En el mundo queda mucho racismo. Pero, también empieza a
haber mucho chantaje con el racismo. El racismo se ha vuelto una excusa barata
para que una cuerda de sinvergüenzas hagan y deshagan a su antojo, y cuando se
les reproche su conducta, inmediatamente salten a chantajear a quienes los
reprochan, acusándolos de ser racistas.
En
EE.UU., esto es un vicio especialmente notorio. Nadie puede negar el tremendo
sufrimiento de los negros en décadas pasadas, y el valor de la lucha por los
derechos civiles, encabezada por gente como Martin Luther King. Pero, esa lucha
hoy se ha desvirtuado, y ha dado pie a que surja toda una industria de
chantajistas negros que continuamente juegan al victimismo, y extorsionan a los
blancos, amenazándolos con acusarlos de racismo. Gente infame como Jesse
Jackson y Al Sharpton han perfeccionado estas técnicas.
En el
deporte, esto es aún más evidente. O.J. Simpson, un futbolista negro, mató a su
esposa, una blanca. La evidencia en su contra era abrumadora. Pero, el
liderazgo negro en EE.UU. movió cielo y tierra para que la opinión pública se
inclinara por la idea de que, en realidad, Simpson era víctima de un complot
racista de la policía de la ciudad de Los Angeles (la cual, sin duda, era y
sigue siendo racista). Al final, el jurado, en su mayoría compuesto por negros,
cedió a este chantaje, y declaró inocente a Simpson.
En el
deporte europeo, estos vicios empiezan a aparecer. Karim Benzema, el jugador
francés de origen argelino, es un crack.
Nadie duda de su calidad futbolística. Pero, Benzema es un enfant terrible: estuvo involucrado con una prostituta menor de
edad, y sirvió como intermediario para extorsionar a un compañero de la
selección francesa de fútbol. Ante estas conductas, el seleccionador francés,
Didier Deschamps, decidió no convocarlo para la Eurocopa 2016. ¿Cuál fue la
respuesta de Benzema? La previsible: alegó que él era víctima de racismo, por
ser musulmán y de origen argelino.
Dejemos
de lado que el Islam no es una raza,
y que de hecho, el aspecto físico de Benzema es bastante europeizado. Lo
verdaderamente lamentable acá, es la forma en que Benzema se vale del chantaje
y el victimismo, e insólitamente, el modo en que algunos lo apoyan en la propia
Francia. Claramente la conducta de Benzema es reprochable. Pero, en vez de
asumir su propia responsabilidad, él prefiere refugiarse en el chantaje de
siempre: alegar que es víctima de discriminación racial, sin el menor respaldo
de evidencia en ese alegato.
En el fútbol
europeo, no nos engañemos, hay racismo. El espectáculo de arrojar plátanos al
campo cuando un jugador negro tiene la pelota, es deplorable. Pero, Benzema
insulta a las verdaderas víctimas del racismo, en la medida en que trivializa
las acusaciones y chantajea con ellas.
La selección
francesa de fútbol está compuesta por varios jugadores de origen magrebí y
subsahariano. A alguna gente, esto le resulta incómodo. En alguna ocasión, por
ejemplo, el intelectual Alain Finkielkraut se quejó de que el equipo francés no
era ya azul, blanco y rojo; sino negro, negro y negro. Pero, para los
seleccionadores, es muy difícil ser racista. El principal objetivo del
entrenador es ganar. Él sabe muy bien que debe colocar a los once mejores, sean
del color que sean. Todo entrenador sabe que, para ganar, no se puede dar el
lujo de ser racista.
Al final, la
irresponsabilidad de Benzema, no hará más que contribuir al ascenso de Marine
Le Pen y el Frente Nacional. Parte de la oleada racista de los últimos años en
EE.UU., es atribuible al coraje que el pueblo blanco sintió ante la exculpación
de O.J. Simpson. Pues bien, el francés promedio, al contemplar la forma tan
irresponsable en que gente como Benzema acude al chantaje racial, termina por
inclinarse hacia aquel demagogo que promete tener mano dura contra el
extranjero que pretenda seguir chantajeando con el victimismo.
Habitualmente, la
FIFA ha promovido el lema Say No To
Racism (Dile No al racismo). Eso está muy bien. Ya quisiera ver, a la par,
el lema, Say No to Racial Blackmail (Dile
No al chantaje racial).
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