Vivo en Venezuela, y a pesar de que tengo alguna pizca de
anglofilia, no conozco mucho los pormenores de la vida política en el Reino
Unido, y sólo he visitado ese país, una sola vez, hace más de diez años ya. Sólo
puedo opinar a la distancia. Pero, en vista del Brexit, me parece que David
Cameron merece una defensa.
No me
contentan los resultados del referéndum sobre la permanencia del Reino Unido en
la Unión Europea. Pero, como suele ocurrir, veo mucha hipocresía por parte de
la izquierda. Los progres continuamente se oponen a los tratados de libre
comercio, y frecuentemente enaltecen el valor de la soberanía. Hasta fechas muy
recientes, en la izquierda europea se hablaba de Angela Merkel como la
dictadora de Europa, y populistas como Pablo Iglesias coqueteaban con el
euroesceptiscismo. Una vez que se ha concretado la salida de un país de la
Unión Europea, promovida por un movimiento de derecha, entonces ahora sí, la
izquierda viene a decir que la salida de Europa es fatal.
En medio
de todo este drama, la izquierda también reprocha a David Cameron de ser el
culpable de la catástrofe. Lo empiezan a pintar como el mamarracho que permitió
que los nacionalistas se salieran con la suya. Al parecer, la historia lo
juzgará muy duramente.
Yo, en
cambio, simpatizo con Cameron, y lo veo como el Gorbachov de nuestros tiempos.
A finales de la década de los ochenta del siglo pasado, había en la URSS una
gran discusión entre los políticos y en la opinión pública, sobre la unidad y
permanencia de aquel enorme país. Las repúblicas no rusas empezaron a presionar
a Moscú para conceder referéndums independentistas. En medio de sus reformas,
Gorbachov finalmente accedió. En todos esos referéndums prevaleció la opción
independentista, y de la noche a la mañana, la URSS despareció silenciosamente.
Muchos
nostálgicos de la era soviética detestan a Gorbachov. Yo no. El propio
Gorbachov quiso mantener la unidad soviética. Pero, prevaleció su criterio
democrático. Él supo entender que, si los pueblos no rusos querían decidir su
propio destino, un estadista que está comprometido con el cumplimiento de la voluntad
popular, debe acceder a hacer esas consultas, aún si prevé que los resultados
no le serán favorables.
A
Cameron se le acusa de haberse arriesgado innecesariamente, al acceder a un
referéndum sobre la continuidad británica en la Unión Europea. Pero, ¿acaso
debe un político convocar sólo aquellas consultas en las que él está seguro de
ganar? Ciertamente, la irracionalidad del pueblo británico se ha impuesto.
Pero, ¿tenemos autoridad moral para decidir dejar de ser democráticos cuando la
mayoría se inclina por una opción que no nos agrada? La democracia exige
compromisos, y eso implica aceptar lo que dicte las mayorías, nos guste o no.
Ciertamente,
Cameron no tenía obligación legal de acceder a ese referéndum. Pero, la
vocación de un demócrata es oír a la voz de la voluntad popular que se expresa
en la opinión pública, y se canaliza a través de distintos partidos políticos
que logran hacer presión. Y, si hay un tema no resuelto en la opinión pública,
lo verdaderamente democrático es convocar una consulta para decidirlo, aun si
no hay obligación legal de hacerlo. Gorbachov tampoco tenía obligación legal de
ceder a aquellos referéndums, pero estoy seguro de que la historia lo juzgará
positivamente por esa iniciativa.
Es muy
probable que tras la iniciativa de Cameron, yacieran sus propios intereses. Cameron
se enfrentaba a muchos problemas internos, y necesitaba alguna fuerza aglutinante.
O, en todo caso, pensó que apaciguando a los partidarios del Brexit con un
referéndum que él creería que ellos perderían, podría legitimarse más. Pero, a
mí me parece que los intereses personales de Cameron son irrelevantes a la hora
de juzgar el asunto: él cedió a la voluntad popular, como cualquier demócrata,
sean cuales sean sus intereses, debe hacer. En cualquier país democrático, se
busca gobernar por consenso. ¿Dónde está el crimen en tratar de apaciguar a una
fuerza política para buscar la legitimidad?
El
propio Gorbachov también accedió a aquellos referéndums, obedeciendo parcialmente
a sus propios intereses. La URSS estaba en ruinas, y Gorbachov desesperadamente
buscaba reformas de liberalismo económico. Él sabía que la vieja guardia
comunista no se lo permitiría nunca. Para intentar legitimarse, trató de
encontrar aliados en las repúblicas no rusas. Los planes no le salieron como él
esperaba. Pero, su intento fue digno. Como Cameron, prevaleció su criterio
democrático, y buscó consenso.
Los
trogloditas comunistas repudian a Gorbachov, por no haberse comportado como el
dictador al cual estaban acostumbrados los soviéticos, en su patético desfile
de déspotas: Lenin, Stalin, Kruschev, Breznhev. Gorbachov resultó molestoso,
porque fue el primer líder soviético que decidió dejar de gobernar por vía de
la imposición, y creyó más en la posibilidad del consenso democrático. Quienes
hoy critican a Cameron, implícitamente le reprochan el no haberse comportado
como un dictador, y el no haber reprimido a toda costa un deseo que, al final,
resultó ser mayoritario en el electorado británico. La historia, espero,
juzgará positivamente a Cameron.