La
reciente victoria aplastante de la oposición en las elecciones legislativas
debería hacernos reconsiderar un aspecto de nuestro pasado histórico, a fin de
aprender sus lecciones, y prepararnos para el futuro.
Una de
las figuras históricas venezolanas que Hugo Chávez (y ahora Nicolás Maduro) más
degradó fue José Antonio Páez. Antaño, la cara de Páez estaba en algunos de
nuestros billetes, pero Chávez se aseguró de erradicar su memoria. En el
adoctrinamiento chavista, Páez es el gran Satán.
A Páez
se le acusa de muchas cosas. Su mayor pecado, supuestamente, fue haber
traicionado a Bolívar en 1830. A decir verdad, en aquel contexto, las acciones
de Páez fueron muy comprensibles. Bolívar estaba empeñado en conformar un país
muy extenso, gobernado desde una lejana capital, imponiendo sistemas de
reclutamiento forzoso, y un gobierno con dictadura vitalicia. Páez sensatamente
optó por la secesión venezolana, del mismo modo en que cualquier movimiento
secesionista legítimo habría hecho (como los patriotas durante la guerra de
independencia).
Chávez
también acusaba a Páez de ser un conservador durante sus mandatos como
presidente, como si eso fuese un crimen imperdonable. Sí, es cierto, Páez frenó
un poco las transformaciones revolucionarias y mantuvo muchas estructuras
coloniales. Pero, en un país devastado por la guerra, y conociendo el estado
caótico en que Venezuela se encontraba, el juicio de Páez demostró ser el
correcto. Para mantener un poco de orden y cordura en una época convulsa y
plagada de rencillas caudillistas, el conservadurismo de Páez (la mayor parte
del tiempo apegado al constitucionalismo), fue ventajoso.
Uno de
los grandes enemigos de Páez fue José Tadeo Monagas. Este nefasto caudillo
empezó formando parte del ala conservadora, pero eventualmente rompió con los
conservadores. En 1835, José María Vargas, un conservador, fue electo
presidente. Monagas encabezó una rebelión que triunfó temporalmente, pero Páez
eficientemente restableció el orden constitucional y derrotó a Monagas. Luego,
Monagas fue electo presidente en 1847. El Congreso (de mayoría conservadora),
no obstante, no lo apoyaba. Monagas no estaba dispuesto a gobernar con los
límites que le imponía el poder legislativo, y el 24 de enero de 1848, instó a
hordas de sus simpatizantes a entrar en el edificio del Congreso. Las hordas
lincharon a varios congresistas (entre ellos el eminente Santos Michelena), y
por la vía de las armas, Monagas disolvió el Congreso.
Mientras
que en Europa, en 1848, había revoluciones a favor de la libertad, en
Venezuela, las hordas al servicio de Monagas cometían aquel acto de barbarie.
Ante semejante gorilismo, Páez promovió una rebelión para hacer frente a
Monagas, pero su rebelión no tuvo éxito, pues fue capturado en Macapo Abajo.
El 6 de
diciembre de 2015, la oposición ganó dos tercios de la Asamblea Nacional.
Nicolás Maduro ha reconocido el triunfo muy a regañadientes, y hasta ahora, hay
incertidumbre respecto a cuán dispuesto estará a respetar el juego democrático.
Maduro es sucesor de Chávez, pero en cierto sentido, Maduro (lo mismo que
Chávez) es descendiente político de Monagas. Ese caudillo alentó la toma del
Congreso, inspirando en sus hordas el odio a los “godos”, los descendientes de
españoles que comulgaban con la ideología conservadora. Bajo consignas
populistas, las hordas de Monagas trataron de autojustificarse alegando que el
pueblo no puede tolerar un Congreso conservador que ponga freno a gobiernos
revolucionarios.
Los
tiempos han cambiado, pero no mucho. Desde el mismo día en que el chavismo
sufrió la humillante derrota electoral, aparecieron los colectivos bolivarianos
(que Chávez procuró armar desde el inicio) amenazando a los vencedores, y dando
señas de que, no estaba descartado irrumpir violentamente para impedir que la
oposición materialice su victoria electoral, y si hay que matar a algunos
“godos” (“escuálidos”, como son llamados ahora), pues que así sea.
Con
todo, dudo de que Maduro cometa la barbaridad de Monagas. Pero, hay formas más
sutiles de lograr el mismo objetivo. Chávez, siempre un paso más adelantado en
su astucia, previó que algún día, podría perder el control de la Asamblea.
Frente a eso, preparó el llamado “poder comunal”: muchas competencias
gubernamentales serían traspasadas a comunas (dominadas por los propios
chavistas, por supuesto), en caso de que sus contrincantes ganaran elecciones;
lo mismo que hizo Monagas, en caso de un derrota electoral, se valdría de las hordas
para seguir gobernando. Yo no descartaría ese escenario: no habría una
abolición directa del poder legislativo, pero sí podría disimularse a través
del traspaso de competencias al poder comunal.
La
oposición venezolana enfrenta un gran reto, no sólo por el desastre económico
que Chávez dejó como legado. El gran obstáculo a la gestión pública es la
cultura política gangsteril que nos viene ya desde la época de Monagas. Los
problemas económicos tienen soluciones relativamente sencillas y se permiten
soluciones a corto plazo. Las deficiencias culturales no.
el desconocimiento de nuestra historia nos puede hacer caer en los mismos errores del pasado y convertirse en historia ciclica donde los eventos se repiten y en nuestra epoca con artificios modernos por eso es muy importante ir atras en la historia y tener reseñas de estos eventos para no repetirlos y avanzar hacia un mejor destino y asi comprender hacia donde vamos..
ResponderEliminarEfectivamente. Por fortuna, Ramos Allup ha recordado varias veces la barbaridad que hizo Monagas en 1848, a fin de advertirnos sobre el peligro de que, ahora, a los chavistas se les ocurra hacer algo parecido.
EliminarArticulo profetico!!!
ResponderEliminarSí, aunque en realidad, no era necesario ser Nostradamus para adivinar que las hordas iban a atacar el Palacio tarde o temprano... Lo único que ningún profeta podría haber adivinado, es que esas hordas llevaran la bandera gay.
EliminarLa historia no se repite pero sí rima. Quién diría que las hordas que atacan la Asamblea Nacional terminarían siendo los magistrados del TSJ.
ResponderEliminarEsperemos a ver si llegan el 30 de julio. Todo indica que sí llegarán.
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