domingo, 18 de octubre de 2015

¿Era Joseph Smith un mago?

            La relación entre la magia y la religión es compleja. En los inicios de la antropología, autores como Tylor y Frazer quisieron establecer diferencias firmes entre ambas: en la magia, hay un intento directo por manipular el mundo; en la religión, hay más contemplación y menos acción directa, pues se solicita a los dioses su intervención. Pero, hoy sabemos que las cosas son mucho más complejas: en la magia hay muchos aspectos religiosos, y en la religión hay muchos aspectos mágicos.
            Uno de los ejemplos más interesantes en los cuales la magia y la religión se entremezclan continuamente, es el mormonismo. Joseph Smith, el fundador de esta religión, es frecuentemente asumido como un profeta por los feligreses. Se le  considera un profeta porque, supuestamente, recibió revelaciones divinas a través de un ángel. Pero, en la vida de Smith hay muchos otros aspectos que son suficientes para considerarlo, además de un profeta, un mago. Pues, Smith no se limitó a recibir revelaciones. Él mismo activamente las buscó a través de rituales enraizados en tradiciones que se remontan a la magia renacentista. Esto ha sido suficientemente documentado por historiadores como Michael Quinn y Peter Levenda.

            Smith, un joven oriundo de una empobrecida región del estado de Nueva York, trató de ganarse la vida acudiendo a las artes mágicas. Se promocionó como un buscador de tesoros utilizando métodos de adivinación, y logró cautivar a varios clientes. Utilizaba palos esperando que se inclinaran para determinar una ubicación; también contemplaba piedras cristalinas, y a partir de ahí, procedía a excavar en lugares específicos. Como cabría esperar, estos métodos nunca le dieron resultado. Y, a partir de sus fracasos, tuvo varias querellas legales con clientes defraudados.
            Los mormones aceptan estos hechos. Pero, alegan que ese coqueteo con la magia ocurrió sólo en una fase inicial de la vida de Smith. Para el momento en que Smith las revelaciones, nos dicen, ya era un hombre cambiado y dedicado exclusivamente a las cosas de Dios. Desde aquel momento, más nunca volvió a la magia.
            Pero, hay muchos motivos para dudar de la versión oficial que ofrece la doctrina mormona. El mismo contenido de la revelación hace pensar que aquella experiencia religiosa tenía conexión con el pasado adivinatorio de Smith: el ángel Moroni le entregó unas planchas doradas que contenían aquello que vino a traducirse como el Libro de Mormón. No es muy difícil ver la conexión de las planchas doradas con los tesoros que buscaba Smith a través de procedimientos mágicos.
            En todo caso, Levenda y Quinn explican que, la misma experiencia religiosa de Smith con el ángel Moroni en el monte Cumorah, era en realidad un acto de magia ceremonial para buscar tesoros. El primer encuentro con el ángel fue el 22 de septiembre de 1823. Esta fecha es relevante, pues coincide con el equinoccio de otoño, un momento propicio en las tradiciones mágicas para invocar espíritus. Smith siguió yendo ese día del año al monte Cumorah hasta 1827, cuando definitivamente recibió las planchas.
            Smith tenía la esperanza de encontrar tesoros, porque en el estado de Nueva York corría la leyenda de que, siglos atrás, los piratas habían desembarcado y habían enterrado sus tesoros. Un pirata, William Kidd, era especialmente conocido por su leyenda del tesoro escondido. Kidd había sido ejecutado en Londres, pero la leyenda decía que su espectro, bañado en sangre, era el guardián de su tesoro escondido, y que todo aquel que intentara desenterrar ese tesoro, tendría que encontrarse con ese espectro.
            Años después, Smith relató que, en su experiencia mística, tuvo un encuentro con un ángel, Moroni. Pero, según parece, en sus primeros testimonios, Smith alegó haberse encontrado con un fantasma ensangrentado que tenía la garganta cortada. Es probable, entonces, que en las visiones de Smith, aquel con quien tuvo el encuentro no fue un ser angelical que se acercó a él para darle una revelación, sino un fantasma que protegía un tesoro que Smith estaba tratando de desenterrar con procedimientos mágicos.
            Kidd había navegado por muchas latitudes. Uno de los lugares en los que estuvo fueron las islas Comoras, cuya capital es Moroni. Es difícil ignorar la coincidencia de los nombres. El monte donde ocurrieron estas experiencias místicas es Cumorah (vino a llamarse así años después), fonéticamente próximo a “Comoras”. Y, por supuesto, el nombre del ángel es Moroni, la capital del archipiélago donde Kidd había navegado.
            En sus testimonios más tempranos, Smith alegó que, en aquella ocasión mística, había también una rana presente, resguardando las planchas doradas. Pues bien, la rana tiene también una significación muy importante en las tradiciones mágicas y la búsqueda de tesoros. En el folklore europeo, un diablillo como Lucifuge Rofocale, guardián de tesoros buscados por magos, frecuentemente asumía un aspecto animalesco, en ocasiones como una rana.


            Los mormones contemporáneos tratan de restarle importancia al detalle de la rana, pues es cierto que los testimonios de Smith sobre este animal no proceden de él directamente. Pero, es intrigante que, en la década de 1980, un forjador de documentos, Mark Hoffman, vendió a las autoridades mormonas un falso escrito en el cual, un colaborador de Smith decía que, en el monte Cumorah, Smith se había encontrado con una salamandra, y esta se convirtió en el ángel Moroni. Las autoridades mormonas pagaron una cantidad exuberante por aquel documento, el cual relegaron a sus archivos secretos. Debido a unas investigaciones posteriores relacionadas con unos crímenes, las autoridades mormonas accedieron a que se evaluara el documento, y resultó ser falso. Pero, el hecho de que las autoridades mormonas pagaron tanto dinero, revela que tenían sumo interés en evitar la propagación de este documento, pues sabían muy bien que, en los orígenes del mormonismo, un anfibio tenía mucho que ver con la historia, y que ese anfibio tenía una conexión con rituales de magia.

2 comentarios:

  1. Gracias al sacerdote, poliglota, poligrafo y patrologo Manuel Guerra Gómez y al fundamentalista evangélico César Vidal conocia la vida y milagros del fundador de los mormones. Pero reconozco que desconocía lo del pirata y el posible origen del nombre del ángel Moroni. No obstante si deseas profundizar en sectas, pentecostalismo y comprender el auge de movimientos como la Teologia de la Prosperidad te recomiendo que leas a Manuel Guerra Gómez, leí su monumental Diccionario enciclopédico de las sectas a los 20 años en una biblioteca universitaria y me encantó su erudición, rigor y sentido apologetico. Una obra muy útil y necesari

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