En El péndulo de Foucault, la gran novela de Umberto Eco, los
protagonistas inventan una teoría de la conspiración, por pura diversión. Al
final, les sale mal la jugada, pues se vuelven locos y la terminan creyendo, y
la novela es en buena medida una advertencia sobre los peligros de la
conspiranoia. Pero, Eco precisamente empieza por admitir que las teorías conspiranoicas
pueden ser divertidas. Nuestro cerebro está programado para gozar con ellas.
Matt
Johnson, el director del film Operación
avalancha, es uno de ésos que se deleitan con teorías conspiranoicas. Él
mismo acepta que el hombre sí llegó a la luna. Pero, como los personajes de Eco,
se divierte abandonando su lado racional, y especulando cómo se habría dado la
conspiración lunar. Los filmes conspiranoicos hechos por gente que cree en sus
propias teorías, son muy malos. Pero, Johnson ha demostrado que, en plan de
cachondeo, se puede hacer una buena película conspiranoica. Johnson aprovecha
la ocasión para, medio en broma, medio en serio, alertar sobre algunas conspiraciones
que sí estuvieron planteadas durante la Guerra Fría.
Operación avalancha mezcla los géneros
del falso documental con escenas dramáticas, para contar la historia de dos
jóvenes aspirantes a cineastas, que son reclutados por la CIA en 1968. Su
misión es posar como directores de un documental sobre la NASA, para en verdad
tratar de detectar a un espía ruso en la agencia espacial. En el trascurso de
sus investigaciones, al espiar conversaciones privadas, descubren que la NASA
tiene la capacidad de orbitar la luna, pero no tiene la capacidad de hacer
llegar la nave espacial a la superficie lunar. A los muchachos se les ocurre plantear
a sus superiores, usar sus talentos cinematográficos para grabar un film de
astronautas llegando a la luna.
Tienen
algunas dificultades en detalles cinematográficos. Pero, para resolverlos,
acuden a Stanley Kubrick (quien aparece en el film, con la misma técnica de
efectos especiales que se usó para plasmar a personajes famosos en Forrest Gump) a través de un engaño, y aprendiendo
de sus técnicas en su set de grabación, logran grabar la escena de la llegada a
la luna. Al final la CIA transmite la grabación, pero para guardar el secreto, mata
a uno de los muchachos; el otro logra escapar.
La
película está nutrida en detalles de las teorías conspiranoicas sobre la falsa
llegada del hombre a la luna. Pero, a diferencia de muchas de estas teorías, la
película hace un buen esfuerzo en tratar de llenar los vacíos explicativos. Por
ejemplo, en el folklore conspiranoico, siempre ha corrido el rumor de que
Kubrick (un tipo muy misterioso, que por aquella época, rodaba una película
sobre astronautas, 2001 Odisea espacial),
fue el director de la película. Pero queda el vacío explicativo: ¿por qué la
CIA no acabó con él? El film resuelve este asunto alegando que Kubrick
participó en la conspiración, pero sin que
él mismo lo supiera.
Otro
gran vacío explicativo común en estas teorías conspiranoicas es: ¿cómo explicar
que, ante semejante conspiración que involucró a miles y miles de personas, nadie
nunca dijo nada? La película alega que, en realidad, en la conspiración sólo
participó un puñado de gente. Los propios ingenieros y técnicos creían que los
astronautas habían llegado a la luna, pues cuando la nave espacial estaba del
lado oscuro de la luna, no tenían posibilidad de rastrearla; los únicos que
sabían de la conspiración eran los dos jóvenes cineastas (y uno de ellos
murió), algunos agentes de la CIA, y los astronautas.
En
medio de todo este cachondeo, Johnson introduce algunas cosas más serias. Antes
de ir a su misión de espionaje en la NASA, los dos protagonistas tenían la
misión de investigar si Kubrick era un comunista. En la Guerra Fría, esto no
fue ninguna fantasía: desde los días del infame MacCarthy, el gobierno de EE.UU.
había investigado a sus ciudadanos por el temor al comunismo. Hoy, si bien el
enemigo comunista no existe, las filtraciones de Snowden revelan que el
gobierno norteamericano espía a sus ciudadanos como nunca antes.
En
la película también se menciona una tal operación Northwood por parte del
gobierno norteamericano, la cual se planteaba hacer operaciones de bandera
falsa, para culpar a Cuba de terrorismo, y así tener un motivo para invadir la
isla. Como corolario, la operación Dirty Trick (truco sucio) se planteaba culpar
a Cuba si la nave espacial del astronauta John Glenn se estrellaba. En Operación avalancha, un agente de la CIA
advierte que si los jóvenes fracasan en la realización de su película,
derrumbarían la nave del Apollo 11, y culparían a los soviéticos. De nuevo, en
plan de cachondeo, Johnson aprovecha para dirigir su atención a conspiraciones
reales que estuvieron planteadas, pero que nunca se concretaron.
Operación avalancha es una película
inteligente, en buena medida porque se burla de todos por igual. El aspecto
bufón de la película es una burla a los conspiranoicos que no alcanzan a ver lo
ridículas que son sus teorías. Pero, al mismo tiempo, es una burla a aquellos
ingenuos que por el mero hecho de que haya conspiranoicos diciendo
estupideces, asumen que se pueden confiar ciegamente en los gobiernos y los medios
de comunicación.
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