El
sociólogo norteamericano George Ritzer ha ganado fama por defender una
interesante tesis: la sociedad moderna se parece cada vez más a un restaurante
de McDonalds. Basándose en los estudios de Max Weber sobre la racionalización
de la sociedad moderna, Ritzer opina que hemos llegado ya a un punto crítico en
este proceso. Dondequiera que veamos, las instituciones del mundo moderno
adoptan el modelo organizativo de McDonalds.
Ritzer
destaca cinco grandes características de este proceso de mcdonalización: la
eficiencia, la predicitibilidad, la cuantificación, la sustitución del contacto
humano por la tecnología, y el control. A juicio de Ritzer, esto ha terminado
por convertir a la sociedad en una gigantesca fábrica, desprovista de
espontaneidad, libertad, diversidad y creatividad. Todo viene delineado en un
manual, todo está estandarizado, no hay ninguna oportunidad para salirse del
protocolo.
Ritzer
ha estudiado también cómo estos procesos han afectado a las universidades,
especialmente las norteamericanas. Y, él ve con preocupación que la vida
académica, se parezca cada vez menos a aquellas grandes instituciones
escolásticas de la Europa medieval, y cada vez más a una franquicia de comida
rápida. Por ejemplo, destaca Ritzer, la tecnología invade cada vez más la vida
universitaria, al punto de que muchos cursos ofrecen la modalidad de distancia,
sin necesidad de un contacto personal entre el profesor y el estudiante. La
universidad no es ya una fase fundamental en la vida de los estudiantes, sino
meramente un producto que el estudiante consume temporalmente, y que lo mismo
que el restaurante de comida rápida, ofrece una satisfacción inmediata, pero no
ocupa un aspecto central en su vida.
Como
complemento de la tesis de la mcdonalización, el sociólogo Alan Bryman ha
también postulado la existencia de la dyneización de la sociedad; a saber,
imitar el modelo de consumo de los parques temáticos de Disney. Esto incluye el
mercadeo temático, el consumo híbrido, el merchandising,
el trabajo performativo, y el control y la vigilancia.
Todas
estas cosas empiezan a estar presentes en las universidades, especialmente las
norteamericanas (Bryman no dedica mucha atención a la vida universitaria, pero
podemos aplicar sus principios). En el caso norteamericano, las universidades
cada vez más se valen de mascotas de equipos de fútbol americano, y en torno a
ellas, organizan muchos de sus espacios físicos, instrumentando así el mercadeo
temático. Hay también consumo híbrido: la universidad no es ya meramente un espacio
educativo; los campos universitarios tienen también restaurantes, gimnasios,
centros de recreación, cines, etc., incluidos en el paquete de consumo universitario.
El merchandising es también muy común:
en casi todas las universidades norteamericanas, hay tiendas que venden toda
clase de productos (lápices, guitarras, franelas, gorras, ventiladores, etc.)
con el logotipo corporativo de la universidad en cuestión.
El
trabajo performativo consiste en asumir una actitud teatral en la oferta de
servicios: a la manera de los McDonalds, sonreír siempre y no mostrar emociones
negativas cuando se atiende al cliente. Pues bien, esto empieza a ocurrir en
las universidades (más con los administradores que con los profesores, aunque
incluso éstos ya empiezan a asumir una postura más performativa para poder
tener más garantía de estabilidad laboral, en tanto cada vez más dependen de la
aprobación de los estudiantes). Por último, el control y la vigilancia también
empiezan a apoderarse de las universidades: cada vez hay más cámaras y
vigilancia de qué se enseña, a fin de asegurarse de que los contenidos
curriculares sean compatibles con el modelo de negocio de las universidades.
¿Es esto
bueno o malo para las universidades? La abrumadora mayoría (por no decir la
unanimidad) de los autores que destacan el proceso de mcdonalización y disneyzación
de las universidades opinan que esto es un fenómeno muy destructivo, y lo
lamentan profundamente. No es difícil ver por qué: ellos se lamentan de que la
vorágine capitalista lo consuma todo, y la educación universitaria se convierta
en una experiencia de consumo masivo, en vez de cultivo del intelecto.
Entiendo
sus quejas. Pero, como suele ocurrir, estos críticos de la modernidad, la
industrialización y el capitalismo, vienen de países del Primer Mundo. Si
vivieran con nosotros, acá en el Tercer Mundo, seguramente estimarían que,
aquello que ellos consideran muy malo, no lo es tanto.
En los
últimos años, he participado simultáneamente en dos universidades ubicadas en
Maracaibo: la Universidad del Zulia (LUZ), mi alma máter y lugar de empleo; y
la Universidad Rafael Belloso Chacín (URBE), donde ocasionalmente dicto cursos
breves. La primera universidad es pública, la segunda es privada.
Previsiblemente, URBE
está mucho más mcdonalizada y disenyzada que LUZ. En URBE, hay ordenadores por
doquier, que permiten a los estudiantes hacer trámites administrativos sin
necesidad de interactuar con personal; tal cosa no existe en LUZ. En URBE hay merchandising (existe una tienda que
vende souvenirs con el logotipo de la
universidad); no hay tal cosa en LUZ. En URBE empieza a haber consumo híbrido,
con presencia de restaurantes de franquicias, como Subways; en LUZ hay pequeños
puestos de comida, pero nada que remotamente se parezcan a franquicias, y sus
condiciones sanitarias son muy precarias.
Hay también trabajo
performativo en URBE. He sabido que el fundador de URBE, Oscar Belloso,
activamente buscó que los empleados administrativos se esforzaran en sonreír al
público, y promovió la idea de que los estudiantes son consumidores a quienes
hay que vender un producto. Aún los profesores de URBE no están sometidos a esa
presión de trabajo performativo, pero en vista de la inestabilidad laboral en
la que se encuentran, deben esforzarse mucho en agradar a los estudiantes.
Demás está decir que en LUZ no hay tal cosa: en esa universidad, los empleados
administrativos ni por asomo sonríen si no tienen ganas de sonreír, y la mayor
parte de las veces, la atención al público es muy precaria.
Por último, el
control y la vigilancia es una parte esencial de URBE. Se rumorea que hay
cámaras ocultas en los salones de clase; esto es falso. Pero, sí hay otras
formas de ejercer control. Sí hay cámaras en los pasillos. Tanto los profesores
como los administradores deben llevar uniforme, deben firmar su hora de entrada
y salida, y los supervisores entran en los salones inesperadamente a verificar
que todo está en orden. En LUZ, no hay uniformes, no hay planillas que firmar,
no hay cámaras, no hay supervisores que entren a los salones.
Previsiblemente,
Ritzer, Bryman, y los otros teóricos que se lamentan de la racionalización del
mundo moderno, preferirían LUZ por encima de URBE, pues la primera es bohemia,
mientras que la segunda es brutalmente mcdonalizada y dinseyzada.
Me duele admitirlo,
pero yo no comparto esta preferencia. LUZ atraviesa una grandísima crisis:
salones abandonados, infraestructura tremendamente deteriorada, profesores
ausentes, problemas gravísimos de seguridad, etc. Los miembros de nuestra
universidad suelen culpar al gobierno y a la ausencia de presupuesto. Sin duda,
eso es un factor. Pero, hay causas más profundas: el modelo de gestión no ha
sido lo suficiente racionalizado. En nuestra negativa a aceptar que la
universidad se maneje más como una franquicia, hemos permitido que LUZ termine
por parecerse a un mercado de pulgas.
Podremos criticar a
URBE muchas cosas, incluyendo su baja calidad académica. Pero, duela a quien
duela, ese proceso de mcdonalización y disneyzación, aparentemente muy
contrario al espíritu universitario, ha permitido a esa universidad un
muchísimo mejor funcionamiento y rendimiento que LUZ. Resultará extraño, pero
la venta de artículos de consumo masivo con logotipos universitarios, la
sonrisa forzada de los empleados, el establecimiento de cadenas de comida
rápida en el campus, la intromisión de supervisores en los salones de clase,
etc., han dado frutos positivos, al menos comparativamente con LUZ.
Es comprensible que
sociólogos críticos como Ritzer y Bryman, se quejen de la mcdonalización y
dinseyzación de la sociedad norteamericana. Pero, un punto clave en la
sociología es la contextualización. La crítica de Ritzer y Bryman se ajusta muy
bien al Primer Mundo. Pero, acá en el Tercer Mundo, insuficientemente
racionalizado, acostumbrado al despelote y la ineficiencia, nos conviene
promover la mcdonalización y la dinseyzación. Cuando hayamos avanzado al
Primer Mundo, en ese entonces, podremos ya plantearnos las críticas a la sociedad
industrial y la degeneración de la universidad en modelos de franquicia. Por
ahora, la dinseyzación y mcdonalización de la universidad, para nosotros, es
más una solución que un problema.
Se trata de dos universidades con distintos modelos, distintas realidades y distintos fines. La Urbe, mucho más eficiente y apegada a su deber ser, producir ganancias. LUZ, mal conducida, deteriorada pero cuyos fines en la creación de conocimiento se mantienen, aunque adormecidos. Urbe responde muy bien al modelo capitalista: la eficiencia, la predicitibilidad, la cuantificación, la sustitución del contacto humano por la tecnología, y el control no solo deshumaniza y cosifica al trabajador, sino tambien al estudiante y al profesor, que se ven alienados al exaltar su propia auto deshumanización.
ResponderEliminarUrbe cumple con eficiencia su rol porque no entra en contradicción con sus intereses, en cambio los fines de LUZ son mucho más trascendentales e importantes para la sociedad. No es lo mismo dirigir una universidad cuyos fines, orientados por la investigación y la creación de conocimiento, son hacer propuestas de desarrollo científico al pais para el beneficio de la sociedad en su conjunto, que dirigir una empresa al propio estilo de una fábrica, que bien podría nivelarse con un liceo.
Creo que el punto exacto estaría en lo híbrido, es decir racionalizar la universidad, sí; pero racionalizarla como una cadena de comida rápida o un establecimiento que vende cualquier producto, no. La solución sería racionalizar la universidad como un lugar enfocado a producir conocimiento.
ResponderEliminarSí, lo más deseable sería racionalización sin macdonalización. El problema, no obstante, es considerar si eso es posible. Yo no soy tan optimista. Y, en ese sentido, prefiero un mundo racionalizado y macdonalizado, que un mundo sin racionalizar y sin macdonalizar.
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ResponderEliminarte diré que luz es una venta de chorizos mcdonalizada y quizás su apariencia y baja eficiencia administrativa no permite que veas eso, pero creo que el enfoque al que te diriges no es el correcto, el deterioro de luz definitivamente es el resultado de un mal enfoque político y administrativo, en el caso de los administradores de luz y de cualquier sitio, el sentido de su trabajo no está orientado a la producción de conocimiento, sino a la eficiencia administrativa, ese chorizo(la manera más vulgar que se me ocurrió de mercantilizar el desorden) que vende luz en su forma de administrarse como universidad no creo que es el enfoque al que quieren llegar los autores, ya que en todo caso uno de los principios de la administración en general es la eficiencia de los recursos
ResponderEliminarahora en la parte que me parece más relevante como lo es el modelo y el sistema educativo afirmo que es absolutamente mcdonalizado, y lo digo porque basta con ver el tipo de enseñanza y las materias que se imparten para saber que el profesional modelado por luz esta estandarizado y en muchos casos no a la eficiencia, claro no es exclusivo de luz, pero no es solo eso también los sistemas de admisión son otro caso semejante de estandarización donde los ingresos responden más a cuotas de estudios que a un fin educativo, y en muchos casos de carreras muy estandarizadas también ocurre en el egreso de sus estudiantes
Yo no veo que LUZ esté macdonalizada. Parece más bien una venta sucia de pastelitos. Y, si bien McDonalds puede ser muy malo, tiene al menos unas ventajas que el puesto sucio de pastelitos no tiene.
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