La
muerte del Mariscal Sucre en Berruecos, en 1830, es un enigma para los
historiadores. Sucre era el consentido de Bolívar, y éste estaba ya camino al
destierro, pues en una serie de sucesos dramáticos, había perdido el fuelle
político en Bogotá. Una conspiración se armó, no ya en contra de Bolívar, sino
en contra de su delfín Sucre. El artífice de esta conspiración, parece, fue
José María Obando, una de las figuras prominentes en la facción anti-bolivariana
de Bogotá.
Pero, el
asunto en realidad nunca estuvo del todo claro. Y, como suele ocurrir, hay
especulaciones añadidas. Varios historiadores manejan la hipótesis de que,
quizás, Sucre fue asesinado en un extraño ajuste de cuentas relacionado con la
masonería. Tanto Bolívar como Sucre pertenecían a la logia Lautaro. Según
comenta el historiador César Vidal en su libro Los masones, en la emancipación de las naciones hispanoamericanas
la masonería movió los hilos. Pero, al final, Bolívar había quedado ya
desencantado con las sociedades secretas, pues veía en ellas un tremendo peligro
subversivo, y por supuesto, al final, esta subversión lo condujo al destierro.
A decir
verdad, no hay datos contundentes que sugieran que, en efecto, Sucre fue
asesinado por los masones. ¿Por qué lo harían? Cuatro años antes de la muerte
de Sucre, hubo otro aparente asesinato, relacionado con la masonería. En el
pueblo de Batavia, en el estado de Nueva York, un tal William Morgan intentó
entrar en una logia local, pero fue rechazado. Como venganza, amenazó con
publicar un libro en el cual se revelaría algunos de los secretos masónicos.
Morgan desapareció prontamente, y se rumoró que había sido asesinado por los
masones de la localidad. Pero, éstos alegaron que le habían pagado 500 dólares
para que se fuese, y Morgan aceptó el trato. Nunca se supo realmente qué
ocurrió.
Si acaso
los masones sí mataron a Sucre, cabe la posibilidad de que pudo haber sido por
un motivo similar al que se rumoreó en torno a Morgan cuatro años antes. Quizás
Sucre, desencantado igual que Bolívar de las sociedades secretas, se disponía a
revelar algunos de sus secretos. Pero, realmente, en torno a los masones ha
habido tantos alegatos conspiranoicos ridículos, que suscita muchas dudas. El
asunto de Sucre aparece más bien como una de las primeras tonterías que se han
dicho sobre esta sociedad secreta.
De los
masones de ha dicho que orquestaron los asesinatos de Jack el Destripador, que
crearon el Ku Klux Klan, que planifican con los judíos y los illuninati (un
grupo que ya ni siquiera existe) la conquista del mundo, que participaban en
macabros ritos satánicos, y que mataron al banquero Roberto Calvi. Todas estas
teorías conspirativas son de data más reciente (empezaron a finales del siglo
XIX), pero es plausible pensar que, en 1830, el espíritu conspiranoico ya estaba
presente en nuestro continente, y así, se inventaron las historias sobre la
conexión con la emboscada de Berruecos. El hecho de que todas esas
conspiraciones han resultado ser falsas, debería inclinar la balanza hacia la
idea de que la masonería nada tuvo que ver con la muerte de Sucre.
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