La mayor parte de la filosofía en el siglo XX, se
conformó en torno a dos bloques: la tradición analítica, oriunda de los países
de habla inglesa; y la tradición continental, oriunda fundamentalmente de
Francia y Alemania. La tradición analítica nos dio grandes nombres como
Bertrand Russell, Otto Neurath, Karl Popper, Mario Bunge, y tantos otros, que
hicieron importantísimas contribuciones a la aclaración de problemas
conceptuales. Sus aportes acercaron definitivamente la filosofía a la ciencia.
La
filosofía continental, en cambio, fue más dada a plantearse problemas menos
precisos. Algunos de estos filósofos dijeron cosas interesantes, pero
lamentablemente, muchos otros abrieron la puerta a los disparates del
posmodernismo. La mala fama que tiene la filosofía, aquella disciplina con la
cual o sin la cual, el mundo se queda tal cual, en parte es debida a los
autores continentales.
Woody
Allen, siempre culto, hace un guiño a esto, en su más reciente película, Hombre irracional. Narra la historia de
Abe, un profesor muy dado a la filosofía continental, sobre todo al
existencialismo (se menciona en el film continuamente a Kierkegaard, Sartre,
Heidegger y Simone de Beauvoir). Abe se toma muy en serio las preguntas
existencialistas sobre el sentido a la vida, y se hunde en una profunda
depresión.
Un buen día, se
entera de que hay un juez corrupto fastidiando la vida a los demás, y decide matarlo.
De repente, se da cuenta de que con ese asesinato su vida ahora adquiere
sentido, pues ha hecho un bien a la sociedad. Logra salir así de la depresión.
Pero, se entera de que un hombre inocente es culpado de haber matado al juez, y
ahora enfrenta el dilema moral de si debe entregarse o no para salvar al
inocente. Abe, que al principio había asumido el homicidio como una acción muy
moral, ahora se hace un poco más la vista gorda, y decide matar a su joven
amante, pues ésta sabe que él es el asesino del juez, y lo presiona para que se
entregue.
Woody Allen logra
con mucha destreza, darle un giro cómico a Crimen
y castigo, de Dostoyevski. En esa clásica novela, Raskalnikov decide estar
por encima de las normas, y se siente en el derecho de matar a los indeseables
de la sociedad. En Hombre irracional,
la lectura de filósofos existencialistas eventualmente conduce a Abe a hacer
algo parecido. Ha habido, de hecho, situaciones como ésta en la vida real. En
1924, dos jóvenes estudiantes norteamericanos, Leopold y Loeb, mataron a un
muchacho. Trataron de justificarse en la lectura de Nietzsche: el superhombre
está por encima de las reglas.
No pretendo decir
que la lectura de filósofos existencialistas conduzca a crímenes. Obviamente,
debe haber problemas psicológicos previos para que una persona termine
cometiendo atrocidades. Pero, sí deseo enfatizar un lema muy querido por los
conservadores norteamericanos: las ideas tienen consecuencias. He conocido a
gente que, al leer a nihilistas como Emile Cioran, contemplan seriamente el suicidio.
Lo irónico es que,
el propio Cioran, que continuamente dijo que la vida no tiene sentido, ¡vivió
hasta los 84 años! En Hombre irracional, Woody
Allen hasta cierto punto se mofa de todos estos filósofos inclinados al
existencialismo, quienes vociferan sobre la angustia que sienten ante el vacío
y lo absurdo, pero que en realidad, viven vidas burguesas muy acomodadas. O,
peor aún, muchos lectores de estos libros asumen esos textos con cierto aire de
esnobismo (sobre todo para impresionar a las jovencitas, como hace Abe en la
película), pero cuando realmente deben enfrentar los dilemas morales que se les
plantea a raíz de tomarse muy en serio estas filosofías, ahí abandonan la
filosofía y se convierten en personajes muy mundanos.
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