En el mundo hispano, Juan Tusquets fue quien más procuró popularizar Los protocolos de los sabios de Sion (el texto antisemita que atribuye a los judíos toda clase de perversidades políticas),
pues preparó una edición en lengua castellana. Esto contribuyó a que, en España, Franco se
obsesionara con la supuesta conspiración judeomasónica. Pero a decir verdad, en
España nunca se ofrecieron detalles concretos sobre qué tramaban los judíos. En
cambio, al otro lado del Atlántico, en Argentina, Los protocolos de los sabios de Sion sí dieron pie a una teoría
conspiranoica más concreta, la del Plan Andinia.
En 1894, la prensa francesa había acusado a un
oficial judío, Alfred Dreyfus, de haber vendido secretos militares a los
alemanes. Dreyfus fue procesado y encarcelado. Pero, pronto se hizo evidente
que la acusación contra Dreyfus era injusta, y que sus acusadores se habían
dejado atrapar por la conspiranoia antisemita. Puesto que varios intelectuales
salieron en defensa de Dreyfus, en la opinión pública francesa creció aún más
la conspiranoia, pues se alegaba que los judíos estaban confabulados con los
progresistas para destruir a Francia. Al final, hubo un nuevo juicio en 1896,
que volvió a condenar a Dreyfus, pero el presidente francés intervino y emitió
un perdón oficial.
El caso de Dreyfus generó gran
conmoción en toda Europa, pues colocaba en evidencia la vulnerabilidad de los
judíos. Preocupado por esta cuestión, en ese ínterin, un judío suizo, Theodor
Herzl, organizó un proyecto de reubicar a los judíos del mundo en un nuevo Estado
en el cual fueran mayoría. Nació así el sionismo. Los sionistas al final
propusieron establecerse en Palestina, y eso eventualmente dio pie a las
guerras con los árabes, en el conflicto que perdura hasta hoy.
Pero, originalmente, Herzl había contemplado
la idea de que los sionistas pudieran comprar tierras en la Patagonia, para
establecer ahí comunidades agrarias, y quizás, conformar un futuro Estado judío.
Si bien hubo algunas migraciones de judíos a Argentina, el proyecto de Herzl en
Argentina nunca se concretó, y una vez que los sionistas se concentraron en migrar
a Palestina, se abandonó la idea.
En Argentina, no obstante, circulaba
Los protocolos de los sabios de Sion,
y varios gobiernos autoritarios y dictatoriales siempre coquetearon con simpatías
nazis. En 1971, el conspiranoico Walter Beveraggi publicó un panfleto detallando
el Plan Andinia, el supuesto complot vigente de los judíos para apoderarse de
la Patagonia, y anexarla a Israel. Las dictaduras militares argentinas se
obsesionaron con ese tema, y persiguieron a varios judíos argentinos por colaborar
con el supuesto Plan Andinia. El periodista judío Jacobo Timerman fue sometido
a sesiones de tortura, durante las cuales, se le preguntó muchas veces sobre el
Plan Andinia. El plan en cuestión sólo existía en la mente conspiranoica de los
torturadores.
El antisemitismo en Argentina dio
pie a otras teorías de conspiración, en las que aparece un hijo de Timerman, Héctor
Timerman. En 1994, hubo un ataque terrorista en Buenos Aires, en la sede de la
Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA); el saldo fue más de ochenta
muertos y centenares de heridos. A medida que las investigaciones progresaban, todo
indicaba que funcionarios iraníes estaban detrás de aquello. Desde los días de
la revolución islámica, ha habido en Irán una obsesión antisemita, y el
gobierno ha organizado varios ataques a objetivos judíos en el mundo.
Aparentemente, el gobierno de Carlos
Ménem había iniciado un proyecto de cooperación nuclear con Irán, pero ante la
presión de EE.UU., se canceló el proyecto. Los iraníes decidieron responder, atacando
un objetivo argentino, y además, judío; se mataban así dos pájaros de un tiro.
En las investigaciones del caso hubo
mucha corrupción en Argentina. Según parece, el propio Ménem fue cómplice, si
no del ataque propiamente, al menos sí de la protección de algunos argentinos
que participaron en el complot. De acuerdo a esta teoría, Ménem había tenido
relaciones con los iraníes desde mucho antes de llegar a la presidencia, e hizo
todo lo posible por protegerlos en la investigación posterior al ataque
terrorista, a cambio de una cuantiosa compensación monetaria en su cuenta
personal.
Irán no cooperaba con la justicia
argentina, y se negaba a entregar a los acusados. El gobierno de Cristina Fernández
de Kirchner, a través de Héctor Timerman, cambió de estrategia. Kirchner buscó
una conciliación con Irán, llegando al siguiente acuerdo: los investigadores
argentinos irían a Irán a interrogar a los sospechosos. El acuerdo fue muy
impopular en el pueblo argentino, pero se mantuvo.
El fiscal Alberto Nisman (un judío)
investigó este acuerdo, y llegó a la conclusión de que Kirchner había hecho esa
maniobra, para sacar beneficios comerciales con Irán y estrechar una nueva
alianza política con ese país, traicionando a los familiares de las víctimas
del ataque a la AMIA. El acuerdo, según Nisman, ya de antemano establecía
secretamente que se exculparía a los iraníes acusados.
Nisman se proponía consignar las pruebas
de su investigación, pero apareció muerto con un tiro en la cabeza el 18 de
enero de 2015. Aparentemente, fue un suicidio. La propia Cristina Kirchner dijo
que Nisman se había suicidado, en un remordimiento de conciencia por haber
inventado una falsa teoría de conspiración. La mayoría de los argentinos piensan
que la propia Kirchner ordenó su muerte.
Pronto se hizo muy evidente que
Nisman no se suicidó. En su mano no había restos de pólvora (lo que cabría
esperar cuando alguien dispara un arma). Kirchner a toda prisa cambió su versión
sobre la muerte de Nisman, y ahora decía que el fiscal efectivamente fue asesinado.
Pero, según Kirchner, fue asesinado por los opositores a ella, para
desprestigiarla. Los defensores de Kirchner dicen que los autores del asesinato
de Nisman fueron la CIA y el Mossad: una alianza entre norteamericanos e israelíes
para aplastar a un gobierno de izquierda.
El caso Nisman es muy escabroso, y
yo no me atrevería a dar un veredicto final, pues seguramente, con un
acontecimiento tan reciente, hay muchas cosas que aún no sabemos. Pero, el
historial de antisemitismo en la política argentina, el cambio de versiones de
Kirchner respecto a la muerte del fiscal, y la constante intención del gobierno
de Kirchner de acercarse a Irán, son fuertes indicios de que, como mínimo, deberíamos
sospechar de la expresidenta argentina.
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