Supuestamente
Voltaire dijo, en una frase apócrifa, aquello de “no estoy de acuerdo con vos,
pero lucharé hasta la muerte por vuestro derecho a expresaros”. Pues bien, yo
añado: “aun si estoy de acuerdo con vos, no os apoyaré, si no os expresáis
adecuadamente”. Y, este añadido guía mi opinión respecto al reciente caso de
Rita Maestre en España.
Maestre,
una activista del partido político Podemos, participó en una protesta en una
capilla de la Universidad Complutense de Madrid, en 2011. Ahí, supuestamente,
desnudó sus pechos y gritó consignas ofensivas, como “Arderéis como en el 36”, y
otras no tan ofensivas, como “Sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios”, “contra
el Vaticano, poder clitoriano”. Maestre niega haberse desnudado o haber
proclamado las consignas más ofensivas, pero no niega haber irrumpido en la
capilla para protestar sin autorización. Ahora, ha sido multada, pues
un juez ha sentenciado que su acción violó el artículo 524 del Código Penal de
España.
Obviamente
hay un trasfondo político en todo esto, pues la acusación es una campaña de
guerra sucia en contra de una militante de Podemos, una organización muy odiosa
a las oligarquías españolas. Pero, la ley es la ley, y el citado artículo es
muy claro: “El que en templo, lugar destinado al culto o en ceremonias
religiosas, ejecutare actos de profanación en ofensa de los sentimientos
religiosos legalmente tutelados, será castigado con la pena de prisión de seis
meses a un año o multa de 12 a 24 meses”. El juez hace lo que le corresponde.
Podemos
discutir si debe obedecerse o no una ley injusta. Pero, en el caso del artículo
524 del Código Penal de España, sí lo considero una ley justa, y por ende, debe
ser cumplida. Siempre he defendido el derecho a la blasfemia en la esfera
pública. Pero, no veo mal que un Estado garantice espacios privados para que
los propietarios de ese espacio, resguarden respeto a sus símbolos sagrados en esos
linderos.
Yo comparto
casi todas las consignas de Maestre (no la que anuncia que las iglesias arderán
como en el 36, aunque ella supuestamente no la pronunció). Y, estimo que un
Estado verdaderamente liberal (como el que defiendo), debe admitir el derecho
de un ciudadano a ofender a cuanta religión o ideología quiera. Pero, ese mismo
Estado liberal debe resguardar la propiedad privada. Y, la propiedad privada
implica que el propietario de un espacio privado tiene el derecho a imponer
normas respecto a qué puede y qué no se puede decir y hacer, quien decida
visitar el recinto.
Esto aplica, tanto
a un templo cuyo propietario es la Iglesia Católica, como a un edificio cuyo
propietario es algún partido político. Si el Partido Comunista me advierte que
yo puedo entrar a su sede, sólo si me abstengo de ofender a Marx y Lenin, está
en todo su derecho de hacerlo. Si yo entro en la sede, y no cumplo esa
condición, el Partido Comunista tiene todo el derecho de expulsarme del
edificio. Nadie se escandaliza cuando, en una mezquita, se pide a las mujeres
colocarse un velo, y a los hombres quitarse los zapatos, todo con el objetivo
de respetar la sacralidad del espacio. ¿Por qué ha de escandalizar que en una iglesia, se exija a la gente no ofender con consignas provocativas?
Por supuesto, lo
verdaderamente justo sería, no una ley que diga que no se puede profanar
templos religiosos, sino una ley que especifique que, en todo espacio privado,
el propietario (sea un particular, o un colectivo, como es el caso de la
Iglesia Católica) tiene derecho a imponer las pautas de conducta a los
visitantes, y que si estas pautas no se cumplen, puede haber una sanción penal.
Supongo
que la capilla de la Universidad Complutense es un caso más complejo, pues está
en una universidad pública supuestamente laica. Y, precisamente, Maestre
protestaba en contra del deterioro del carácter laico del la universidad
española. Pero, en líneas generales, sostengo la opinión de que, al entrar como
visitante a un recinto privado, debo acatar las normas de su propietario. Este
caso no se trata del derecho a la blasfemia, sino de la defensa de la propiedad
privada.
Un caso
más claro, me parece, es el de las Pussy Riots en Moscú, en 2012. Allí, unas
jóvenes irrumpieron en la catedral del Cristo Salvador (a diferencia de la
capilla de la Universidad Complutense, ésta no está inscrita en otras
instalaciones de espacios públicos laicos), montaron un pequeño concierto de
rock, sin la autorización de los administradores del recinto. Las jóvenes
fueron severamente castigadas.
La protesta de las
Pussy Riots era muy legítima: la complicidad de la Iglesia Ortodoxa rusa en los
abusos de Putin, y la severidad del castigo confirma la sucia alianza entre
Putin y la Iglesia. Pero, de nuevo, yo estoy dispuesto a defender el derecho a
la blasfemia, sólo en la esfera pública; no en los espacios privados cuyos propietarios son los ofendidos por la blasfemia. Si para blasfemar, se viola el derecho
de propiedad, cesa mi apoyo. Los curas ortodoxos me pueden resultar
abominables, pero su propiedad debe respetarse. Precisamente la defensa del
derecho a la propiedad, es una de las causas por las cuales, nosotros los liberales debemos repudiar el gobierno de Putin.
Y, así
como el castigo contra Maestre tiene una clara intencionalidad política, la
forma en que un sector de la izquierda hace escándalo con el caso, tiene
también una intencionalidad política. Pues, si bien Putin no es ningún paladín
del socialismo, el hecho de que se enfrenta a Occidente, lo convierte en un
aliado circunstancial de algunos progres. Esos progres, lamentablemente, forman
un escándalo cuando quien blasfema es de izquierdas y quien castiga es de derechas;
pero callan cuando quien castiga es un aliado de los progres.
Y ese derecho que defiende a la blasfemia, para qué. Si me ofende profundamente a mi, por qué es tan importante ese derecho y está por encima de mi derecho. Y qué se consigue con la blasfemia. No lo entiendo.
ResponderEliminar1. Los derechos no son propiamente teleológicos, es decir, no persiguen finalidades. Sencillamente, o se tienen, o no se tienen, independientemente de para qué sirvan. Un derecho puede no servir para nada, pero aún así, ser muy importante.
Eliminar2. El derecho a la blasfemia es una extensión del derecho a la libre expresión, y en ese sentido, es más relevante que el derecho a no sentirte ofendido. ¿Imaginas a un dictador que se sienta ofendido porque alguien lo critique? Por más que se sienta ofendido, quien lo critique o se burle de él, tiene todo el derecho a hacerlo. Y, además, el "sentirse ofendido" es algo muy difícil de precisar, pues yo podría sentirme ofendido por el hecho de que tú te sientas ofendido ante mi caricatura; y así, bajo tu argumento, habría que darle a mi ofensa el mismo privilegio.
Vaya, que interesante. Y eso de que arderemos y que nos van a quemar y todas las expresiones soeces entran dentro de la libre expresión, claro.
EliminarUna amenaza, como anunciar quemar una iglesia, no está contemplada en la libertad de expresión. Pero, Maestre ha advertido que ella no dijo eso. Las expresiones soeces SÍ entran en la libertad de expresión. Lo objetable a Maestre es que ella violó el derecho a la propiedad al irrumpir en los linderos de un espacio sagrado. Pero, si en un espacio público, ella hubiera proclamado expresiones soeces, el Estado no tiene derecho a suprimirla.
EliminarY lo de arderéis en espacio público, cómo lo ves tu?
ResponderEliminarSi la amenaza es concreta, aun en espacio publico, no debería ser aceptada. Pero insisto, maestre no admite que dijo eso
EliminarY si nos respetamos unos a otros no sería lo mejor?
ResponderEliminarEstaría muy bien respetarnos, pero la burla es un derecho, y el estado no debe legislar respetos
EliminarPor cierto, también hay un artículo 523
ResponderEliminarMi opinión es que es más que una burla lo que se produjo, pero al menos agradezco que vea el límite a la puerta del templo porque muchos comentarios que estoy leyendo no aceptan ese límite.
ResponderEliminarSe produjo una intrusión en un espacio privado, una violación del derecho de propiedad. Si Maestre hubiera dicho "sacad vuestros rosarios de nuestros ovarios" en la plaza pública, yo no tendría absolutamente nada que reprochar, pues así como la propiedad es un derecho, también hay el derecho a blasfemar.
EliminarUna aclaración, Rita Maestre no ha sido condenada a cárcel sino a una multa.
ResponderEliminares cierto, gracias, ya lo voy a corregir.
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