Cuando el barco se hunde, las ratas abandonan el barco. El chavismo es cada vez más una calamidad para Venezuela, y empiezan a aparecer grandes figuras de la intelectualidad chavista que tratan de desvincularse de un régimen cuya popularidad se desploma. Es lo que han hecho Jorge Giordani, Héctor Navarro, Heinz Dietrich, Nicmar Evans, y tantos otros.
Está muy bien recapacitar. El problema, no obstante, es que ninguno de estos tipejos ha hecho un acto de contrición. Estos tipos saben muy bien que la ideología chavista es ya caduca, pero se niegan a admitir que ellos estuvieron equivocados. Ninguno ha admitido que sus propuestas y políticas tuvieron responsabilidad en el desastre que vivimos. Giordani es uno de los ideólogos del control cambiario, una de las mayores desgracias de este país. Navarro siempre promovió la agresiva ideologización y el acoso a los funcionarios públicos disidentes. Dietrich se empeñó en que Chávez asumiera el “socialismo del siglo XXI”, un engendro ideológico que, ya en el papel, se sabía que no daría buenos resultados. Son todos unos hipócritas.
Hay otros personajes, no obstante, que consumidos por el fanatismo, mueren con las botas puestas. No son ratas. Son marineros que en su desaío de los principios más básicos de la navegación, no les importa hundirse con el barco. Uno de estos gurús chavistas que más resaltan es Luis Britto García.
A diferencia de los hipócritas que he mencionado más arriba, Britto García genuinamente sigue creyendo en la viabilidad del chavismo. Por supuesto, ante la tremenda derrota electoral del pasado 6 de diciembre, en un reciente artículo Britto García ofrece algunas críticas y propuestas al chavismo (acá). Pero éstas, o son tremendamente ingenuas, o son propias de un fanático que, en vez de acomodar algunas reformas sensatas, más bien pretende empeorar el desastre.
Veamos cada una:
Primero: ejercer el derecho de veto presidencial contra leyes que destruyan derechos sociales o instituciones indispensables para la soberanía.
En otras palabras, Britto García propone más confrontación; sin importar que dos tercios de la población rechazara con su voto esa confrontación. Por otra parte, la noción de “derechos sociales”, si bien suena muy atractiva, suele ser muy querida por regímenes colectivistas a quienes no le importa aplastar derechos individuales más básicos.
Segundo: terminar con la impunidad de corruptos, acaparadores, especuladores y contrabandistas de extracción, sancionándolos en forma ejemplar e implacable, para probar al electorado que se abstuvo, que no hay complicidad entre esos delincuentes y el gobierno.
En propuestas como ésta, es donde Britto García y otros como él, pecan de ingenuos. Ellos creen que existe una varita mágica para terminar con la impunidad de corruptos y contrabandistas, sin reformar el propio sistema económico que los crea desde un inicio. Britto García ingenuamente cree que es posible el estatismo sin corrupción. No reprocho a quienes por 80 años mantuvieron esa ilusión en Europa Oriental y otros países (después de todo, estaban experimentando algo nuevo), pero sí reprocho a tipos como Britto García, quienes no han aprendido la lección.
Tercero: reformar el aparato comunicacional que está en su poder para explicar de manera eficaz al pueblo el verdadero sentido y las ventajas del socialismo, y hacerle patente lo que el neoliberalismo le arrebatará.
En otras palabras: menos libertad de expresión, más supresión del disenso, más ideologización lanzada con los impuestos que todos pagamos, más paternalismo cognitivo al presentar tendenciosamente las ideologías, sin permitir al estudiante o espectador, formarse un juicio propio.
Cuarto: poner en pie de lucha movimientos sociales, sindicatos y otras organizaciones contra la venidera arremetida neoliberal, que se traducirá en despidos masivos, retiro de derechos laborales y de pensiones.
Britto García no hace un llamado explícito a la violencia. Pero, ingenuamente o cínicamente (yo creo más bien lo segundo), alienta a los supuestos “movimientos sociales” que, en realidad, son en su mayoría grupos de choque (los mismos que gritan insultos desde los balcones de la Asamblea).
Quinto: hacer valer la disposición constitucional que pauta que las conquistas sociales son irreversibles.
La Constitución debe cumplirse, en eso estamos de acuerdo. Pero, por supuesto, no está nada claro qué es exactamente una “conquista social”. Y, si se convoca constituyente y se redacta una nueva constitución que derogue esas “conquistas sociales” que él tiene en mente, espero que Britto García la acepte, como sus opositores aceptaron muchos disparates que se escribieron en la Constitución de 1999.
Sexto: extremar las medidas policiales y de seguridad contra el paramilitarismo, que ya se perfila como el brazo armado del neoliberalismo.
Esto está muy bien. Pero, de nuevo, hundido en la ingenuidad o el cinismo (sigo pensando que es lo segundo), Britto García omite una exhortación a extremar medidas policiales contra los colectivos armados (algunos de los cuales han tenido vínculos con las FARC) que sirven como grupos de choque a favor del chavismo.
Séptimo: iniciar una profunda reestructuración del Partido Socialista Unido de Venezuela y de otras organizaciones del Polo Patriótico, para corregir fallas, ineficiencias, burocratismos y usos ventajistas del poder.
Me parece genial que se corrija el burocratismo. Pero, en un punto anterior, Britto García se quejaba de la venidera “arremetida neoliberal” que se traducirá en despidos. ¿Cómo carajo se puede corregir el burocratismo, si no es reduciendo la nómina de funcionarios que no aportan absolutamente nada a la productividad del país? Britto García pretende la cuadratura del círculo. También Britto García pide corregir los “usos ventajistas del poder”. ¿Cómo carajo puede conciliarse eso con su agresivo plan de ideologización a través del aparato propagandístico del Estado? ¿No ve el “profe” que su propuesta comunicacional forma parte precisamente de los usos ventajistas que él ahora critica?
Octavo: desechar radicalmente la idea de pactos o componendas “pragmáticas” con el empresariado y la derecha, en vista de los resultados catastróficos de la convivencia hasta ahora aplicada.
¿Han sido más catastróficos los pactos con el empresariado (en un intento por buscar un modelo mixto), o la actitud intransigente del chavismo en estos últimos años? ¿Cómo juzgó el pueblo esta cuestión el 6 de diciembre? A las pruebas lo remito.
Noveno: reforzar la formación ideológica de los militantes, y la del pueblo en general.
La “formación ideológica” de la cual habla Britto García, por supuesto, no tolera disensos (¿permitirían a un profesor de la Universidad Bolivariana de Venezuela enseñar con simpatía a Adam Smith o Milton Friedman?). Esa formación del “pueblo en general”, se haría con los abusos ventajistas que el propio Britto García supuestamente quiere erradicar. No creo que Britto García esté dispuesto a someter a la ideología socialista a la libre competencia en el mercado de las ideas, sin ventajismos estatistas.
Décimo: predicar con el más convincente de los argumentos: el ejemplo.
Esto suena muy lindo. A pesar de que Britto García tiene una faz muy cínica, yo sinceramente creo que él sería incapaz de un acto de corrupción. Pero, insisto, con un sistema que reproduce las oportunidades para incurrir en peculado (como lo es el socialismo, pues al aumentar el tamaño del Estado, aumenta la oportunidad de enriquecerse a partir de fondos públicos), es prácticamente incurrir en pensamiento mágico, cuando se pretende que un mortal puede ofrecer un ejemplo de honestidad.
Está muy bien recapacitar. El problema, no obstante, es que ninguno de estos tipejos ha hecho un acto de contrición. Estos tipos saben muy bien que la ideología chavista es ya caduca, pero se niegan a admitir que ellos estuvieron equivocados. Ninguno ha admitido que sus propuestas y políticas tuvieron responsabilidad en el desastre que vivimos. Giordani es uno de los ideólogos del control cambiario, una de las mayores desgracias de este país. Navarro siempre promovió la agresiva ideologización y el acoso a los funcionarios públicos disidentes. Dietrich se empeñó en que Chávez asumiera el “socialismo del siglo XXI”, un engendro ideológico que, ya en el papel, se sabía que no daría buenos resultados. Son todos unos hipócritas.
Hay otros personajes, no obstante, que consumidos por el fanatismo, mueren con las botas puestas. No son ratas. Son marineros que en su desaío de los principios más básicos de la navegación, no les importa hundirse con el barco. Uno de estos gurús chavistas que más resaltan es Luis Britto García.
A diferencia de los hipócritas que he mencionado más arriba, Britto García genuinamente sigue creyendo en la viabilidad del chavismo. Por supuesto, ante la tremenda derrota electoral del pasado 6 de diciembre, en un reciente artículo Britto García ofrece algunas críticas y propuestas al chavismo (acá). Pero éstas, o son tremendamente ingenuas, o son propias de un fanático que, en vez de acomodar algunas reformas sensatas, más bien pretende empeorar el desastre.
Veamos cada una:
Primero: ejercer el derecho de veto presidencial contra leyes que destruyan derechos sociales o instituciones indispensables para la soberanía.
En otras palabras, Britto García propone más confrontación; sin importar que dos tercios de la población rechazara con su voto esa confrontación. Por otra parte, la noción de “derechos sociales”, si bien suena muy atractiva, suele ser muy querida por regímenes colectivistas a quienes no le importa aplastar derechos individuales más básicos.
Segundo: terminar con la impunidad de corruptos, acaparadores, especuladores y contrabandistas de extracción, sancionándolos en forma ejemplar e implacable, para probar al electorado que se abstuvo, que no hay complicidad entre esos delincuentes y el gobierno.
En propuestas como ésta, es donde Britto García y otros como él, pecan de ingenuos. Ellos creen que existe una varita mágica para terminar con la impunidad de corruptos y contrabandistas, sin reformar el propio sistema económico que los crea desde un inicio. Britto García ingenuamente cree que es posible el estatismo sin corrupción. No reprocho a quienes por 80 años mantuvieron esa ilusión en Europa Oriental y otros países (después de todo, estaban experimentando algo nuevo), pero sí reprocho a tipos como Britto García, quienes no han aprendido la lección.
Tercero: reformar el aparato comunicacional que está en su poder para explicar de manera eficaz al pueblo el verdadero sentido y las ventajas del socialismo, y hacerle patente lo que el neoliberalismo le arrebatará.
En otras palabras: menos libertad de expresión, más supresión del disenso, más ideologización lanzada con los impuestos que todos pagamos, más paternalismo cognitivo al presentar tendenciosamente las ideologías, sin permitir al estudiante o espectador, formarse un juicio propio.
Cuarto: poner en pie de lucha movimientos sociales, sindicatos y otras organizaciones contra la venidera arremetida neoliberal, que se traducirá en despidos masivos, retiro de derechos laborales y de pensiones.
Britto García no hace un llamado explícito a la violencia. Pero, ingenuamente o cínicamente (yo creo más bien lo segundo), alienta a los supuestos “movimientos sociales” que, en realidad, son en su mayoría grupos de choque (los mismos que gritan insultos desde los balcones de la Asamblea).
Quinto: hacer valer la disposición constitucional que pauta que las conquistas sociales son irreversibles.
La Constitución debe cumplirse, en eso estamos de acuerdo. Pero, por supuesto, no está nada claro qué es exactamente una “conquista social”. Y, si se convoca constituyente y se redacta una nueva constitución que derogue esas “conquistas sociales” que él tiene en mente, espero que Britto García la acepte, como sus opositores aceptaron muchos disparates que se escribieron en la Constitución de 1999.
Sexto: extremar las medidas policiales y de seguridad contra el paramilitarismo, que ya se perfila como el brazo armado del neoliberalismo.
Esto está muy bien. Pero, de nuevo, hundido en la ingenuidad o el cinismo (sigo pensando que es lo segundo), Britto García omite una exhortación a extremar medidas policiales contra los colectivos armados (algunos de los cuales han tenido vínculos con las FARC) que sirven como grupos de choque a favor del chavismo.
Séptimo: iniciar una profunda reestructuración del Partido Socialista Unido de Venezuela y de otras organizaciones del Polo Patriótico, para corregir fallas, ineficiencias, burocratismos y usos ventajistas del poder.
Me parece genial que se corrija el burocratismo. Pero, en un punto anterior, Britto García se quejaba de la venidera “arremetida neoliberal” que se traducirá en despidos. ¿Cómo carajo se puede corregir el burocratismo, si no es reduciendo la nómina de funcionarios que no aportan absolutamente nada a la productividad del país? Britto García pretende la cuadratura del círculo. También Britto García pide corregir los “usos ventajistas del poder”. ¿Cómo carajo puede conciliarse eso con su agresivo plan de ideologización a través del aparato propagandístico del Estado? ¿No ve el “profe” que su propuesta comunicacional forma parte precisamente de los usos ventajistas que él ahora critica?
Octavo: desechar radicalmente la idea de pactos o componendas “pragmáticas” con el empresariado y la derecha, en vista de los resultados catastróficos de la convivencia hasta ahora aplicada.
¿Han sido más catastróficos los pactos con el empresariado (en un intento por buscar un modelo mixto), o la actitud intransigente del chavismo en estos últimos años? ¿Cómo juzgó el pueblo esta cuestión el 6 de diciembre? A las pruebas lo remito.
Noveno: reforzar la formación ideológica de los militantes, y la del pueblo en general.
La “formación ideológica” de la cual habla Britto García, por supuesto, no tolera disensos (¿permitirían a un profesor de la Universidad Bolivariana de Venezuela enseñar con simpatía a Adam Smith o Milton Friedman?). Esa formación del “pueblo en general”, se haría con los abusos ventajistas que el propio Britto García supuestamente quiere erradicar. No creo que Britto García esté dispuesto a someter a la ideología socialista a la libre competencia en el mercado de las ideas, sin ventajismos estatistas.
Décimo: predicar con el más convincente de los argumentos: el ejemplo.
Esto suena muy lindo. A pesar de que Britto García tiene una faz muy cínica, yo sinceramente creo que él sería incapaz de un acto de corrupción. Pero, insisto, con un sistema que reproduce las oportunidades para incurrir en peculado (como lo es el socialismo, pues al aumentar el tamaño del Estado, aumenta la oportunidad de enriquecerse a partir de fondos públicos), es prácticamente incurrir en pensamiento mágico, cuando se pretende que un mortal puede ofrecer un ejemplo de honestidad.
Me entero de esta rata comunista gracias a este vídeo sobre la mala literatura: https://www.youtube.com/watch?v=IkQwX66gFA8
ResponderEliminarES un personaje influyente en Venezuela
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