inclusive (o sobre todo) en los casos familiares de mostrarse más o menos vestido delante de mahram o mahramin. Te pongo aquí algunos enlaces a páginas islámicas, algunas wahabi, otras salafi y otras más "mainstream", sobre el tema. Saludos.


    https://islamqa.info/en/36891

    http://islamiclearningmaterials.com/islamic-dress-for-men/

    http://www.al-islam.org/code-ethics-muslim-men-and-women-sayyid-masud-masumi/rules-related-covering

    https://www.youtube.com/watch?v=yQms19x1gIg

    https://southernmuslimah.wordpress.com/2007/08/30/the-muslim-mans-dress-code/

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    1. Gracias profesor, debí haber tenido eso en consideración. Una pregunta: así como el hijab se ha vuelto un articulo de moda, en el mundo musulmán occidentalizado también ocurre lo mismo con la barba? He visto por ejemplo que tariq ramadán lleva barba, pero claramente la tiene muy arreglada!

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