A los templarios se los ha
relacionado con la sábana santa de Turín. Según los creyentes más
tradicionalistas (vale destacar que el Vaticano nunca ha respaldado
oficialmente esta hipótesis), esa sábana es el manto con el cual se cubrió el
cadáver de Jesús tras su crucifixión. La sábana tiene una estampa de un hombre
aparentemente torturado, supuestamente el propio Jesús con todos los detalles
forenses de su suplicio.
Junto
a otros cruzados, los templarios participaron en el saqueo de Constantinopla en
1204. Las crónicas de aquel suceso narran que, aparentemente, los francos
(entre ésos estarían los templarios) se llevaron una sábana cuya descripción
parece encajar con la sábana de Turín. Y así, se ha especulado que, por varios
siglos, los templarios estuvieron en posesión de ese objeto sagrado.
Pero,
por varios motivos que Félix Ares expone en su libro La sábana santa ¡vaya timo!, la sábana de Turín no es auténtica. El
alegato más contundente en su contra es la prueba de carbono 14 que se ha
hecho, la cual revela que, en realidad, la sábana se remonta al siglo XIV. De
forma tal que los templarios no pudieron apoderarse de la sábana de Turín en
1204, sencillamente porque, en ese momento, tal objeto no existía.
Algunos
conspiranoicos aceptan eso, pero insisten en que, de algún modo, la sábana de
Turín tiene algo que ver con los templarios. Sabemos con bastante seguridad que
la primera exhibición pública de esa supuesta reliquia, fue en 1357, y en eso
estuvo a cargo una tal Juana de Vergy, la viuda de un tal Godofredo de Charney.
Este Godofredo era sobrino de un templario del mismo nombre, que murió en la
hoguera junto a Jacques de Molay. Y así, se ha especulado que Godofredo (el esposo
de Juana) había recibido de su tío la sábana, y que los templarios la tuvieron
por algún tiempo. No es disparatado.
Algunos
han sugerido que la cabeza que los templarios supuestamente adoraban, era en
realidad la imagen de Cristo en el manto de Turín. Ya esto es un poco más
aventurado, pero de nuevo, no es disparatado. Son conjeturas un tanto forzadas,
pero dentro de lo razonable.
Lo
que sí es disparatado, no obstante, es el alegato, hecho por los autores
Christopher Knight y Robert Lomas, según el cual, el hombre de la imagen en la
sábana de Turín es el propio Jacques de Molay. De acuerdo a esta teoría, lo
mismo que Jesús, el maestre de los templarios habría sido torturado antes de su
ejecución, y se usó el manto para cubrirlo cuando aún estaba vivo, ya torturado
pero antes de ser quemado en la hoguera.
Semejante
teoría no tiene ningún asidero. No hay ninguna prueba de que Jacques de Molay
sufrió las mismas torturas de Jesús antes de ser quemado. Si de verdad ese
manto se usó para cubrir a un cuerpo humano (sea el de Jesús o el de Jacques de
Molay), habría quedado una estampa distorsionada por los pliegues de la tela, y
no la imagen proporcional que vemos en la sábana. Además, en la estampa hay
ciertos errores anatómicos que hacen suponer que nadie fue cubierto con ella. Quienes
han estudiado en detalle la sábana, concluyen que se trata, o bien de una tela
frotada sobre un bajorrelieve, o una pintura con una primitiva técnica
fotográfica que produjo la imagen en negativo. Sea como sea, no hubo ninguna víctima
de tortura en este fraude.
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