Esta
semana fue el estreno mundial de la séptima entrega de la saga de Star Wars, The Force Awakens. Aún no he podido ver la película, pero en vista
de la efervescencia que está generando, aprovecharé para hacer algún
comentario.
Originalmente,
en la década de 1970, Star Wars tuvo
un aire no conformista y contracultural. Hans Solo es el renegado que no acepta
ser tragado por el sistema. Pero, una vez que Reagan asimiló el imperio a la
URSS en sus discursos, y la saga se convirtió en una gigantesca franquicia de
consumo masivo, los rebeldes antisistema que en algún momento se sintieron
atraídos por la estética de Star Wars, la
empezaron a repudiar.
Éste es un fenómeno
típico en la contracultura, tal como lo han reseñado Andre Potter y Joseph
Heath en su muy elocuente libro, Rebelarse
vende. Según lo analizan estos autores, al principio, surge una
contracultura en torno a algunos símbolos. Pero, cuando esta contracultura
crece y esos símbolos empiezan a convertirse en parte del mainstream, la contracultura se transforma y repudia aquello que
antes abrazó. Así, en sus inicios, el esnobismo contracultural coqueteaba con Star Wars. Hoy, los nuevos esnobs se
enorgullecen de no haber visto nunca Star
Wars.
Al
margen de esto, las críticas que se suelen hacer a Star Wars no son muy justas, o en todo caso, deberíamos ser más
consistentes y aplicar esas mismas críticas a otros fenómenos. Se critica que Star Wars conduce como borregos a sus
consumidores. Vale. Pero, esto aplica al fútbol, la visita del Papa, el mitin
del Partido Comunista, y un amplísimo espectro de fenómenos de masas. Y, en
todo caso, ¿dónde está, exactamente, lo objetable en que algo sea masivo?
Se dice
que Star Wars incentiva el
conformismo ante el sistema. No lo veo así. Star
Wars cuenta la historia de unos rebeldes que, precisamente, se rebelan ante
un sistema opresor. Pero, en todo caso, ¿por qué ha de ser nocivo que alguien
se conforme con un sistema que no es verdaderamente opresivo? Los más
aficionados a la saga de Star Wars suelen
ser ciudadanos del Primer Mundo que, francamente, no lo están pasando tan mal.
Si yo viera a niñitos africanos desnutridos, disfrazados de Darth Vader en una
cola para ver la película, ahí sí podría admitir que esto es un fenómeno de
alienación a lo bestia. Pero, no veo tal cosa.
Se
critica a Star Wars la simpleza de
sus historias, y sobre todo, su maniqueísmo. Esta crítica tiene más sustento.
Pero, como siempre reconoció George Lucas, su creación es en buena medida una
amalgama de mitologías de muy diversa índole. En muchos de estos mitos, están
presentes la simpleza de la trama y el maniqueísmo. La princesa que espera
pasivamente a ser rescatada por el gran macho, molestará a las feministas, pero
antes de obsesionarse en contra de Star
Wars, estas feministas deberían reprochar a la enorme lista de leyendas que
explotan este tema. La lucha entre absolutamente buenos y absolutamente malos
molestará a psicólogos y sociólogos que saben que, en realidad, el mundo es
mucho más complejo; pero antes de reprochar a Star Wars, estos psicólogos y sociólogos deberían someter a crítica
los grandes sistemas religiosos que, desde el zoroastrianismo (pasando por las
grandes religiones monoteístas de hoy), han concebido el mundo como un
enfrentamiento entre el bien absoluto y el mal absoluto.
Así
pues, muchas de estas críticas me parecen tonterías. Pero, sí hay una crítica
sobre la cual yo haría bastante énfasis. Se trata de la promoción del
vitalismo. A lo largo de la saga de Star
Wars, los personajes hablan de una misteriosa “fuerza”, aparentemente, una
suerte de energía que radica en todos los seres vivos, y que permite que se
logren grandes hazañas (estas hazañas pueden ser inmorales, si se pasa al “lado
oscuro”). Muchas de estas hazañas pueden ser paranormales, como por ejemplo,
mover objetos con la mente, predecir el futuro o comunicarse telepáticamente.
En
realidad, esto es una idea muy vieja. Los chinos hablan del chi, los hindúes del prana, los cristianos de la “gracia”,
Bergson del “elan vital”, y así, un
largo etcétera. Todas esas cosas son básicamente lo mismo: una misteriosa
fuerza que no es percibida, pero que se presume que existe, y que da vitalidad
a los organismos. La ciencia, por supuesto, no acepta nada de esto. La ciencia
explica el mundo de forma mecanicista y materialista, a partir de hechos percibidos y unidos en secuencias causales. Decir que
existe una “fuerza” (a no ser que se hable en términos metafóricos) sin ofrecer
ninguna prueba es algo del mismo calibre que decir que tengo al lado a un
elefante invisible.
A simple
vista, estas ideas son inofensivas. Pero, en realidad, pueden ser peligrosas.
Muchas terapias medicinales alternativas se basan en el vitalismo. Colocando
clavos en el cuerpo, supuestamente, se puede drenar el chi, con la esperanza de que eso corrija el desbalance de energía
que produce enfermedades. Tonterías. A lo sumo, estas terapias pueden tener un
efecto placebo. No está mal acudir al placebo, pero sobredimensionar su
efectividad puede ser muy peligroso, especialmente si se asume como reemplazo
de terapias que sí son verdaderamente efectivas.
Ver cosas
fantasiosas en una película no es perjudicial en sí mismo. Que la gente vea
filmes sobre alfombras que vuelan, animales que hablan, o pistolas que disparan
rayos, no los hace más crédulos. Pero, la forma en que Star Wars presenta el vitalismo es mucho más insidiosa, y me temo
que sí logra influir en que mucha gente termine aceptando el vitalismo.
Cuando se ve a un
bicho como Chewbacca hacer su aullido, el espectador sabe muy bien que todo eso
es una fantasía. Pero, cuando ese mismo espectador ve a unos personajes que
aparentemente sienten la presencia de una misteriosa fuerza etérea, y esa fuerza los
conduce a hacer grandes hazañas, ahí ya el espectador no está tan seguro de que
eso es una fantasía. Empieza a creer más en ese concepto. Al final, puede
terminar creyendo que sólo con sus pensamientos es capaz de transformar la
realidad, al punto de lograr las hazañas paranormales que defiende la New Age. A pesar de todo su aparataje
técnico y futurista, en realidad, Star
Wars es una saga que defiende algunas cosas muy premodernas, y que
entorpecen la marcha de la humanidad hacia el progreso.
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